Esa
sensibilidad que encerraba en su corazón supo transmitirla por medio de la
música, y a pesar de su impresionante ritmo de trabajo, nunca perdió la
capacidad de emocionar y transportarnos hacia un mundo de ensoñación y lirismo
pleno.
Nacido
en Roubaix (Francia), en el seno de una humilde familia, le es concedido un don
natural para captar notas musicales y comienza a tomar lecciones de piano y
clarinete. Pero en 1940, y coincidiendo con una recesión económica en la
región, tiene que ponerse a trabajar en una empresa metalúrgica, donde sufre un
grave accidente laboral que le provoca malformaciones en la columna. Su
crecimiento se detiene para siempre y queda postrado en cama durante cinco
meses sobre una plancha rígida, en una sórdida habitación de hospital. Su
rehabilitación duraría cerca de dos años, y es en este tiempo cuando supera
todas las adversidades, volcando su pasión por la música.
Al
acabar la guerra, y tras muchos esfuerzos económicos, es admitido en el
Conservatorio de París donde toma lecciones con Henry Busser y Darius Milhaud;
y en 1948 escribe su primera composición para la obra teatral “La mort de
Danton”, presentada en el Festival de Avignon. Un año después gana el Gran
Premio de Roma de composición, y en 1953 el premio George Bizet; siendo de 1950
a 1959 cuando tiene una actividad plena con óperas, ballet, teatro,
espectáculos, anuncios publicitarios, documentales, programas de radio,
televisión, y cortometrajes.
Ya
poseedor de una admirada y extensa obra artística, compone sus primeros
largometrajes en 1959, y a partir de esos momentos se convierte en una pieza
indispensable del movimiento cinematográfico galo que se dio en llamar
“nouvelle vague”. Puliendo un estilo romántico y melódico, logra crear un
original y reconocible sonido a base de piano y cuerdas melancólicas,
atreviéndose con todo tipo de géneros y estilos musicales e interviniendo en
producciones internacionales que le hacen ganarse un merecido prestigio, como
uno de los más completos compositores europeos. En cine trabaja con directores
tan dispares como Juan Antonio Bardem ("Nunca pasa nada"), John
Huston ("Paseo por el amor y la muerte"), Bernardo Bertolucci
("El conformista"), Fred Zinnemann ("Un hombre para la
eternidad"), George Cukor ("Ricas y famosas"), y Oliver Stone
("Platoon"); mientras que su producción televisiva supera los 150
títulos.
Formalizó
un binomio con el director francés François Truffaut, con el que mantendría una
mítica unión a través de 33 años en las películas: "Jules et Jim",
"La noche americana", "Las dos inglesas y el amor",
"La piel suave", "Una chica tan decente como yo",
"Vivamente el domingo"...
Para
comprender la dimensión prolífica de Delerue, convendría resaltar que además de
sus decenas de partituras para el cine, cultivó todo tipo de variantes
musicales, además de dirigir conciertos con música propia y de otros
compositores (como el ofrecido en Sevilla en 1986 sobre la figura de Maurice
Jaubert). Compuso música de más de 70 obras de teatro y multitud de óperas. En
1967 escribe un himno encargado por la televisión británica, “Nuestro mundo”,
que es interpretado en distintos idiomas por los Niños Cantores de Viena, un
trabajo que le proporcionaría un Emmy honorífico; en 1986 compone la banda
sonora de la película muda de 1927, "Casanova"; y en 1991 colabora
desinteresadamente en el cortometraje "Born without Prejudice",
dirigido por Jerry Lewis para U.N.I.C.E.F. También ha intervenido en
espectáculos de luz y sonido y ha escrito
canciones para Serge Reggiani y 24 anuncios publicitarios.
En
1966, Ken Russell dirige "Don´t Shoot the Composer", un homenaje
televisivo sobre su figura; y durante los 70 llega su etapa de reconocimiento
pleno al ganar tres premios César consecutivos ("¿Quiere ser el amante de
mi mujer?", "El amor en fuga" y "El último metro"), y
el Oscar en 1979 por la partitura para "Un pequeño romance". Tras
algunas crisis matrimoniales y personales, en 1984 abandona definitivamente su
país para instalarse en Los Ángeles, donde va puliendo su estilo hasta la
perfección, trabajando con intensidad en multitud de películas y series de
televisión americanas. De hecho, en 1987 obtiene la nacionalidad
norteamericana.
A
comienzos de la década de los 90, Delerue se siente agobiado por un exceso de
trabajo que le hace incluso plantearse su retirada, falleciendo de un ataque al
corazón en 1992 cuando había comenzado a escribir el score de "Rebeldes
del Swing" (finalmente realizada por James Horner), dejando tras de sí una
de las filmografías más relevantes de todos los tiempos. Su viuda y dos hijas
participaron en el homenaje que la ciudad de Roubaix rindió a su memoria en
1994.
Una docena de Bandas Sonoras imprescindibles:
·
1981: La
femme d´á côté (La mujer de al lado)
·
1980: Le
dernier métro (El último metro)
·
1979: A
Little Romance (Un pequeño romance)
·
1972: La
nuit américaine (La noche americana)
·
1971: Les
deux anglaises et le continent (Las dos inglesas y el amor)
·
1969: Il
Conformista (El conformista)
·
1966: A
Man for All Seasons (Un hombre para la eternidad)
·
1965:
Viva Maria (¡Viva María!)
·
1963: La
peau douce (La piel suave)
·
1963: Le
Mépris (El desprecio)
·
1961:
Jules et Jim (Jules y Jim)
·
1960:
Tirez sus le pianiste (No disparen al pianista)
|
Estudio del C.D. “Le Cinéma de
Francois Truffaut”.
Ignacio Garrido.
La
vida cinematográfica de Georges Delerue se verá siempre unida al trabajo con
Francois Truffaut, como el director con el que mayor popularidad alcanzó su
unión audiovisual y el reconocimiento de ser un binomio especialmente lúcido en
cuanto a intenciones emocionales que traspasaban la pantalla. Tanto con su
lirismo y romanticismo desbordante en los amores de juventud, como en la
intensidad desgarradora y lacerante de las pasiones más obsesivas y
destructivas o el puro joie de vivre en la celebración y exaltación de los
sentimientos más coloristas y puros, Delerue le ofreció a Truffaut ese alter
ego musical poliédrico y heterogéneo con el que sorprende descubrir nuevamente,
en un recorrido recopilatorio como el que nos ocupa, la gran variedad
estilística del compositor y la maestría técnica para el cambio de registro sin
pérdida de entidad, calidad o personalidad musical. Ni un ápice por parte de un
autor, sin duda, llamado a perdurar en los anales de la historia de la música
del siglo XX.
Se
suelen hacer menciones muy claras entre uniones/colaboraciones de músicos y
directores que se cuentan entre lo más granado de la historia del cine,
destacando siempre entre ellas a Herrmann y Hitchcock, a Williams y Spielberg,
Mancini y Edwards o Jarre y Lean, pero sin querer obviar las muchas más que
aquí podrían mencionarse, sin duda la de Delerue con Truffaut merece por
méritos propios encontrarse entre las más importantes y probablemente no por
haber logrado con ninguno de los films conjuntos una obra maestra musical
especialmente destacable, sino por haber ayudado a múltiples obras maestras
cinematográficas a encontrar un sonido, un alma musical sentida y profunda, ya
sea desde la sencillez del jazz con base de piano, a la festividad exultante de
las marchas más festivas o la épica clasicista de la celebración del cine. Sin
duda el hueco que Truffaut reservaba en sus películas para la voz de Delerue
fue vital para completar la maestría de las imágenes que todavía permanecen en
el aficionado.
Nada
menos que once films representan la suma de las películas en las que compositor
y cineasta participaron juntos, ofreciendo resultados soberbios en la mayoría
de las ocasiones y obras imperecederas cinematográficas en los mejores casos.
El
inicio de la colaboración en 1960 con “Disparen sobre la pianista”, se presenta
sobrio, mayoritariamente diegético en el empleo de su música, pero elegante y
melódico en temas tan pegadizos y vivarachos como “L´Arbois”. Basado en la
intervención de solistas, flauta, piano, acordeón, etc... y rítmicamente
punteadas las melodías siempre por una pequeña sección percusiva de jazz (la
que acompaña al pianista), la partitura marca un sobrio y prometedor inicio en
la carrera conjunta de ambos genios. Cuatro cortes son la selección
representativa de este trabajo.
En
1962 llegaría todo un icono de la nouvelle vage con “Jules et Jim”, un film
desbordantemente romántico que contaría con un inolvidable trabajo de Delerue,
lírico y preciosista que mezcla lo festivo de su tema inicial con lo
melancólico de sus melodías más contemplativas y bucólicas. La suite incluida
de siete minutos y medio es una magnifica selección, de una banda sonora que no
obstante ya se encontraba editada de forma mucho más amplia en un CD de la casa
Prometheus.
El
mismo año 1962 volverían a trabajar juntos en “El amor a los veinte años”, una
especie de continuación menos apasionada de las líneas argumentales básicas de
“Jules et Jim”. De este trabajo quizás más sentido y profundo a nivel musical
que su predecesor, solo se incluye su maravilloso tema central, una melodía
desarrollada a modo de vals decadente con cierto poso de tristeza.
Para
“La piel suave” de 1964, Delerue daría plena muestra de su intimismo trágico
desarrollando una partitura dramática, intensa, oscura, con melodías trágicas
para viento e intensos momentos de suspense para cuerda. La suite seleccionada
para la ocasión de más de siete minutos, incluye un pasaje rítmico que
recordara a más de uno al mejor Goldsmith de los 60 y 70. Finalmente la coda
para cuerda que cierra la selección es digna de mención, pues es sin duda uno
de esos momentos sobrecogedores que Delerue bordaba con maestría.
En
1971, para “Las dos inglesas y el continente”, Delerue comenzaba a estilizar la
construcción de sus melodías y la intensidad emocional que en ellas descargaba,
lo que acabaría culminando en su época americana en las obras maestras que
todos conocemos. Por ello que los dos temas que aquí se recogen sean un
maravilloso botón de muestra de lo que estaba por llegar. El primer tema una
preciosa melodía desarrollada para piano y el segundo un nuevo tema para
clavicordio más hermoso y delicado si cabe que el anterior donde el
acompañamiento de cuerda envolvente redondea una pieza fascinante, como tantas
que el maestro Delerue nos regalaría.
Para
el año siguiente 1972 con “Una chica tan decente como yo”, Delerue buscaría un
acompañamiento musical más ligero y desenfadado que se puede apreciar sin
problemas en su tema central, uno de los dos incluidos de esta película en el
recopilatorio, para banjo y con melodía pegadiza y colorista de atisbos casi
cómicos. Igualmente el otro corte se inicia a modo de scherzo paródico para dar
paso a un fragmento de tensión y enorme dramatismo con el que se cierra el
tema.
En
1973 llegaría una pieza clásica de Delerue y film clave en la colaboración
conjunta con Truffaut, “La noche americana”, cuya partitura y más especialmente
su tema central es ya mítico dentro del mundillo de la banda sonora. No en vano
la selección de dicho trabajo es de cinco cortes y su duración la más amplia de
todo el compacto. Con aires barrocos y clasicistas para la ilustración del
mundo del cine y modernos pasajes con aires jazzisticos y diegéticos (acordeón
de nuevo) para la descripción de los personajes, Delerue configura una obra
emotiva y variada realmente destacable, cuyos mejores momentos acaban siendo
los gloriosos pasajes barrocos dedicados al amor al cine que tanto profesaba
Truffaut, al que Delerue parece estar componiendo en realidad esta maravillosa
pieza.
En
1979 llegaría “El amor en fuga”, una cálida partitura romántica, de la que aquí
se nos ofrece una suite donde se desarrollan un par de temas sencillos y
sentidos, de enorme sensibilidad y que sin duda darán muestras al oyente atento
de cómo la fibra sentimental de Delerue estaba achacando cambios evidentes,
estilizándose y acercándose cada vez más a una sutileza cercana a la
perfección. Una pieza realmente hermosa que encandilará al oído más exigente.
Para
“El último metro”, en 1980, el drama y el suspense se mezclan con la esperanza
y algo de comedia en su ecléctico apartado musical. Se incluyen tres cortes de
dicha banda sonora donde entre momentos desenfadados, pasajes jazzísticos o un
final colorista y optimista de bellísima melodía, podemos apreciar todo el
talento del compositor en su mejor época.
Quizás
fuese para “La mujer de al lado” de 1981 donde Delerue dio las muestras de
mayor fuerza dramática para el director francés y también para desgarrar al
oyente con los elementos musicales más sencillos y convertidos, con el paso del
tiempo, indefectiblemente en uno de sus auténticos sellos de identidad. La
intensidad musical de la cuerda de Delerue es innegablemente uno de los puntos
fuertes de su autor y para esta historia de amor obsesivo nada mejor que llevar
este recurso al límite, ilustrando de forma lacerante y asfixiante los
sentimientos más profundos que se pueden alcanzar con una melodía que no
encuentra una coda liberadora mientras crece y crece, cada vez más intensa, más
doliente, dramática y trágica, hasta que de repente acaba. Una pieza que por si
sola justifica el disco entero, pese a que dicha banda sonora contase
igualmente con una edición integra bajo un sello japonés.
En
su última película conjunta “Vivamente el Domingo” de 1983, ambos autores
buscaron expresar esa autentica alegría que impregnó buena parte de sus
filmografías y que aquí Delerue logra con una maravillosa melodía principal.
Después retoma el dramatismo más sentido y conmovedor en el segundo corte recogido
de esta banda sonora y último de la selección para este CD. Una partitura
magnífica que cierra como auténtico broche de oro una colaboración conjunta
irrepetible y un disco soberbio, ya no solo por la indudable calidad musical
que se muestra en cada banda sonora mencionada, sino como magnífico recorrido
que nos muestra la evolución de un compositor excelente ya desde sus inicios,
que creció y se perfeccionó como uno de los más grandes creadores de la música
más hermosa y sentida de la historia del cine.
Y, para finalizar, os dejamos con un tema emblemático en la carrera
de Georges Delerue. En 1963 compuso para Jean-Luc Godard (pilar de la “nouvelle
vague”) la música de la película “El desprecio”, una de las partituras más
relevantes y mejores del compositor en la década de los sesenta, con un
sobresaliente tema principal, titulado “Camille”, hermoso y sentido, destacando
por su elegancia y su cuidado tono nostálgico. La Orchestre National de Lille
homenajean de este modo a Delerue.
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