lunes, 28 de febrero de 2022

El fotógrafo de Minamata (Andrew Levitas, 2020)

 

Título original: Minamata. Dirección: Andrew Levitas. País: Reino Unido. Año: 2020. Duración: 115 min. Género: Drama.  

Guión: David Kessler, Andrew Levitas. Fotografía: Benoît Delhomme. Música: Ryuichi Sakamoto. Montaje: Nathan Nugent. Producción: Johnny Depp (Metalwork Pictures, Head Gear Films, Infinitum Nihil, Kreo Films FZ, Metrol Technology, Work in Progress).

Fecha del estreno: 4 Febrero 2021 (España)

 

Reparto: Johnny Depp (W. Eugene Smith), Akiko Iwase (Masako Matsumura), Katherine Jenkins (Millie), Bill Nighy (Robert Hayes), Minami (Aileen Mioko Smith), Tadanobu Asano (Tatsuo Matsumura), Ryo Kase (Kiyoshi), Hiroyuki Sanada (Mitsuo Yamazaki), Jun Kunimura (Junichi Nojima), Yosuke Hosoi (Daiki), Lily Robinson (Diandra), Masayoshi Haneda (Enforcer), Tatsuya Hirano (Guardaespaldas), Kenta Ogawa (Paciente), Shunsuke Okubo, Koji Ono, Bombardero Hurley Smith, Kotaro Suzuki, Tatsuya Tagawa, Ana Trkulja, Ali Shams Noraei.

 

Sinopsis:

Nueva York, 1971. Tras sus celebrados días como uno de los fotoperiodistas más venerados de la II Guerra Mundial, W. Eugene Smith se siente desconectado de la sociedad y de su carrera. La revista Life lo envía a la ciudad costera japonesa de Minamata, cuya población ha sido devastada por el envenenamiento por mercurio, resultado de décadas de negligencia industrial. Smith se sumerge en la comunidad y sus imágenes le dan al desastre una dimensión humana desgarradora.

 

Comentarios:

Entre el hecho y la recreación de ese hecho se suele interponer la creatividad, sobre todo su ausencia. W. Eugene Smith, reputado fotógrafo de la revista Life tanto por sus insignes trabajos en Iwo Jima y Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial como por sus incomparables borracheras, abandonos y desplantes a los medios que le pagaban, hizo en junio de 1972 una de esas imágenes capaces de cambiar el estado de las cosas: una obra de arte de inspiración pictórica, luz tenue, blanco y negro sombrío e impacto social, en la que una madre baña y limpia a su hija adulta, con múltiples deformidades a causa de los vertidos industriales tóxicos, en una bañera que no es sino un gran barreño. El baño de Tomoko, una piedad, mostró al mundo los efectos de la contaminación, y la empresa química Chisso, hasta entonces impune, empezó a purgar por sus pecados.

El fotógrafo de Minamata, película del estadounidense Andrew Levitas, da cuenta de aquel hecho, de la mítica imagen, presente en los mejores libros de historia de la fotografía, de la personalidad de Smith y de los entresijos alrededor de su trabajo, su historia de amor con la mujer japonesa que le propuso el encargo y las terribles consecuencias para el fotógrafo, causadas por los sicarios del capital empresarial. Pero hay un problema: el trabajo de Levitas sobre el trabajo de Smith carece de creatividad, de arte, algo que quizá no se le deba pedir a todas las películas, pero sí a una como esta.

El fantástico montaje inicial con las espectaculares fotos de Smith antes de Minamata y su quehacer en el laboratorio, punteado por una preciosa canción de la banda británica de los setenta Ten Years After, quizá el mejor momento de la película, da paso a un relato con tres ejes: la historia de amor, las especialísimas características personales del reportero gráfico, interpretado por un casi irreconocible Johnny Depp, y sus cuitas con Robert Hayes, editor de Life, y finalmente el contraplano de la empresa de los vertidos en el río, que llevaba el mercurio a los peces que servían de casi único alimento a los pescadores de la zona. Las dos primeras vertientes son simplemente correctas; la tercera, casi trivial, estereotipada y sin desarrollo político ni emocional.

I’ve Love to Change the World se titula la canción que ilustra el montaje inicial de la historia. Smith, con su foto, cambió el mundo de unos pobres desfavorecidos. Levitas, con su película, se ha limitado a ilustrarlo sin demasiada inspiración. (Javier Ocaña)

Recomendada (con reservas).



domingo, 27 de febrero de 2022

Series de TV: Creedme (2019)

 

Título original: Unbelievable. Temporada: 1. Episodios: 8. Año: 2019. País: USA. Género: Intriga. Estreno: 13 Septiembre 2019 (Netflix).

Creacción: Susannah Grant, Michael Chabon, Ayelet Waldman. Dirección: Lisa Cholodenko, Susannah Grant, Michael Dinner. Guión: Susannah Grant, Becky Mode, Michael Chabon, Ayelet Waldman, Jennifer Schuur, T. Christian Miller, Ken Armstrong (basado en el artículo ganador del Premio Pulitzer "An Unbelievable Story of Rape", de T. Christian Miller, Ken Armstrong). Fotografía: Quyen Tran. Música: Will Bates. Producción: CBS Television Studios, Timberman-Beverly Productions.

Nominada a Mejor Miniserie en los Globos de Oro 2019. Nominada a Mejor Miniserie en los Premios Emmy 2020.

 

Reparto: Merritt Wever, Kaitlyn Dever, Toni Collette, Vanessa Bell Calloway, Dale Dickey, John Hartmann, Austin Hebert, Liza Lapira, Kai Lennox, Danielle Macdonald, Elizabeth Marvel, Omar Maskati, Blake Ellis, Scott Lawrence, Aubrey Fuller, Eric Lange, Connor Tillman, Hendrix Yancey, Max Arciniega, Jun Hee Lee, Shane Paul McGhie, Patricia Faasua, Bill Fagerbakke, Treisa Gary, Tim Martin Gleason, Dejon LaQuake, Charlie McDermott, Tess Aubert, Elena Campbell-Martinez, Tate Ellington, Dominic Goodman, Alison Jaye Horowitz, Reggie Jernigan, J.E. Burton, Jon Beavers, Allius Barnes.

 

Sinopsis:

Cuando una joven es acusada de mentir sobre una violación, dos inspectoras investigan una serie de espeluznantes ataques similares. Inspirada en hechos reales.

 

Comentarios:

Las víctimas de un crimen deben enfrentarse hasta tres veces al trauma: cuando son agredidas en primer lugar, cuando el sistema judicial les hace revivir la experiencia (una, y otra, y otra vez) y cuando alguna serie convierte su dolor en carne de ‘true crime’ y, a su agresor, en una figura misteriosa y fascinante con la que vender camisetas y filmar biopics. Las vidas infinitas de la experiencia postraumática. Y eso las que, por suerte o por desgracia, viven para contarlo. En el caso de la violación, entran en juego otros elementos. La humillación, la culpa, el constante cuestionamiento social y jurídico hacia su versión de la historia. La explotación de las áreas grises, de la memoria dañada, de la hora que era, de lo que llevaba puesto, de lo que hizo para protegerse, del volumen en el que pidió ayuda. Para muchas mujeres, como la protagonista de ‘Creedme’, la violación solo es la primera parada en un viaje lleno de agresiones.

Esto es lo primero que la nueva serie de Netflix quiere que entendamos: que esta no va a ser una de esas crónicas de sucesos henchidas de sensacionalismo y especulaciones donde el misterio por atrapar a un criminal en serie se impone sobre la experiencia de sus víctimas. Por algo parte de una investigación premiada con el premio Pulitzer, el más prestigioso de los galardones periodísticos, firmada por Ken Armstrong y T. Christian Miller y titulada en su primera versión ‘An Unbelievable Story of Rape’. En ella, la cultura de la violación se mostraba con su cara más amarga, la de la falta de formación entre las fuerzas de seguridad, el estigma que acompaña a un delito sexual o la poca confianza que tradicionalmente se achaca a las víctimas que dan un paso al frente para denunciarlo. "Muchos detectives evitarían los delitos sexuales si pudieran", escribieron en su reportaje. "No tienen el mismo perfil que los homicidios -nadie viene a hacer una película sobre un caso de violación- y, donde éstos eran en blanco y negro, la violación está llena de grises”, apuntan, evidenciando la complejidad que conllevan estas situaciones, a lo que se añade algo más: “Las víctimas de violación estaban vivas y sufriendo, su dolor siempre estaba en su cara y nunca, nunca podrías mirar hacia otro lado”.

Armstrong y Miller documentaron los crímenes de un violador en serie que, con un modus operandi que repetía y perfeccionaba a cada nueva víctima (localizaba mujeres que vivían solas, allanaba su casa en mitad de la noche con un pasamontañas cubriéndole la cara, las violaba durante horas, las fotografiaba y se llevaba sus bragas como trofeo, las obligaba a tomarse una ducha posterior para borrar las huellas… y así hasta desaparecer como si jamás hubiese estado allí), atacó a diversas mujeres en diferentes zonas de los Estados Unidos. De entre todas ellas, ‘Creedme’ se centra principalmente en la historia de Marie (Kaitlyn Dever), que, cuando denunció la agresión, fue presionada por los agentes de policía y cuestionada por algunas de las contradicciones de su relato, a lo que no ayudó su pasado trágico entre maltratos y casas de acogida. Y eso les bastó para confundirla hasta guiarla hacia la única respuesta que estaban esperando escuchar, la única que les valía: que se lo había inventado todo. Que lo habría soñado, que solo buscaba algo de atención. No sería hasta años después, cuando su vida ya se había caído a pedazos, que podría demostrar que dijo la verdad.

 

 

Las decisiones narrativas de la serie de Netflix son impecables. Primero: dejar la historia del violador, que sí se explicó sobre el papel, fuera del relato. Claramente, su objetivo es centrarse en la experiencia de las víctimas. Segundo: no mostrar las violaciones de forma explícita, sino con mucho cuidado a través de los recuerdos de quienes las sufrieron. No había, como queda demostrado después de verla, ninguna necesidad de mostrar el crimen en toda su crudeza, y el resultado son memorias borrosas que aparecen como 'flashes', en una visión profundamente subjetiva de lo que ocurrió.

Tercero: no retratar a los policías como villanos misóginos, sino como profesionales que prefirieron pasar al siguiente expediente en lugar de servir y proteger como debían. "No era su trabajo convencerme: era mi trabajo llegar al fondo del asunto, y no lo hice", diría arrepentido años después el detective Parker (interpretado en la serie por Eric Lange) frente a los periodistas. La serie no quiere demonizar a quienes lo hicieron mal, sino mostrar las consecuencias de la mala praxis policial. Cuarta: saber que la mirada femenina tras las cámaras era de extrema importancia, y está representada, entre otras, por la showrunner Susannah Grant (guionista de ‘Erin Brockovich’), la productora Sarah Timberman (‘Justified’), la directora Lisa Cholodenko (‘Los chicos están bien’) e incluso la propia Marie, que participó desde el anonimato.

Y quinta, y quizás la más importante: ayudar al espectador a entender que el trauma de ser violada no es comparable a otros tipos de crímenes y, sobre todo, que no todas las víctimas reaccionan de la misma manera. Esto era importante para las creadoras. No hay una víctima perfecta, no es más verídico un testimonio porque haya llantos, gritos o golpes sobre la mesa. Están las que callan por vergüenza, miedo o culpa, o las que quieren retirarse a medio camino porque (como la protagonista) prefieren que todos se olviden del tema antes que volver a revivir lo ocurrido una y otra vez, sentir el odio en las redes sociales por parte de hombres que dicen no querer ver sus vidas arruinadas por una “falsa denuncia” o que una juez le pregunte si cerró bien las piernas para evitar que la violaran. Ojalá eso fuese inventado. La realidad es que, tras un trauma como este, no hay ningún patrón a seguir, ni mucho menos uno por el que se pueda juzgar la veracidad de un testimonio. Por ejemplo, un detalle real que se muestra en la agresión a Marie es cómo se queda mirando una foto de su mesilla de noche en la que aparece ella en la playa, trasladando su mente a un recuerdo feliz para no tener que pensar en lo que está ocurriendo en la realidad. Por eso, más tarde, no recordará demasiados detalles de la agresión, al contrario que otra de las víctimas, Amber (Danielle MacDonald), que se esforzará en recordar cada detalle como mecanismo de defensa. Cada una encuentra su modo de sobrellevar una tortura que se extendió durante toda una noche.

 

 

Además de Marie, el otro pilar de ‘Creedme’ llega en forma de dos detectives de policía: Grace Rasmussen (Toni Collette) y Karen Duvall (Merritt Wever). Ambas iniciarán una investigación modélica, exhaustiva e irreprochable para traer justicia al caso. Sus personajes (reales, aunque con otros nombres) funcionan a su vez como representantes de otro tipo de agresión, la de mujeres que trabajan en un ambiente predominantemente masculino, donde, como apuntan en la serie, un alto porcentaje de agentes consiguen encubrir sus casos de violencia doméstica contra sus parejas. El sistema es, aún en muchos casos, profundamente patriarcal e imperfecto. Por eso, ver a dos profesionales que se dejan la piel por un caso es inspirador. Dos “ángeles de la guarda”, como las llamará una de las víctimas, que velan por el bienestar de aquellas que no pueden defenderse por sí solas. Sus diferencias se explotan en unas dinámicas propias de una ‘buddie movie’ policíaca, y su relación se convierte en uno de los grandes fuertes de toda la historia. Ellas representan, como asegura la ‘showrunner’ en una entrevista con Rolling Stone, “la idea de que no sabes cuánto estás haciendo por otros cuando haces lo correcto".

La serie llega en un momento perfecto, en una era de ajuste de cuentas. Por un lado, con nuestros errores del pasado, por no dar la suficiente importancia a los crímenes sexuales ni creer las historias de las mujeres. Series como ‘Lorena’ de Amazon Prime Video nos han ayudado a analizar viejas polémicas con una nueva perspectiva, mientras depredadores como Harvey Weinstein han sufrido por fin las consecuencias de sus actos y casos como el de La Manada se han convertido en un asunto de importancia nacional. Es un momento para escuchar, y ‘Creedme’ nos abre el camino para el siguiente paso: entender. Su exploración del trauma y sus efectos (en la memoria, en las relaciones con otros, en la autoestima) no solo nos enseña con una sensibilidad apabullante lo que ocurre después de una violación, sino también, a nivel artístico, nos da una lección sobre cómo alejarse del sensacionalismo morboso y adentrarse en retratos mucho más inteligentes, pero igualmente impactantes e incluso adictivos, en el género del ‘true crime’. Sí, se puede. (Mireia Mullor)

Recomendada.