El
compositor de más prestigio en la música de cine europea, tanto por su
indiscutible calidad como por las prestigiosas películas en las que intervino.
Procedente
de una familia de músicos, comienza a estudiar piano con su madre, a los ocho
años ya compone sus primeras piezas, y con los 11 entra en el Conservatorio de
Milán en el que estudia armonía y contrapunto con los profesores Delachi,
Orefice, y Bas, escribiendo allí su primer oratorio “L´infanzia di San Giovanni
Battista” (1923), al que seguiría su comedia musical “Il principe Porcaro”
(1926). En 1929 se diploma en composición en la Academia de Santa Cecilia de
Roma, con Alfredo Casella, y dos años después se traslada a la ciudad
norteamericana de Filadelfia donde sigue un curso de composición, dirección de
orquesta e historia de la música con Rosario Scalero y Fritz Reiner.
Regresa
a Italia en 1933 graduándose en literatura por la Universidad de Milán e
iniciando una actividad como profesor musical, primero en Taranto y luego en
Bari, donde dirigió su Conservatorio desde 1950 hasta la fecha de su muerte.
Durante la desgraciada época del Fascismo italiano de Mussolini, intenta
recuperar con su música la conciencia del pueblo ante lo que se avecinaba creando
ritmos novedoso de alegres y nostálgicas sonoridades folklóricas, marcando para
siempre estas melodías como su sello de identidad.
Alumno
de los músicos Pizzetti y Malipiero, éstos le aportaron la inclusión de los
instrumentos del folklore italiano en su música. En su música, repleta de
lirismo y ternura, están representados Stravinsky, (con quien llegó a tener una
buena amistad en sus tiempos de juventud), Debussy, Ravel, la música barroca, y
Verdi; mientras que siempre ha manifestado que su ejemplo como músico de cine
fue el maestro de maestros, Alfred Newman.
En
el cine se ve inmerso en comedias intrascendentes como Casados a crédito o Un
americano en vacaciones, y en el movimiento “neorrealista” surgido en la
postguerra italiana, trabajando junto a Alberto Lattuada en Sin piedad y Luchino Visconti en Noches blancas y en uno de los
estertores del movimiento Rocco y sus
hermanos.
Un
hombre clave para Rota será Federico Fellini, director con el que se encuentra
en 1951 marcando su destino y estableciéndose entre ambos una de las uniones
más duraderas y creativas de la historia del cine. Rota comprende a sus
perdedores personajes en blanco y negro, con melancólicas y bellas melodías: El jeque blanco, Los inútiles, La strada,
Almas sin conciencia, Las noches de Cabiria, y La dolce vita; después se aclimata a su mundo onírico y delirante
creando música entre la nostalgia de pueblo y el divertimento cirquense: 8 ½, Julieta
de los espíritus, I Clows, y Amarcord;
y vuelve a sus raíces clásicas en las sobrias partituras de Roma, Satyricon, El Casanova, y Ensayo de orquesta.
Fellini junto a Rota |
Aunque
interviene en producciones internacionales históricas como Guerra y Paz, El gatopardo, y Waterloo,
vive su momento de gloria cuando participa en El padrino (1972), utilizando como tema central una antigua melodía
extraída de su película Fortunella
(1957) y siendo éste el motivo por el que no puede optar al Oscar de ese año,
obteniéndolo dos años después con El
padrino II cuando una comisión especial decidió que la película podía
competir al tener 40 minutos de música original y 25 de adaptada lo que no
vulneraba las normas de la Academia. A partir de ese instante su nombre es
reivindicado como uno de los grandes nombres de la música contemporánea, sus
colaboraciones con Fellini idealizadas, su obra clásica reivindicada, y sus
partituras italianas recuperadas. Mientras, en sus últimos años de vida, demuestra
su clase en dos aclamadas bandas sonoras: Muerte
en el Nilo y Huracán.
En
1995 nace la fundación que lleva su nombre en Venecia con el objeto de
salvaguardar los trabajos de los compositores italianos del siglo XX, llevada
personalmente por su hija, Nina; y ese mismo año la discográfica CAM establece
su premio “Nino Rota Concerto” otorgado a compositores italianos de amplia
trayectoria artística cuyo primer designado es un abnegado admirador de su
trayectoria como Ennio Morricone.
Su
capacidad de trabajo le hace responsable de una extensa obra clásica entre la
que encontramos sinfonías, piezas líricas, música religiosa, dos sonatas para
viola y piano, música de cámara para flauta, oratorios... También escribió las
óperas: “Ariodante” (1942), “Torquemada” (1943), “Il cappello di paglia di
Firenze” (1955), “I due timidi” (1950), “La notte di un neurasténico” (1959),
“Lo scoiattolo in gamba” (1959), “Aladino e la lampada magica” (1968), “La
visita meravigliosa” (1970), y “Napoli milionaria” (1977); y música para
ballet: “La rappresentazione di Adamo ed Eva” (1957), “La Strada” (1965), “Aci
e Galatea” (1971), “Le Molière Imaginaire” (1976) y “Amor di poeta” (1978).
Una docena de Bandas Sonoras
imprescindibles:
·
1978: Death on the Nile (Muerte en el Nilo)
·
1976: Il Casanova (El Casanova)
·
1973: Amarcord
·
1972: The Godfather (El padrino)
·
1968: Romeo and Juliet (Romeo y Julieta)
·
1963: Otto e mezo (8 ½)
·
1962: Il gattopardo (El gatopardo)
·
1960: Rocco e suoi fratelli (Rocco y sus hermanos)
·
1960: La dolce vita
·
1959: Plein soleil (A pleno sol)
·
1956: War and Peace (Guerra y paz)
·
1954: La strada
|
Estudio de la B.S.O. “Muerte en el Nilo”.
José-Vidal Rodriguez.
El
10 de abril de 1979 fallecía en Roma, víctima de una trombosis coronaria, uno
de los maestros más destacados que ha dado la música de cine. El milanés Nino
Rota entra de lleno en el grupo de compositores a los que el Séptimo Arte no
terminará de agradecer sus incontestables joyas sonoras compuestas durante más
de treinta años de dilatada carrera. Como de todos es conocido, la figura de
Rota siempre quedará asociada a su partenaire artístico perfecto, el no menos
genial Federico Fellini. Pero más allá de esta fructífera simbiosis, el
compositor ahondaría durante su extensa filmografía en otros registros ajenos
al peculiar universo felliniano, consiguiendo igualmente excelentes resultados.
Dentro
de este grupo, no sólo obras archiconocidas tales como “El Padrino” o “Romeo y
Julieta” suponen muestras de su indudable versatilidad. Rota tuvo también otros
flirteos con el cine de “grandes estudios”, entre los cuáles el ejemplo que
ahora nos ocupa se enmarca de lleno en el grupo de sus mejores creaciones.
"Death On The Nile", superproducción que constituyó la segunda
adaptación cinematográfica de una novela de Agatha Christie tras la exitosa
“Asesinato en el Orient Express”, fue también la última de las grandes obras
compuestas por Rota antes de su fallecimiento. Mia Farrow, David Niven, Peter
Ustinov o Bette Davis conforman parte del espectacular reparto conducido por el
director John Guillermin, que logró dar el suficiente empaque a esta nueva
trama del detective Hercules Poirot: diez pasajeros de un crucero por el Nilo
son los sospechosos del asesinato de una rica heredera norteamericana, y prácticamente
todos ellos tienen más de una razón para haber cometido el crimen. Situación más
que propicia para que el mítico Poirot ponga de nuevo su materia gris a
funcionar para descubrir al culpable.
Para
musicar el exclusivo entorno de lujo y pomposidad del crucero, y los devaneos,
intrigas y dudas de un crimen a resolver, Nino Rota acude a un tipo de música
que siempre se sitúa en un contexto de suntuosidad y lirismo envidiables. De
hecho, si una palabra define la partitura del italiano, esa es sin duda la
elegancia. El escenario elitista de la trama inspira al autor para ofrecer un
ramillete de melodías lujosas, ampliamente melódicas, con la misma exquisitez
de la que siempre ha hecho gala, pero en esta ocasión dotadas de un acabado más
ampuloso de acuerdo con el cariz aristocrático de la tripulación del “S.S.
Karnak”, la embarcación a vapor que remonta el Nilo y sirve de marco a las
intrigas del filme.
El
tema escuchado en los ”Main Titles” es la muestra más clara de que nos hallamos
ante un Rota más contundente de lo habitual y ampliamente dotado -si alguna
duda quedaba- para quitarse el estigma felliniano y poder musicar
superproducciones de este estilo. Con el lujoso “Karnak” como un protagonista
más de la trama, el italiano compone una fanfarria a cinco notas dominada por
un ritmo aminorado e incisivo, que representa magníficamente ese lento, pesado
pero imponente navegar de la embarcación. Y con el trasfondo de la belleza del
Nilo, el tema acaba derivando en una sutil frase a cuerdas de leve sabor
arábigo, que como comprobaremos después, conformará un propio leitmotiv
necesario para contextualizar el argumento. En este sentido, es loable cómo el
maestro italiano es capaz de plasmar la distinción británica y el exotismo
egipcio sin variar en demasía -sobre todo para esto último- la orquestación.
El
quinteto de acordes de esta fanfarria central no cesará de sonar durante la
partitura, con la intención clara de recordarnos la solemnidad del barco,
mientras paralelamente se van sucediendo los trágicos acontecimientos a bordo.
Al respecto, escucharemos el tema en la partida del crucero (“The Steamboat
Departs”), o a modo descriptivo de las vistas del famoso río (“Journey On The
Nile”), y en diversos cortes más de forma levemente sugerida.
Si
el magnífico tema de los títulos de crédito es ya de por sí razón suficiente
para hacerse con esta obra, qué decir de la segunda melodía en importancia, que
funciona además como pretendido tema de amor. El ”Duet (Main Love Theme)” es la
constatación de que la inspiración de Rota resultaba más que notoria hasta en
sus últimos encargos, y que su distinción alcanzaba especiales cotas de
genialidad en este tipo de melodías de virtuosa emotividad. El tema, (que ya
sonaba en el “Arrival At Wode Hall” concluido por los acordes de la marcha
nupcial) no es sino uno de esos cortes indispensables en la filmografía del
italiano. Bellísima construcción que en "The Great Pyramids" alcanza
resultados insuperables en su conjunción con una potente orquestación,
desarrollándose la hermosa melodía base, mientras acotaciones de percusión y
metal dotan al conjunto de una grandeza que se enmarca por méritos propios
entre lo mejor compuesto por el Rota de la última etapa.
Momentos
más oscuros e inquietantes nos ofrece el maestro en ”The Temple of Karnak”, en
el rutinario suspense de “Linnet´s Pearls” o en ”The Conclusive Evidence”,
ejemplo perfecto de cómo el músico es capaz de abandonar su omnipresente
lirismo y volverse netamente incidental, en pos de potenciar la sensación de
presagio por la resolución de la trama.
Es
obvio que no podía faltar un referente musical asociado al incomparable paisaje
egipcio. En "The Statues of Rameses" y sobre todo en "Jackie´s
Theme" se recupera, de forma más desarrollada, aquella frase ya mencionada
de los “Main Titles” con cierto sabor árabe, pero lo suficientemente elegante
-de nuevo tengo que usar este adjetivo- como para funcionar con versatilidad y
plena adecuación durante más de una secuencia del filme. No podríamos acabar la
reseña sin destacar la enorme importancia que la música diegética alcanza en el
score, como forma de ambientar el universo aristocrático de la tripulación del
Karnak. Al respecto, el álbum ofrece no pocos ejemplos de los diversos estilos
musicales interpretados a bordo, todos ellos perfectamente asimilados por Rota;
desde esa especie de charleston del ”I Love My Baby”, pasando por el agradecido
tango de “Jealousy” o el delicado "Walz-The White Nile”.
La
reedición de la banda sonora por el sello DGR cuenta con el hándicap de ofrecer
el mismo tracklist que ya estaba previamente disponible tanto en LP como en
aquel compacto aparecido a principios de los 90, “Poirot At The Movies”, que
incluía también el score de “Murder On The Orient Express” de Richard Rodney
Bennet. 36 minutos que saben francamente a poco, pero suficientes para
recomendar sin paliativos la compra de un álbum imprescindible para aquellos
que deseen paladear el sabor de la distinción y la grandeza de un músico
irrepetible.
Muerte en el Nilo |
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