El
Primero de Mayo celebramos el Día Internacional del Trabajo con una
jornada que sigue teniendo todavía
un
carácter reivindicativo, en
lo que relativo a
mejoras en los derechos sociales y laborales de las clases
trabajadoras. Al mismo tiempo, esta
fecha sirve para conmemorar las primeras luchas sindicales que, a
raíz
de la revolución industrial, y especialmente a lo largo de todo el
siglo XIX, fueron consiguiendo una serie de mejoras en la calidad de
vida de los trabajadores, y especialmente uno de sus logros
fundamentales, el establecimiento de la jornada laboral de ocho
horas, haciendo valer la máxima de “ocho horas de trabajo, ocho
horas de ocio y ocho horas de descanso”.
Esta
larga batalla en favor de los derechos sociolaborales no ha pasado
desapercibida para el cine, más bien todo lo contrario, desde los
mismos inicios el cine ha dirigido su objetivo hacia el mundo del
trabajo y y nos ha mostrando la situación laboral de muchos de los
protagonistas. Los padres del cinematógrafo, los Hermanos Lumière,
en una de sus primeras películas, fechada en 1895, nos mostraban “La
salida de los obreros de la fábrica”, era una breve toma filmada
frente a la puerta de la fábrica que la familia Lumière tenía en
Lyon, en la que vemos salir a los obreros, al final de la jornada de
trabajo. Luego vendrían otros títulos como “La Huelga”, un film
de 1925 al mismo tiempo reivindicativo y propagandístico, del ruso
Sergei M. Eisenstein; la satírica “Tiempos Modernos” dirigida y
protagonizada por Chales Chaplin en 1936, o la inolvidable ¡Qué
verde era mi valle! De 1941 de John Ford. Y así tantas otras… sería por tanto imposible hacer aquí un repaso pormenorizado por
todo el cine de temática laboral. Por eso, en esta ocasión nos
limitaremos a poner el foco en una pequeña selección de títulos
recientes que se caracterizan por mostrarnos distintas realidades sociolaboral de sus protagonistas. Son seis
películas de diferente nacionalidad, estrenadas en la última década
del presente siglo XXI, que demuestran que este subgénero de "cine laboral" está tan vivo como siempre, ¿por qué será?.
Pago justo
(Nigel Cole, 2010. Reino Unido)
Basada
en hechos reales, narra la lucha por la igualdad salarial entre
hombres y mujeres, en una factoría de la Ford. La reivindicación la
lideraron en 1968 las casi 200 costureras que integraban la división
textil de la planta automovilística de Ford en Dagenham, Londres;
organizaron una huelga para reivindicar la igualdad de salarios con
respecto a los hombres. La unión de todas ellas consiguió que se
aprobara en el año 1970 la Equal
Pay Act,
una ley que garantiza
la igualdad de salario para hombres y mujeres en el Reino Unido.
Más de 50 años después esta reivindicación sigue vigente tanto en
Reino Unido, como en otros países, donde la igualdad de salario no
está consolidada.
Come,
duerme, muere (Gabriela Pichler, 2012. Suecia)
Rasa
es una joven impulsiva, deslenguada, directa, con poco tiempo para
pensar en si misma. Trabaja desde los dieciséis años en una fábrica
de envasado de lechugas, ella paga las facturas y cuida de un padre
dependiente y sin recursos económicos. Pese a su inagotable energía
y a ser una de las trabajadoras más eficientes, su empresa, en un
proceso de recorte de personal, decide prescindir de ella. Rasa no se
amedrenta y no deja de buscar trabajo, pero va a encontrarse con un
obstáculo difícil de sortear: su
nombre y su origen montenegrino le van a cerrar demasiadas puertas
en un país hipócritamente racista.
Giraldillo de Oro del Festival de Sevilla 2012.
Pride
(Matthew Warchus, 2014. Reino Unido)
También
está basada en hechos reales, en concreto en los sucesos ocurridos
durante la huelga convocada por el Sindicato Nacional de Mineros
(NUM) en el verano de 1984, en contra de las medidas adoptadas por el
gobierno de Margaret Thatcher. Paralelamente, durante la
manifestación del Orgullo Gay en Londres, un grupo de lesbianas y
gais deciden recaudar fondos para ayudar a las familias de los
mineros. Pero surge un pequeño problema, el sindicato no acepta su
dinero. Los activistas no se desalientan, deciden saltarse al
sindicato y llegar directamente hasta los mineros: escogen un
pueblecito de Gales al que llegan en una furgoneta. Así empieza la
extraordinaria historia de cómo dos comunidades totalmente
diferentes se unen por una causa común. Esta comedia dramática ganó
una de las palmas de Oro del Festival de Cannes.
Dos
días una noche (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne, 2014. Bélgica)
Los
hermanos Dardenne son unos magníficos exponentes del cine social
europeo. En esta ocasión contaron con Marion Cotillard para
interpretar a la protagonista de esta historia, Sandra, un mujer que
ha
estado de baja por problemas psiquiátricos y a la que por teléfono
le comunican que va a ser despedida, tras una decisión consensuada. En un contexto de disminución
de beneficios para la empresa, los dueños le han trasladado
el problema a los empleados: ¿prefieren mantener una
paga extra de 1000 euros?, o ¿despedir a uno de ellos?. Sandra
sólo
dispondrá
de
un fin de semana (“dos días y una noche”) para convencer, uno a
uno, a sus compañeros para que voten a favor de mantenerla a
ella en
la empresa, a cambio de renunciar al bonus previsto. Junto a este
dilema ético de enfrentar el “yo” al “nosotros”, se abordan
otros temas de calado como la precariedad laboral, el
aislamiento y el egoísmo en nuestra sociedad.
La
camarista (Lila Avilés, 2018. Mexico)
La
debutante directora Lila Avilés nos aproxima de forma minimalista y
sosegada a la rutina diaria de Eve, una persona entregada totalmente
a su trabajo pero al mismo tiempo casi invisible para los demás.
Evelia es una mujer que trabaja como camarista (camarera de
habitaciones) en un lujoso hotel de Ciudad de México, tiene un hijo
de cuatro años, pero a penas tiene tiempo para ocuparse de él. Su
rutina diaria no está exenta de frustración, explotación y desdén,
que ella conjunta con su ilusión de conseguir un ascenso, y con las
muestras de solidaridad que recibe de algunos de sus compañeros de
trabajo.
¡Naturalmente, no podía faltar en este repaso un director tan comprometido con las
causas sociales como Ken Loach!. Su último título narra la vida de
una familia británica de clase obrera, en la que el padre trabaja
como repartidor de paquetería a un ritmo extenuante y la madre es
cuidadora a domicilio de ancianos y enfermos. Ambos trabajan de sol a
sol, pero pese a eso no llegan a fin de mes, sus problemas crecen y
la unidad familiar se desquebraja. Y no es el siglo XIX, sino en el
XXI. Loach hace una rotunda crítica al régimen de los falsos
autónomos y a su falta de derechos laborales, al mismo tiempo que
propone una reflexión sobre las injusticias que sustentan el sistema
laboral capitalista, las nuevas formas de explotación y la falta de
oportunidades, pese al esfuerzo de los protagonistas.
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