Su carácter pausado, y algo desconcertado por todo lo que le sucedió en los últimos años, no tiene nada que ver con unas dinámicas partituras, siempre entre los más destacados hombres de su generación no sólo por su extenso currículum, sino también por su innegable talento para el cine.
Bacalov nació en San Martín (Buenos Aires, Argentina), el 30 de agosto de 1933. Tras unos primeros estudios musicales en su país, a los 20 años decide estudiar música más en profundidad y se marcha a París, donde aprende composición. Su estancia de dos años en Francia no resulta muy agradable, por lo que decide aceptar un trabajo en Italia como pianista, director de orquesta y arreglista de música y canciones populares para el sello RCA, siendo bajo el nombre de “Luis Enriquez y su orquesta” cuando dirige grabaciones míticas, como la canción “Legata a un granello di sabbia”, original de Nico Fidenco.
En 1960 comienza su carrera como compositor con un estilo melódico muy reconocible, y se integra en tendencias del cine italiano como el "spaghetti western" ("Sugar Colt", "Django"), el policiaco ("Milán Calibre 9", "El crimen también juega"), la comedia musical ("Per amore... per magia", con texto de Franco Migliardi e interpretada por Gianni Morandi) y la comedia erótica ("Una doncella para un gran señor", "El amor nuestro de cada día"). En este periodo trabaja sin descanso en multitud de producciones.
Durante la década de los 80 continua en la brecha coincidiendo con su participación en producciones francesas. Es precisamente en ellas donde experimenta un avance en sus partituras, ofreciendo una vena lírica de elegante sobriedad ("Entre nosotras", "Una pasión prohibida"). Pero la auténtica reivindicación de su figura llegaría ya en su etapa madura, tras más de 30 años de profesión. En 1995, se alzaba con el Oscar de la Academia gracias a su score para el filme escrito y protagonizado por Massimo Troisi, "El cartero (y Pablo Neruda)", una sencilla pero hermosa obra con la que derrotaba a los pesos pesados de Hollywood John Williams ("Nixon"), James Horner (nominado doblemente por "Apollo 13" y "Braveheart") y Patrick Doyle ("Sense and Sensibility"); algo que no gustó a muchos y que originó una cierta polémica entre los aficionados. Desde ese momento, continuó componiendo en esa línea romántica en producciones internacionales de Estados Unidos ("La carta de amor"), Colombia ("Ilona llega con la lluvia") y España ("Frontera sur").
De sus trabajos vanguardistas cabe citar los complejos “Pitturamusica” (1971), junto a Ennio Morricone; “Desbandes” (1973); y su exitoso y difícil “Concerto Grosso” (1977), interpretado por el grupo de moda New Trolls, y que era una variante de la música compuesta para la película "La víctima designada".
En “Cinema Italiano” (2001), dirigió y arregló temas clásicos del cine y televisión italiana interpretados por célebres artistas, entre ellos "Romeo y Julieta" (Luciano Pavarotti), "La vida es bella" (Elysium) y la propia "El cartero (y Pablo Neruda)", a la que pondría voz la cantante Deborah Harry.
Luis Enrique Bacalov falleció en Roma, Italia, el 15 de noviembre de 2017, a la edad de 84 años.
Una docena de Bandas Sonoras imprescindibles:
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Reseña de “El cartero (y Pablo Neruda)”.
Fernando Fernández.
Il postino, como se llamó originalmente, es una de esas películas sorpresa que surgieron en los 90 y que consiguieron hacerse un hueco entre los grandes espectáculos de taquilla estadounidenses. Una época que marcó el despegue del cine independiente internacional, y la demostración de que había otro cine más allá del de las grandes productoras.
Lástima que todos estos elementos marcaron, y no para bien, a esta deliciosa y pequeña historia, un proyecto personal de su guionista y actor principal Massimo Troisi. Cargó con el estigma de haber sido ayudada, especialmente en lo que se refiere a la sencilla y preciosa banda sonora compuesta por el veterano compositor argentino Luis Bacalov. Casi fue calificada de premio de consolación, cuando se trata de una preciosa muestra de buen gusto y estilo mediterráneo. Años después, es más sencillo valorarla.
Esta banda sonora es una buena representación de lo que la mejor música de cine italiana tiene que ofrecer. Es una partitura que refleja muy bien su aire mediterráneo, proporcionándole una deliciosa situación geográfica a la historia, perfectamente coordinada con la fotografía y paisajes que inundan la película. Un estilo musical que funciona en ese tono poético, sencillo y casi infantil de sus personajes, que ha pasado muy desapercibido fuera de Europa. Y es que, por muchas manías que le podamos tener al estilo de película y música, la composición de Bacalov es un complemento perfecto para esta historia en particular. Valga como prueba cómo, tras el Oscar, su partitura también ganó el premio BAFTA, el Globo de Oro, el David di Donatello y varios otros premios internacionales. Algo que es fácil saber por qué.
Delicada y ligera, llama la atención que la música es muy pegadiza, incluso adictiva, y tiene una gran capacidad para transmitir el estilo de vida de una aislada isla italiana. Todo ello partiendo de la autenticidad del espíritu de la partitura con el uso de las mandolinas y el bandoneón, con el sabor romántico de los cuartetos de cuerda. Utiliza todos los elementos que podría esperarse, y lo hace de manera muy exitosa. Una partitura pequeña, que compensa dicha limitación con su contagiosa personalidad.
Muchos acusarán a la partitura de repetitiva, por la utilización tan destacada que hace del tema principal, pero quizá se olvidarán de la variedad de motivos auxiliares y de la presentación de todos ellos a lo largo de la película. Bacalov juega con los tempos de una manera deliciosa para hacernos conocer los sentimientos de su romántica pareja protagonista. Esos temas van introduciéndose en la vida de Beatrice, indicándonos lo que está ocurriendo, aunque ella todavía no se de cuenta de los cambios en sus sentimientos.
Antes de componer El cartero, Bacalov ya era uno de los grandes de la música de cine italiana. Tenía 61 años y más de cien títulos de cine y televisión, entre ellos obras míticas como “Django”, “El Evangelio según San Mateo” o “Yo soy la revolución”. Estamos hablando de uno de los nombres clásicos de la música italiana, casi todos ocultos por la larga sombra del maestro Morricone, pero grandes músicos por derecho propio, aunque fuera necesaria una alineación galáctica como esta para conseguir darse a conocer.
El sencillo carácter e infecciosa personalidad de esta banda sonora ha quedado más que oculta tras elementos externos, y el perfecto desarrollo de sus elementos locales tampoco la han ayudado demasiado. Sin embargo es una de las mejores muestras del estilo mediterráneo, ese gusto por la melodía y las emociones que se echa tanto de menos en la actualidad, especialmente cuando transmite también los sentimientos de sus personajes, incluso antes de que ellos los sepan.
Existen varias ediciones europeas, por parte de CAM, disponibles y fácilmente encontrables, aunque probablemente sea la edición americana de Hollywood Records la más sencilla de poder localizar y a un precio realmente asequible. Presenta unos 45 minutos de música de la película junto a poemas de Neruda leídos por conocidos admiradores del poeta (eso sí, en inglés), como Julia Roberts y Sting. Tanto por la música como por la poesía, así como la facilidad para poder encontrarla, la convierten en mi edición favorita.
Y, para finalizar, nos vamos a quedar con el tema principal de “El cartero (y Pablo Neruda)”, en esta preciosa versión en directo del pianista Enzo De Rosa, acompañado de la fisa de Mario Stefano Pietrodarchi.
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