martes, 29 de noviembre de 2022

Lecturas sobre Alfred Hitchcock



Hoy no toca ver, sino leer a Alfred Hitchcock. Así que nos pararemos en la lectura de una de las anécdotas más curiosas que él contaba sobre su infancia.

Lo cierto es que él prefería no hablar de su infancia, pero siempre contaba algo de cuando era pequeño y lo repetía hasta la saciedad:

Cuando tenía sólo 6 años, hice algo que mi padre consideró que merecía un castigo. Me envió a la comisaría de policía con una nota. El agente de servicio la leyó y me encerró en una celda durante 5 minutos después de decirme: esto es lo que les pasa a los niños malos”.

Esta anécdota es citada por Donald Spoto en el libro “Alfred Hitchcock: La cara oculta del genio”. Sin embargo, el director francés François Truffaut entrevistó a Hitchcock años antes para elaborar el libro “El cine según Hitchcock”, y ya la anécdota era lo bastante conocida como para que ambos la relataran a dúo.

Para conocer esta anécdota y muchas más os recomendamos leer estos dos estupendos libros sobre Alfred Hitchcock, porque al genial director británico no sólo hay que verlo, sino que hay que leerlo y así descubriremos muchas más cosas de él.

En relación a la anécdota antes mencionada, cuando Truffaut le preguntó a Hitchcock a qué se debía el castigo, se limitó a decir que no tenía la menor idea. Quizá hubiera olvidado ya si aquella encarcelación pertenecía al recuerdo o a la fantasía, pero sin duda consideraba que la anécdota explicaba su posterior interés por el delito y el castigo.

Además, la insistencia con la que declaraba no saber qué “crimen” había cometido puede relacionarse con un elemento recurrente en sus películas, los castigos injustos: Richard Hannay en “Los 39 escalones” (1935) se ve inmerso en una pesadilla por mostrar cierto interés sexual, Guy Haines en “Extraños en un tren” (1951) es castigado por desear la muerte de su esposa, Many Balestero en “Falso culpable” (1956) es perseguido por un sistema judicial kafkiano y, el ejemplo más crucial, Marion Crane en “Psicosis” (1960) muere asesinada después de decidir devolver el dinero que ha robado a su empresa en uno de los castigos más injustos de la Historia del Cine.

Por mucho que el genial director británico intentara que no se siguiera especulando sobre la anécdota de la cárcel, sea cierta o no, muestra el sello personal e inconfundible de su trabajo.  

Para cultivaros sobre el cine de Hitchcock, está claro que hay que leer sobre él.  


François Truffaut y Alfred Hitchcock

lunes, 28 de noviembre de 2022

Alta costura (Sylvie Ohayon, 2021)


 

Título original: Haute couture. Dirección: Sylvie Ohayon. País: Francia. Año: 2021. Duración: 100 min. Género: Comedia dramática.

Guión: Sylvie Ohayon, Sylvie Verheyde. Música: Pascal Lengagne. Fotografía: Georges Lechaptois. Escenografía: Marie Cheminal.  Vestuario: Charlotte Betaillole. Montaje: Mike Fromentin. Producción: Olivier Kahn.

Fecha del estreno: 22 Julio 2022 (España).

 

Reparto: Nathalie Baye, Lyna Khoudri, Pascale Arbillot, Claude Perron, Soumaye Bocoum, Adam Bessa, Alexandrina Turcan, Romain Brau, Claudine Vincent, Farida Ouchani, Virgile Bramley, Saïd Benchnafa, Sandra Choquet, Clotilde Courau.

 

Sinopsis:

Esther está al final de su carrera como jefa de costureras en el taller de Dior Avenue Montaigne. Un día, una mujer de 20 años, Jade, le roba el bolso en el metro. En lugar de llamar a la policía, decide hacerse cargo de Jade.

 

Comentarios:

Podría haber sido un western, cine de aventuras de capa y espada o incluso un capítulo de La guerra de las galaxias, porque lo que cuenta con delizadeza 'Alta costura' no es otra cosa que la forja del héroe, en este caso, de la heroína. Sylvie Ohayon sitúa a la maestra y su discípula en el París actual, con sus conflictos de integración social, y sustituye efectos especiales, secuencias de acción y complejas pruebas iniciáticas por el hipnótico día a día en un exquisito taller de costura, con sus ritos y supersticiones en una muy cuidada puesta en escena.

El destino une, como en las fábulas, el camino de las protagonistas. Esther, solitaria, rebelde e insuperable en su arte, vive en la desazón de no tener continuador en su labor. Pero en cuanto ve a Jade reconoce en ella las virtudes necesarias para serlo. Jade, por su parte, muestra la inexperiencia y torpeza propias de la juventud. Magníficas Nathalie Baye, con una sobriedad que oculta ternura, y Lyna Khoudri, que cumple todas las expectativas que creó en 'Papicha, sueños de libertad' (Mounia Meddour, 2019). (Juan Pando)

Recomendada.



domingo, 27 de noviembre de 2022

Bros: Más que amigos (Nicholas Stoller, 2022)

 

Título original: Bros. Dirección: Nicholas Stoller. País: USA. Año: 2022. Duración: 115 min. Género: Comedia.  

Guión: Billy Eichner, Nicholas Stoller. Fotografía: Brandon Trost. Música: Marc Shaiman. Producción: Apatow Productions, Universal Pictures, Stoller Global Solutions. 

Fecha del estreno: 28 Octubre 2022 (España)

 

Reparto: Billy Eichner, Luke Macfarlane, Monica Raymund, Guillermo Díaz, Guy Branum, Amanda Bearse, Dot Jones, Jim Rash, Eve Lindley, Peter Kim, Miss Lawrence, Lauren Yaffe, Harvey Fierstein, Bowen Yang, Brock Ciarlelli, Debra Messing.

 

Sinopsis: 

Dos hombres con vidas frenéticas y problemas para comprometerse intentan una relación.

 

Comentarios:

Vivimos malos tiempos para las comedias románticas (y para el romance en general). Motejadas de género menor y condenadas al streaming, a sus estrenos se les ha quitado la pompa y relevancia de antaño. Su último gran momento fue, probablemente, cuando Judd Apatow decidió, en 2005, sexualizar sus escenas, subir su recomendación por edades y trufar los guiones con referencias pop. Eichner y Stoller, dos de sus pupilos, van un poco más allá con una idea que, de puro simple, sorprende que nadie haya tenido antes. ¿Por qué no llevar esas innovaciones a otras formas de amor/cariño que no sean heteronormativas?

Bros nos entrega a un Eichner que es un Woody Allen/Alvy Singer gay: verborreico, petulante, acomplejado y adicto a los paseos por NY. Retrata a la comunidad, sus contradicciones, estereotipos (y esteroides), con sorprendente honestidad y tiene líneas de diálogo memorables. No es menos cierto que el filme, tan moderno en la exposición de la homosexualidad, vira hacia cierto conservadurismo en su resolución, y que la idea motriz que lo vertebra, la del derecho de una minoría a contar sus propias historias, se vuelve machacona.

Por ahí, y por la clase social de sus personajes, le buscarán las cosquillas los miembros de una comunidad que, como bien se muestra en el filme, tiene tendencia al integrismo. Con todo, un paso adelante para el colectivo… y para la comedia romántica. (Ruben Romero Santos)

Recomendada (con reservas).



sábado, 26 de noviembre de 2022

Cerdita (Carlota Pereda, 2022)

 

Título original: Cerdita. Dirección: Carlota Pereda. País: España. Año: 2022. Duración: 99 min. Género: Thriller, Drama.

Guión: Carlota Pereda. Música: Olivier Arson. Fotografía: Rita Noriega. Producción: Morena Films, La Banque Postale Image, Indéfilms.

Sección Oficial (fuera de competición) del Festival de Cine de Sitges 2022.

Fecha del estreno: 14 Octubre 2022 (España).

 

Reparto: Laura Galán, Claudia Salas, Camille Aguilar, Pilar Castro, Carmen Machi, José Pastor, Chema del Barco, Julián Valcárcel, Irene Ferreriro, Stéphanie Magnin Vella, Fernando Delgado-Hierro.

 

Sinopsis:

Para Sara, el verano solo significa tener que soportar las continuas burlas de las otras chicas de su pequeño pueblo. Pero todo terminará cuando un desconocido llegue al pueblo y secuestre a sus acosadoras. Sara sabe más de lo que dice, y tendrá que decidir entre hablar y salvar a las chicas, o no decir nada para proteger al extraño hombre que la ha salvado...

 

Comentarios: 

Aunque los hallazgos de Cerdita se condensan en esa poderosa imagen de una adolescente entrada en carnes, semidesnuda y bañada en sangre sobre el infernal asfalto de una carretera extremeña en pleno verano, la ópera prima de Carlota Pereda va más allá en su mezcla de humor negro, terror y denuncia del acoso endémico a las personas gordas.

Con su predominio cromático rosa —el de los flamencos kitsch, los cerdos y ese bollo industrial que ha marcado la adolescencia de varias generaciones de españoles y que aquí se erige como símbolo de la comida basura, aunque también de la pasión romántica—, Cerdita es un cóctel de ideas, sobre todo en su primera parte, capaz de representar el bullying con un tono ligero y a la vez como el pánico más atávico. Una película de terror —y humor— rural sobre la soledad adolescente y la carne en su amplio espectro de posibilidades: sociales, culinarias, eróticas, psicológicas.

El primer largometraje escrito y dirigido por Carlota Pereda nace del corto de 14 minutos del mismo título premiado en los Goya de 2019 y en el que ya se abría la puerta de una sangrienta venganza pasada por el paisaje ibérico. Es el punto de partida de una película que, aunque decae por momentos, se sostiene, entre otras razones, por presentar un cuadro familiar y social en el que la alimentación y el sobrepeso también forman parte de la brecha de clase. Esa fractura que representan esa madre de pueblo amargada y castradora que borda una inmensa Carmen Machi frente a la de la ciudad, con la vis tragicómica de Pilar Castro.

Cerdita pasa del almodovariano uso de la iconografía más cañí (el toro, la guardia civil, el calor de pueblo y el mandil) al alegato body positivity de una heredera directa de Carrie, icono del cine de terror y de la crueldad del bullying adolescente.

Pero, además, la película también entronca con los símbolos del cerdo y la matanza (el padre de la protagonista es el carnicero del pueblo) como rituales del campo español o ese paganismo que siempre va asociado a la figura del marrano, como se tachaba despectivamente a los judíos que después de la expulsión de España en 1492 se vieron obligados a cristianizarse para poder sobrevivir.

Cerdita, como llaman con saña y desprecio las chicas que se burlan del personaje interpretado por Laura Galán, busca ser aceptada por un entorno, pijo y urbanita, que viaja a La Vera los fines de semana o durante las vacaciones. Pereda afina en esa tensión social de un lugar idílico solo en apariencia: del aterrador plano fijo de un banco vacío mientras escuchamos la máquina de rebanar de la carnicería del pueblo, a la idea de la bollería industrial como emblema de un amor loco y fuera de norma o el cuerpo desbordado de su protagonista corriendo asustada y acalorada por una carretera en pleno achicharre extremeño. Un cuerpo omnipresente, que desde el dolor y el miedo desafía los cánones, también los de las heroínas del cine de venganza, para convertirse por sí solo en vehículo de la idea más radical del filme. (Elsa Fernández-Santos)

Recomendada.



jueves, 24 de noviembre de 2022

Argentina, 1985 (Santiago Mitre, 2022)


Título original: Argentina, 1985. Dirección: Santiago Mitre. País: Argentina. Año: 2022. Duración: 140 min. Género: Drama, Thriller.

Guión: Santiago Mitre, Mariano Llinás. Fotografía: Javier Juliá. Música: Pedro Osuna. Montaje: Consuelo Catucci. Producción: La Unión de los Ríos, Kenya Films, Infinity Hill, Amazon Studios.

Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Venecia 2022. Premio del Público en el Festival de Cine de San Sebastián 2022.

Fecha del estreno: 30 Septiembre 2022 (España)

 

Reparto: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi, Norman Briski, Héctor Díaz, Alejo García Pintos, Claudio Da Passano, Gina Mastronicola, Walter Jakob, Laura Paredes.

 

Sinopsis:

Argentina, 1985 está inspirada en la historia real de Julio Strassera, Luis Moreno Ocampo y su joven equipo jurídico que se atrevieron a acusar, contra viento y marea, a contrarreloj y bajo constante amenaza, a la más sangrienta dictadura militar argentina. Una batalla de David contra Goliat, con los héroes menos esperados.  

 

Comentarios: 

En un discurso inesperadamente emotivo al recoger el premio del público en el Festival de San Sebastián, el actor Chino Darín, esta vez en calidad de productor, apuntó hacia la justicia poética que había detrás del reconocimiento “popular y anónimo” a una película que habla “de la democracia” precisamente en un momento en el que sus valores peligran por medio mundo.

En su acertado mensaje, el hijo de Ricardo Darín —actor que en Argentina, 1985 da vida al célebre fiscal Julio César Strassera, responsable junto a Luis Moreno Ocampo de dirigir la acusación contra la Junta Militar que gobernó con nauseabunda impunidad y sadismo Argentina entre 1976 y 1983—, resumía el sentido último de una película que, a través de un género tan jugoso como el del cine judicial, reivindica la épica del hombre común en el curso de la historia. Una épica que, con enorme audacia, este filme trae al presente.

El director Santiago Mitre (La cordillera, Paulina) ha escrito junto a su coguionista habitual en estos últimos años, Mariano Llinás (autor de Historias extraordinarias y la monumental La flor), una película que juega abiertamente con los clichés del cine clásico de juicios para lograr eso que tantas veces se repite en este filme: convencer al mayor número de personas posible. Argentina, 1985 representa el histórico juicio a la cúpula militar por crímenes de lesa humanidad a través de la figura de un funcionario, Strassera, convencido de que el triunfo del juicio dependía tanto de la calle como del tribunal. No se trata solo de mandar a Videla o a Massera a la cárcel, sino que los ciudadanos que los habían apoyado, esos “fachos” que dan pie a algunos diálogos cargados de humor, abrieran los ojos ante la cadena de crímenes que cometieron.

La película se construye alrededor del personaje de Strassera y de su propia familia. Un retrato a lo Frank Capra de un funcionario de clase media (“La historia no la hacen tipos como yo”, afirma el personaje al principio del filme) cuya lucha inicial es contra su propia inmovilidad. Ese arco dramático tan bien explotado en el cine de Hollywood es la base de un filme que no teme ser lo que es: una película política que apela a la emoción del espectador a través de un personaje que lo acapara casi todo y que solo un actor con la estrella de Ricardo Darín puede llevar a buen puerto. Aunque siempre con el apoyo de personajes secundarios tan bien construidos y ejecutados como la esposa de Strassera, interpretada por Alejandra Flechner; el propio Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), el viejo ayudante al que da vida Walter Jakob, o el hijo pequeño del fiscal, que aporta la mirada cómplice de ese presente al que Argentina, 1985 interpela.

A diferencia de películas tan emblemáticas como ¿Vencedores o vencidos?, el clásico sobre los juicios de Núremberg de Stanley Kramer, o Algunos hombres buenos, en la que Rob Reiner logra uno de los mejores retratos que existen sobre la toma de conciencia de un joven abogado (Tom Cruise), Argentina, 85 reduce al monstruo, los militares, a una caricatura sin voz. Es la decisión más cuestionable de un guion que en su exposición de ese gran teatro de la historia que son los juicios introduce de forma brillante una épica no tan común, la de la propia escritura.

El famoso alegato de Strassera, el “Nunca más” que acuñó para los libros, es presentado aquí con la emoción de la voz individual, pero también la de la colectiva, del trabajo en equipo que tacha o agrega palabras para construir lo que perdura, un texto escrito por un hombre gris que supo entender que un par de cuartillas podían contener toda la gloria de su profesión y la última línea de defensa de la democracia. (Elsa Fernández-Santos)

Recomendada.



miércoles, 23 de noviembre de 2022

Series de TV: Chernobyl (2019)

 

Título original: Chernobyl. Temporada: 1. Episodios: 5. Año: 2019. País: USA. Género: Drama. Estreno: 6 Mayo 2019 (HBO).

Creación: Craig Mazin. Dirección: Johan Renck. Guión: Craig Mazin (basado en el libro “Voces de Chernóbil”, de Svetlana Aleksiévich). Fotografía: Jakob Ihre. Música: Hildur Guðnadóttir. Producción: David Declerque. Distribuidora: HBO.

Globo de Oro 2019 a la Mejor Miniserie. Premio BAFTA 2019 a la Mejor Miniserie. Premio Emmy 2019 a la Mejor Miniserie.

 

Reparto: Jared Harris (Valeri Legásov), Stellan Skarsgård (Borís Shcherbina), Emily Watson (Uliana Jomyuk), Paul Ritter (Anatoli Diátlov), Jessie Buckley (Liudmila Ignatenko), Adrian Rawlins (Nikolái Fomín), Con O'Neill (Víktor Briujánov), Jamie Sives (Anatoly Sitnikov), Philip Barantini (Valery Vespalov), Oscar Dyekjær Giese (Boris Baranov), Jay Simpson (Valery Perevozchenko), Baltasar Breki (Alexei Ananenko), Sam Troughton (Aleksandr Akímov), Ross Armstrong (Nikolai Gorbachenko), Adam Nagaitis (Vasili Ignatenko), Alex Ferns (Andrei Glukhov), Gerard Kearns (Volodymyr Pravik), Robert Emms (Leonid Toptunov), Barry Keoghan (Pável Grémov), Ralph Ineson (Nikolái Tarakánov), Mark Lewis Jones (Vladímir Pikálov), Fares Fares (Bachó), David Dencik (Mijaíl Gorbachov), Kieran O'Brien (Valery Khodemchuk), Douggie McMeekin (Aleksandr Yuvchenko), Billy Postlethwaite (Borís Stolyarchuk)​.

 

Sinopsis:

El 26 de abril de 1986, la Central Nuclear de Chernóbil, en Ucrania (por entonces perteneciente a la Unión Soviética), sufrió una explosión masiva que liberó material radioactivo en Ucrania, Bielorrusia, Rusia, así como en zonas de Escandinavia y Europa Central. La serie relata, desde múltiples puntos de vista, lo que aconteció en torno a una de las mayores tragedias en la historia reciente, así como los sacrificios realizados para salvar al continente de un desastre sin precedentes.

 

Comentarios: 

Es la película de terror más angustiosa que he visto en años. No nace de la imaginación de un guionista, no es ficción. Aquella barbaridad fue real y todavía hay víctimas afectadas por ella, aunque la mayoría están enterradas en los suelos y cubiertas por cemento. El monstruo que ha provocado esa matanza no es corpóreo, no vemos sus temibles fauces, no nos asusta al constatar su aspecto amenazante y su asombroso poder destructivo. Solo observamos de vez de cuando unas gotitas azules que les hacen gracia a niños y adultos. También extrañas cortinillas de humo. Y no hay música subrayando el peligro. Solo un obsesionante ruido de fondo que reproduce algunos sonidos que se escuchan en las centrales nucleares.

Estoy hablando de Chernobyl, una miniserie (mini de duración, pero su impacto es grandioso) de la productora HBO que reproduce no solo los antecedentes, el estallido y las consecuencias de lo que ocurrió en Chernóbil, sino que te empapa del enfermizo y estremecedor clima en el  que murieron o sobrevivieron sus moradores y los profesionales venidos de fuera que se convirtieron en héroes, a costa de su vida o de pillar una enfermedad crónica y casi siempre devastadora intentando apagar el infierno. Son cinco capítulos con una duración conjunta que bordea las seis horas. Veo los dos primeros en casa ajena y en compañía de un matrimonio. La sensación es de agobio y de miedo. Al terminar el segundo nos damos un rato de respiro bajando a la calle para jugar con sus nietos, dos preciosos bebés. Necesito respirar, luz, observar la alegría y la inocencia de los niños. Retornamos después de ese rato liberador a la narración de esa intolerable tragedia que ocurrió en Ucrania. Cuando hablo por teléfono con ellos al día siguiente (ya sé que comunicarse oralmente a través de un teléfono supone un imperdonable anacronismo existiendo el email y el WhatsApp, pero afortunadamente todavía quedamos anormales que creemos en las voces) me cuentan que su sueño estuvo agitado por las imágenes de Chernobyl. Sus creadores pueden estar contentos, misión cumplida.

Si algo se le puede reprochar a HBO es que no cite en los títulos de crédito un libro de referencia como es Voces de Chernóbil, en el que Svetlana Alexiévich transforma en monólogos sus entrevistas con la gente que sufrió ese espanto. No lo he leído, carencia que arreglaré enseguida. Conocer con múltiples datos horrores que pudieron evitarse compensa la ingrata sensación de que se te ponga el pelo de punta. Ocurrió en la primavera de 1986. La serie arranca con un hombre definitivamente acorralado, un científico especializado en química sentenciado por el poder absoluto a la soledad más cruel al no poder contarle al mundo lo que descubrió sobre los orígenes, el desarrollo y las mentiras del Estado sobre aquella tragedia. Como la serie la han realizado los estadounidenses, no me extrañaría que Putin la repudiara hablando de ataques del imperialismo yanqui a la antigua república soviética, como un complot organizado por la CIA.

Y efectivamente, Chernobyl provoca escalofríos en el espectador al constatar de lo que es capaz un Estado totalitario para manipular la realidad, para ocultar la verdad, para imponer sus directrices, para silenciar a la disidencia. Y asombrosa la capacidad del creador Craig Mazin y del director Johan Renck para transmitir el clima de lo que allí se padeció, la evolución de la enfermedad entre los que fueron afectados, el exterminio de los animales, el trabajo de bomberos, mineros y científicos metiéndose en las fauces de la bestia para intentar aplacarla, sabiendo que van a morir. Hay una secuencia que me estremece. La de esa anciana que se niega a abandonar su casa. Cuenta que padeció la crueldad del zar, las purgas estalinistas, la hambruna, la muerte trágica de todos los suyos. Ya no tiene nada que perder. Abundan las historias individuales de esa intensidad emocional. Que cada cual elija sus favoritas. Lo que no se le olvidará a ningún espectador es el tono y la atmósfera que transmite la serie. Es una dolorosa obra de arte. (Carlos Boyero)

Recomendada.



lunes, 21 de noviembre de 2022

Charlie Kaufman

Charlie Kaufman

Traemos hoy al blog lo más destacado de la obra del neoyorquino Charlie Kaufman (1958), guionista y director, centrándonos en los aspectos relacionados con el guión y queriendo subrayar su último trabajo fílmico Estoy pensando en dejarlo, estrenado en 2020 (en España en Netflix), que pasó de puntillas por el escenario cinematográfico: no fue un buen año para el cine ni para nada.


Curtido como guionista en el mundo de la televisión y la sitcom, consiguió ser nominado al Óscar y al Globo de Oro y ganar un Bafta por su primer guión cinematográfico, un guión original, para la película Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999). Ya desde entonces encontramos la primera seña de identidad de su obra, su exacerbada imaginación, seña que lleva a gala y que explica como necesaria cuando le preguntan: “Cada vez que creas una obra de arte intentas hacer algo diferente. Toda película debería ser una anomalía”.



Es lógico defender esta postura. Si la exclusividad y originalidad es mínima, si la creatividad escasea, se hace más una labor de artesanía que arte. Y el resultado final es parecido a otras obras.


Ese intento de hacer algo diferente, Charlie Kaufman, lo consigue claramente en sus guiones. Tímido confeso, se ve que ha convertido la introversión en riqueza creativa. En Cómo ser John Malkovich, parte de la idea del hallazgo de un túnel que va a la mente del actor John Malkovich. Cuando menos, el planteamiento es peculiar y dará pie a multitud de situaciones que evidencian las temáticas que van a ser habituales en su filmografía: insatisfacción vital, soledad, depresión, dificultad para conectar con el otro, complejidad de la mente humana, desdoblamiento de la personalidad…


John Cusack, Catherine Keener y Cameron Diaz
en Cómo ser John Malkovich

Si en esta película John Malkovich pasaba a ser un personaje en cuya mente podían adentrarse los demás, en su guión para Adaptation. El ladrón de orquídeas (Spike Jonze, 2002) se mete de lleno en el metacine. Charlie Kaufman es el personaje protagonista de su propio guión: inmerso todavía en el rodaje de Cómo ser John Malkovich, le encargan la adaptación del libro El ladrón de orquídeas y, ante la dificultad para hacerlo, investiga sobre el protagonista del libro y la autora, de modo que pasan a ser también personajes de la película. Dejando claro su gusto por las duplicidades, crea además el personaje de su hermano gemelo, Donald Kaufman, al que incluye en los títulos de crédito como coguionista, haciendo un guiño al espectador.



Igual que le ocurrió en Cómo ser John Malkovich, estuvo nominado al Óscar y al Globo de Oro, pero nuevamente lo que ganó fue el BAFTA, esta vez por mejor guión adaptado, ya que existía la novela previa de El ladrón de orquídeas, de Susan Orlean. Por cierto, los miembros de la Academia también incluyeron en la nominación al inexistente Donald Kaufman.


Tras escribir el guión de Confesiones de una mente peligrosa (George Clooney, 2002) y tener diferencias con el director, volvió a trabajar con Michel Gondry (le había hecho el guión para Human nature en 2001) y esta vez sí obtuvo merecidamente el Óscar a mejor guión original, entre numerosos premios más, por Olvídate de mí (Michel Gondry, 2004). La peculiar historia que nos cuenta merece que accedamos a ella sin ideas previas y sin saber siquiera una sinopsis, si es que todavía no se ha visto.



Más incluso que en sus obras anteriores, se le exige al espectador el papel activo de organizador de la información que recibe. De género mixto (la he visto clasificada como drama, comedia, romántica, ciencia-ficción), lo cierto es que el trabajo de Charlie Kaufman va evolucionando desde un tono ligero  cercano a la comedia hasta un humor lleno de cinismo.


Su pareja protagonista, Kate Winslet y Jim Carrey, está espléndida, aunque quizá la única pega que podría ponerse a su elección es que, especialmente él, podría ser un reclamo para un público que fuera buscando la comedia simplona y, al mismo tiempo, el factor disuasorio para el espectador que suela huir del cine en el que suele participar. Es una película a la que hay que acudir libre de prejuicios.


Kate Winslet y Jim Carrey en Olvídate de mí

El reconocimiento de público y crítica que obtuvo con Olvídate de mí le animó a querer dirigir sus guiones. Tras su debut como director con otro ejercicio metalingüístico, Synecdoche, New York (Charlie Kaufman, 2008), continuó con Anomalisa (Charlie Kaufman, 2015), película de animación usando la técnica de stop motion, cuyo protagonista escucha en los demás siempre la misma voz. Estuvo nominada al Óscar como mejor película de animación, pero se lo arrebataría Inside out (Pete Docter, 2015).

                      


Su último trabajo como director y guionista ha sido Estoy pensando en dejarlo (Charlie Kaufman, 2020). Es un guión adaptado, basado en la novela del mismo título de Iain Reid. Es denso, con mucho peso literario, y con él sigue siendo fiel al sello de su cine en cuanto a originalidad y temática. Comienza con la voz en off de la actriz protagonista (¿es ella la protagonista de la película?), Jessie Buckley: “Estoy pensando en dejarlo (…) Una idea está más cerca de la verdad, de la realidad, que una acción. Puedes decir cualquier cosa, hacer cualquier cosa, pero no puedes fingir una idea”.



Sus personajes están teñidos abiertamente ya de amargura y la mezcla de géneros llega a tal punto que la inquietud crece en el espectador, que llega a sospechar que la trama puede derivar en terror. No llega a tanto, si es que los temas de los que hemos dicho que son del gusto de Kaufman (la soledad, la insatisfacción, los laberintos de la mente humana…) no son terror en sí mismos.


Jesse Plemons, Jessie Buckley, Toni Collette y David Thewlis en Estoy pensando en dejarlo

Genera tensión que no está producida por una música efectista, por una trama de suspense o imágenes sobrecogedoras, sino por la sensación desde temprano de que hay pequeños detalles que no encajan bien, nombres que creemos no haber entendido (aquí tenemos la ventaja del visionado a través de plataforma), secuencias que contradicen la lógica del espacio y el tiempo  y a las que cada uno tiene que dar su propia respuesta porque Charlie Kaufman no nos la va a dar. De hecho, parece ser que ha optado por ser más críptico que lo que es la novela. Eso sí: va a ser generoso en los mensajes. “El ser humano es el único que conoce la inevitabilidad de su muerte. Los otros animales viven en el presente. Como los humanos no pueden, inventaron la esperanza”.


La película más oscura del cineasta otorga al espectador un protagonismo extremo: le muestra las piezas y él tiene que montarlas para construir su significado. Pero esta ambigüedad y diversidad de interpretaciones es la que le concede la belleza del misterio.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Con la muerte en los talones (Alfred Hitchcock, 1959)

 

Título original: North by Northwest. Dirección: Alfred Hitchcock. País: USA. Año: 1959. Duración: 136 min. Género: Suspense.

Guión: Ernest Lehman. Música: Bernard Herrmann. Fotografía: Robert Burks. Producción: Metro-Goldwyn-Mayer.

3 nominaciones a los Premios Oscar 1959. Mejor Director en el Festival de Cine de San Sebastián 1959. Mejor actor extranjero (Cary Grant) en los Premios David di Donatello 1959.

Fecha del estreno: 17 Julio 1959 (Los Ángeles, USA).

 

Reparto: Cary Grant, Eva Marie Saint, James Mason, Martin Landau, Leo G. Carroll, Philip Ober, Josephine Hutchinson, Edward Platt, Adam Williams, Jessie Royce Landis, Alfred Hitchcock, Edward Binns.

 

Sinopsis:

Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa.

 

Comentarios:

Durante el rodaje de Con la muerte en los talones, Cary Grant se dirigió en una ocasión a Hitchcock para presentarle sus dudas respecto al film que estaban rodando. Aunque el cineasta británico era uno de los realizadores con quien más le gustaba trabajar, el célebre actor le dijo que aquella debía ser una de las peores películas que había hecho, puesto que en todo lo que llevaban de filmación no habían parado de sucederle situaciones a cada cual más enrevesadas sin ser capaz de entender el porqué de todo aquello. Sea cierta o no esta famosa anécdota referida por el propio Hitchcock, resulta muy significativa porque desvela cuál es la clave de la que es una de las obras más célebres del maestro del suspense.

Con la muerte en los talones es en ciertos aspectos el Hitchcock definitivo, la película donde el cineasta se atrevió a llevar más lejos su concepción más pura del cine, trabajando con el poder de las imágenes sin preocuparse de lo irreal de muchas de sus escenas. Prueba de ello es que el film cuente con un MacGuffin casi inexistente: no es hasta el tramo final cuando se nos habla de ciertos secretos de estado que los antagonistas intentan sacar del país, y además se nos despacha dicha información (¡en realidad el meollo de toda la cuestión!) en unas pocas frases apenas inteligibles. A estas alturas, un Hitchcock en pleno estado de gracia creativa se atrevía a menospreciar más que nunca el reglamentario MacGuffin colocando además a su protagonista, el publicista Roger Thornill (Cary Grant), en una situación tan absurda como insostenible: ser confundido por un espía que no existe, George Kaplan, a partir de un gesto absolutamente insignificante y nimio que tiene lugar en el hall de un hotel. Desde el momento en que no puede demostrar que no es esa persona porque ésta no existe, Thornill se ve abocado a un callejón sin salida, haciendo de su huida una carrera hacia la nada. De esta forma todas las peripecias en que se ve envuelto tienen más que nunca en el cine de Hitchcock un componente irreal y de pesadilla: no hay lógica, no hay posibilidad de escape, no tiene siquiera derecho a réplica (¿qué haría un espía auténtico sino negar que lo es?). Lo único que puede hacer es mantenerse en constante movimiento esquivando todas las trampas que se le cruzan por el camino.



Hitchcock retoma la misma estructura que ya utilizara décadas atrás en 39 escalones (1935) y Sabotaje (1942) pero llevándola a un nivel más alto de virtuosismo e imaginación, haciendo que las escenas de acción tengan cada vez menos vínculos con algo real y tangible.  ¿A qué genio del mal en su sano juicio se le ocurriría intentar liquidar a su antagonista en un paraje desértico con un avión fumigador en lugar de enviar sencillamente a dos matones para que le peguen un tiro? Y no obstante, la escena resultante se ha convertido en una de las más emblemáticas de la historia del cine, que funciona tan bien precisamente por esa aura tan auténtica que tiene de pesadilla: una situación extraña de peligro de la que nos vemos incapaces de escapar precisamente por lo insólito de la situación. Aunque el momento más recordado es obviamente el ataque del avión, no hay que olvidar el inicio de la secuencia, un prodigio de dirección y montaje en que Hitchcock enfatiza la soledad de Thornill en mitad de la carretera hasta que de repente añade un segundo personaje en ese desierto. El plano de esos dos hombres en mitad de la nada tiene algo de absurdo, en la línea del resto del film, una sensación que va a más con el breve diálogo que intercambian. Y entonces aparece el peligro en forma de un elemento típico de ese entorno aparentemente inofensivo que, de repente, desvela una característica que rompe con su lógica o armonía (un rasgo muy común en otras obras del director: la monja con tacones en Alarma en el expreso, el molino girando en el sentido contrario al viento en Enviado especial, o el espectador del partido de tenis que no sigue el movimiento de la pelota en Extraños en un tren; elementos que dan a entender que algo no encaja en ese mundo teóricamente normal). En este caso es ese desconocido quien le deja caer la frase clave (“Qué raro, ese avión está fumigando donde no hay cosecha”) para ipso facto subir al autobús. Si Thornill hubiera sido más hábil habría intuido al instante la señal de peligro y se habría escapado con él, pero en esos segundos de duda se ve condenado a enfrentarse al ataque del avión en una de las secuencias más famosas de la historia del cine.



El guion, cuidadosamente preparado junto a Ernest Lehman desde hacía varios años, sabe conducir con suma habilidad al espectador de una situación a otra alternando entre momentos de mayor suspense, escenas románticas y otras más humorísticas que sirven para relajar al espectador (la madre de Thornill preguntando a los espías en el ascensor si piensan matar a su hijo, o la divertida escapatoria de la escena de la subasta, que permite desplegar las dotes cómicas de Cary Grant). Por otro lado, el reparto resulta muy astutamente seleccionado no solo por el papel protagonista y de Eva Marie Saint como rubia hitchcockiana (una pareja que nos brinda la que sin duda es la más tórrida secuencia de amor de toda la filmografía del director, inédita casi por completo en nuestro país hasta la década de los ochenta por mor de la censura franquista), sino también por los antagonistas: James Mason como pulcro y elegante villano y Martin Landau en su debut en el cine, que tuvo la ingeniosa ocurrencia de añadir sutilmente en su interpretación un tono homosexual y de celos hacia la amante de su jefe.

En cierto sentido, Con la muerte en los talones es la última obra maestra abiertamente comercial de la edad de oro de Hitchcock. Sus películas inmediatamente posteriores – Psicosis (1960) y Los pájaros (1963) – fueron apuestas más arriesgadas que afortunadamente funcionaron bien en taquilla, pero seguidamente el director vivió una etapa de incertidumbre en que temió haber perdido el favor del público o no haberse sabido adaptar a los nuevos tiempos. Con la muerte en los talones es por tanto el gran exponente del Hitchcock clásico llevado a su máxima expresión y sin duda una de sus obras definitivas. (Guillermo Triguero)

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