domingo, 31 de enero de 2021

Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980)

 

Título original: Cannibal Holocaust. Dirección: Ruggero Deodato. País: Italia. Año: 1980. Duración: 98 min. Género: Terror.

Guión: Gianfranco Clerici. Fotografía: Sergio D'Offizi. Música: Riz Ortolani. Sonido: Eduardo Castro. Escenografía: Masimo Geleng. Montaje: Vincenzo Tomassi. Maquillaje: Massimo Giustim, Derly Díaz. Vestuario: Eva Bravo, María Elvinia Bohórquez, María Helena Morales. Mercedes Cuéllar García. Efectos especiales: Aldo Gasparri. Ayudante de dirección: Salvatore Basile. Producción: Franco Di Nunzio, Franco Palaggi (F.D. Cinematografica).

Estreno en España: 19 Octubre 1980.

 

Reparto:

Robert Kerman (Profesor Harold Monroe), Francesca Ciardi (Faye Daniels), Perry Pirkanen (Jack Anders), Luca Barbareschi (Mark Tomaso), Salvatore Basile (Chaco Losojos), Ricardo Fuentes (Felipe Ocaña), Carl Gabriel Yorke (Alan Yates), Paolo Paoloni (Jefe Ejecutivo de Nueva York), Lionello Pio Di Savoia (Ejecutivo).

 

Sinopsis:

Cuatro jóvenes documentalistas se adentran en la selva amazónica, en pleno corazón de América del Sur, para realizar un reportaje sobre las tribus que habitan en esa región, de las que se dice que todavía practican el canibalismo. Debido a la desaparición de los reporteros, dos meses después un grupo de rescate es enviado para averiguar qué ha sido de ellos; lo único que encuentran es el material filmado sobre su terrible fin.

 

Comentarios:

Después de ver Holocausto caníbal (1980), Sergio Leone escribió una carta a Ruggero Deodato, el responsable de aquella controvertida película. “La segunda parte es una obra maestra de realismo cinematográfico, pero todo parece tan real que creo que te meterás en varios problemas”, le puso. Y lo cierto es que el maestro del espagueti western dio totalmente en el clavo.

Con un estilo de falso documental, la perturbadora Holocausto caníbal narra la historia de cuatro jóvenes cineastas que se adentran en la selva amazónica para realizar un reportaje sobre las tribus que habitan en esa región, de las que se dice que aún practican el canibalismo.

La desaparición de los reporteros llevaba a que, dos meses después, un grupo de rescate fuese enviado al lugar para averiguar qué les había ocurrido. Para su sorpresa, los rescatadores encontraban una cinta con el material que los jóvenes filmaron y que incluía imágenes de sus propias muertes.

“Su narrativa propone un juego, a modo de extraña maniobra de metalenguaje, en el que se coloca al espectador en el mismo lugar que las propias personas que encontraron esas cintas; las vemos al mismo tiempo que ellos. Deodato, diferenciando tonalidades, hace que los fragmentos de las cintas gocen de un aspecto sucio y realista en imagen, espeluznante y denigrante en contenido”, señala el escritor Daniel Rodríguez Sánchez, experto en cine bizarro.

Pocos días después de que Holocausto caníbal se estrenase en Italia, la justicia la paró y la requisó al creer que parte de la película no era ficción y que incluía un documental auténtico donde se narraban hechos reales. El director del filme fue entonces llevado a los tribunales, acusado de haber matado a varios animales y a los propios actores protagonistas.

Lo primero era cierto: Deodato y su equipo habían matado a un mono, un ratón, una tortuga y un cochinillo durante el rodaje. Lo que sí que no hizo el cineasta fue matar a ningún miembro del elenco. Eso sí, antes de empezar a filmar la película Deodato había hecho firmar un contrato a los actores, según el cual no podían conceder entrevistas ni trabajar en otra película durante un año, para poder jugar con la idea de que lo mostrado en el filme era real. El director logró demostrar que los actores estaban vivos, pero igualmente acabó condenado a cuatro meses de prisión condicional y una multa.

Todo aquel escándalo ayudó a promocionar la cinta en varios países. En Italia, sin embargo, Holocausto caníbal continuó prohibida durante bastante tiempo y no lograría despertar de su letargo hasta que, casi dos décadas después, vio la luz la exitosa El proyecto de la bruja de Blair, donde también se hacía uso de falso found footage (metraje encontrado) en una ficción de terror.

“La ambigüedad con la que convergen ficción y supuesta realidad colocan a la película en una posición única y diferenciadora en la historia del cine de explotación. Lo interesante es que Holocausto caníbal salió a la luz bajo el manto de las leyendas urbanas, donde el boca-oreja funcionaba sin la gran masa de soporte mediático que hoy tenemos. Eso ha creado que el legado de la película siga con ese aura de ‘malditismo’ a su alrededor, algo que la hace inigualable”, explica Sánchez.

 


Durante años, muchos medios (pre-Internet) contribuyeron a fomentar la leyenda de que Holocausto caníbal era una snuff movie. Sin ir más lejos, el periodista español Vicente Gracia llegó a dar credibilidad al asunto, publicando en la desaparecida revista Interviú, en noviembre de 1980, un reportaje sensacionalista repleto de imágenes (supuestamente reales) de los pobres tipos asesinados por los caníbales. En el texto, el redactor aseguraba que aquellos cuatro reporteros norteamericanos habían sido “devorados por antropófagos brasileños”, después de que los provocaran “violando y empalando a una salvaje que encuentran” o exterminando “a toda una pequeña tribu de shamataris incendiando sus chozas” con el único fin de “conseguir el documental del siglo”.

Para dar aún más verosimilitud a su narración, Gracia aseguraba también que la cinta con imágenes de la barbarie encontrada por la expedición de rescate se había salvado por los pelos, “porque los directivos de la N.B.C. que habían contratado inicialmente el material, tras proyectarse el mismo ordenaron su destrucción al operador. Pero el operador lo vendió por 250 mil dólares a otra compañía que es la que, finalmente, ha producido este Holocausto caníbal”.

No deja de llamar la atención que tantos medios dieran cancha al asunto. El propio Deodato ha comentado en más de una ocasión que la principal intención de su película era, precisamente, denunciar el sensacionalismo periodístico que asolaba Italia y acusar a todos esos periodistas que solo buscaban el morbo.

 

 

“La conclusión del filme arroja una fácil lectura: ¿quiénes son, en realidad, los caníbales? ¿Las propias sociedades primitivas, o aquellos que con la superioridad del urbanita llegan a un terreno desconocido a ejercer su supuesta supremacía como sector civilizado?”, reflexiona Rodríguez Sánchez, que recuerda que Holocausto caníbal, rodada el verano de 1979 en la ciudad colombiana de Leticia, se filmó (prácticamente) sin guion, improvisando la mayoría de las escenas.

“El rodaje en las Amazonas estuvo rodeado de un ambiente completamente hostil, debido a las adversas condiciones climatológicas, lo incómodo del terreno para establecer ahí un pequeño set de rodaje y las muchas discusiones con los actores. Ya no sólo por el carácter del propio Deodato, sino por la animadversión de los intérpretes a las escenas de tortura animal, ya demostradas hoy como auténticas. Algunos actores se negaron a rodarlas, y otros se vinieron abajo llorando por estar presentas en ellas. Robert Kerman, quien interpreta al Profesor Monroe en la película, tildó siempre al director como un sádico con todo el mundo en el rodaje”, apostilla el escritor gijonés.

Deodato, que comenzó su carrera cinematográfica como quinto asistente de dirección de Roberto Rossellini, siempre ha dicho que el realismo de sus películas es herencia del trabajo de su maestro. Quizás por eso, el cineasta nunca se ha rasgado las vestiduras ante las críticas vertidas por aquellos que ponen a parir a sus filmes por la extrema violencia y crueldad mostrada en muchos de ellos.

A fin de cuentas, el italiano no tiene un pelo de tonto y sabe que la polémica en torno a su Holocausto caníbal le ha servido también para ganar adeptos y, sobre todo, convertirse en un referente del género de terror europeo y mundial. Ya lo dijo Oscar Wilde: hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti. (Álex Ander)

Recomendada (con reservas).




sábado, 30 de enero de 2021

El pico (Eloy de la Iglesia, 1983)

 

Título original: El pico. Dirección: Eloy de la Iglesia. País: España. Año: 1983. Duración: 104 min. Género: Drama.

Guión: Gonzalo Goicoechea y Eloy de la Iglesia. Fotografía: Hans Burmann. Música: Luis Iriondo. Producción: José Antonio Pérez Giner (Ópalo Films).

Fecha del estreno: 4 Octubre 1983 (España)

 

Reparto: José Luis Manzano (Paco Torrecuadrada), Javier García (Urko Aramendía), José Manuel Cervino (Evaristo Torrecuadrada), Luis Iriondo (Martín Aramendía), Enrique San Francisco (Mikel Orbea), Andrea Albani (Betty), Queta Ariel (Eulalia), Ovidi Montllor (El Cojo), Marta Molins (Pilar), Pedro Nieva Parola (Teniente Alcántara), Alfred Lucchetti (Coronel).

 

Sinopsis:

Bilbao, años 80. Un comandante de la Guardia Civil descubre que su hijo Paco de 17 años, que espera que ingrese en la Academia Militar, es heroinómano. Urko, el mejor amigo de Paco e hijo de un dirigente abertzale, también es heroinómano. En un momento dado, Paco huye de casa llevándose una pistola de su padre. Mientras el comandante inicia la búsqueda de su hijo acompañado del padre de Urko, empieza a descubrir un mundo desconocido y poco a poco se producen en él importantes cambios.

 

Comentarios:

Los jóvenes Paco y Urko, aunque son hijos respectivamente de un guardia civil y de un político independentista vasco, son grandes amigos que disfrutan de la vida al límite en su ciudad, Bilbao; disfrutan de las juergas de los fines de semana que han eclosionado en todo su esplendor con la llegada de la democracia, del sexo y también de las drogas. Sin embargo, Paco y Urko tienen un problema del que tal vez ni ellos mismos son del todo conscientes: cada día necesitan más estas drogas para pasárselo bien, para vivir. Cada vez están más enganchados... Y cada vez su adicción es más patente en todos los aspectos de sus vidas.

Si ha habido algún director español moderno fieramente social en casi todos sus aspectos ese ha sido el vasco (aunque criado en Madrid) Eloy de la Iglesia, creador de una obra naturalista directa y sin concesiones de ningún tipo, de estética independiente, cargada de fuerza y de violencia física y psíquica y con un poderoso aire español castizo. Inconformista a contracorriente, fue uno de los maestros del llamado "cine quinqui", que retrataba los ambientes más marginales de la España de la democracia (especialmente de la inmediata democracia) por medio de filmes protagonizados por un delincuente famoso (habitualmente juvenil) que a menudo continuaba su carrera como actor (aunque muchos no abandonaron a pesar de esto sus problemas sociales, especialmente sus problemas con las drogas). Comunista en sus inicios y militante del Partido Comunista de España (posteriormente se desencantó de este movimiento y lo abandonó), Eloy de la Iglesia, antisistema y homosexual declarado, tuvo, como muchos de sus personajes y actores, problemas con su adicción a la heroína durante muchos años. Su cine ha retratado con un ojo crítico agudísimo la marginalidad, la pobreza, la diferencia de clases, la violencia urbana y sus causas y consecuencias, el cierto fracaso de la democracia que no aseguró un nivel de vida digno para todos, la homosexualidad perseguida, la intolerancia, la corrupción política y policial, la desintegración de la familia tradicional, la frustración sexual y los abusos de poder. También realizó incursiones puntuales en el cine de terror. Su obra, sin embargo, hay que decir que es muchas veces irregular, alternando maravillas como la comentada "El pico" con películas verdaderamente mediocres y hasta directamente malas (tal vez dado lo prolífico que fue en líneas generales). Sus obras más famosas, de muy desigual calidad, fueron "Algo amargo en la boca", "Cuadrilátero", "La semana del asesino", "Una gota de sangre para morir amando", "Juegos de amor prohibido", "La otra alcoba", "La criatura", "Navajeros", "Colegas", las dos entregas de "El pico", "El sacerdote", "El diputado", "Miedo a salir de noche", "La estanquera de Vallecas" y "Los novios búlgaros". Eloy de la Iglesia murió de cáncer en el año 2006.

Tal vez la película sobre las drogas, sus causas y consecuencias española por excelencia sea la obra maestra "El pico" y, en menor medida, su segunda parte. Ambientada en su momento, la primera mitad de los años ochenta en España (y concretamente en Bilbao), la obra capital de Eloy de la Iglesia disecciona la vida de los jóvenes de la época con un ojo agudísimo y sobrecogedor analizando cómo la drogadicción puede perderles para siempre y hasta matarles. En un mundo urbano en el que se da la mano la fiesta desenfrenada de los fines de semana y la eclosión artística más transgresora e independiente (estamos en la España de la Movida Madrileña, que se extendió a todo el país) con la pervivencia de tradiciones e hipocresías de una dictadura acabada pero que se resiste a morir, dos jóvenes (uno de ellos José Luis Manzano, "quinqui" y novio del director fallecido joven en 1992 por abusar de las drogas) viven sus vidas al límite entre juerga y juerga, sexo (pagando o no por él) y drogas. Nacidos en una generación que salió del franquismo pero que tuvo que enfrentarse a la deshumanización capitalista de la que la democracia no les protegió y a la pervivencia de las mencionadas tradiciones de la dictadura, lo único que les interesa es el hedonismo puro, que poco a poco se va decantando exclusivamente por la droga, por la que harán todo (aunque no sacrificarán su amistad, por lo menos no conscientemente). Alrededor de este asunto pivotan, además, otros tremendamente polémicos visitados con un ojo igualmente crítico y contestatario: la falta de oportunidades para los jóvenes, la prostitución, la homosexualidad, el autoritarismo, la intransigencia, la violencia y hasta el conflicto vasco (irónico como pocos es el hecho de que los padres de ambos jóvenes sean un Guardia Civil y un político independentista vasco -ambos radicales en sus propuestas vitales y políticas-). "El pico", película escándalo como pocas en la España de los primeros ochenta, fue una de las pocas cintas que trató con todas sus consecuencias y sin tapujos el problema de la droga y los jóvenes en un país en el que dicho problema, con la democracia recién llegada a una sociedad pacata y desinformada, iba a causar verdaderos estragos (niveles de adicción tremendos y muchas vidas destrozadas o terminadas bruscamente con sobredosis, hepatitis C y SIDA). (Cinemagnific)

Recomendada.