Título original: Pulp Fiction. Dirección: Quentin Tarantino. País: USA. Año: 1994. Duración: 153
min. Género: Thriller, Comedia negra.
Quentin Tarantino, Roger
Avary (Guión), Andrzej Sekula (Fotografía), Varios (Música), Sally Menke (Montaje), Russell Vossler (Animación), Charles Collum (Dirección artística), Lawrence Bender (Producción).
Oscar 1994 al Mejor Guión
Original. Globo de Oro 1994 al Mejor Guión Original. Palma de Oro en Cannes
1994.
Estreno en España: 13 Enero 1995
Reparto:
John Travolta (Vincent
Vega), Uma Thurman (Mia Wallace), Samuel L. Jackson (Jules Winnfield), Bruce
Willis (Butch Coolidge), Harvey Keitel (Winston Lobo), Tim Roth ("Pumpkin"
o "Ringo"), Amanda Plummer (Yolanda o "Honey Bunny"), Maria
de Medeiros (Fabienne), Ving Rhames (Marsellus Wallace), Eric Stoltz (Lance), Rosanna
Arquette (Jody), Christopher Walken (Capitán Koons), Biel Caserras (Proxaneta).
Sinopsis:
Jules y Vincent, dos
asesinos a sueldo con no demasiadas luces, trabajan para el gángster Marsellus
Wallace. Vincent le confiesa a Jules que Marsellus le ha pedido que cuide de
Mia, su atractiva mujer. Jules le recomienda prudencia porque es muy peligroso sobrepasarse
con la novia del jefe. Cuando llega la hora de trabajar, ambos deben ponerse
"manos a la obra". Su misión: recuperar un misterioso maletín.
Comentarios:
En 1992, el Festival de
Sundance pudo constatar, gracias a películas como En la sopa (In the soup, Alexandre Rockwell), Vivir hasta el fin (Living End, Gregg Araki) o Quédate conmigo (The Waterdance, Neal Jimenez y Michael Steinberg),
que el cine independiente moderno podía ser igual de competitivo que el de
Hollywood. Fue entonces cuando un joven Quentin Tarantino sorprendía a crítica
y público con su ópera prima, Reservoir
Dogs. Sólo dos años más tarde, el jurado de Cannes premiaba con la Palma de
Oro su segundo trabajo, Pulp Fiction,
una cinta de rabiosa originalidad, que estiró un boom maldito que terminaría
por transponer el culto a su autor en el opulento modelo comercial de los
blockbusters. No en vano, una de las acepciones del término "pulp"
-como bien se advierte a modo de prólogo en la cinta- es la de literatura
barata, aquella en forma de folletines ligeros que se publicaban por entregas
para ser consumidos por la masa.
Esta adicción del icónico
Tarantino por los patrones subculturales más excéntricos ha definido el estilo
y la temática de su filmografía, que por aquellos años pasaba por la reedición
del mundo del hampa bajo una clave actualizada. En realidad, se trataba de una
imaginería de cosecha propia sobre un microcosmos eminentemente
cinematográfico, no exento de espectáculo pirotécnico (encuádrese bajo
"pirotécnico" todo tipo de excesos) que trajo una enorme cola
-traducida en innumerables versiones y copias-. No deja de ser la exposición
tópica pero pulquérrima de una reciclada agresividad procedimental y de una
refinada y exquisita elegancia en el look "gangsteril", a los que ya
aludiera directamente en su primer trabajo, que hoy percibimos como axioma
tradicional del género -como el que estableciera The Sopranos (1999-2007) con los chándales, los tupés lacados y los
rostros momificados de los mafiosos italo-americanos-.
No cabe duda de que cada
ingrediente del explosivo combinado que es Pulp
Fiction emana un atractivo aroma pop, de los escenarios y decorados
(destacando el dinner Jack Rabbit Slim's, personal incluido) al batiburrillo
musical de éxitos de radiofórmula, temas surferos y rock & roll clásico que
componen su banda sonora. Por no hablar (es imposible no repetir algo que ya se
haya mencionado sobre la mejor obra de Tarantino) de una violencia sublimada y
preciosista -que subyace en una trama casi desprovista de acción- de la que
derivan el glamour de esos primeros planos de pistolas y de los de conjunto con
los famosos "apuntamientos masivos", y unos diálogos intrascendentes
que intercalan un cinismo y una cotidianeidad insólitos hasta entonces en el
cine. Con este artefacto de guión se consigue la también inédita humanización de
una moralidad muy reprobable -valga como ejemplo ilustre la desenfadada
conversación entre los matones Vincent y Jules acerca de la esposa de su jefe y
un supuesto masaje de pies-. Es lo que hoy conocemos como la marca visual y
verbal de la casa.
Otra idea aplaudida fue
la oportuna concatenación de planos que procuró Sally Menke, inseparable
montadora del director de Tennesse, que fragmenta la narración en tres
capítulos desordenados y dispuestos en una cronología circular. Si clasificamos
este tríptico en función de su naturaleza narrativa, advertiremos unas
oscilantes transgresiones de género en el paso de un episodio a otro. Así, la
cinta vira del romanticismo al thriller, y de éste a la comedia, suavemente,
predominando siempre uno sobre los otros que, sin ausentarse, adquieren el tono
de una excitante orgía anímica. Y es que tenía que llegar el momento en el que,
cuando todo estuviera contado, no quedara otro remedio que forzar la
creatividad en la forma en lugar de en el contenido: para muchos sería el punto
de partida del llamado cine posmoderno.
A estas alturas ya hemos
constatado que el sustrato del título se provee mediante la heterogeneidad
referencial, por lo que es hora de hablar del eterno debate entre plagio y
homenaje. Es difícil dilucidar de un modo objetivo esta cuestión; es cierto que
la enfermiza cinefilia del cineasta tiende a cooperar en la transcripción de
las imágenes que aquellas maratones en el videoclub grabaron en su cerebro. Más,
la huella de su estilo se siente perenne y decisiva. Por más que uno quiera, es
imposible hallar una sola escena limpia de "su toque". Aceptemos su
papel en el ciclo del ecosistema cinematográfico: toma el alimento de sus
ídolos, lo procesa y quienes le veneran aprovecharán su producto.
Un suscriptor no sabría
describir con exactitud qué papel desempeñó Pulp
Fiction en la Historia del cine, pero significó mucho más que la
resurrección de Travolta y la prueba de fuego de Thurman. Quizá la mejor forma
de aproximarse sea atender la primera conclusión que se extrae tras su
visionado. La eficiente provocación de la película parece directamente
proporcional a la juerga que debió de ser su realización. (Javier Moral)
Recomendada.
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