Título original: Wadjda. Dirección: Haifaa Al-Mansour. País: Arabia Saudí. Año: 2012. Duración: 98 min. Género:
Drama.
Haifaa Al-Mansour (Guión), Max Richter (Música), Lutz Reitemeier (Fotografía), Andreas Wodraschke (Montaje), Norddeutscher Rundfunk, Bayerischer
Rundfunk, Rotana Group (Producción).
Nominada a Mejor película
de habla no inglesa en los BAFTA 2013. Nominada a Mejor película extranjera en
la Asociación de Críticos de Chicago 2013.
Estreno en España: 28 Junio 2013.
Reparto: Reem
Abdullah (Mother), Waad Mohammed (Wadjda), Abdullrahman Algohani (Abdullah), Sultan
Al Assaf (Father), Ahd Kamel (Mr. Hussa).
Sinopsis:
Wadjda tiene diez años y
vive en una sociedad tan tradicional que ciertas cosas como ir en bicicleta le
están totalmente prohibidas. A pesar de todo, es una niña divertida y
emprendedora que bordea siempre el límite entre lo autorizado y lo prohibido.
Wadjda desea tener una bicicleta para poder competir con su amigo Abdullah en
una carrera, pero su madre no se lo permite porque las bicicletas son un
peligro para la dignidad de una chica.
Hace tiempo que no
escucho esa frase tan manida de que no importa el tema sino su desarrollo, lo
cual probablemente es cierto. Pienso en ello al termino de la película La bicicleta verde. Wajda. Si alguien me pregunta por su argumento le contaré con
expresión de inocencia que es la historia de una niña obsesionada por tener una
bicicleta verde. Y puedo intuir que su gesto será de pasmo o que a continuación
me preguntará: ¿Y....? También intentaré que mi memoria rebobine con inmediata
agilidad y pueda recitarle un montón de argumentos presuntamente simples o
etéreos que se convirtieron en películas auténticamente poéticas.
Y, por supuesto, habría
que aclararle con celeridad a tu interlocutor que lo insólito de este argumento
es que se desarrolla en un suburbio de Riad y que algo tan normal como que una
cría desee poseer una bicicleta para poder correr con ella junto a la de un
niño con el que le une un rollo muy tierno y cómplice, con el que se ríe, se
divierte, se pelea, coquetea, puede convertirse en un pecado intolerable para
sus profesoras, su familia, su entorno, la educación que pretenden implantarle.
También habría que informar a tu oyente que esta es la primera película que
dirige una mujer en Arabia Saudí y que las condiciones para que pudiera hacerlo
exigen riesgo, que lo que debería ser natural supone una experiencia tan
insólita como peligrosa. Es posible que el rostro del que te está oyendo siga
en lógico estado de impavidez. Lamentando, como no, tanto como tú, la opresión,
la discriminación, la injusticia e incluso la barbarie que padecen en
determinados países con tradiciones y religión temibles los seres que han
tenido la mala suerte de pertenecer al género femenino. Y después de haber
soltado tu inacabable rollo sobre los méritos sociológicos de La bicicleta verde, deberás aclarar
finalmente que no es una obra de arte, que su narrativa no es apasionante, pero
sí que van a encontrarse con un una película agridulce, que te hace sonreír de
vez en cuando, que habla con sutileza de una moral tan hipócrita como
asfixiante, eficazmente contada y resuelta, protagonizada por una niña que te
puede enamorar.
Se llama Waad Mohammed.
Tiene los ojos muy negros y no más de nueve o 10 años. Es espontánea, pero
también pícara, a pesar de ser tan pequeña ya conoce los manuales de la
supervivencia, el disimulo y la astucia, la obligatoriedad de aprender mejor
que ninguna otra compañera el Corán si eso va a servirle para comprar su sueño,
la necesidad de comunicación que tiene su desolada madre, una mujer enamorada
de su marido que lleva muy mal el abandono en una sociedad que bendice la
caprichosa o estratégica poligamia de los hombres. Ojalá que la directora Haifa
Al-Mansour pueda seguir haciendo cine. Pero sospecho que va a tenerlo crudo
para realizarlo en su país. (Carlos Boyero)
Recomendada.
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