jueves, 29 de noviembre de 2018

La música en el Cine: Elizabeth Taylor

Programa nº 023 de "La música en el Cine".
30 de noviembre de 2018.  Radio Tomares (92.0 FM)


"La música en el Cine" es un programa de Linterna Mágica en Radio Tomares

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Muere el maestro del cine italiano Bernardo Bertolucci a los 77 años.


Muchos años después, la Italia de Alfredo Berlinghieri y la de Olmo Dalcò siguieron cruzándose en las calles de cada ciudad y cada pueblo. La Italia del fascismo y el marxismo revolucionario, la de la lucha de clases; la de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista; mucho más tarde, también habrían de verse las caras la del cierre de puertos y las llamaradas en Twitter con esa otra que, hasta la fecha, permanece en su casa en silencio. Bernardo Bertolucci, en una silla de ruedas y en plena pelea contra la enfermedad, ya no quiso hablar de aquella política que impregnó su colosal crónica histórica en Novecento. Todo se había vuelto algo más melancólico, incluso en el testamento de su poderosa obra: Soñadores (2003), una azucarada visión del mayo del 68, y su último filme, Tú y yo, de 2012, basado en una breve novela de Niccolò Ammaniti. Última frontera de una generación de descomunales cineastas italianos, Bertolucci apagó la luz el lunes a los 77 años en su casa del Trastevere romano.

Autor de El último tango en París, la propia Novecento o El último emperador, que obtuvo nueve Oscar en 1988, nació en Parma en 1940, en la Emilia Romania roja y partisana. Hijo del gran poeta Attilio Bertolucci y de la profesora Ninetta Giovanardi, fue íntimo amigo de Pier Paolo Pasolini, defensor a ultranza del Partido Comunista y ávido lector de los fundamentos del marxismo y el psicoanálisis. Un cocktail biográfico del que bebió toda su obra: una quincena de películas, entre producciones colosales y minúsculas, obras experimentales y más tradicionales. Fue guionista, productor, poeta y polemista. Y sobre todo, retrató con nitidez extraordinaria a los desheredados de este mundo —como la prostituta de la Cosecha estéril, su primer filme—, a seres en descomposición y a un cierto tipo de burguesía en pleno descubrimiento del fuego.

Bertolucci conoció casi por casualidad a la persona que más influencia tuvo en los inicios. Su padre había editado Ragazzi di vita a un joven autor llamado Pier Paolo Pasolini, que se había mudado al mismo edificio de Monteverde Vecchio donde vivían. El cineasta lo explicaba así en una entrevista con el actor James Franco en Il Corriere della Sera: “Con 21 años me lo encontré delante de la puerta y me dijo: ‘Eh, te gustan las películas, ¿verdad? Porque voy a rodar una y quiero seas mi asistente de dirección. Se llamará Accattone’. Le dije que nunca había hecho ese trabajo, y me respondió que él tampoco había dirigido ninguna película”. La cosecha estéril, luego, partió de una historia del propio Pasolini.

Bertolucci supo impregnar su cine del aroma de las innovaciones de la Nouvelle Vague francesa, que destripó atornillado durante horas en las butacas de Cinémathèque parisina en los años sesenta. Ahí vio de cerca el mayo del 68, que vivió también intensamente en Italia y retrató en Soñadores. No hubo en su cine estudios ni aprendizaje técnico. Al principio, como vio hacer a Pasolini, renunció incluso a actores profesionales y flirteó con las corrientes experimentales.

El pasaporte al cielo lo expidió El último tango en París, su sexta película. La más cruda y polémica. Todavía más cuando se supo que había pactado con Marlon Brando la famosa escena de los abusos sin que Maria Schneider lo supiese. Sus lágrimas eran tan reales e imprevistas como la mantequilla con la que Brando la sodomizaría en la película. Lo reconoció el mismo Bertolucci, pero su director de fotografía, el gran Vittorio Storaro, lo negó después ante el escándalo suscitado.

La película, estrenada en 1972, se prohibió en España hasta el 16 de enero de 1978. En una entrevista en el diario EL PAÍS de 1985 el cineasta explicó otra casualidad que marcó el filme: “Es un monstruo prehistórico del cine del pasado. En principio, no lo iba a interpretar él. Los actores elegidos eran Jean-Louis Trintignant y Dominique Sanda, pero Trintignant era un tímido y no se atrevía a hacer las escenas de la casa abandonada y ella estaba preñada, así que tuve que renunciar a los dos”.

El último tango... le sirvió a Bertolucci todo el crédito para rodar Novecento, un viaje a su tierra natal para narrar la lucha de clases. Una descomunal crónica de las primeras cinco décadas de la Italia del siglo XX que parte del 27 de enero de 1901, día en que murió a orillas del río Po Giuseppe Verdi. Muy cerca de ahí, nacieron también los dos amigos —uno hijo de terrateniente y el otro de labriegos— que protagonizan el filme y que representarán durante tanto tiempo después esas dos Italias.

Una epopeya (314 minutos y originalmente concebida en tres partes), producida por Alberto Grimaldi y surtida de grandes estrellas de Hollywood como Burt Lancaster, Robert De Niro o un Donald Sutherland que ponía rostro a un fascismo con algunos tics no tan lejanos. Su influencia recorrió los dormitorios de media Italia, donde colgó durante años el cuadro Il quarto stato, de Giuseppe Pellizza da Volpedo, que ilustraba el inicio del filme y su cartel. También los mostradores del registro civil, donde toda una generación de padres de la progresía inscribió a su vástago como Olmo, el personaje con el que Gerard Depardieu dio vida al revolucionario hijo de campesinos.

Novecento fue la afirmación definitiva de la transversalidad de Bertolucci, también a un lado y otro del Atlántico. Pero el reconocimiento en Hollywood llegó con El último emperador (1987), la trágica y novelesca historia de Pu Yi, el último representante de la dinastía manchú, quizá una de sus obras menos profundas, pero la única que le ha valido a un director italiano el Oscar. El cielo protector (1989) o El pequeño Buda (1993) fueron la continuación de aquella manera de ver el cine que fue volviendo cada vez más la vista atrás con filmes como Belleza robada (1997). El lunes ante su muerte solo hubo una Italia. La de políticos, como el propio presidente de la República, Sergio Mattarella, artistas y cineastas que lloraron la pérdida del último emperador del cine europeo. (Daniel Verdú)

martes, 27 de noviembre de 2018

El veredicto (La ley del menor) (Richard Eyre, 2017)


Título original: The children act. Dirección: Richard Eyre. País: Reino Unido. Año: 2017. Duración: 105 min. Género: Drama.
Dan Farrell (Montaje), Andrew Dunn (Fotografía), Ian McEwan (Guión), Ian McEwan (Guión adaptado), Stephen Warbeck (Música), Duncan Kenworthy (Producción), Glenn Freemantle (Sonido), Fotini Dimou (Vestuario), Peter Francis (Dirección Artística), Nina Gold (Casting). Estreno en Sevilla: 23 Noviembre 2018.

Reparto: Emma Thompson (Fiona Maye), Fionn Whitehead (Adam), Stanley Tucci (Jack), Ben Chaplin (Kevin Henry), Jason Watkins (Nigel Pauling), Andrew Havill (George), Eileen Walsh (Naomi Henry), Paul Jesson (Humphrey).

Sinopsis:
Mientras su matrimonio con Jack se hunde, la eminente jueza de la Corte Suprema Fiona Maye tiene que tomar una decisión que cambiará su vida. ¿Debe obligar al adolescente, Adam, a recibir una transfusión de sangre que podría salvar su vida? Su inusual visita al hospital causa un profundo efecto en ambos, agitando nuevas emociones en él y despertando sentimientos latentes en ella.

Fotograma de "El veredicto (La ley del menor)"

Comentarios:
La preponderancia de un postulado teológico sobre el cuidado y la conservación de la vida de un ser humano menor de edad. La elección de un mal menor dentro del estrecho margen de la ley penal. La fina línea que separa a veces la pureza de la insensatez, el orgullo del disparate. La intromisión de las estrictas reglas morales en el terreno aún más riguroso de las normas legales, y viceversa. Separar la delicadeza de la profesionalidad, el sentido común del saber estar; cuándo utilizar la sutileza de la mano izquierda y cuándo la tenacidad de la mano derecha. El a veces imposible equilibrio entre las decisiones judiciales y sus consecuencias en el terreno de lo personal, lo emocional y lo moral.
De todo esto habla “El veredicto (La ley del menor)”, novela del prestigioso escritor británico Ian McEwan, que él mismo ha adaptado a la gran pantalla en una película dirigida por Richard Eyre. En un panorama cinematográfico como el actual, donde no es habitual esa acumulación de subtextos, esa altura de miras, esa ambición y tal madurez, su estreno es motivo de celebración, incluso con sus imperfecciones, que las tiene. Aún más cuando todavía está cercana la presencia en salas de “En la playa de Chesil”, otra notable novela de McEwan adaptada por él mismo, estrenada en junio, y de semejante trascendencia sobre el sentido de esenciales aspectos de la vida.
Una veterana jueza especializada en derecho de familia debe lidiar cada día con semejantes conflictos, pero el del chico de 17 años y muchos meses, de familia de Testigos de Jehová, que se niega a una transfusión de sangre que puede ser el principio de la curación de una leucemia, va a suponerle una angustia especial.
McEwan, en su novela, rodea a la magistrada de unas características personales que, sin embargo, quedan un tanto desdibujadas en su traslación al cine: dolor enquistado por la ausencia de maternidad, y cierta repulsión por la decadencia del cuerpo, del suyo y del de su marido. De modo que, aunque se mantenga con pulcritud y finura el paralelo descabalgamiento de su relación matrimonial, ciertas interioridades del personaje quedan un tanto descoloridas. Algo en lo que tampoco ayuda la ausencia de detalles formales en la puesta en escena de Eyre, influyente director teatral que nunca ha llegado a esas cotas en cine (Iris, Diario de un escándalo), con feos fundidos, fotografía desangelada y ausencia de gusto para el encuadre en el sustancial monólogo final de la mujer ante el marido.
“La religión de mis padres era un veneno y usted fue el antídoto”, escribió McEwan en su novela. Y es en ese aspecto, en el del choque emocional, donde la película resulta más rotunda, incluso en su ambigüedad. Ante conflictos de tal envergadura es imposible ser definitivo. Y esa indefinición es lo mejor de una película quizá imperfecta pero siempre seductora en sus misterios interiores. (Javier Ocaña)
Recomendada (con reservas).

lunes, 26 de noviembre de 2018

Jaulas (Nicolás Pacheco, 2018)


Título original: Jaulas. Dirección: Nicolás Pacheco. Países: España. Año: 2018. Duración: 96 min. Género: Drama social, Thriller.
Ana Álvarez Ossorio (Montaje), Alejandro Espadero (Fotografía), Nicolas Pacheco (Guión), Pablo Cervantes (Música), Antonio P. Perez (Producción), Esther Vaquero (Vestuario).
Presentada en la Sección Oficial de la Seminci de Valladolid 2018.
Estreno en Sevilla: 23 Noviembre 2018.

Reparto: Marta Gavilan (Adela), Estefania de los Santos (Concha), Antonio Dechent (Fermín), Manolo Caro (Platillo), Manuel Tafalle (Casino), Manuel Cañadas (Antoñito), Antonio Estrada (Canario), Mila Fernandez (Palomita), Stefan Mihai (Vasile), Belen Ponce de Leon (Rosa), Carlos Tirado (Bienvenido).

Sinopsis:
En un poblado andaluz que se ha quedado anclado en el tiempo, Concha y su hija Adela sueñan con una vida mejor. Harta del ambiente opresivo y de un marido cruel, Concha decide arriesgarlo todo y escapa con su hija a la ciudad. Su huida se convertirá en una aventura en la que lucharán por escapar de las jaulas que siempre han sido sus vidas.

Fotograma de "Jaulas"

Comentarios:
Sugerente debut como realizador del sevillano Nicolás Pacheco que recuerda, y mucho, a otra sugerente ópera prima de un sevillano, “Solas”, de Benito Zambrano. Como aquella, “Jaulas” se centra en varias mujeres cuya vida es un infierno gracias a los hombres que las rodean. Pero, al contrario que aquella, en lugar de limitarse a esta cuestión, que por sí sola ya es más que suficiente, se dispersa con diversas subtramas... incluida una en clave de comedia sobre un tipo que quiere casar a su feísima hija con un inmigrante de Europa del Este y que, aunque tiene cierta gracia, por tono y por espíritu debería formar parte de otra película y no de este durísimo melodrama social, porque acaba provocando cierta confusión.
Cargada de metáforas, desde su mismo título, se podría decir que el gran pecado de “Jaulas” es el de la inmensa mayoría de primeros filmes, el exceso de ambiciones y la incontinencia. Pero también hay que decir que los diálogos están bien escritos y que Pacheco rueda bien y es buen director de actores... que además son buenos. (Alberto Luchini)
Recomendada (con reservas).

domingo, 25 de noviembre de 2018

La noche de los 12 años (Álvaro Brechner, 2018)


Título original: La noche de los 12 años. Dirección: Álvaro Brechner. Países: Uruguay, España. Año: 2018. Duración: 122 min. Género: Drama.
Irene Blecua, Nacho Ruiz Capillas (Montaje), Carlos Catalan (Fotografía), Álvaro Brechner (Guión), Federico Jusid (Música), Martin Touron, Eduardo Esquide, Martin Touron (Sonido), Almudena Fonseca (Maquillaje), Alejandra Rosasco (Vestuario), Laura Musso (Dirección Artística), Juana Martinez (Casting), Kenyar Padilla (Peluquería).
Premio del Público en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz 2018. 
Estreno en Sevilla: 23 Noviembre 2018.

Reparto: Antonio de la Torre (José "Pepe" Mújica), Chino Darin (Mauricio Rosencof), Alfonso Tort (Eleuterio Fernández Huidobro), Soledad Villamil (Psiquiatra), Silvia Perez Cruz (Graciela), Cesar Troncoso (Jefe militar), Nidia Telles (Rosa), Mirella Pascual (Lucy).

Sinopsis:
Septiembre 1973. Uruguay está bajo el poder de la dictadura militar. El Movimiento guerrillero Tupamaros ha sido aplastado y desarticulado hace ya un año. Sus miembros encarcelados y torturados.
Una noche de otoño, nueve presos Tupamaros son sacados de sus celdas en una operación militar secreta que durará doce años. Desde ese momento, iniciarán un recorrido por distintos cuarteles de todo el país, sometidos a un macabro experimento; una nueva forma de tortura cuyo objetivo es traspasar su límite de resistencia mental. La orden militar es precisa: “como no pudimos matarles, vamos a volverles locos”.
Durante más de una década, los presos permanecerán aislados en diminutas celdas en dónde pasarán la mayoría del tiempo encapuchados, atados, en silencio, privados de sus necesidades básicas, apenas alimentados, y viendo reducidos al mínimo sus sentidos.
Empujados sus cuerpos y mentes hasta más allá de los límites, “La noche de 12 años” cuenta cómo lograron sobrevivir, cómo lograron mantener su voluntad y fortaleza, recrear su mundo, su visión y fantasía para de esta forma escapar a la terrible realidad que los condenaba irremediablemente a la locura.
Esta película está basada en los testimonios que vivieron tres de las personas más influyentes del Uruguay actual: José “Pepe” Mujica, anterior Presidente de Uruguay, Mauricio Rosencof, reconocido escritor y poeta, Eleuterio Fernández Huidobro, quien fue Ministro de Defensa de Uruguay.

Fotograma de "La noche de los 12 años"

Comentarios:
El director Álvaro Brechner tiene un curioso modo de plantear su relato: lo despoja de geografía, de entorno político y sociológico, y lo reduce al puro hueso de la historia: en una dictadura militar tres «disidentes» son apresados, retenidos en condiciones infrahumanas y sometidos a torturas y vejaciones durante doce años.
La historia tiene una base real, y ocurrió en Uruguay durante la década de los setenta, y una de las víctimas fue José Mujica, que llegó a la presidencia del país en 2010. Los otros dos, Tupamaros como él, eran Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Ni el pasado de ellos ni el presente, entonces, de Uruguay tienen sitio en la película, volcada exclusivamente en el estremecedor relato de la supervivencia de esos hombres desprovistos no ya de cualquier atisbo de derechos, sino del uso de sus propios sentidos, la voz, la vista, el mínimo contacto humano.
Película de enorme cantidad de tiempo detenido, de observación minuciosa del desgaste físico y psicológico, pero a la vez cargada de tensión y variadas percepciones. La interpretación, notablemente física, de Antonio de la Torre, Chino Darín y Alfonso Tort, es épica, y el momento Silvia Pérez Cruz con la canción «Puente sobre aguas turbulentas» es probablemente lo mejor de la película. (Oti Rodríguez Marchante)
Recomendada.