lunes, 21 de noviembre de 2022

Charlie Kaufman

Charlie Kaufman

Traemos hoy al blog lo más destacado de la obra del neoyorquino Charlie Kaufman (1958), guionista y director, centrándonos en los aspectos relacionados con el guión y queriendo subrayar su último trabajo fílmico Estoy pensando en dejarlo, estrenado en 2020 (en España en Netflix), que pasó de puntillas por el escenario cinematográfico: no fue un buen año para el cine ni para nada.


Curtido como guionista en el mundo de la televisión y la sitcom, consiguió ser nominado al Óscar y al Globo de Oro y ganar un Bafta por su primer guión cinematográfico, un guión original, para la película Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999). Ya desde entonces encontramos la primera seña de identidad de su obra, su exacerbada imaginación, seña que lleva a gala y que explica como necesaria cuando le preguntan: “Cada vez que creas una obra de arte intentas hacer algo diferente. Toda película debería ser una anomalía”.



Es lógico defender esta postura. Si la exclusividad y originalidad es mínima, si la creatividad escasea, se hace más una labor de artesanía que arte. Y el resultado final es parecido a otras obras.


Ese intento de hacer algo diferente, Charlie Kaufman, lo consigue claramente en sus guiones. Tímido confeso, se ve que ha convertido la introversión en riqueza creativa. En Cómo ser John Malkovich, parte de la idea del hallazgo de un túnel que va a la mente del actor John Malkovich. Cuando menos, el planteamiento es peculiar y dará pie a multitud de situaciones que evidencian las temáticas que van a ser habituales en su filmografía: insatisfacción vital, soledad, depresión, dificultad para conectar con el otro, complejidad de la mente humana, desdoblamiento de la personalidad…


John Cusack, Catherine Keener y Cameron Diaz
en Cómo ser John Malkovich

Si en esta película John Malkovich pasaba a ser un personaje en cuya mente podían adentrarse los demás, en su guión para Adaptation. El ladrón de orquídeas (Spike Jonze, 2002) se mete de lleno en el metacine. Charlie Kaufman es el personaje protagonista de su propio guión: inmerso todavía en el rodaje de Cómo ser John Malkovich, le encargan la adaptación del libro El ladrón de orquídeas y, ante la dificultad para hacerlo, investiga sobre el protagonista del libro y la autora, de modo que pasan a ser también personajes de la película. Dejando claro su gusto por las duplicidades, crea además el personaje de su hermano gemelo, Donald Kaufman, al que incluye en los títulos de crédito como coguionista, haciendo un guiño al espectador.



Igual que le ocurrió en Cómo ser John Malkovich, estuvo nominado al Óscar y al Globo de Oro, pero nuevamente lo que ganó fue el BAFTA, esta vez por mejor guión adaptado, ya que existía la novela previa de El ladrón de orquídeas, de Susan Orlean. Por cierto, los miembros de la Academia también incluyeron en la nominación al inexistente Donald Kaufman.


Tras escribir el guión de Confesiones de una mente peligrosa (George Clooney, 2002) y tener diferencias con el director, volvió a trabajar con Michel Gondry (le había hecho el guión para Human nature en 2001) y esta vez sí obtuvo merecidamente el Óscar a mejor guión original, entre numerosos premios más, por Olvídate de mí (Michel Gondry, 2004). La peculiar historia que nos cuenta merece que accedamos a ella sin ideas previas y sin saber siquiera una sinopsis, si es que todavía no se ha visto.



Más incluso que en sus obras anteriores, se le exige al espectador el papel activo de organizador de la información que recibe. De género mixto (la he visto clasificada como drama, comedia, romántica, ciencia-ficción), lo cierto es que el trabajo de Charlie Kaufman va evolucionando desde un tono ligero  cercano a la comedia hasta un humor lleno de cinismo.


Su pareja protagonista, Kate Winslet y Jim Carrey, está espléndida, aunque quizá la única pega que podría ponerse a su elección es que, especialmente él, podría ser un reclamo para un público que fuera buscando la comedia simplona y, al mismo tiempo, el factor disuasorio para el espectador que suela huir del cine en el que suele participar. Es una película a la que hay que acudir libre de prejuicios.


Kate Winslet y Jim Carrey en Olvídate de mí

El reconocimiento de público y crítica que obtuvo con Olvídate de mí le animó a querer dirigir sus guiones. Tras su debut como director con otro ejercicio metalingüístico, Synecdoche, New York (Charlie Kaufman, 2008), continuó con Anomalisa (Charlie Kaufman, 2015), película de animación usando la técnica de stop motion, cuyo protagonista escucha en los demás siempre la misma voz. Estuvo nominada al Óscar como mejor película de animación, pero se lo arrebataría Inside out (Pete Docter, 2015).

                      


Su último trabajo como director y guionista ha sido Estoy pensando en dejarlo (Charlie Kaufman, 2020). Es un guión adaptado, basado en la novela del mismo título de Iain Reid. Es denso, con mucho peso literario, y con él sigue siendo fiel al sello de su cine en cuanto a originalidad y temática. Comienza con la voz en off de la actriz protagonista (¿es ella la protagonista de la película?), Jessie Buckley: “Estoy pensando en dejarlo (…) Una idea está más cerca de la verdad, de la realidad, que una acción. Puedes decir cualquier cosa, hacer cualquier cosa, pero no puedes fingir una idea”.



Sus personajes están teñidos abiertamente ya de amargura y la mezcla de géneros llega a tal punto que la inquietud crece en el espectador, que llega a sospechar que la trama puede derivar en terror. No llega a tanto, si es que los temas de los que hemos dicho que son del gusto de Kaufman (la soledad, la insatisfacción, los laberintos de la mente humana…) no son terror en sí mismos.


Jesse Plemons, Jessie Buckley, Toni Collette y David Thewlis en Estoy pensando en dejarlo

Genera tensión que no está producida por una música efectista, por una trama de suspense o imágenes sobrecogedoras, sino por la sensación desde temprano de que hay pequeños detalles que no encajan bien, nombres que creemos no haber entendido (aquí tenemos la ventaja del visionado a través de plataforma), secuencias que contradicen la lógica del espacio y el tiempo  y a las que cada uno tiene que dar su propia respuesta porque Charlie Kaufman no nos la va a dar. De hecho, parece ser que ha optado por ser más críptico que lo que es la novela. Eso sí: va a ser generoso en los mensajes. “El ser humano es el único que conoce la inevitabilidad de su muerte. Los otros animales viven en el presente. Como los humanos no pueden, inventaron la esperanza”.


La película más oscura del cineasta otorga al espectador un protagonismo extremo: le muestra las piezas y él tiene que montarlas para construir su significado. Pero esta ambigüedad y diversidad de interpretaciones es la que le concede la belleza del misterio.

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