Durante décadas el nombre
de Georges Méliès apareció como el del primer director de un filme de ficción.
Es cierto que los hermanos Lumière patentaron en febrero de 1895 el
cinematógrafo, pero los Lumière tenían una visión científica, no artística ni
comercial, de su invento, y en un año otros creadores les adelantaron,
empezando a explorar la capacidad del cine de contar historias. Así fue cómo
Méliès entró en las enciclopedias como el del realizador pionero en la ficción.
Y sin embargo, la visionaria que entendió las inmensas posibilidades del cine
fue Alice Guy, aunque su nombre ha sido injustamente olvidado solo por una
razón: ser mujer.
En abril de 1896 Guy
dirigió “La Fée aux Choux (El hada de los repollos)”, la primera película que
duró más de un minuto, y la pionera también en contar una historia, el cuento
de hadas francés que asegura que los niños nacen en repollos y las niñas en
rosas. En “El hada de los repollos” inaugura además el uso de trucos visuales
en imágenes en movimiento y el montaje. Y sí, durante décadas trabajó entre
Francia y Estados Unidos, hasta realizar casi 1.000 filmes, pero desde los años
cuarenta su nombre desapareció de la historia del cine, a pesar de recibir la
Legión de Honor en 1955.
Falleció en 1968 en
Mahwah (Nueva Jersey) a los 94 años. Como cuenta su tataranieta, Alice Guy
Peters, "lo más asombroso de su vida, y lo que le hizo sufrir más en su
vejez, fue su desaparición en la historia del cine. Dedicó sus últimos 30 años
de su vida a buscar sus películas en Francia y Estados Unidos...".
Alice Guy nació en
Saint-Mandé, entonces suburbio de París, en 1873. Su infancia transcurrió entre
Suiza, Francia y Chile en varios internados: quinta hija de un editor y dueño
de una cadena de librerías, su padre nunca la apreció mucho ya que
probablemente fuera ilegítima. A la muerte de su progenitor, su madre comenzó a
trabajar y Alice Guy a estudiar mecanografía y taquigrafía. Gracias a ello
entró en 1894 en la empresa Le Comptoir Général de la Photographie. El verano
de aquel año, uno de los directivos de la compañía, Léon Gaumont, creó su
propio negocio fotográfico y se llevó a Guy como secretaria. Los Lumière
invitaron en marzo de 1895 a Gaumont y a Guy a ver una demostración de su
cinematógrafo. Así que cuando el 28 de diciembre de 1895 realizaron su primera
proyección con público en el Salón Indio del Gran Café (diez películas por un
franco), en lo que se considera oficialmente el nacimiento del cine, Guy -que
había hecho teatro de ficción y sabía cómo podía contar historias- ya había
convencido a su jefe de que allí había un negocio. Sin embargo, Gaumont solo
apostaba por el futuro del aparato, no de las películas, y hasta 1897 no creó
una división de producción cinematográfica en su empresa, cuya dirección confió
a Guy. Con una condición, como explica la cineasta en sus memorias:
"Siempre que la tarea no me impidiera seguir realizando mis funciones como
secretaria". Así lo hizo durante una década.
Entre 1902 y 1907 Alice
Guy dirigió 100 fonoesferas o películas rodadas para el cronógrafo, aparato que
permitía sincronizar imagen y sonido grabado. Muchas de ellas se han perdido,
aunque queda constancia de ellas en cartas, periódicos y libros. En 1905 rodó
en España varios filmes como “Voyage en Espagne” o “La malagueña y el torero”
(coloreada a mano, existe una copia restaurada en la Filmoteca Española). Y al
año siguiente abordó su “La pasión o la vida de Cristo”, la primera
superproducción de la historia, 30 minutos en los que se usaron 25 decorados y
más de 300 extras con exteriores en el bosque de Fontainebleau. En marzo de
1907 se casó con el cámara Herbert Blaché, y se mudó a EE.UU., donde Gaumont
quería expandir el negocio. Sin embargo, ellos crearon la productora Solax en
1910 y Blaché Features en 1913. Al otro lado del Atlántico, Guy Blaché dirigió
sin parar hasta llegar a 1.000 filmes: westerns, comedias, dramas, películas de
ciencia ficción... Incluso rechazó adaptar la novela Tarzán de los monos. Pero
un tormentoso divorcio la llevó a regresar a Francia en 1922, y su estrella se
apagó. Los libros de historia del cine redujeron sus méritos a secretaria,
"posible amante de Gaumont" o adjudicaron la autoría de sus filmes a
sus directores de fotografía: una mujer no podía haber hecho todo aquello.
"[En Francia] mientras una mujer esté, como se dice, en su lugar, no
recibe ningún reproche, pero si ella asume y ejerce las prerrogativas asignadas
a sus hermanos se la mira mal. La actitud hacia las mujeres en EE.UU. es muy
distinta", aseguró en una entrevista en 1912.
Desde 1940 la cineasta
vivió con su hija Simone, que trabajó en el servicio diplomático estadounidense
por toda Europa y Estados Unidos, hasta que Alice Guy falleció en una
residencia de ancianos en Nueva Jersey. Y su nombre acabó enterrado, olvidado y
circunscrito a los pies de páginas de las enciclopedias.
Más información sobre Alice Guy-Blaché en otras entradas de
este mismo BLOG:
La Gran Historia del
Cine: Alice Guy, la primera directora de cine
Un homenaje a Alice Guy,
la primera mujer directora de cine
Algie, el minero (Alice Guy-Blaché,
1912)
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