Título
original: The Horse Soldiers. Dirección: John
Ford. País: USA. Año: 1959. Duración: 119 min. Género:
Bélica, Western, Aventuras.
Guión: John Lee Mahin, Martin
Rackin (basado en una novela de Harold Sinclair). Fotografía: William H. Clothier. Música: David Buttolph. Dirección
artística: Frank Hotaling. Montaje:
Jack Murray. Maquillaje: Web
Overlander. Efectos especiales: Augie
Lohman. Producción: John Lee Mahin, Martin Rackin.
Nominada al Mejor
Director 1959 por Sindicato de Directores (DGA).
Estreno mundial: 11 Junio 1959 (USA)
Reparto: John Wayne, William
Holden, Constance Towers, Althea Gibson, Hoot Gibson, Russell Simpson, Anna Lee.
Sinopsis:
Un severo coronel de La
Unión está al frente de un regimiento que debe infiltrarse en pleno territorio
confederado para cumplir una difícil misión. En esta aventura lo acompaña un
médico de buenos sentimientos. Para evitar que revele sus planes al enemigo, se
ven obligados a llevarse como rehén a una joven rebelde sureña que conoce la
misión.
Comentarios:
Si analizamos los títulos que componen la filmografía de John Ford centrada en la temática del Oeste, uno de los recursos más utilizados para narrar los acontecimientos es la exposición de dos posturas enfrentadas representadas por dos personajes masculinos claramente definidos.
Estos personajes asumen un determinado rol que le sirve al director para mostrar al espectador dos maneras de entender la vida, dos formas de afrontar un hecho, un suceso o una misión; en unos casos tendremos una relación puramente profesional, en otros habrá una relación de amistad. Estructurando el guión a través de esta dualidad, Ford plantea las dos posiciones sin tener que decidirse necesariamente por alguna, dejando al espectador la libertad de decidir cuál es la más adecuada.
En Fort Apache, el capitán York (John Wayne) y el coronel Thursday (Henry Fonda), aun sometidos a las estrictas reglas del ejército, son capaces de plantear un conflicto por la distinta forma de entender la misión encomendada. Igualmente podemos observar una situación parecida en Dos cabalgan juntos, donde un miembro del ejército y un civil se enfrentan a la misión de recuperar a un grupo de hombres, mujeres y niños secuestrados por los indios; o en El hombre que mató a Liberty Valance, donde la lucha se plantea entre la civilización representada por un hombre de leyes, James Stewart, y el «salvaje oeste», John Wayne.
Misión de audaces (The horse soldiers, 1959), basada en la novela de Harold Sinclair, tiene un idéntico planteamiento. En el marco de la Guerra Civil americana, un grupo de soldados del ejército de la Unión, comandados por el coronel John Marlowe (John Wayne), deben realizar una peligrosa incursión en territorio sudista para destruir un enclave estratégico ferroviario que se ha convertido en un núcleo importante de abastecimiento. En esta misión el encargado médico es el mayor Hank Kendall (William Holden).
Desde el principio, la relación entre ambos es de claro enfrentamiento: en la primera escena en que aparece el cirujano, el coronel Marlowe ya le reprocha que no lleve el uniforme del ejército. A partir de ese momento cualquier suceso sirve para mostrar la diferencia entre ambos hombres: la elección de los soldados para la misión, la atención dispensada por el médico a una mujer de color que está pariendo en una cabaña, etc.
Aunque forman parte de la misma institución, el ejército, representan dos modelos absolutamente diferenciados. Por un lado, tenemos el oficial al mando, un civil en tiempos de paz que ahora ha ido ascendiendo desde la base hasta convertirse en un oficial, no es un militar de West Point como se reitera en la película, y cuyos modales toscos remiten a un tipo de hombre hecho a sí mismo; por otro lado, el médico, que aunque es consciente que pertenece al ejército, sabe que antes que soldado es doctor y, además, es descrito como un hombre atento con una notoria educación.
Una vez más se reproduce el esquema de tradición -entendiendo por tradición aquellos valores naturales-frente a civilización; es el enfrentamiento entre el aprendizaje práctico de la vida y el aprendizaje conseguido a través del estudio. Esta dualidad queda patente en las actitudes y comentarios de los protagonistas.
El personaje del cirujano que interpreta William Holden, pese a ser un militar de carrera que sí ha estado en West Point (allí conoció al capitán sudista que más tarde aparece en la escena del asalto a la ciudad), deja bien claro que su trabajo es científico y fruto del estudio, que confía en la práctica de la medicina y es por eso que cuando se despide de su ayudante tras la toma del objetivo militar (el ayudante se queda en la ciudad destruida para cuidar de los heridos), el médico le aconseja a éste que estudie y termine su carrera.
El coronel Marlowe adoptará idéntica postura en cuanto a la contundencia de sus opiniones, pero para mostrar exactamente lo contrario. Él no es un militar formado profesionalmente en el ejército, por lo que entendemos que su ascenso en el escalafón castrense ha tenido que ser consecuencia de su valor y arrojo en las misiones encomendadas. En su vida profesional el esquema se reproduce de la misma forma, es ingeniero de ferrocarriles, pero ese puesto no es fruto de años de estudio. En la cena que tiene lugar en la casa de Miss Hunter (Constance Towers) se detalla cómo el coronel Marlowe empezó como peón en los ferrocarriles hasta que terminó ascendiendo al puesto de ingeniero.
Pero las posturas que se manifiestan en Misión de audaces, pese a la defensa férrea de los personajes, no es tan estricta como en otras ocasiones. Si echamos la vista atrás y fijamos nuestra mirada en Fort Apache, observamos cómo en ese filme el enfrentamiento entre el capitán y el coronel llega hasta el final y no se aprecia ningún cambio en los personajes, el coronel cree en lo que hace y morirá junto a sus hombres por ello.
Sin embargo en Misión de audaces, quizá porque los
personajes tienen otra ocupación distinta de la mera carrera militar, las
convicciones no son tan fuertes, y los personajes dudan de sus planteamientos
iniciales sufriendo una evolución a lo largo de su aventura. El coronel Marlowe
sabe que su misión es destruir el pueblo arrasando el tendido del ferrocarril,
precisamente lo que es el objeto de su profesión, y ordenará a sus hombres que
lo hagan con el máximo rigor, aunque tras el enfrentamiento con el ejército
sudista y la considerable lista de bajas en ambos bandos, no tendrá más remedio
que ahogar sus penas en la cantina y expresar su rabia arrojando la copa contra
el cristal.
La transformación también
se refleja en el personaje femenino, Miss Hunter pasa de ejercer una oposición
en toda regla intentando obtener información de la misión del enemigo, fugarse
o alertar a las tropas sudistas, a encontrarse en la parte final del filme en
un estado tal de desesperación que le lleva a ser incapaz de revelarse e
incluso a ser capaz de enamorarse de la persona que tanto la ha hecho sufrir.
Al final del filme
veremos cómo las relaciones conflictivas que marcan el triángulo de los
personajes principales (la rivalidad entre los dos hombres y la mujer, las
diferencias entre el oficial y el cirujano) desaparecen para dejar paso a una
comprensión de sus obligaciones y un respeto por el trabajo que ambos realizan
(Marlowe como oficial y Kendall como cirujano).
Con una estructura basada
en el recorrido de la misión, el espectador puede apreciar cómo toda la
formalidad y claridad que se plantea en la exposición inicial va sufriendo un
perceptible cambio donde lo general, los efectos de la guerra, y lo particular,
la situación individual de cada personaje, confluyen para explicitar que el
pensamiento y la trayectoria inicial puede ser factible de modificación en las
diferentes posturas adoptadas por los protagonistas.
En este sentido, el río
se convierte en la metáfora que representa la evolución de los personajes, ese
río que fluye continuamente y marca el camino de los soldados: desde el principio,
cuando sirve como lugar de descanso o amparo para los soldados emboscados,
hasta el final, que se convierte en el obstáculo que se debe cruzar para
mantenerse a salvo.
La temática principal
sobre la que se despliegan las películas del oeste de John Ford es la
descripción de las diferentes situaciones que se desarrollan en torno a la
caballería y los indios. Sin embargo, en Misión
de audaces el argumento se centra en un episodio de la Guerra de Civil y la
visión que nos muestra el autor de La
diligencia aparece teñida del pesimismo que supone el enfrentamiento de la
guerra fraticida.
La película se encarga
más de exponer el horror de la guerra que de entrar directamente en tomar
partido por algún bando. Es verdad que acompañamos al ejercito del Norte y que
el guión deja entrever algunas de las circunstancias que desembocaron en el
conflicto (la situación de la población negra, la independencia y la riqueza de
los terratenientes del Sur), pero por encima de estas valoraciones, lo que destaca
la película es el enorme costo emocional que supone una contienda de estas
características.
De hecho, en Misión de audaces podemos ver cómo la
imagen del Sur refleja la dignidad de aquellos que creen en sus ideas y son
capaces de defenderlas con su vida. El filme recoge dos momentos que
ejemplifican esta consideración: el asalto frontal que realizan las tropas
sudistas para intentar liberar la ciudad y que se convierte en un baño de
sangre, y el episodio protagonizado por la academia de cadetes, donde sólo
quedan unos pocos niños, que se enfrentan a los soldados, llegando a ser
capaces de poner en desbandada a las tropas de Marlowe, que prefieren batirse
en retirada pues sabe que enfrente tiene a un puñado de niños guiados por un
anciano. Pero esta dignidad no degenerará en la complacencia con el Sur que
encontramos en otros filmes como Lo que
el viento se llevó, donde el espíritu conservador empapa todo el metraje.
Y es que frente a la
política, el partidismo de ambos bandos o la necesidad de realizar una
determinada acción en el frente, lo que el filme pretende destacar en cómo la
guerra afecta individualmente a cada una de las personas que intervienen en
ella. Hay momentos de desolación, como la escena donde el médico ayuda a traer
una persona al mundo instantes después de que un soldado haya muerto en la
primera escaramuza con el enemigo, o las terribles situaciones que se viven en
el hospital improvisado en el hotel tras el enfrentamiento en la ciudad, y que
se muestran junto a las escenas de destrucción de la vía férrea, en la que se
nos indica el elevado precio que se ha pagado para la destrucción de unas
instalaciones.
Cuando John Ford vuelva a
retomar en su filmografía la Guerra Civil americana, el episodio La guerra civil que forma parte de la
epopeya fílmica La conquista del Oeste,
la tesis mantenida será la misma, el terrible costo de la guerra hace inviable
tomar partido por cualquier bando y las consecuencias afectan tanto a los
grandes hombres como a los desconocidos (los soldados de a pie, las familias,
etc.), constituyendo una visión pesimista que rompía con el tono épico que
imperaba en el resto del filme (codirigido por el ya mencionado Ford, Henry
Hathaway y George Marshall).
Una de las razones que
hace grande Misión de audaces es la
mezcla de diferentes esquemas o estructuras de narración que se combinan para
ofrecer un resultado final. La película es una aventura que se centra en la
consecución de una misión que incorpora elementos dramáticos, como es la
descripción de las consecuencias de la guerra, pero que aparece salpicada de
elementos que pueden hacer que la definamos como una comedia: la llegada de los
soldados a la casa de Miss Hunter y la cena ofrecida a los oficiales, la
relación de amor/odio que se establece entre los dos hombres y la mujer, las
diferencias entre el rudo oficial y el educado cirujano.
Pero no son elementos
puntuales que se introducen en la narración, lo verdaderamente extraordinario
es la capacidad del guión para pasar de los momentos dramáticos a los cómicos
prácticamente sin dilación, aprovechando las disputas de los personajes principales
y el juego con los secundarios (los soldados característicos de su cine): sólo
John Ford es capaz de rematar la escena de los cadetes que atacan a los
soldados con la tunda que le propina un soldado, siguiendo las órdenes del
coronel Marlowe, en el trasero a un niño capturado.
El filme nos deja además
algunos ejemplos de cómo el director de Centauros
del desierto es capaz de condensar en pocos instantes toda la maestría
acumulada:
a) Al principio del filme
somos capaces de apreciar en tres planos el esfuerzo de la marcha de los
soldados, pasando de un plano inicial donde el grupo marcha cantando, uno
posterior donde apenas susurran la canción y uno final donde aparecen
arrastrándose debido al cansancio.
b) En uno de los momentos
más dramáticos para el personaje femenino (acaba de perder a su criada por un
disparo fortuito efectuado por los sudistas al pasar por un pueblo), y rodeada
de un mundo masculino incapaz de expresar sentimientos (el coronel apenas puede
articular unas palabras de consuelo), uno de los soldados que la custodian le
entrega un trozo de espejo que le sirve a Miss Hunter para apreciar su
transformación, que ella y nosotros sabemos que no se refiere sólo al aspecto
físico.
c) El coronel Marlowe ya
hemos insistido en que aparece descrito a lo largo de todo el filme como una
persona tosca y que no se caracteriza precisamente por su fluidez con las
palabras. Cuando en la escena final debe tomar la iniciativa para declarar su
amor a Miss Hunter, pero no cuenta con el tiempo suficiente porque las tropas
enemigas ya se encuentran en las inmediaciones, el coronel Marlowe le coge el
pañuelo a la protagonista y se lo anuda al cuello, instantes antes de cruzar el
puente. Es un gesto de apenas unos segundos que esconde todo el amor que él
siente por la mujer.
Los estudios que analizan
la obra de John Ford tienden a considerar Misión
de audaces como una obra menor que no alcanza el esplendor artístico de los
grandes títulos que componen la filmografía del director americano, pero un
análisis más detallado debe servir para situar esta obra dentro de ese grupo de
películas de Ford donde se puede apreciar la madurez de un estilo que se plasma
en los extraordinarios detalles que acompañan la descripción de unos personajes
que sobresalen por encima de los tópicos del cine del oeste, para convertirse
en referentes clásicos de una época y un cine cada vez más difícil de
encontrar. (Luis Tormo)
Recomendada.
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