Título original: Hva vil folk si. Dirección: Iram Haq. País: Noruega. Año: 2017. Duración: 106 min. Género: Drama.
Guión: Iram Haq. Fotografía: Nadim Carlsen. Música: Lorenz Dangel, Martin Pedersen. Montaje: Janus Billeskov Jansen, Anne Østerud. Vestuario: Rohit Chaturvedi, Ida Toft. Producción: Maria Ekerhovd.
Presentada en el Festival Internacional de Cine de Toronto 2017.
Fecha del estreno: 17 agosto 2018 (España).
Reparto: Maria Mozhdah (Nisha), Adil Hussain (Mirza), Ekavali Khanna (Madre Najma), Rohit Saraf (Amir), Ali Erfan (Asif), Sheeba Chaddha (Tía), Jannat Zubair Rahmani (Salima), Lalit Parimoo (Tío), Nokokure Dahl, Isak Lie Harr.
Sinopsis:
Nisha, una chica de 16 años, vive en Noruega una doble vida. En casa es la perfecta hija paquistaní, pero cuando sale con sus amigos se convierte en una chica occidental, acorde con la sociedad en que vive. Cuando su padre la pilla con su novio en su habitación, sus dos mundos chocan. Para darle una lección, sus padres deciden mandarla a Paquistán, donde tendrá que adaptarse a aquella sociedad.
Comentarios:
En España ha sido rebautizada como El viaje de Nisha, título explícito, exacto en su extensión física, mental y moral, pero quizá se ha perdido la oportunidad de mantener el original, What will people say, sobre todo porque por aquí sabemos bien lo que quiere decir, lo que implica, lo que ha pesado (ahora mucho menos, gracias) en una sociedad durante demasiado tiempo anclada en el pasado. Una película sobre “el qué dirán”.
Cuenta la directora noruega de origen paquistaní Iram Haq que su título hace referencia a una expresión que, en urdu y en hindi, se utiliza mucho en familias y entornos donde la tradición y el honor son esenciales. En urdu, en indi, y en castellano. Hasta el calvario de los hijos. O, mejor, hasta el calvario de las hijas, que ellos siempre son unos privilegiados.
Ambientada entre Noruega y un reducto de Pakistán, a 300 kilómetros de Islamabad, El viaje de Nisha cuenta la odisea vivida por una adolescente escandinava de familia integrada en la sociedad occidental de puertas hacia fuera, pero de atroz ultraconservadurismo de la ventana (cerrada a cal y canto) para dentro. Una obra interesante, aunque fallida, en la que, vistas por partes sus secuencias, todo resulta realista y verosímil, pero en la que falta coherencia interna. Al borde del tremendismo en distintos momentos, el relato nunca quiere encontrar la necesaria gama de grises, los matices. Todo es blanco, o negro, y cuando quiere encontrar el gris en el desenlace, es de un tono tan claro que tampoco resulta lógico con lo que se ha estado contando.
Puede que en estos temas de radicalismo religioso y cultural sea imposible el gris, pero en cine, a veces, es complicado tragarse esa sucesión de insensateces en los personajes, y no solo en los negativos sino también en los positivos, incluido el hecho que da pie al inicio del martirio de la chica.
De todos modos, pese a las excesivas incongruencias, no son pocos los detalles válidos de una película que puede incluso emocionar, y que pone sobre la mesa funestas realidades. Como el contraste entre una sociedad donde conviven los servicios sociales del primer mundo y los matrimonios concertados del jurásico. El abismo, a unos centímetros de su casa. (Javier Ocaña)
Recomendada (con reservas).
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