Título original: Suspense. Dirección: Louis Weber, Phillips
Smalley. País: USA. Año: 1913. Duración: 10 min. Género: Thriller, Drama. Producción: Rex Motion Picture Company.
Película Muda. Blanco y
Negro.
Reparto:
Lois Weber, Val Paul,
Douglas Gerrard, Sam Kaufman, Lon Chaney.
Sinopsis:
Una madre abandona a su
hija dejando una carta de despedida. Por los alrededores de la casa pasea un
vagabundo de aspecto peligroso. La nana se da cuenta de algo extraño y
telefonea al padre de la bebé. Desesperado, intuye la tragedia...
Comentarios:
A pesar de ser señalada
por los estudiosos como la primera mujer directora de cine en los EEUU, se ha
relegado a Lois Weber a un segundo plano en la historia del séptimo arte desde
luego para nada merecido. Pues no solo nos hallamos ante un icono del
feminismo, que también, sino igualmente ante una creadora de imágenes
innovadoras y fascinantes que nunca antes habían sido plasmadas. Es por ello
una pionera en cuanto a narrativa que supo crear un imaginario propio e
intransferible que posteriormente fue cosechado por nombres tan importantes
como Alfred Hitchcock, Brian De Palma o Stanley Kubrick. Y es que Lois Weber
fue una autora avanzada a su tiempo, una visionaria que creó el género de los
géneros: el thriller. Una de las primeras directoras (directores si se me
permite emplear este término como neutro) que se atrevió a forjar una crónica
lineal con su inicio, nudo y desenlace tal como lo conocemos hoy en día, puesto
que sin la aportación precursora de Weber la expresión cinematográfica hubiera
tomado un sentido diferente al que se dio, siendo por tanto su importancia tan
relevante como la que señala a D.W. Griffith o Georges Méliès en cuanto a
modernización de la estructura de este arte centenario.
Y esto es Suspense. El primer thriller moderno de
los anales del celuloide. Una pepita de oro de incalculable valor arqueológico.
Una cinta adorada (solo hace falta verla para apreciarlo) por los anteriormente
mencionados Hitchcock, De Palma o Kubrick quienes emplearon las nuevas técnicas
desarrolladas por Weber en este simbólico film en algunas de sus más recordadas
cintas. Porque en Suspense se observa
la esencia de obras como La sombra de una
duda, Sospecha, Encadenados, Vértigo, Carrie, Fascinación,
Impacto, Doble cuerpo, Vestida para matar o El resplandor. También La
carreta fantasma de Victor Sjöström. Esto es, de todo el cine de suspense y
terror que nació de las simientes de esta obra maestra de referencia.
El planteamiento no puede
ser más sencillo, obvio al tratarse de un cortometraje de diez minutos de
duración realizado en 1913 que condensa una trama tan encantadora como
contundente. El corto se abre mostrando a una mujer empleada en el servicio de
una casa de campo apartada de todo síntoma de civilización que decidirá
abandonar el lugar dejando como muestra de ello una carta de despedida a sus
señores. La nodriza observará a través de la mirilla de la puerta de la
habitación donde descansa la cuna de un bebé a la madre acunando a su criatura
(interpretada por la propia directora Louis Weber). Secuencia fundamental, uno
de los primeros planos subjetivos de tono vouyerista que sería en años
posteriores mimetizado y mejorado por Vittorio De Sica o Seijun Suzuki en sus Umberto D o Branded to Kill.
El abandono de la casa
por parte de la niñera se verá acompañado por la aparición de un mendigo que
anda merodeando por los alrededores. Así al visualizar el retiro de la
empleada, el merodeador aprovechará este hecho para asaltar la casa con la
intención de robar tanto víveres como dinero sin sospechar que dentro se halla
la madre y su pequeño retoño. Sin embargo la mujer ya había avisado mediante
una llamada telefónica a su marido de la huida de la cuidadora así como de la
presencia de una sombra extraña en los límites del hogar. Por tanto el cónyuge
acudirá raudo y veloz con la compañía de la policía a su casa para tratar de
defender a su mujer y su hijo de la amenaza que supone la irrupción de un ente
desalmado que no dudará en sacar su cuchillo para atemorizar a sus rehenes.
Suspense se eleva como una cumbre
que marcó un punto de inflexión en cuanto a verbo y estilo. Un regalo que
agrupa en sus escasos diez minutos de metraje todas y cada una de las técnicas
que un director especializado en el thriller debe usar para generar tensión e
intriga. Para los amantes del género será una auténtica gozada ver esos
primerísimos planos subjetivos; también ese artificio consistente en dividir la
pantalla en tres planos ubicados en espacios diferentes para mostrar las
andanzas en paralelo de tres personajes en el mismo instante temporal en una
sola escena simultánea (sí, Brian De Palma no solo homenajeó a Hitchcock sino
que debe buena parte de su estilo a Louis Weber); asimismo creo que aquí se
contempla por primera vez un plano motorizado consistente en situar la cámara
sobre un coche que circula a toda velocidad siendo el espejo retrovisor un
elemento que servirá para introducir un plano adicional que fotografía al coche
de policía que sigue los pasos del carro del marido circulando a toda
velocidad.
Pero lo que más me gusta
de la película de Weber es su capacidad para generar incomodidad en el
espectador con el solo recurso del empleo de una cámara. Así, la escena del
asalto a la casa por parte del merodeador se asoma como una cumbre del género
de intriga y de terror. Kubrick la homenajeó en El resplandor con su famosa escena del hacha y Jack Nicholson. Aquí
Weber sin llegar a esos gestos histriónicos de su antecedente logró crear la
misma tensión con unos simples planos fijos. También moldeando un par de
picados absolutamente portentosos y enfermizos reflejando la maldad innata
focalizada en el primer plano deformado del rostro del mal simbolizado en la
tez del atracador. Y como en todo buen thriller no podía faltar ese montaje en
paralelo que transcurre mientras el merodeador traspasa la puerta de la casa en
busca de no sabemos si el robo de material precioso o el asesinato de los
huéspedes y la carrera en coche que emprende el marido de la esposa amenazada
en compañía de la policía en una especie de contrarreloj que emerge como un
diamante en bruto del género de acción y suspense.
Todo ello convierte a
este cortometraje en una de las mayores obras maestras de los orígenes del
cine, una pieza de indispensable visionado para todos los que amamos este
hermoso arte y todo un manual de consulta en cuanto a cómo crear una pieza
inquietante y desasosegante con los más humildes mimbres, sin trampa ni cartón,
tan solo explotando el poder de la imagen, de sus planos, del lenguaje
cinematográfico exento de estallidos y diálogos, sin duda la mejor forma de
lanzar un mensaje claro y subliminal que traspasa el subconsciente del
espectador para permanecer allí hasta el fin de nuestros días. Algo tan
complicado de conseguir y que Louis Weber alcanzó a idear partiendo de su
sabiduría pionera, aquella inmaculada de pretensiones egocéntricas lanzadas
solamente para llamar la atención. Pues en Suspense
asistimos a una clase magistral rubricada desde la humildad que ostentaban
aquellos pioneros que se asomaban al arte recién nacido con la ilusión de un
niño. (Rubén Redondo)
Recomendada.
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