¿Quién no se ha puesto alguna vez del lado del malo de la película? A mí me pasa con Tom Ripley, el personaje creado por Patricia Highsmith en su novela A pleno sol (1955).
En 1960 René Clément adaptó por primera vez la obra al cine con Alain Delon en el papel del poliédrico y encantador psicópata Tom Ripley. Casi cuatro décadas después, tendría el rostro de Matt Damon, en la versión de 1999 de Anthony Minghella, El talento de Mr. Ripley.
Patricia Highsmith decía: “No se pueden hacer historias interesantes con imbéciles”. Así justificaba la personalidad de su célebre Tom Ripley, uno de los talentos criminales más inmorales que ha dado la historia de la novela negra, enigmático y resbaladizo, turbador y fascinante. Escribió cinco novelas con este personaje como protagonista al que han dado vida en el cine Alain Delon (A pleno sol, 1960), Dennis Hopper (El amigo americano, 1977), Matt Damon (El talento de Mr Ripley, 1999) y John Malkovich (El juego de Ripley, 2002).
Delon, un seductor en estado puro, la película lo encumbró a la categoría de mito erótico. Hopper, un vaquero en Hamburgo, que ha perdido toda empatía con sus semejantes. Damon, el envidioso, un joven con afán de ascenso rápido en la escala social. Malkovich, el más culto y despiadado, maduro, sereno, enriquecido y enamorado del arte.
“A pleno sol” lo escribió Patricia Highsmith durante un viaje que hizo por Europa con el dinero ganado con su novela “Extraños en un tren”, llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1951. Anyhony Minghella adapta de una forma magistral la ya de por si magistral novela. El recuerdo de "A pleno sol" de Clément pesaba mucho, pero Minghella explota al máximo las posibilidades de una historia increíblemente compleja e intrincada. Respaldado por un reparto en estado de gracia: Matt Damon (Tom Tipley), Jude Low (Dickie Greenleaf), Gwyneth Paltrow (Marge Sherwood), Cate Blanchet (Meredith Logue), Philip Seymour Hoffman (Freddie Miles) y Jack Davenport (Peter Smith). Con un equipo técnico de primerísima linea, el diseño de producción de Ray Wolker, la música de Gabriel Yared, la fotografía de John Seale, y el vestuario Ann Roth. La película de Minghella provoca un placer intenso y casi maligno.
Seguimos a Tom Ripley en la búsqueda de Dickie Greenleaf, hijo vividor de un millonario al que su padre quiere que Tom convenza de volver a casa, previo pago de cierta cantidad de dinero. Encontrarle supondrá para Tom descubrir un mundo de lujo y de bohemia que ni siquiera había soñado, iniciará una amistad tumultuosa con Dickie y descubrirá hasta donde puede llegar en sus habilidades y en su abyección. Y unas vacaciones en Italia se convertirán en una pesadilla. Empezará la huida de Ripley de la que seremos involuntarios cómplices. De tal manera nos absorbe el personaje que nos alegramos cuando sale airoso de situaciones difíciles. Deseamos que se salga con la suya, aunque sabemos que comete actos deleznables.
El trío protagonista en las versiones de Clément y Minghella |
La versión de René Clément de la obra de Patricia Highsmith es más libre, hasta el nombre le cambia al playboy multimillonario que en su “A pleno sol” se llama Philippe, aunque conserva el apellido Greenleaf, papel interpretado por Maurice Ronet; Marie Laforêt interpreta el papel de Marge Sherwood, la novia del playboy. La película se filmó en pleno auge de la llamada nouvelle vague, sin embargo ha superado el paso del tiempo bastante mejor que la mayor parte de las películas de su época. El desenlace de la versión de Clément se aleja bastante del de la novela, que tiene un final abierto, como la película de Minghella.
Todo lo que hace Ripley es ambiguo, se ha definido como la venganza de la clase media sobe la clase privilegiada, así lo que empieza como un choque cultural de clases, se adentra en cuestiones mucho más complejas, como la homosexualidad no asumida de Ripley.
Dos excelentes películas y una excelente novela, pero sobre todo un fascinante personaje.
Dos excelentes películas y una excelente novela, pero sobre todo un fascinante personaje.
Ana Márquez
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