sábado, 30 de noviembre de 2019

Adiós (Paco Cabezas, 2019)


Título original: Adiós. Dirección: Paco Cabezas. País: España. Año: 2019. Duración: 111 min. Género: Thriller.  
Luis de la Madrid, Miguel A. Trudu (Montaje), Pau Esteve Birba (Fotografía), José Rodríguez, Carmen Jiménez (Guión), Zeltia Montes (Música), Enrique López Lavigne (Producción), Marta Pastor, Clara Nieto (Producción ejecutiva), Carla Bernardez, David Mantecon (Sonido), Yolanda Piña, Felix Torrero (Maquillaje), Lourdes Fuentes (Vestuario), Yolanda Piña, Felix Torrero (Peluquería).
3 nominaciones a los Premios Feroz 2019 (incluida Mejor Actriz de reparto).
Estreno en Sevilla: 22 Noviembre 2019

Reparto:
Mario Casas (Juan), Natalia de Molina (Trini), Ruth Diaz (Eli), Carlos Bardem (Santacana), Mona Martínez, Vicente Romero, Pepa Aniorte.

Sinopsis:
Juan, preso en tercer grado y padre de familia, logra un permiso para asistir a la comunión de su hija en Sevilla. Pero la muerte accidental de la niña destapa todo un entramado de corrupción policial y narcotráfico, y el caso acaba en manos de Eli, una inspectora que tendrá que lidiar con los recelos de un sector de la policía y del padre de la pequeña, que quiere tomarse la justicia por su cuenta.

Comentarios:
El barrio (no oficial) de las 3.000 viviendas de Sevilla tiene su propia ley. En el año 1999, por un conflicto de honor entre familias, una de ellas acabó en el destierro, obligada a abandonar el lugar por decisión del llamado Consejo de Mayores. En el verano de 2013, una niña de siete años murió accidentalmente durante una reyerta entre bandas rivales de narcos, que desembocó en un tiroteo.
Lugar apasionante en lo dramático, en lo social y en lo cultural, Las 3.000, con sus códigos de honor, su miseria y su desventura, su flamenco, su droga y sus ilusiones, alberga el regreso a su tierra del director Paco Cabezas, sevillano afincado profesionalmente en Estados Unidos, donde ha dirigido dos largometrajes, “Tokarev” (2014), con Nicolas Cage, y “Mr. Right” (2015), con Sam Rockwell y Tim Roth, además de un puñado de episodios de la exitosa serie de televisión “Penny Dreadful”. “Adiós”, no podía ser de otro modo con el bagaje personal y profesional de Cabezas, es un thriller enérgico, donde se unen lo social, lo emocional y lo espectacular. Quizá demasiado grave en su parte final, en un tono que roza lo grandilocuente, y con un par de discutibles decisiones de guion y puesta en escena. Pero de una vasta fuerza dramática, con excelentes actuaciones de sus protagonistas y hasta el último de sus intérpretes de reparto, y un diseño de producción que clava el drama de un espacio de palpitante singularidad.
Con escritura de los noveles Carmen Jiménez y José Rodríguez, “Adiós” parece haber unido las dos noticias reales de la entrada de esta crítica: el destierro de los que fueron reyes del barrio, ahora defenestrados; y la muerte de una cría que desencadena una venganza. Y suma una trama de corrupción policial donde confluye también el gran tema de la película: ¿qué seríamos capaces de hacer por nuestros hijos? Para defenderlos, para desagraviarlos, sobre todo en ambientes de violencia extrema. Madres y padres a uno y otro lado de la sociedad y de la ley, capaces de matar por ellos, en una línea que entronca con otro thriller reciente rodado en Sevilla: “El hijo”, de Miguel Ángel Vivas, producido por la misma firma, Apache Films. Así, la película, que va de la luz diurna de los primeros y felices minutos a la lúgubre nocturnidad de los últimos, añade un subtexto mítico, para siempre anclado en la figura de Michael Corleone: la imposible escapatoria de un destino marcado a fuego por el clan familiar, esta vez incrustado en el personaje de Mario Casas, carismática sonrisa, mueca dolorosa, garra, honestidad hasta el infierno.
Sin embargo, pese a la trascendencia de lo expuesto, el guion se desdibuja un tanto porque los temas apenas se desarrollan, y parece inexplicable que no se haya incluido una buena conversación entre los roles del padre y el hijo policías. Mientras, en la pura narración, la secuencia del operativo policial en Las 3.000 más parece una excusa para el espectáculo cinematográfico que una opción justificada en el relato, y la batalla de los antidisturbios con los vecinos, expuesta por Cabezas en montaje paralelo con la búsqueda de una heroinómana por parte de la familia protagonista, más que elevar ambos momentos, los empequeñece.
Eso sí, junto a la quizá excesiva utilización de la música y el diseño sonoro en el desenlace, son apenas menudencias dentro de un conjunto de gran fuerza, donde incluso cabe la cruel guasa sevillana: “¡A hacer footing, cabrones, que tenéis mu mala cara!”, gritado a los yonquis por el siempre inquietante Vicente Romero. Descendiente directa de la soberbia serie de Benito Zambrano “Padre Coraje” en su despliegue visual e interpretativo de la toxicomanía, “Adiós” es una película tan agria como luminosa. (Javier Ocaña)
Recomendada (con reservas).

viernes, 29 de noviembre de 2019

Gloria Mundi (Robert Guédiguian, 2019)




Título original: Gloria Mundi. Dirección: Robert Guédiguian. País: Francia. Año: 2019. Duración: 107 min. Género: Drama.  
Guion: Robert Guédiguian, Serge Valletti. Fotografía: Pierre Milon. Montaje: Bernard Sasia. Música: Michel Petrossian. Sonido: Laurent Lafran, Emmanuel Croset. Producción: Marc Bordure, Robert Guédiguian, Marc Bordure, Robert Guédiguian, Angelo Barbagallo. Compañía Productora: Ex Nihilo, AGAT Films, France 3 Cinéma, Bibi Film TV.
Mejor Actriz (Ariane Ascaride) en el Festival de Cine de Venecia 2019.
Estreno en Sevilla: 29 Noviembre 2019

Reparto:
Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Anaïs Demoustier, Robinson Stévenin, Lola Naymark.

Sinopsis:
Una familia se reúne en Marsella para celebrar el nacimiento de la pequeña Gloria. A pesar de que todos se alegran, la vida es dura y viven tiempos difíciles. Pero al ambicioso tío de Gloria se le ocurre una idea para un negocio que podría sacarles del mal momento.

Comentarios:
Hace dos años, el cineasta francés Robert Guédiguian presentó en el Festival de Venecia la que, probablemente, sea la mejor película de su carrera: ‘La casa junto al mar’. En aquella meditación sobre la memoria y el transcurso del tiempo, el director de ‘Marius y Jeannette (Un amor en Marsella)’ se desmarcaba ligeramente de los postulados habituales de su obra, que suele inclinarse hacia la denuncia de las penurias e injusticias sufridas por la clase obrera. Tocada por el acercamiento de corte humanista a unos personajes que Guédiguian conoce como la palma de su mano –y que suelen estar interpretados por su “familia” de actores, capitaneada por Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan–, la obra del francés ha devenido el testimonio permanente de una conciencia social progresista, basada en valores comunales que aparecen confrontados a la vorágine neoliberal contemporánea.
Por su parte, ‘Gloria Mundi’, la nueva película de Guédiguian, muestra la cara más politizada y al mismo tiempo maniquea del cineasta marsellés. Tras un prólogo protagonizado por unas bellísimas imágenes de los primeros momentos de vida de un bebé, el film cuenta la historia de una familia en la que la generación de los abuelos encarna los valores más luminosos de la naturaleza humana. Se trata de la generación del propio Guédiguian y sus actores, que aquí interpretan a una mujer que trabaja para una empresa de limpieza (Ascaride), un conductor de autobús (Darroussin) y un expresidiario apasionado de los haikus (Meylan). Estos personajes aparecen tocados por la nobleza de espíritu, la capacidad de sacrificio, la posibilidad del perdón, la devoción familiar y la sensibilidad artística. Sin embargo, la generación de los hijos, que se sitúa sobre la treintena, aparece marcada por una impresionante colección de defectos: son amorales, caen en la tentación de las drogas, son racistas, cínicos, entienden el sexo como una moneda de cambio y solo son capaces de abrazar la felicidad a través de la acumulación de banales posesiones.
Mediante esta propuesta narrativa dialéctica, de polos opuestos y extremos, Guédiguian articula una crítica a los mecanismos de alienación de la sociedad de consumo. El mensaje llega al espectador de forma contundente, incontestable, pero también de manera subrayada, negando cualquier matiz y cerrando las posibilidades de debate. Guédiguian prefiere aquí la escritura en blanco y negro, anulando una reflexión de fondo que pudiese revelar los entresijos de la deriva deshumanizada de nuestra sociedad, tomada por el liberalismo más salvaje. Guédiguian sabe cómo mostrar ternura hacia sus personajes, pero aquí prefiere castigarlos con innumerables calamidades, desde huelgas inoportunas hasta lesiones físicas, desde traiciones insospechadas hasta un desprecio por el prójimo que se les acaba volviendo en su contra. Así dirime el cineasta la evolución de unos personajes que poco pueden hacer contra los implacables mecanismos de la sociedad capitalista y contra los funestos caprichos de un destino aciago. (Manu Yañez)
Recomendada (con reservas).



jueves, 28 de noviembre de 2019

La vida invisible de Eurídice Gusmão (Karim Aïnouz, 2019)


Título original: A vida invisível de Eurídice Gusmão. Dirección: Karim Aïnouz. País: Brasil. Año: 2019. Duración: 139 min. Género: Drama.  
Helène Louvart (Fotografía), Murilo Hauser, Ines Bortagaray, Karim Aïnouz (Guión), Martha Batalha (Guión adaptado), Benedikt Schiefer (Música), Rodrigo Teixeira, Michael Weber, Viola Fügen (Producción), Camilo Cavalcanti, Mariana Coelho, Viviane Mendonça, Cecile Tollu-Polonowski, Andre Novis (Producción ejecutiva), Waldir Xavier (Sonido), Rosemary Paiva (Maquillaje), Marina Franco (Vestuario).
Premio a la Mejor Película en la sección “Una cierta mirada” del Festival de Cannes 2019. Premio del Público en el Festival del Mar del Plata 2019. Espiga de Plata en el Festival de Valladolid (Seminci 2019)
Estreno en Sevilla: 22 Noviembre 2019

Reparto:
Carol Duarte (Eurídice), Julia Stockler (Guida), Gregorio Duvivier (Antenor), Barbara Santos (Filomena), Flavia Gusmão (Ana), Maria Manoella (Zélia), Antonio Fonseca (Manuel), Cristina Pereira (Cecilia), Gillray Coutinho (Alfonso).

Sinopsis:
Río de Janeiro, 1950. Dentro de la conservadora casa de la familia portuguesa Gusmão, Eurídice, de 18 años, y Guida, de 20, son dos inseparables hermanas que se procuran un espacio seguro para sus esperanzas y aspiraciones. Mientras Guida tiene en su hermana pequeña una fiel confidente de sus aventuras románticas, Eurídice encuentra en su enérgica hermana mayor el aliento que necesita para perseguir su sueño de convertirse en pianista profesional.

Comentarios:
Las novelas río y el melodrama suelen constituir una conjunción mágica de vehemencia narrativa y visual. Colores y dolores, dramas vitales sin freno, caídas y subidas, emociones desde dentro hacia fuera para colmar al espectador. Un subgénero que, desde los maestros clásicos John M. Stahl y Douglas Sirk, no pocos han intentado reinventar, Rainer Werner Fassbinder, Pedro Almodóvar, Lars Von Trier, a veces con logros absolutos. Y es en ese fascinante lugar de la readaptación del melodrama folletinesco donde también pretende situarse el brasileño Karim Aïnouz, veterano artista visual y director cinematográfico, que con “La vida invisible de Eurídice Gusmão” ha logrado este año el premio a la mejor película de la sección “Una cierta mirada” del Festival de Cannes y cuatro galardones en la Seminci de Valladolid.
Basada en una novela de Martha Batalha, Aïnouz ha variado el marco temporal (desde los años treinta hasta los cincuenta) y también el tono del libro, ambicioso aunque algo más desinhibido, para revertirlo en una constante solemnidad que, a veces, no le beneficia. Ya desde la primera secuencia, de corte onírico y metafórico, de gran expresividad artística, rotundos colores y bella puesta en escena, pero que conforme avanza el relato y se revelan sus tramas y subtextos, se antoja de un énfasis y un simbolismo tan subrayados como elementales. Y es en esa excesiva insistencia donde se mueve la (solo en parte) atractiva película de Aïnouz, que se hace cuesta arriba tanto por tiempo de metraje como por el interés de éste, y que culmina con un controvertido y (de nuevo) excesivamente dilatado epílogo.
A su favor, en cambio, juega la fuerza visual del director, sobre todo en la filmación de las secuencias de sexo, de una rotunda perversidad, bellamente turbias, dolorosas hasta el desmayo y desplazándose muy bien entre la explicitud de ciertos momentos y la sutileza del fuera de campo de otros. En la historia de dos hermanas separadas por los hombres, el machismo y la degradación moral y social en el Río de Janeiro que va de la década de los cincuenta hasta la actualidad hay denuncia, cierto esplendor formal y buenas interpretaciones.
Pero, en el empeño de Aïnouz por salirse del carril marcado, y eso es muy bueno, también hay descabalgamientos. Y el principal, pese a la presencia de Fernando Montenegro, es ese incomprensible giro estilístico en el paso final de la película, ya en la contemporaneidad, donde el director cambia sus modos de puesta en escena y las peculiaridades fotográficas, hasta entonces basadas en la iluminación tenue, la textura de grano duro y los colores contrastados, por un carácter visual más naturalista cercano casi al documental, y sin acentuaciones artísticas. (Javier Ocaña)
Recomendada (con reservas).