Enrico
Nicola Mancini, Henry Mancini, es posiblemente el autor melódico más admirado
por sus compañeros y querido por el gran público. Su música representa todo un
camino de romanticismo y felicidad plena. No valorar en su justa medida algunas
de sus obras como las mejores partituras de la historia del cine no sólo
demuestra desconocimiento sino, lo que es peor, falta de rigor profesional y
nula sensibilidad.
Su
padre, Quinto Mancini, era un emigrante que había llegado a los Estados Unidos
desde el pequeño pueblo italiano de Scanno cuando tenía 13 años, y siempre
educó a su hijo con el cariño a sus raíces y el respeto a su nación de acogida.
Casado con Anna, trasladó a su familia a la ciudad de Aliquippa, en
Pennsylvania, al poco tiempo de nacer su hijo. Quinto era un entusiasta de la
flauta, y a los ocho años enseñó a Henry a tocarla. Pero éste quería aprender
aún más: a los 12 ya tocaba el piano como un virtuoso y, poco después, aprendió
arreglos musicales con Max Adkins, director de una orquesta casera de
Pittsburg, continuando su aprendizaje con los profesores Ernst Krenek, Mario
Castelnuovo-Tedesco y el Doctor Alfred Sendrey.
En
1942 comienza sus estudios musicales en la escuela Juilliard de Nueva York,
interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial, donde sirve en las fuerzas aéreas
y después en infantería, combatiendo en Lenz (Austria) y teniendo la más
horrible experiencia de toda su vida al presenciar las atrocidades cometidas
por los nazis en el campo de exterminio de Mathausen. En 1946, y gracias a las
amistades que había hecho durante la contienda con algunos miembros de la
banda, se incorpora a la orquesta de Glenn Miller como arreglador musical y
pianista, y en sus numerosas giras conoce a una cantante del grupo de Mel Torme
llamada Ginny O´Connor, con la que acabaría casándose en 1947 siendo la mujer
de su vida. Con ella tendrá a sus dos hijas, Felice y Monica, y a su
primogénito Christopher.
A
comienzos de los 50, Henry Mancini entra a formar parte del equipo musical de
los estudios Universal, dirigido por Joseph Gershenson, donde Mancini se
convierte en arreglista, compositor en la sombra, orquestador, pianista y
director musical de un gran número de películas de "serie B" de la
productora, colaborando con otros autores como Frank Skinner, Milton Rosen,
Herman Stein, Hans J. Salter, Stanley Wilson, Heinz Roemheld, Don Raye y Sonny
Burke. Algunos de estos filmes se hicieron muy populares: "Perdidos en
Alaska" (1952), con Abbott y Costello; "Música y lágrimas"
(1953), biografía de Glenn Miller; "La mujer y el monstruo" (1954) y
"Tarántula", dos clásicos de las "monster movies" de los 50
dirigidos por Jack Arnold; "Imitación en la vida" (1958), un intenso
melodrama de Douglas Sirk musicado por Skinner; y sobre todo "Sed de
mal" (1957), la obra maestra de Orson Welles por la que empieza a ser
respetado en Hollywood.
Cuando
abandona la Universal debido a una reducción de plantilla, Mancini comienza una
fulgurante carrera como compositor tras conocer al director Blake Edwards en
1958 en las series de televisión "Peter Gunn" y "Mr.
Lucky"; carrera que le reportará cuatro Oscar (dos a las canciones “Moon
River” y “Days of Wine and Roses” y dos a las partituras de "Desayuno con
diamantes" y "¿Víctor o Victoria?"); 20 premios Grammy con 72
nominaciones; y cuatro doctorados (Honoris Causa en música por la Universidad
de Pennsylvania, 1976; Honorario de Letras y Humanidades en Maryland, 1980; Humanidades
en Washington en 1981; y por California en 1983).
Mancini y Edwards |
Mancini
es, además, un verdadero maestro a la hora de versionar todo tipo de melodías.
Sus inquietudes sinfónicas le llevan a ofrecer su primer concierto en 1963 con
la orquesta de Cleveland, destacando entre estas composiciones su pieza “Beaver
Valley Suite” (1969). Rodeado de excelentes músicos e interpretando el piano en
numerosas de sus partituras, Mancini institucionaliza un estilo musical basado
primero en un jazz sencillo de asimilar y, más tarde, se atreve con todo tipo
de conceptos musicales que le llevan a ser uno de los pioneros en rentabilizar
la comercialización discográfica de sus bandas sonoras, claramente
influenciadas por el sonido pop de la época. Su versatilidad como compositor
queda evidente en el romanticismo de melodías inolvidables, como las de
"Los girasoles" o "La chica de Petrovka", la utilización de
coros "marca de la casa" en "Desayuno con diamantes",
"Charada" o la memorable "Dos en la carretera"; sus
divertidas marchas para "La carrera del siglo" o "El carnaval de
las águilas"; sus sintonías de series televisivas como "Mr.
Lucky", "Remington Steele" y "El pájaro espino"; sus
feroces partituras sinfónicas para "Amanecer blanco" y "Fuerza
vital"; y sobre todo esas maravillosas canciones que escribió durante
cuatro décadas y que forman parte ya de la memoria musical de espectadores y
melómanos de todo el mundo, con el "Moon River" de "Desayuno con
diamantes" a la cabeza de una larguísima lista de títulos, entre los que
figuran “In the Arms of Love” (de la película "¿Qué hiciste en la guerra,
papi?"), “Nothing To Lose” (de "El guateque"), “The Sweetheart
Tree” ("La carrera del siglo"), “Tomorrow Is My Friend” ("Los
locos años de Chicago") “The Greatest Gift” ("El regreso de la
pantera rosa"), “It´s Christmas All Over the World” ("Santa Claus: la
película") o “Simply Meant To Be” ("Cita a ciegas"), por citar
sólo unas pocas.
A
lo largo de su vida, Mancini fue una excelente persona, honesta y amable, y fue
ganando amigos en el mundo del espectáculo durante décadas: para Audrey Hepburn
escribió “Something for Audrey” de "Dos en la carretera"; con el Paul
Newman director hizo "Casta invencible", "Harry e hijo" y
"El zoo de cristal"; junto al letrista Leslie Bricusse escribió
canciones para "¿Víctor o Victoria?", "Santa Claus: la
película" y "Tom y Jerry: la película"; de Stanley Donen son sus
clásicos "Arabesco", "Charada" y "Dos en la
carretera"; Andy Williams fue quien más cantó su legendario “Moon River”;
y su compañero John Williams (que trabajó en sus comienzos en la banda sonora
de "Desayuno con diamantes") le entregó en 1992 el premio de la
Sociedad para la Preservación de la Música de Cine.
En
1993 le diagnostican un cáncer terminal y en 1994 fallece, no sin antes haber
compuesto las nuevas canciones para el musical “Victor/Victoria”, basado en la
película por la que ganó un Oscar en 1982.
Una docena de Bandas Sonoras
imprescindibles:
·
1958: Peter Gunn
(TV Series)
·
1959: Mr. Lucky (TV
Series)
·
1961: Breakfast
at Tiffany´s (Desayuno con diamantes)
·
1962: Hatari!
·
1962: Days of
Wine and Roses (Días de vino y rosas)
·
1963: Charade
(Charada)
·
1963: The Pink Panther (La pantera rosa)
·
1964: Dear
Heart (Querido corazón)
·
1967: Two for the Road (Dos en la carretera)
·
1970: Darling Lili
·
1970: Sunflower (Los girasoles)
·
1982: Victor/Victoria (¿Víctor o Victoria?)
|
Estudio de la B.S.O. “Charada”.
Manuel E. Díaz Noda.
En
su momento, Henry Mancini no fue únicamente un grandioso compositor, capaz de
marcar un estilo propio e imitado hasta la saciedad entre las décadas de los 60
y 70. También fue un artista extraordinariamente hábil a la hora de atraer a la
audiencia y llevar las ediciones discográficas de sus trabajos a cotas
comerciales impensables para el mercado de las bandas sonoras de la época.
Habituado a los estándares del mercado del jazz, el músico encontraba pobres
los recursos técnicos con los que contaba en la industria del cine para la
grabación y difusión de las partituras de sus películas. Esto le llevó a
instaurar una estrategia diferente, regrabando los temas más retentivos de sus
composiciones para crear así una edición discográfica de ajustada duración
capaz de rememorar la experiencia cinematográfica, pero que adquiría una
identidad propia e independiente de la música que acompañaba a las imágenes en
pantalla. Con este subterfugio, Mancini logró elevar sus discos a los más altos
puestos de los rankings de ventas y convirtió algunos de sus temas en
auténticos hitos musicales, aunque éstos, en ocasiones, se alejaran
discretamente de la versión cinematográfica con el fin de acercarse más al oído
del público. En general, esta estrategia siempre ha sido alabada y elogiada,
sin embargo, es inevitable apreciar en ella una cierta traición a la partitura
original, dejándola a la sombra de la versión más popular presente en el disco.
Esto es especialmente llamativo en el caso de “Charada”, uno de los trabajos
más populares de Mancini, que, gracias a la edición completa ofrecida por
Intrada a partir de las sesiones de grabación originales, podemos recuperar en
todo su esplendor, redescubriendo una partitura mucho más rica, ambiciosa y
dramática que lo que había registrado la edición de 1963.
Conocida
como “la mejor película de Alfred Hitchcock jamás realizada por él”, “Charada”
fue producida en un momento en el que el cine del maestro del suspense se
encontraba en pleno esplendor y había creado escuela entre los cineastas de
Hollywood. Stanley Donen, por su parte, era un director afincado principalmente
en la comedia y el musical, con un cuidado interés por el tiempo narrativo y la
estética en todas sus películas, elementos decisivos para este thriller de
espionaje, con altas dosis de comedia y romance. La presencia de Cary Grant
como uno de los protagonistas de la cinta ayudó a estrechar los parecidos entre
esta película y el cine de Hitchcock, al fin y al cabo, el galán era uno de los
actores fetiche del cineasta británico y tan sólo un par de años atrás había
protagonizado uno de sus tándem más celebrados, “Con la Muerte en los Talones”;
sin embargo, Grant era también un actor recurrente en el cine de Donen, siendo
“Charada” la cuarta y última de sus colaboraciones cinematográficas, tras
“Bésalas por Mí”, “Indiscreta” y “Página en Blanco”. Audrey Hepburn, por otro
lado, suponía una digresión del estilo de Hitch, su físico distaba de las
voluptuosas rubias que gustaban al realizador de “Encadenados”, “La ventana indiscreta”
o “Vértigo”. La actriz había trabajado ya a las órdenes de Donen en la
maravillosa “Una cara con ángel” y el cineasta estaba empeñado en emparejar en
la gran pantalla a las dos estrellas.
Pese
a la evidente intención de Donen de replicar los patrones narrativos del cine
de Hitchcock (marcados desde los títulos de crédito iniciales, con un Maurice
Binder imitando a Saul Bass), el apartado musical no pecó de intentar mimetizar
el estilo de Bernard Herrmann, sino que ofreció a Henry Mancini la oportunidad
de crear una partitura absolutamente propia. Si bien hacía pocos años que el
compositor había irrumpido en la escena hollywoodiense -tras una década de
trabajos no acreditados y labores de adaptación musical, su labor en “Sed de
Mal” marcó un punto y aparte en su carrera-, la reciente popularidad de sus
temas para “Peter Gunn”, “Desayuno con diamantes”, “Hatari” o “Días de vino y rosas”
le había colocado en una situación emergente dentro de la industria. Por otro
lado, su estrecha amistad con Audrey Hepburn pudo abrirle las puertas de esta
producción, sin olvidar que Cary Grant estaba ya en otra cinta musicada por
Mancini, “Operación Pacífico” de Blake Edwards.
La
nueva edición de Intrada mantiene, por supuesto, los temas clásicos de la
partitura. Desde el legendario tema principal, en sus dos trascendentes
variantes (instrumental para los títulos de crédito y vocal, con las magnífica
letra de Johnny Mercer), hasta un conjunto de temas variados, rítmicos y
descocados, de fuerte influencia jazzística y con una orquestación apoyada en
la percusión, las cuerdas y los vientos, de fuerte inspiración latina para
darle a la aventura ese tono exótico y desenfadado, clave para la faceta más
humorística de la cinta de Donen (“Megeve”, “Mambo Parisienne”, “Orange
Tamoure”). Estos temas, como comentábamos antes, son presentados en su versión
original y no de acuerdo a las variaciones posteriores que preparó Mancini para
la edición de la banda sonora en 1963, por lo que incluso en esto se ofrece una
novedad para los que estábamos habituados al sonido del disco original. Sin
embargo, el verdadero regalo que nos hace la nueva presentación radica
principalmente en los temas inéditos (un total de 15 cortes de los 28 que
componen esta edición), la mayor parte de los cuales corresponden a los
fragmentos más oscuros y siniestros de la película, potenciando el tono de
suspense y amenaza de la partitura y derivando la impresión global de la música
hacia un terreno más pantanoso y menos naíf del habitualmente atribuido a la
composición. Desde la incorporación del breve pero definitorio “Charade Logo”
(que corresponde al prólogo en el que el cadáver de Charles Lampert es arrojado
fuera del tren en marcha), pasando por temas como “Positive Identification”,
“Don´t Trust Him”, “Hook Fight” o “Poor Dead Herman”, nos encontramos con una
partitura mucho más rica en matices, que profundiza en la psicología y la
relación de los personajes y añade más peso al drama. La acción también queda
magistralmente subrayada en temas como “Metro Chase”, “Son of Metro Chase” o
“Game Over”, sublimes muestras de la capacidad de Mancini para acompañar las
secuencias más trepidantes y vertiginosas de la trama. Destaca también la
presencia de diferentes variantes del tema principal (“Empty Room”, “Mean Cat”,
“Fatherly Talk”), olvidadas en la edición anterior, y que sirven especialmente
a la hora de sustentar la fluctuante relación entre los dos protagonistas,
entre el romance, la confesión íntima y la desconfianza. Esto confluye hacia el
corte final (“True Identity and Finale”), sin duda la gran ausencia de la
edición del 63, ahora gratamente recuperada para deleite del aficionado.
Presentada
además de manera cuidada con un ilustrativo libreto, esta edición completa de
la partitura de “Charada” por parte de Intrada debería ser una compra obligada
para todo aficionado a la música para el cine, no sólo por cubrir una deuda
histórica con este gran clásico, sino por el mimo y la exquisitez con la que se
ha llevado a cabo este tributo.
Y,
para finalizar, os dejamos con un tema emblemático de este fabuloso compositor.
Se trata de “Moonriver” incluido en la banda sonora de la película “Desayuno con diamantes”. En esta ocasión el
tema "Moonriver" está interpretado por 2Cellos, un dúo de violonchelo formado por los
violonchelistas Luka Šulić y Stjepan Hauser, acompañados por la orquesta
sinfónica de la Sydney Opera House.
No hay comentarios:
Publicar un comentario