Título original: El Palmar de Troya. Temporada: 1. Episodios: 4. Año:
2020. País: España. Género: Documental. Estreno: 6 Febrero 2020 (Movistar+)
Creator: Israel del Santo. Dirección: Israel del Santo. Sudirección: Daniel Boluda. Producción: Movistar+
/ 100 Balas / 93 Metros.
Sinopsis:
Este documental se sumerge
en las entrañas de la Iglesia Palmariana, una congregación que siempre ha
estado bajo la sospecha de escándalos, abusos sexuales y anécdotas
inverosímiles.
Episodio 1. Bendita tú
eres.
Episodio 2. Entre todas
las mujeres.
Episodio 3. Cuidaos de
los falsos profetas.
Episodio 4. Lobos con
piel de cordero.
Comentarios:
Primavera de 1968. Cuatro
niñas aseguran que la Virgen del Carmen se les ha aparecido en una finca del
Palmar de Troya, una pedanía del municipio sevillano de Utrera. El lugar se
convierte rápidamente en un centro de peregrinación para numerosos fieles y videntes,
pero son dos pícaros sevillanos quienes, ese mismo otoño, se presentan en aquel
lugar dispuestos a sacar la mayor tajada del asunto.
Uno de esos tipos es
Clemente Domínguez, un oficinista sevillano de dudosa reputación que había
pasado su infancia jugando a oficiar misa. El carismático muchacho ideó un plan
basado en afirmar que él también había tenido una visión de la Virgen en el
lugar de las mencionadas apariciones; llegó a fotografiarse con unos supuestos
estigmas.
En poco tiempo, Clemente
y su colega Manuel Alonso –abogado extremeño y auténtico cerebro gris de la
trama– lograron desplazar al resto de los videntes y se encargaron de crear la
Orden de los Carmelitas de la Santa Faz. A continuación, el primero fue
ordenado obispo (a espaldas de la Iglesia católica) por el arzobispo vietnamita
Pedro Martín Ngo-Dinh Thuc; no es de extrañar que fuese excomulgado poco
después.
Los entresijos de aquel
surrealista y folclórico episodio, y todo lo que siguió, son el punto de
partida de El Palmar de Troya, una serie de no ficción de cuatro episodios
dirigida por Israel del Santo y estrenada en Movistar+, en la que se mezclan
las imágenes de archivo con entrevistas a antiguos miembros de la orden y
expertos en la historia de la congregación.
“Hemos dedicado mucho
tiempo a la investigación, a conocer a los protagonistas de la historia antes
de grabarles, con paciencia, con mucho cariño y respeto, y haciéndoles ver que
no somos el enemigo, que no buscamos la declaración espeluznante por encima de
todo lo demás”, explicaba su director.
“Cuando se han sentado a
contarnos su historia, lo han hecho tranquilos, hemos dedicado hasta tres días
para hacer una sola entrevista, y nadie lo ha hecho sin querer hacerlo. Muchos
de ellos sentían que nadie se había parado a escucharlos y necesitaban que lo
hiciéramos. Ellos, en sus entrevistas, son quienes han dado las claves y las
líneas de un guion que se ha creado en la sala de montaje y que, al no tener
narrador, han escrito ellos”, prosigue.
El Palmar de Troya es una docuserie a medio
camino entre el terror y la tragicomedia. Pero, claro, la historia que cuenta
no da para menos. Después de que Clemente sufriera un aparatoso accidente de
tráfico que le dejó ciego –y con las cuencas de los ojos vaciadas y los
párpados cosidos–, el sevillano retornó a su ‘negocio’.
Aprovechó la muerte del
pontífice Pablo VI, en agosto de 1978, para autoproclamarse papa –el papa
Gregorio XVII– por mandato divino ya que, según él, fue Dios en persona quien
puso en sus manos la sucesión de Pedro.
Tras lograr aquel
objetivo, Clemente comenzó a celebrar liturgia, ordenar a otros obispos y
canonizar a personajes tan pintorescos como Franco, José Antonio Primo de
Rivera, Cristóbal Colón o Adolf Hitler. Y también comenzó una frenética labor
de captación de seguidores y ayudas económicas por todo el mundo.
Pero no estuvo solo. Su
colega Manuel Alonso, al que nombró su secretario de estado, decidió comprar
(en nombre de la Orden) la finca de las famosas apariciones gracias, sobre
todo, a la millonaria aportación de una rica dama conocida como la Baronesa del
Castillo de Chirel.
Y allí mismo, tras
obtener licencia del Ayuntamiento de Utrera en mayo de 1980, los cabecillas de
la Iglesia Palmariana decidieron erigir un megalómano templo a imagen y
semejanza de la basílica del Pilar, con varias torres de 40 metros de alto y
cercado con un muro de hormigón de casi seis metros de altura, convirtiéndose
el pueblo en el municipio español con menos paro.
“Esta es una secta muy,
muy española”, explica Del Santo. “Muy ‘de aquí’, con lo que muchas de sus
locuras solo parecen ser entendidas por nosotros. Nos hacen reír, nos hacen
alucinar con sus delirios, pero siempre hemos considerado esta una
tragicomedia, porque, entre carcajada y carcajada, se esconde un drama
terriblemente cruel”.
“Quizás, lo que más me ha
impactado de esas entrevistas, fue el momento en que Xabi Perals, uno de los expalmarianos,
nos relataba que, tras 14 años dentro de la orden, él nunca le había acariciado
el pelo a una chica, que no sabía ni cómo pedir una hipoteca o hacer un
currículum”, prosigue. “Es cuando te das cuenta de lo valientes que son, de que
no sé si todos podríamos caer en una secta como esta, pero sí sé que hay que
ser muy fuerte para armarse de valor y dejarla”.
Casi todo en la historia
de la Iglesia Palmariana resulta delirante y esperpéntico. Empezando por el
estricto (y a veces absurdo) código de conducta de la orden, que siempre ha
rechazado de plano el Concilio Vaticano II. La tele, los periódicos e internet están
muy mal vistos y se excomulgó a todos aquellos miembros que vieron la película
Jesucristo Superstar. Sus miembros defienden las misas en latín y las mujeres
solo pueden orar con el pelo cubierto por un velo y tienen que llevar faldas
largas; de hecho, tienen prohibidísimo usar pantalón.
Asimismo, en la secta
estuvo siempre prohibido relacionarse con personas de fuera de la Iglesia. En
ese sentido, Del Santo apunta que las leyes españolas siguen teniendo lagunas
sobre la coacción psicológica: “Se conocen muchos casos en los que alguien
denuncia el caso de, por ejemplo, su hermana a las autoridades, y en los que el
protocolo consiste en que la Guardia Civil se persone en la basílica del Palmar
y exija hablar con este miembro. En estos casos, se le pide el DNI y se le
pregunta ‘¿Está usted aquí por su propia voluntad?’. La respuesta es siempre la
misma: sí. A partir de ahí, por desgracia, poco más se puede hacer”.
Muchos de los que
conocieron a Clemente aseguran que el creador de la Iglesia del Palmar de Troya
no predicaba precisamente con el ejemplo. Él iba a los toros y salía por (el
día y) la noche sevillana cada vez que se le antojaba y, según contó su
secretario particular, despilfarraba el dinero de los fieles en bares.
El propio papa –conocido
en el ambiente donde se movía como ‘La Voltio’, por eso de que había trabajado
en Sevillana de Electricidad– llegó a contar en los años noventa que había
abusado sexualmente de sacerdotes y monjas de la orden. El de Écija,
excomulgado por herejía y que dejó como sucesor a su amigo y confidente Manuel
–el papa Pedro II–, falleció en 2005, y su desaparición trajo consigo una
fractura dentro de la Iglesia Cristiana Palmariana. Una escisión de la Iglesia
romana totalmente hermética, donde siempre reinaron el secretismo, la opacidad
litúrgica y fiscal y, cómo no, los escándalos.
En su mejor momento, la
Iglesia llegó a congregar hasta cinco mil fieles. Aunque algunos consideran que
la orden vive hoy un declive de fieles y captación de fondos. “Aún poseen
basílicas por todo el mundo, miles de adeptos repartidos por Alemania, Irlanda,
Filipinas, Canadá, Estados Unidos, España… Tienen residencias de ancianos en
Brasil, Paraguay, Irlanda, Argentina… Pero, curiosamente, han vendido o se han
desprendido de la mayoría de posesiones que llegaron a tener en los años
dorados en Sevilla”, afirma Del Santo.
“Lo más increíble, para
mí, es el hecho de que cada día, a las 16 horas, en ese pequeño pueblo a 30
kilómetros de Sevilla, sigan sonando las campanas. Que la basílica se llene
para asistir a esos cultos”, apostilla el director de la docuserie.
En cualquier caso, es de
justicia reconocer que la serie El Palmar
de Troya cumple sobradamente con su principal objetivo: recordar a los
espectadores que detrás de la esperpéntica Iglesia Cristiana Palmariana de los
Carmelitas de la Santa Faz –a la que se le acabó reconociendo personalidad
jurídica a finales de los ochenta– se esconde también una de las sectas más
dañinas y peligrosas del planeta. (Álex Ander)
Recomendada.
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