domingo, 30 de abril de 2023

Los crímenes de la academia (Scott Cooper, 2022)

 

Título original: The Pale Blue Eye. Dirección: Scott Cooper. País: USA. Año: 2022. Duración: 128 min. Género: Thriller, Terror.

Guión: Scott Cooper (basado en la novela de Louis Bayard). Música: Howard Shore. Fotografía: Masanobu Takayanagi. Producción: Cross Creek Pictures, Le Grisbi Productions, Streamline Global Group.

Fecha del estreno: 6 Enero 2023 (Netflix).

 

Reparto: Christian Bale, Harry Melling, Gillian Anderson, Lucy Boynton, Toby Jones, Robert Duvall, Timothy Spall, Charlotte Gainsbourg, Charlie Tahan, Fred Hechinger, Simon McBurney, Hadley Robinson, Brennan Keel Cook, Gideon Glick, Joey Brooks, Harry Lawtey, Matt Helm, Steven Maier.

 

Sinopsis:

Historia ambientada en 1830 sobre un veterano detective, Augustus Landor, que intenta resolver unos asesinatos cometidos en West Point con la ayuda de un joven cadete al que el mundo conocería luego como Edgar Allan Poe.

 

Comentarios:

Desde el cortometraje que hizo en 1909 D. W. Griffith hasta esta última incursión en su figura a través de la adaptación de un best seller de Louis Bayard, el escritor Edgar Allan Poe lleva más de un siglo planeando sobre la historia del cine, un arte que ha bebido como ninguno de dos géneros, el fantástico y el detectivesco, en cuya génesis está el autor de El cuervo. Adaptación de The Pale Blue Eye, título original de la novela de “misterio histórico” publicada en 2003 por Bayard, Los crímenes de la Academia se sostiene sobre una efectiva pirueta metaliteraria que convierte a Poe en un joven y perspicaz ayudante de detective a lo doctor Watson embarcado en la investigación de una macabra serie de asesinatos. La película promete más de lo que finalmente ofrece.

Los crímenes de la Academia es un thriller policiaco situado en la famosa escuela militar de West Point donde un atormentado detective interpretado por Christian Bale, colaborador habitual del director Scott Cooper, recibe el encargo de investigar una serie de brutales asesinatos. Ajeno a la vida interna de la institución militar, el detective entabla amistad con uno de sus cadetes, un joven peculiar y sensible llamado Edgar A. Poe. Interpretado por el británico Harry Melling, conocido por su faceta de niño-actor en Harry Potter, donde daba vida con bastantes kilos de más a Dudley Dursley, el personaje de Poe se convierte así en la principal atracción de una película que se mantiene gracias a sus dos intérpretes principales, pero que patina bastante más con unos secundarios de lujo (Toby Jones, Charlotte Gainsbourg, un irreconocible Robert Duvall…) que resultan caprichosos o, como en el caso de la actriz Gillian Anderson, directamente desastrosos. Como ocurrió en su Margaret Thatcher para The Crown, Anderson se deja arrastrar sin freno por el histrionismo más ortopédico en un personaje que desafina en todo momento.

El mano a mano entre Bale, aquí mucho más contenido e igual de eficaz que de costumbre, y Harry Melling tiene su mejor momento en la recta final del filme. Por el camino se queda una historia bien ambientada y fotografiada pero que no acaba de agarrar al espectador porque su complejidad y su tensión narrativa van menguando hasta acabar diluidas en el oscuro camino que conduce a un final demasiado forzado. (Elsa Fernández-Dantos)

Recomendada (con reservas).




sábado, 29 de abril de 2023

La mujer de Tchaikovsky (Kirill Serebrennikov, 2022)

Título original: Zhena Chaikovskogo. Dirección: Kirill Serebrennikov. País: Rusia. Año: 2022. Duración: 143 min. Género: Drama.

Guión: Kirill Serebrennikov. Música: Daniil Orlov. Fotografía: Vladislav Opelyants. Producción: Hype Film, Charade Productions, Logical Pictures, Charade Films, Bord Cadre Films, arte France Cinéma.

Sección Oficial del Festival de Cine de Cannes 2022.

Fecha del estreno: 23 Abril 2023 (España)

 

Reparto: Alyona Mikhailova, Odin Lund Biron, Miron Fedorov, Nikita Elenev, Ekaterina Ermishina, Filipp Avdeev, Andrey Burkovskiy, Yuliya Aug.

 

Sinopsis:

Rusia, siglo XIX. Antonina Miliukova, joven acomodada y brillante, se casa con el compositor Piotr Chaikovski. Pero el amor que siente por él se vuelve una obsesión, y la joven se topa con un rechazo vehemente. Consumida por sus sentimientos, Antonina será capaz de soportarlo todo con tal de permanecer a su lado.

 

Comentarios:

¿Por dónde empezar la crítica de una película tan inabarcable y con tantas aristas —cinematográficas, políticas, artísticas, sociales, culturales y psicológicas— como La mujer de Tchaikovsky (el título mantiene la grafía inglesa del apellido)? ¿Qué resulta más relevante en la áspera y soberbia obra de Kiril Serébrennikov, y qué puede interesar más a los lectores, aquí seguramente divididos, aunque las categorías puedan ser acumulativas, entre los cinéfilos y los dotados de inquietudes sociopolíticas?

¿La revisión de una figura femenina al margen, pero con suma importancia en la vida y hasta en la música torturada de un mito como el del músico Piotr Ilich Chaikovski, a la que se apela desde el título de la película? ¿La revelación social de la homosexualidad de una figura artística en un periodo histórico como el de la Rusia de los zares, en el que su visibilidad resultaba imposible? ¿Los paralelismos con la Rusia actual, donde la evidente intimidación homófoba por parte de las autoridades nos entrega reiteradas noticias de detenciones y presiones en aplicación de la ley que prohíbe en el país cualquier declaración en apoyo del colectivo LGTBIQ, y que también veta toda obra cultural que muestre relaciones o preferencias sexuales no tradicionales? ¿El caso del propio Serébrennikov, dramaturgo y cineasta, disidente de la política de Vladímir Putin, en contra de la guerra en Ucrania, crítico con la Iglesia ortodoxa rusa, de la que forman parte altos cargos del Kremlin, que entre 2017 y 2019 estuvo durante año y medio en arresto domiciliario en Moscú bajo acusaciones de malversación, antes de huir del país para hoy vivir en Berlín, justo después de que se le concediera una libertad vigilada con la prohibición de salir de Rusia? ¿El hecho de que La mujer de Tchaikovsky haya sido financiada en parte por el oligarca Roman Abramóvich, figura intermedia entre Putin y Occidente? ¿O quizá la cuestión más importante en materia crítica, las enormes virtudes visuales y narrativas de una película magnífica, presentada en la sección oficial del festival de Cannes de 2022, donde el director pudo acudir por primera vez a pesar de ser su tercera selección para el certamen, ya que las dos veces anteriores estaba bajo arresto?

Pues ya lo hemos hecho: hemos empezado esta crítica por todo a la vez en todas partes. Por todo lo que sobrevuela un trabajo mayúsculo en muchos sentidos. Eso sí, quizá no apto para cualquier público, por su condición de obra narrativa al margen; por momentos, casi abstracta, con esa luz tenue a base de velas e iluminación natural, lo que le otorga una textura áspera que, unida a una puesta en escena de pesadilla, acaba conformando una película casi inmersiva. Durante dos largas, extenuantes, áridas y apasionantes dos horas y media, el espectador parece ser otro habitante de la Rusia de finales del siglo XIX, con todas sus distancias entre los palacios de los de arriba y el barro de los de abajo.

Serébrennikov presenta a Chaikovski no como el protagonista sino como el rol secundario que mueve todas las acciones principales. En la primera parte del relato, como un ser casi asexuado, agrio, distante y enfermizo. Más tarde, como un manipulador y engreído, auspiciado y resguardado por una corte de hombres a su servicio, y al que nunca muestra ejerciendo su arte. La verdadera protagonista no se hace mucho más simpática: Antonina Miliukova, con una fabulosa interpretación de Aliona Mijailova, parece una enamorada doliente, pero termina siendo una obstinada demente que se mueve entre unos deseos imposibles y una enfermiza pasión por el estatus social y cultural. Más asuntos que sumar, en este caso el de unos personajes insufribles, a la valentía de un director que retrata un país hundido en lo económico, lo físico y lo moral, que en nada se parece al mostrado por el inglés Ken Russell en la volcánica La pasión de vivir (1979), sobre los mismos personajes, con Richard Chamberlain como Chaikovski y Glenda Jackson como Miliukova.

Un San Petersburgo sucio, inhóspito y paupérrimo preside una obra inspirada en el espíritu de Fedor Dostoievski y de sus personajes moralmente derruidos, y en el realismo crítico de la pintura de los llamados Ambulantes, encabezados por Iliá Repin. Y una película sórdida y osada que aún se atreve, en su última secuencia, con una performance queer de discutible engarce estilístico, pero de emoción desbordante. (Javier Ocaña)

 Recomendada.




viernes, 28 de abril de 2023

El Cid (Anthony Mann, 1961)

 


Título original: El Cid. Dirección: Anthony Mann. País: USA. Año: 1961. Duración: 184 min. Género: Aventuras.

Guión: Philip Yordan, Fredric M. Frank. Fotografía: Robert Krasker. Música: Miklós Rózsa. Montaje: Robert Lawrence. Producción: Samuel Bronston, Jaime Prades, Michael Waszynki.

3 nominaciones a los Oscar 1961. 3 nominaciones a los Globo de Oro (incluida Mejor Película Drama).

Estreno en España: 23 Junio 1982.

 

Reparto: Charlton Heston (Rodrigo Díaz de Vivar), Sofia Loren (Jimena Díaz), Raf Vallone (conde Ordóñez), Geneviève Page (Urraca de Zamora), John Fraser (Alfonso VI de León), Hurd Hatfield (Arias), Massimo Serato (Fáñez, sobrino de Rodrigo), Frank Thring (Al Kadir, rey de Valencia), Michael Hordern (Don Diego Laínez, el padre de Rodrigo), Andrew Cruickshank (Diego Gómez de Gormaz, conde de Oviedo), Douglas Wilmer (Al-Mutamin, rey de Zaragoza), Tullio Carminati (Al-Jarifi), Gary Raymond (el príncipe Sancho II de Castilla), Herbert Lom (Ben Yussuf), Ralph Truman (el rey Fernando I, padre de Sancho, Alfonso y Urraca), Javier Portillo (Bufón de la corte de Ortiz).

 


 

Sinopsis:

En la segunda mitad del siglo XI, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se hizo célebre por sus victoriosas campañas contra los musulmanes durante la reconquista del Reino de Valencia. Acusado injustamente de traición, Rodrigo mata en duelo al padre de Jimena, que lo rechaza y se encierra en un convento. Este es el punto de partida de numerosas peripecias: las intrigas del conde García Ordóñez, el desafío del rey Ramiro de Aragón y su enfrentamiento con Alfonso VI (Jura de Santa Gadea), que lo desterró de Castilla.

 

Comentarios:

Puesto que Rodrigo Díaz de Vivar es un personaje muy cercano (en España lo conocemos desde la infancia), estamos en posición de captar en toda su magnitud lo que Hollywood hace con los mitos históricos. “El Cid” es parcial, poco fiel a la realidad y plagada de inexactitudes históricas (y anacronismos varios); pero lo cierto es que en una producción de Samuel Bronston (“Rey de Reyes” o “55 días en Pekín”, ambas de Nicholas Ray) eso es lo de menos. El especialista en westerns psicológicos (por entonces marido de Sara Montiel) Anthony Mann fue el encargado de dirigir este lujoso, épico y elegante retrato impregnado por cierto espíritu del cine del oeste en el que Charlton Heston volvía a lucirse tras superproducciones como “Los diez mandamientos” (Cecil B. DeMille, 1956) o “Ben-Hur” (William Wyler, 1959), encarnando a un héroe intachable convertido en leyenda.

El film nos relata las gracias y penurias de Rodrigo Díaz de Vivar (Charlton Heston), que tras sus exitosas campañas contra los musulmanes es acusado injustamente de traición. La desgracia lo golpea cuando, en un duelo por su honor, mata al padre de su amada, Doña Jimena (Sophia Loren, con la que Mann y Bronston volverían a contar en “La caída del imperio romano”, 1964); esta decide entonces encerrarse en un convento.

 

 

Rodada en España y con un reparto internacional (el italiano Raf Vallone, la francesa Geneviève Page, el austro-húngaro Herbert Lom o el inglés Gary Raymond), “El Cid” tiene todos los elementos necesarios para ser uno de los hitos de las grandes superproducciones hollywoodienses: una colosal banda sonora de Miklós Rózsa; la fotografía del gran Robert Krasker, que deja los claroscuros de “Larga es la noche” o “El tercer hombre” (por la que logró el Oscar) para sumergirse en este deslumbrante espectáculo a plena luz del día; un soberbio trabajo de ambientación; y sobre todo ese tono de exaltación del heroísmo con el que pueden empatizar los más rancios conservadores y los más heréticos defensores de la autodeterminación de los pueblos. Cine de época de primera, más allá del realismo, la veracidad o los ideales, puro cine espectáculo.

Recomendada.