lunes, 4 de enero de 2021

Desde Rusia con amor (Terence Young, 1963)

 

Título original: From Russia With Love. Dirección: Terence Young. País: Reino Unido. Año: 1963. Duración: 118 min. Género: Aventuras, Acción.

Guión: Richard Maibaum, Johanna Harwood (basado en una novela de Ian Fleming). Fotografía: Ted Moore. Música: John Barry. Canción del título: Lionel Bart, cantada por Matt Monroe Montaje: Peter Hunt. Director artístico: Syd Cain. Efectos especiales: John Stears. Vestuario: Jocelyn Rickards. Producción: Albert R. Broccoli, Harry Saltzman (EON Productions).

Nominada a la Mejor Canción Original en los Globos de Oro 1964. Mejor Fotografía en los Premios BAFTA 1963.

Fecha del estreno: 12 septiembre 1964 (España).

 

Reparto: Sean Connery (James Bond), Daniela Bianchi (Tatiana), Pedro Arméndariz (Kerim Bey), Lotte Lenya (Rosa Klebb), Robert Shaw (Red Grant), Bernard Lee (M), Eunice Gayson (Sylvia), Walter Gotell (Morzeny), Francis de Wolff (Vavra), George Pastell (Conductor del tren), Nadja Regin (La chica de Kerim), Lois Maxwell (Miss Moneypenny), Aliza Gur (Vida), Martine Beswick (Zora), Vladek Sheybal (Kronsteen), Leila (Bailarina).

 

Sinopsis:

Spectre decide tomar revancha por la muerte del Doctor No, y tiende una trampa al agente británico 007. En este caso, el cebo que ofrecen al Mi6 es una agente rusa que desea huir a Occidente, y que se ha enamorado de Bond a través de sus fotografías de archivo en la KGB. Pero el mayor aliciente para morder el anzuelo, es que la agente escapará con la máquina de cifrado Lektor, que permite traducir todos los mensajes secretos de la inteligencia rusa. Spectre decide eliminar a Bond y apoderarse de la máquina cuando 007 y la desertora rusa, en su huida, viajen en el expreso de oriente. Y tras la pista de los espías enviará a un psicótico asesino llamado Red Grant, que trabaja para Spectre por el simple placer de matar.

 

Comentarios:

La pre-historia de la serie (Doctor No y la presente película) suele ser considerada como films de género, no integrables a la serie clásica tal como la conocemos hoy (la fórmula que arranca desde Goldfinger hasta nuestros días). Pero contienen elementos embrionarios de los que será el Bond moderno que se ha mantenido, con algunas alteraciones cosméticas, desde los 60 hasta ahora.

 

De los dos films que se incluyen en esa prehistoria, quizás Desde Rusia con amor sea el más moderno y el mejor construido. La serie Bond nunca se caracterizó por desarrollar en profundidad personajes, excepto en sus orígenes (Doctor No, Desde Rusia con amor, y por supuesto la genial mezcla de buenos personajes + buena acción que es Goldfinger), y en algunas fugaces películas como On Her Majesty´s Secret Service o The World is not Enough entre otros. La inmensa mayoría de los films siempre tendió a subrayar los elementos comic que caracterizan a las aventuras Bond con mayor o menor éxito.

 

Pero si en Doctor No la aventura era tosca, en Desde Rusia con amor los mecanismos están más aceitados. Ciertamente Bond no es lo que es desde la gran aventura del oro de 1964, y bien podría haberse quedado en un intento menor de película de género (con solo 2 ó 3 films), pero lo que destaca en la prehistoria 007 es la cantidad de momentos e imágenes dignas para el recuerdo y plenas de originalidad que lo hacen de culto y le crea seguidores. Tanto Honey Rider saliendo del mar con su minúsculo bikini, Bond matando a sangre fría al profesor Dent, la partitura de Monty Norman orquestada por John Barry, o el villano chino con garras de metal suma exotismo y novedad a una aventura de presupuesto moderado y escasas ambiciones (¿quién aventuraría en 1962 que la serie duraría más de medio siglo?).

 


La principal arma que cuenta la serie es Connery. Indudablemente en esta segunda entrega el escocés se hace del personaje, limando sus asperezas al recitar sus líneas y comienza a irradiar el carisma y cinismos que caracteriza a 007. Es también Desde Rusia con amor una aventura más modesta, centrada en asuntos más rutinarios del espionaje (robar un aparato secreto, huir sin ser asesinado) y no en esquemas mesiánicos del villano de turno, con lo cual un presupuesto acotado es mejor representado en el film. Y además, cuenta con la base de una de las mejores novelas de Fleming (sino la mejor, junto con OHMSS) que, a pesar de su denso desarrollo sicológico (casi una tercera parte de la novela se centra en la historia de Red Grant), consigue un traspaso exitoso del libro a la pantalla. Sin duda, guionistas eran los de antes.

 


Por primera vez tenemos un teaser o secuencia pre-créditos; tenemos una secuencia de títulos casi moderna de Maurice Binder con los créditos iluminados sobre figuras femeninas. Es también el inicio oficial de John Barry como compositor principal para la serie con una excelente banda sonora, la canción de Matt Monro, y el tema alternativo de 007, que se escuchará fugazmente en Thunderball, You Only Live Twice, Diamonds Are Forever y Moonraker. Aparece Q (como el mayor Boothroyd) y sus gadgets. Hay más acción, y es el comienzo de la era de oro de los secuaces. Uno no puede establecer un claro villano en el film (lo sería Blofeld, quien da la orden de emboscar a Bond), pero es un film pleno de letales esbirros con Kronsteen planeando, Rosa Klebb reclutando y Red Grant ejecutando.

 

Terence Young es un director de suspense y no de acción; obviamente lo suyo no era una trama de historieta como Doctor No, pero en un guión de espionaje puro y duro como este, muy a la onda Con la muerte en los talones de Hitchcock, se encuentra mucho más cómodo.

 


Como es obvio, adaptar al cine una novela tan densa como Desde Rusia con amor tiene sus obvios recortes y diferencias. Para comenzar, los guionistas obvian que es en realidad la KGB y SMERSH quienes desean acabar con Bond, y los sustituye con Spectre, encadenándolo con la película anterior donde el Doctor No era un operario de dicha organización. De algún modo han establecido que lo políticamente correcto es luchar con una organización neutral y a la vez enemiga de todos, antes que con los mismos rusos. En segundo lugar, podan completamente la historia de Red Grant. De hecho 007 en la novela ingresa casi sobre la mitad del libro, mientras asistimos a la narración de la defección del norteamericano hacia filas rusas, ofreciendo sus servicios como asesino. Grant es un psicótico cuyos ciclos de ansiedad por matar están afectados por las fases de la luna. En el libro se cuentan los primeros pasos (y asesinatos de Grant), y cómo sus ansias de sangre sustituyen a sus impulsos sexuales. Sin duda Grant entra a la perfección en la galería de sicóticos pervertidos que solía pintar Fleming como villanos, aunque aquí su fin es más modesto: debe cumplir la orden de eliminar a Bond.

 


Pero si hablamos de pervertidos, Rosa Klebb es abiertamente lesbiana en el libro, mientras que en el film esto es tímidamente sugerido. Ella recluta deliberadamente a una virgen, y se encuentra tentada de probarla sexualmente mientras, a su vez, ejerce una perversa potestad (maternal) sobre la ingenua agente. Todos estos argumentos son desechados por el guión, mostrando fugazmente alguna que otra faceta de los personajes, y dando más espacio al personaje de 007, centrándose en la relación con el pintoresco Kerim Bey, jefe de la estación británica de espionaje de Estambul. Sin duda, un signo de los conservadores tiempos en que se desarrolla (y se filma) la trama.

 

Como alguien alguna vez comentó, lo peor que pudo pasarle al género de espionaje es que el Muro de Berlín se haya caído. El sabor de las novelas de Fleming es precisamente porque hablan del mundillo del espionaje de la guerra fría, y el personaje de Kerim Bey es el paradigma de ello. Ya que la defección de Tatiana Romanova será en Estambul, Bey ayuda a Bond, mientras lo lleva por el recorrido turístico de la que sería una de las fronteras finales entre Occidente y Oriente en materia de espionaje. Todos se conocen y conviven mientras se roban mutuamente secretos. Hay leyes no escritas de convivencia entre servicios de inteligencia; la ciudad entera es un colador lleno de recovecos, donde cada agujero sirve para espiar al otro, y donde cada cuadra, cada agente policial y cada hotel son potestad (o comprados) por uno y otro bando, muchas veces simultáneamente. Hay cierta ósmosis no forzada en los límites finales de la civilización (oriental y occidental) que permite el flujo de información cuando resulta necesario. Y, en ese delicado equilibrio entre centrales de inteligencia, es que cae Bond a robar a ojos vista a una agente rusa y una máquina decodificadora (un trueno en el paraíso). Posiblemente el robo del Lektor no sea espectacular (por el contrario, sea filmado de modo rutinario), pero sin duda las secuencias previas (Bond y Bey espiando bajo la embajada rusa por los canales subterráneos; la secuencia de la pelea en el campamento gitano; los múltiples hijos de Bey trabajando con el padre en el servicio secreto) le dan sustancia y sabor al relato que no hacen extrañar la falta de acción pura y dura del mismo, como será lo usual desde 1964 en adelante. En general los guiones de los tres primeros films tienden a mejorar enormemente la trama por encima de los originales de Fleming. Mientras que en la novela Grant recién aparecía a bordo del Orient Express, aquí está presente durante mayor cantidad de tiempo, como cuando cuida las espaldas de Bond en la batahola del campamento gitano. Y es en realidad cuando Bond y Tatiana suben al tren, que el film llega a su mayor brillo, especialmente en la salvaje y memorable pelea entre Connery y Shaw en el compartimiento de pasajeros. Ni la pelea con Tee Hee en Live and Let Die, o con Jaws en The Spy Who Loved Me se asemejan al nivel de violencia extrema que alcanza la contienda entre Red Grant y Bond en el Orient Express.

 


Es también el inicio de gadgets para Bond; el fusil desarmable, el maletín con monedas de oro, gas y cuchillo camuflado. Son artefactos que son aún lógicos y funcionales, y que podrían entrar en el equipo corriente de cualquier espía de entonces y ahora.

 

Como film, Young consigue suspense y exotismo. Más imágenes memorables queman nuestras retinas: el reloj trucado para estrangular de Grant, el maletín trucado de Bond, el campamento de gitanos, la pelea del tren, el zapato con puntera emvenenada de Klebb. Es mucho más dialogado, pero también mucho más fresco y original, especialmente porque siempre está mostrando algo nuevo (el turismo del mundo del espionaje de Bey en Estambul es excelente). Pero no todo es perfecto en el film. La interpretación de Daniela Bianchi es realmente chata y tonta; su personaje parece ajeno al complejo esquema de intereses que recae sobre sus acciones, o el riesgo que hay de su vida. Así mismo, alguien parece haberle dicho a los guionistas: “hey, ya llevamos 50 minutos de film y no hay ninguna persecución”, con lo cual se incluyen artificialmente las secuencias en las lanchas y el acoso del helicóptero. También muestra que a Young no le interesa filmar acción en absoluto, ya que están filmadas de modo rutinario, sin imaginación o nervio. Pero eso no desmerece al resto, al buen nivel de diálogos e interpretaciones, y al clima del resto del film, que sin lugar a dudas entra en la categoría de pequeño clásico. Sigue siendo un Bond diferente al de hoy en cuanto a términos de espectacularidad, pero sin duda es un 007 fiel a sus orígenes, con la cuota de fascinación, exotismo y aire de film adulto que lamentablemente ha ido perdiendo con los años. (Alejandro Franco)

Recomendada.


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