viernes, 1 de mayo de 2020

Cine y Primero de Mayo




El Primero de Mayo celebramos el Día Internacional del Trabajo con una jornada que sigue teniendo todavía un carácter reivindicativo, en lo que relativo a mejoras en los derechos sociales y laborales de las clases trabajadoras. Al mismo tiempo, esta fecha sirve para conmemorar las primeras luchas sindicales que, a rz de la revolución industrial, y especialmente a lo largo de todo el siglo XIX, fueron consiguiendo una serie de mejoras en la calidad de vida de los trabajadores, y especialmente uno de sus logros fundamentales, el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, haciendo valer la máxima de “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”.

Esta larga batalla en favor de los derechos sociolaborales no ha pasado desapercibida para el cine, más bien todo lo contrario, desde los mismos inicios el cine ha dirigido su objetivo hacia el mundo del trabajo y y nos ha mostrando la situación laboral de muchos de los protagonistas. Los padres del cinematógrafo, los Hermanos Lumière, en una de sus primeras películas, fechada en 1895, nos mostraban “La salida de los obreros de la fábrica”, era una breve toma filmada frente a la puerta de la fábrica que la familia Lumière tenía en Lyon, en la que vemos salir a los obreros, al final de la jornada de trabajo. Luego vendrían otros títulos como “La Huelga”, un film de 1925 al mismo tiempo reivindicativo y propagandístico, del ruso Sergei M. Eisenstein; la satírica “Tiempos Modernos” dirigida y protagonizada por Chales Chaplin en 1936, o la inolvidable ¡Qué verde era mi valle! De 1941 de John Ford. Y así tantas otras… sería por tanto imposible hacer aquí un repaso pormenorizado por todo el cine de temática laboral. Por eso, en esta ocasión nos limitaremos a poner el foco en una pequeña selección de títulos recientes que se caracterizan por mostrarnos distintas realidades sociolaboral de sus protagonistas. Son seis películas de diferente nacionalidad, estrenadas en la última década del presente siglo XXI, que demuestran que este subgénero de "cine laboral" está tan vivo como siempre, ¿por qué será?.


Pago justo (Nigel Cole, 2010. Reino Unido)


Basada en hechos reales, narra la lucha por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, en una factoría de la Ford. La reivindicación la lideraron en 1968 las casi 200 costureras que integraban la división textil de la planta automovilística de Ford en Dagenham, Londres; organizaron una huelga para reivindicar la igualdad de salarios con respecto a los hombres. La unión de todas ellas consiguió que se aprobara en el año 1970 la Equal Pay Act, una ley que garantiza la igualdad de salario para hombres y mujeres en el Reino Unido. Más de 50 años después esta reivindicación sigue vigente tanto en Reino Unido, como en otros países, donde la igualdad de salario no está consolidada.


Come, duerme, muere (Gabriela Pichler, 2012. Suecia)


Rasa es una joven impulsiva, deslenguada, directa, con poco tiempo para pensar en si misma. Trabaja desde los dieciséis años en una fábrica de envasado de lechugas, ella paga las facturas y cuida de un padre dependiente y sin recursos económicos. Pese a su inagotable energía y a ser una de las trabajadoras más eficientes, su empresa, en un proceso de recorte de personal, decide prescindir de ella. Rasa no se amedrenta y no deja de buscar trabajo, pero va a encontrarse con un obstáculo difícil de sortear: su nombre y su origen montenegrino le van a cerrar demasiadas puertas en un país hipócritamente racista. Giraldillo de Oro del Festival de Sevilla 2012.


Pride (Matthew Warchus, 2014. Reino Unido)


También está basada en hechos reales, en concreto en los sucesos ocurridos durante la huelga convocada por el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) en el verano de 1984, en contra de las medidas adoptadas por el gobierno de Margaret Thatcher. Paralelamente, durante la manifestación del Orgullo Gay en Londres, un grupo de lesbianas y gais deciden recaudar fondos para ayudar a las familias de los mineros. Pero surge un pequeño problema, el sindicato no acepta su dinero. Los activistas no se desalientan, deciden saltarse al sindicato y llegar directamente hasta los mineros: escogen un pueblecito de Gales al que llegan en una furgoneta. Así empieza la extraordinaria historia de cómo dos comunidades totalmente diferentes se unen por una causa común. Esta comedia dramática ganó una de las palmas de Oro del Festival de Cannes.


Dos días una noche (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne, 2014. Bélgica)


Los hermanos Dardenne son unos magníficos exponentes del cine social europeo. En esta ocasión contaron con Marion Cotillard para interpretar a la protagonista de esta historia, Sandra, un mujer que ha estado de baja por problemas psiquiátricos y a la que por teléfono le comunican que va a ser despedida, tras una decisión consensuada. En un contexto de disminución de beneficios para la empresa, los dueños le han trasladado el problema a los empleados: ¿prefieren mantener una paga extra de 1000 euros?, o ¿despedir a uno de ellos?. Sandra sólo dispondrá de un fin de semana (“dos días y una noche”) para convencer, uno a uno, a sus compañeros para que voten a favor de mantenerla a ella en la empresa, a cambio de renunciar al bonus previsto. Junto a este dilema ético de enfrentar el “yo” al “nosotros”, se abordan otros temas de calado como la precariedad laboral, el aislamiento y el egoísmo en nuestra sociedad.

La camarista (Lila Avilés, 2018. Mexico)


La debutante directora Lila Avilés nos aproxima de forma minimalista y sosegada a la rutina diaria de Eve, una persona entregada totalmente a su trabajo pero al mismo tiempo casi invisible para los demás. Evelia es una mujer que trabaja como camarista (camarera de habitaciones) en un lujoso hotel de Ciudad de México, tiene un hijo de cuatro años, pero a penas tiene tiempo para ocuparse de él. Su rutina diaria no está exenta de frustración, explotación y desdén, que ella conjunta con su ilusión de conseguir un ascenso, y con las muestras de solidaridad que recibe de algunos de sus compañeros de trabajo.



Sorry We Missed You (Ken Loach, 2019. Reino Unido)


¡Naturalmente, no podía faltar en este repaso un director tan comprometido con las causas sociales como Ken Loach!. Su último título narra la vida de una familia británica de clase obrera, en la que el padre trabaja como repartidor de paquetería a un ritmo extenuante y la madre es cuidadora a domicilio de ancianos y enfermos. Ambos trabajan de sol a sol, pero pese a eso no llegan a fin de mes, sus problemas crecen y la unidad familiar se desquebraja. Y no es el siglo XIX, sino en el XXI. Loach hace una rotunda crítica al régimen de los falsos autónomos y a su falta de derechos laborales, al mismo tiempo que propone una reflexión sobre las injusticias que sustentan el sistema laboral capitalista, las nuevas formas de explotación y la falta de oportunidades, pese al esfuerzo de los protagonistas.


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