Título original: Sex Education. Temporada: 1. Episodios: 8. Año: 2019. País: Reino Unido. Género: Comedia. Estreno:
11 Enero 2019 (Netflix)
Creator: Laurie Nunn. Dirección: Kate
Herron, Ben Taylor. Guión: Bisha K. Ali, Sophie
Goodhart, Laura Hunter, Laura Neal, Laurie Nunn, Freddy Syborn, Mawaan Rizwan. Música: Oli Julian, Ezra
Furman. Fotografía: Jamie Cairney,
Oli Russell. Producción: Jon
Jennings.
Reparto:
Asa Butterfield (Otis Milburn), Gillian Anderson (Dra. Jean F. Milburn),
Ncuti Gatwa (Eric Effiong), Emma Mackey (Maeve Wiley), Connor Swindells (Adam
Groff), Kedar Williams-Stirling (Jackson Marchetti), Alistair Petrie (Michael
Groff), Mimi Keene (Ruby), Aimee Lou Wood (Aimee Gibbs), Chaneil Kular (Anwar),
Simone Ashley (Olivia), Tanya Reynolds (Lily Iglehart), Mikael Persbrandt (Jakob
Nyman), Patricia Allison (Ola Nyman), James Purefoy (Remi Milburn).
Sinopsis:
Como el inseguro de Otis
tiene respuesta para cualquier duda sobre sexo gracias a que su madre es
sexóloga, una amiga lo anima a abrir una consulta en el instituto.
Comentarios:
Todo el mundo hablaba de
Sex Education, en redes sociales. Se acababa de estrenar su segunda temporada,
y yo, que no soy muy de ver series y maratonear, aún no me había sentido atraída
por ella, a pesar de que llevara un año entre las sugerencias que me daba la
plataforma Netflix. Sin embargo, muchos comentarios acerca de una escena
relacionada con unión femenina me hicieron decidirme a verla.
Esta es una producción
inglesa, que hoy tiene 2 temporadas, de 8 capítulos cada una, que duran
aproximadamente 50 minutos. Su argumento se basa en la historia de Otis, un
joven de 16 años, que cursa la secundaria y es hijo de una sexóloga. Un día, se
atreve a dar un consejo sexual a un compañero, a pesar de su nula experiencia
y, al salir todo bien, inicia una ‘clínica’ de asesoría sexual, con Maeve, una
de sus compañeras, para ganar dinero.
Con una premisa como esta
y un lenguaje totalmente abierto, fue casi inevitable no seguir la historia y
querer saber qué pasaría en el siguiente capítulo. Y es que Sex Education, desde su primera entrega,
se reafirma como una serie que no tiene censura ni ningún reparo en hablar de
experiencias sexuales explícitas, mostrar desnudos y abordar muchos de los
temas que surgen referentes al propio cuerpo, al propio placer y a las
prácticas para alcanzarlo con una pareja.
Sus personajes son muy
diversos, tanto racial como sexualmente. La comunidad LGBTQI es representada,
sin caer en estereotipos, y su realidad se muestra con naturalidad, así como
toda la variedad de gustos, posiciones, formas y conexión que pueden generar la
atracción y el coito, entre los seres humanos.
Lo mismo sucede con las
razas y los cuerpos, ya que no buscan enseñar un patrón de belleza establecido
ni relaciones políticamente correctas, lo que la convierte en una gran muestra
de realidad, sin todas las prevenciones del mundo en el que vivimos, contenida
en una ficción.
Uno de los papeles que
más me impactó, y el que podría considerar como mi favorito, es Eric, el mejor
amigo de Otis, un chico negro, gay, irreverente y a quien de vez en cuando le
gusta maquillarse o vestirse con prendas que han sido comúnmente usadas por
mujeres. Este es un personaje que vive su homosexualidad sin guardar las
apariencias, que derrocha seguridad en sí mismo, libertad y amor propio. Para
mí fue muy refrescante, pues, aunque conozco personas que son así en mi mundo,
creo que me estaba acostumbrando a que, en los medios, este tipo de roles
tuvieran una sombra de trauma. Eric es interpretado majestuosamente por el
actor de origen ruandés Ncuti Gatwa.
A su vez, la relación que
tiene con Otis, que obtiene vida a través del actor Asa Butterfield, es un
ejemplo del poder de la amistad verdadera, en la que no importan las
diferencias para construir lazos fuertes de amor, confianza y mucho respeto por
el otro, pues, en este caso, el protagonista es un chico con mucha inseguridad
en sí mismo y a quien le gustan las mujeres.
Por su parte, la actriz
Emma Mackey le da vida a Maeve, una joven intelectual y contestataria que tiene
que hacerse cargo de sí misma, debido a las malas decisiones de sus padres. Con
ella también se derriban barreras sobre el potencial académico o capacidades,
pues las circunstancias difíciles de su vida familiar nunca la convierten en
una mala estudiante o en una mala persona.
También resalto el
regreso de la actriz Gillian Anderson, conocida por quienes crecimos en los 90’
como la agente Scully, de X Files. Ella tiene el papel de la doctora Jean
Melburne, la mamá de Otis, una mujer liberada, abierta a hablar de sexo con su
hijo y a no ponerse límites cuando un hombre le gusta, algo que nuevamente luce
raro, al no ser el común denominador en lo que el sistema nos ha dictado sobre
las madres en el mundo, pero que para esta época resulta ser muy necesario.
Con todo esto, pronto
empecé a preguntarme quién había tenido la gran idea de hablar así de sexo, en
un contenido que se centra en adolescentes, y me llevé una grata sorpresa al
conocer a Laurie Nunn, su creadora y guionista, nacida en 1985, en Inglaterra.
Fue maravilloso ver cómo esta hazaña televisiva había salido de la cabeza de
una mujer tan joven, que no solo se planteó el objetivo de mostrar qué pasaría
si se diera asesoría sexual real en los colegios, sino que lo hizo teniendo en
cuenta la diversidad, inclusión y honestidad que nuestra época requieren.
La escritora presenta las
múltiples realidades o papeles en los que el sexo puede ponernos a todos, las
frustraciones, las dudas, los riesgos, con una visión que no sigue las normas
sociales o religiosas, y sin juzgar a sus personajes, lo que termina
trasladándose a los espectadores, que logramos sentir empatía e identificación
con las situaciones.
También, se nota que Nunn
supo que aquí podría abordar temas feministas, sin limitarse al mero discurso.
Un claro ejemplo es cómo presentó el aborto y el acoso sexual del que todas
somos víctimas en algún -o muchos- momentos de nuestras vidas, así como la
solidaridad femenina, que quizá no sea un común denominador en todas las
sociedades, pero que ella se encarga de enfatizar como un ejemplo de la manera
en que las mujeres debemos apoyarnos.
Todas esas
características hacen parte de la serie, pero, sin duda, la historia no podía
dejar de lado al sistema, al mundo conservador que se niega esta realidad, y
que se encuentra representado en el señor Groff y el colegio que dirige, la
Secundaria Moordale, el lugar donde parece haber más limitantes para que los
estudiantes vivan abiertamente el sexo, pero también donde inicia la
revolución.
Esa batalla se percibe
gracias a la integración entre la modernidad y apertura de mente de los
personajes, jóvenes y adultos, con la escenografía que luce un poco más
anticuada, y podría considerarse como una analogía de la forma en que la
evolución humana de aceptar abiertamente diferencias sexuales y de pensamiento,
que son proclamadas en cientos de constituciones en el mundo, aún se encuentran
enfrascadas en contextos y mentes que parecieran vivir en el pasado.
Así, con todo este
descubrir de una narrativa sin ataduras y de entretenimiento que habla
abiertamente, terminé viendo, en menos de una semana, las 2 temporadas, y muero
por más. Su tercera entrega ya está confirmada, y espero que con ella se sigan
rompiendo moldes y estereotipos, abarcando otras identidades e impartiendo la
importancia del respeto a la diferencia y a la humanidad que se encuentra
contenida en una de las palabras que más nos cuesta decir en voz alta: Sexo. (Camila
Caicedo)
Recomendada.
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