Título original: An. Dirección: Naomi Kawase.
País: Japón. Año: 2015. Duración: 113 min. Género: Drama.
Naomi Kawase, basado en
la novela “An” de Durian Sukegawa (Guión).
David Hadjadj (Música), Naomi Kawase,
Tina Baz (Montaje), Shigeki Akiyama
(Fotografía), Kyoko Heya (Dirección artística), Yasuhiro Ohta (Iluminación), Roman Dymny (Diseño de sonido), Masa Sawada,
Koichiro Fukushima, Yoshito Oyama (Producción).
Sección oficial de la
sección “Una cierta mirada” del Festival de Cannes 2015. Sección oficial del
Festival de Cine Internacional de Valladolid (Seminci 2015).
Estreno en España: 6 noviembre 2015.
Intérpretes: Kirin Kiki (Tokue),
Miyoko Asada (Propietario de la tienda), Etsuko Ichihara (Yoshiko), Miki Mizuno, Masatoshi Nagase (Sentaro),
Kyara Uchida (Wakana).
Sentaro tiene una pequeña
pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa
llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él
accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para
hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza
a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones
para confiarse sus viejas heridas.
Comentarios:
Ya advertía Paul Schrader
en su fundamental El estilo trascendental
en el cine que “sólo se puede extraer una obra de su cultura hasta cierto
punto”, antes de pasar a analizar las singularidades de la espiritualidad
oriental de Yasujiro Ozu en relación con las modulaciones occidentales de la
espiritualidad de Dreyer y Bresson. En una curiosa inercia del ejercicio
crítico, a la japonesa Naomi Kawase le está cayendo una y otra vez el sambenito
de estar haciendo cine new age,
cuando, en realidad, lo suyo tiene bastante más que ver con la continuidad
–sumada a una modulación personal- de la mirada zen: sus personajes forman
parte –si bien contingente, frágil y minúscula- del orden natural y saben que
la trascendencia nunca está más allá, sino más acá, en la aceptación serena de
un lugar en el mundo. Si homologar el sentido místico de su cine a lo new age es, por tanto, un síntoma de jet lag cultural, también implicaría
caer en un error de bulto emparentar este último trabajo con la trivial
obsesión contemporánea –y occidental- por
el fenómeno de la street food. Una pastelería en Tokio apunta más alto y
cala más hondo.
Por primera vez en su
carrera, Kawase adapta obra ajena –la novela An (Mermelada de judía roja) de Durian Sukegawa- y centra su mirada
en Tokio para proponer un relato de vocación clásica en un camino hacia la
accesibilidad del discurso que no supone renuncia alguna a los firmes
fundamentos de su identidad autoral. A partir de elementos mínimos –la relación
entre un solitario vendedor de dorayakis y la veterana cocinera que emplea en
su puesto callejero-, Una pastelería en
Tokio propone un diálogo entre dispares formas de exclusión social –una de
ellas vinculada a motivos de salud; la otra, a imperativos económicos- para ir
construyendo un sensible discurso sobre la posibilidad de construir comunidades
afectivas provisionales a fin de combatir la intemperie social y reconstruir la
armonía con ese orden natural que siempre es más grande que lo humano.
Como señalaba Schrader,
en efecto “sólo se puede extraer una obra de su cultura hasta cierto punto”:
con los mismos materiales, Occidente habría podido hacer una película realmente
temible, sobrecargada de golpes bajos sentimentales e impostados aspavientos. (Jordi
Costa)
Recomendada.
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