12 películas se estrenan
el 29 de junio de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Aluvión de
estrenos, donde nos sorprende gratamente el reestreno con imagen restaurada en
4K de todo un clásico, “El padrino” (Francis Ford Coppola, 1972). A pesar de
esta lluvia de estrenos, entre los que se encuentra una película polaca que
quedó sin editar hace varias semanas, “Dos coronas”, esta semana, de nuevo,
tenemos ausencias en la cartelera sevillana. Por un lado, “Los perros” (Marcela
Said, 2017), película chilena que pudimos ver en el pasado Festival Iberoamericano
de Huelva. Tampoco se estrena el documental español “Nidos desnudos” (Virginia
Senosiain y Juan Luis Napal, 2017), un trabajo que denuncia la violencia
machista a través de declaraciones de diferentes personas, desde afectadas a
especialistas en la lucha contra el maltrato. Y otra de las ausencias de esta
semana es el documental americano “78/52. La escena que cambió el cine”
(Alexandre O. Philippe, 2017), donde se disecciona los 52 planos de la famosa
escena de la ducha de la película “Psicosis”, que supusieron un golpe de efecto
narrativo y un elogio a la brutalidad hecha sugerencia. Mostramos nuestro pesar
por las películas que quedan sin editar y pasamos a nuestras recomendaciones
para esta semana.
El Padrino. (USA, 1972 ). Dir. Francis
Ford Coppola.
Reestreno en España con imagen restaurada en calidad 4K.
Imprescindible obra de culto para cualquier cinéfilo. Primera parte de la
trilogía filmada por Coppola.
3 Oscars de Hollywood (Mejor Película, Guión Adaptado y
Actor Principla).
Basada en la novela de Mario Puzo, con guión de Coppola y
el propio Puzo.
Interpretada por Marlon Brando, Al Pacino, James Caan,
Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire, Richard S. Castellano,
Sterling Hayden, Gianni Russo y Rudy Bond.
Música de Nino Rota.
América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el
respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York.
Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el
pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada
de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il
consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en el negocio de
las drogas, el jefe de otra banda ordena su asesinato. Empieza entonces una
violenta y cruenta guerra entre las familias mafiosas.
En palabras del crítico Carlos Boyero: “'El padrino' son
palabras mayores. Las dos primeras partes están entre las 10 mejores películas
de la historia del cine”. Recomendada.
Nos vemos allá arriba. (Francia, 2017).
Dir. Albert Dupontel.
Sección Oficial (Proyecciones especiales) del Festival de
San Sebastián 2017. Cinco Premios César 2017 (incluido Mejor Director).
Drama de época (años 10 y años 20) interpretado por
Albert Dupontel, Nahuel Pérez Biscayart, Niels Arestrup y Émilie Dequenne.
Una ampulosa cámara aérea sigue a un perro corriendo
sobre el campo de batalla en las últimas horas de la Primera Guerra Mundial,
antes de introducirse con impetuoso dinamismo en el interior de una trinchera,
como si el director quisiera batir por multiplicación el imaginario de “Senderos
de gloria” (1957). Una obertura capaz de indigestar a todo cinéfilo con fobia a
lo enfático, pero el sexto largometraje del actor y director Albert Dupontel no
tarda en demostrar que, tras las piruetas formales, hay mucho más: no solo una
cierta voluntad de estilo, capaz de hermanar la poética de Franju –una valiosa
secuencia le guiña el ojo (ornitológico) a “Judex” (1963)- con la pirotecnia
expresiva de Jeunet y de canalizar ecos de la historieta francófona –la
película está dedicada al gran Gotlib, que podría haber simpatizado con su
retorcido sentido del humor, pero no cuesta imaginársela en clave de Tardi
apócrifo-, sino, sobre todo, la capacidad de servir, con fuerza y contundencia,
una buena historia, basada en la novela homónima de Pierre Lemaitre que ganó el
Goncourt en 2013.
“Nos vemos allá arriba” contrapone dos modelos de
explotación picaresca en los días posteriores a la contienda mundial: la
picaresca de los desclasados, dispuestos a articular una estafa en torno al
dolor oficial y sus hipocresías, y la picaresca de quien fue depredador en el
frente y se reciclará como enterrador carroñero en tiempo de paz. Dupontel sabe
que una comedia negra no tiene que ser necesariamente cínica y, así, junto a
esa escritura visual llena de grandes gestos, su película encuentra su alma en
el juego de máscaras que comunica las sutilezas emocionales de uno de sus
personajes centrales: un mutilado de guerra que bien podría ser el particular
Fantasma de la Ópera en el gran teatro del fatuo orgullo patriótico. Recomendada.
Closet Monster. (Canadá, 2015). Dir. Stephen
Dunn.
Mejor película canadiense 2015 en el Festival de Toronto.
Drama con temática homosexual interpretado por Connor
Jessup, Aaron Abrams, Isabella Rossellini, Joanne Kelly y Aliocha Schneider.
La película cuenta la historia de Oscar, un chico que
tiene un hámster, mucha imaginación, bastante creatividad y no sabe si se mira
las uñas como lo haría un chico o una chica. Oscar vive en una pequeña
localidad y sueña con salir de su pueblo natal y huir así de los recuerdos que
le atemorizan de su turbulenta infancia.
Oscar lo que más desea es convertirse en un artista de
maquillaje de efectos especiales, y está aterrorizado de que su padre machista
descubra la verdad sobre su sexualidad. Cuando se enamora de Wilder (Aliocha
Schneider), un apuesto y mundano compañero de trabajo en la ferretería, se ve
obligado a enfrentar sus temores.
La película está interpretada por Connor Jessup que hace
un gran papel, ese chico en cierto modo atormentado porque se da cuenta que no
tiene nada que ver con el entorno en el que vive y que desearía trabajar en el
mundo del cine como maquillador de películas de ciencia ficción y terror, él
sabe que ha nacido para eso, La película está escrita y dirigida por Stephen
Dunn.
Un cuento surrealista sobre alguien que lucha por
encontrar su lugar en el mundo después de luchar con una infancia áspera, Oscar
sueña por dejar atrás su ciudad y por cambiar su vida.
Atención no dejes de pasar por alto su magnífica banda
sonora, con Light Asylum, Bishop Morocco, Tei Shi, Allie X, Austra, Beta
Frontiers, Nils Frahm o Ladytron, toda una delicia para los oídos. Recomendada.
Sicario. El día del soldado. (USA,
2018). Dir. Stefano Sollima.
Secuela de “Sicario” (2015), donde la guerra contra los
cárteles de la droga se ha intensificado en la frontera entre EE.UU. y México a
medida que han comenzado a traficar con terroristas.
La cinta está interpretada por Benicio del Toro, Josh
Brolin, Matthew Modine, Catherine Keener e Isabela Moner.
El score es de Hildur Guonadóttir.
Esta es una continuación en toda regla del filme
realizado por Dennis Villeneuve en 2015, “Sicario”. Josh Brolin y Benicio Del
Toro repiten sus personajes de mercenario y sicario. El guión es del mismo
autor, Taylor Sheridan, y la música de la violonchelista Hildur Guonadóttir,
colaboradora del fallecido Jóhan Jóhannsson, sigue el esquema de la partitura
compuesta por este para “Sicario”, ondulante, misteriosa y un poco a lo
Christopher Nolan. Incluso el director, Stefano Sollima (Gomorra), intenta
filmar y montar como Villenueve.
“Sicario: El día del soldado” funciona en la medida en
que funciona ese eco de la anterior película: buena música, buena fotografía,
muy buenos actores, algunas brillantes secuencias de choque... Pero es
precisamente el guión (con una trama que ahora está vinculada al terrorismo
islamista antes que el narcotráfico, aunque en la misma zona fronteriza entre
Estados Unidos y México) el que no está al mismo nivel.
Sheridan, interesante como guionista (Comanchería) y como
director (Wind river) repite un modelo que le funcionó y no ha intentado
dinamizarlo, de modo que el filme resultante es más esquemático y parco que el
realizado por Villenueve. También más seco y arisco y sin los conflictos
interiores y éticos que procuraba en “Sicario” el personaje de Emily Blunt, una
idealista agente del FBI que ahora ya no puede tener sitio en los expeditivos
paisajes morales que horada el filme. Recomendada
(con reservas).
En la playa de Chesil. (USA, 2017).
Dir. Dominic Cooke.
Adaptación de una novela de Ian McEwan, con guión del
propio McEwan. Drama situado en los años 60, interpretado Saoirse Ronan, Billy
Howle, Emily Watson, Anne-Marie Duff y Samuel West.
La lastimosa novela de Ian McEwan, que trata, como buena
parte de su obra, de los diversos modos que tiene el amor para convertirse en
exabrupto, en cuchillada, la trasplanta con pericia y elegancia a la pantalla
Dominic Cooke, y con guion y producción del propio McEwan, con lo que hay que
dar por buena la novedad de su epílogo casi medio siglo después del día, la
tarde, en la que ocurre esa historia de recién casados en un hotel junto a la
playa de Chesil (el epílogo, cargado de maquillaje en lugar de tiempo, es pura
agua residual).
Se trenza esa tarde-noche de bodas en la que todo parece
crujir, dislocarse, ronronear, hacer crack, con algunos de los momentos claves
de su feliz y enamoradísima travesía hasta llegar allí: los momentos de
fascinación, de intensidad, de música, de emociones compartidas..., caen sobre
el lecho nupcial como bolitas de naftalina, y el buen gusto del director en el
trato sutil y emocional de esos dos tiempos (el antes y el ya) le producen al
espectador una corrosiva intriga y una inquietante sospecha de que el amor ya
ha elegido su exabrupto. Aunque la sutileza y el buen gusto de Dominic Cook son
notables, se le colorea en fucsia algún hilo de la «trama», como la impericia
sexual, las inseguridades, el trato algo tosco de la complejidad que surge ante
ellos y el modo apresurado de resolver lo que había sido pausado. Pero, Saoirse
Ronan está maravillosa (y sube más aún en las escenas familiares) y Billy Howle
a la altura de ese faro de emociones que tiene enfrente. Recomendada (con reservas).
Formentera Lady. (España, 2018).
Dir. Pau Durà.
Sección Oficial del Festival de Cine Español de Málaga
2018.
Drama interpretado por José Sacristán, Jordi Sánchez,
Nora Navas, Ferran Rañé y Sandro Ballesteros.
La primera película de Pau Durà tiene el alma de lo que
hace medio siglo se llamaba un western crepuscular, un territorio en el que
unos personajes se resistían a aceptar ese «los tiempos están cambiando», con
música y letra de Dylan, y que el protagonista de esta historia, Samuel,
descubre con la presencia de un niño, su nieto, que le produce una urticaria
inesperada, desconocida: la responsabilidad.
José Sacristán construye (con su ya sobresaliente máster
en Fernando Fernán Gómez) la personalidad de Samuel, esa valla de espinos que
rodea su mundo y esa fidelidad a sí mismo, a su banjo, al vive como quieras enquistado
en una isla, Formentera, desconectada (para él) del continente. Pero le asalta
el contenido, ese amasijo de drama y comedia que le supone cuidar,
responsabilizarse del hijo de su hija, y cuya proximidad convierte (con algunos
previstos argumentales y tópicos de guion) ese elogio a la naturalidad de vivir
en una cuestión moral, en un pescozón al egoísmo y las quimeras. Tanto la isla
de Formentera como Sacristán, ambos luminosos, saben cómo seducir a la cámara
más allá de la historia. Recomendada (con
reservas).
Casi 40. (España, 2018). Dir. David
Trueba.
Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine Español
de Málaga 2018.
Comedia dramática secuela de “La buena vida” (1996), interpretada
por Lucía Jiménez, Fernando Ramallo, Carolina África y Vito Sanz.
David Trueba recupera dos personajes de su juventud y, ya
en la madurez, la de ellos, casi 40, y la del propio director, casi 50, nueve
largometrajes en la espalda, le hace una peineta a la sociedad con su calma y
su sonrisa habitual.
Con el mismo tono de amarga comedia romántica que ya
tenía la película original, “La buena vida” (1996), su excelente debut como
director, “Casi 40” se convierte en una road movie con apuntes de musical en
directo que, de un modo sutil, advierte de los saltos y los tumbos que han dado
las vidas de sus dos protagonistas en estas dos décadas y pico, y se desdobla
hasta la visión de un presente aparentemente dispar para cada uno de ellos,
pero en el fondo quizá igual de áspero.
Con una puesta en escena directa, más asentada en la
elegancia del encuadre que en los movimientos de cámara y el montaje, Trueba
articula una visión de España y los españoles en su relativa madurez, con la
que parece que estés leyendo sus columnas en este periódico, pero sin que la
sucesión de temas parezca impostada, como una especie de lista de la compra de
la vida, que la emparenta claramente, tanto desde fuera como desde dentro, con
la, en cierto modo, película hermana: “Antes del atardecer”, la segunda entrega
del proyecto vital y artístico de Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy.
Sosegada y sencilla, profunda y crítica, “Casi 40”, provocará
la introspección del espectador, del que está pasando por esa edad, del que
pasó y del que pasará. Algunos se sentirán amparados; otros, concernidos, y
algunos más, criticados, aunque solo si estos son lo suficientemente
inteligentes para leer entre líneas o para escuchar en los silencios. Porque la
película nunca es sectaria, a machamartillo con su visión del mundo, sino
abierta. Como tampoco es reaccionaria ni nostálgica, sino esperanzadora con un
presente en calma y en equilibrio, pese a la sabiduría de que seguramente eso
sea imposible. Y esa certeza de improbabilidad ya es un modo de ser más sabio
que el de los demás. Recomendada (con reservas).
A la deriva. (USA, 2018). Dir. Baltasar
Kormákur.
Aventura marina y de supervivencia, basada en hechos
reales, interpretada por Shailene Woodley, Sam Claflin, Jeffrey Thomas y
Elizabeth Hawthorne.
El score compuesto por Volker Bertelmann.
Las películas de supervivencia extrema suelen debatirse
entre su vertiente más física y la aureola más melodramática. Conjunción de
extremos esencial cuando la muerte se acerca a cada minuto, que las historias pueden
aunar con un relato en presente que, de forma más o menos sutil, en sus
diálogos y en sus acciones, vaya dibujando la personalidad de sus héroes, o con
una narración que incluya algunos flashbacks para conformar la posible
identificación emocional entre protagonistas y espectadores.
“A la deriva”, duodécimo largometraje de Baltasar
Kormákur, siempre a caballo entre su Islandia natal y el cine de Hollywood,
esta vez desde Estados Unidos, elige la segunda de las opciones de un modo tan
metódico que casi parece minutado para su perfecto equilibrio. Así, la
estructura con alternancia de secuencias entre el cielo y el infierno, entre la
formación del vínculo sentimental de la pareja protagonista y la posible
ruptura a causa del inminente naufragio de su barco en alta mar, lleva a cada
una de los momentos hasta una nueva dimensión: con un punto trágico los del
placer, y con un ramalazo romántico los del suceso.
Sin embargo, demasiados pasajes del pasado tienen un
acento convencional, de telefilme, con su banda sonora relamida y sus
cancioncillas melosas. Como contrapartida, en las del agua al cuello, Kormákur,
que no es un ningún donnadie, y ya bregado en la odisea con la notable “Everest”
(2015), está mucho más cómodo y se luce en la tensión.
Basada en una historia real, “A la deriva” no tiene el
clasicismo ni la pureza de la reciente, y muy semejante, “Cuando todo está
perdido” (J. C. Chandor, 2013), pero, a cambio, ofrece una importante variante:
esta vez es una mujer joven, fuerte en lo físico y en lo mental, la que debe
amparar al hombre con sus acciones, y no al revés, como ha ocurrido toda la
vida, al menos en el cine. No Recomendada.
Cásate conmigo, por favor. (Francia,
2018). Dir. Tarek Boudali.
Comedia francesa insustancial con temática homesexual.
Interpretada por Tarek Boudali, Philippe Lacheau, Charlotte Gabris, Andy
Rowski, David Marsais, Julien Arruti y Baya Belal.
La legalización de los matrimonios homosexuales en
particular y la normalización de relaciones en general han dado lugar a una
serie de comedias en las naciones en las que estos enlaces tienen lugar que, en
general, resultan mediocres, basadas en chistes fáciles, equívocos
inconsistentes, situaciones vodevilescas y actores populares en su país. Todo
eso se encuentra en esta comedia típicamente francesa empeñada en no ofender
ninguna sensibilidad con caricaturas de los personajes representados por Tarek
Boudali (también director) y Philippe Lacheau que, presumiblemente, forman un
tándem de gran éxito allí.
Boudali es un marroquí que marcha a París para
desarrollar su carrera de arquitecto. Apenas lo consigue, pero, para conservar
su trabajo y permanecer dentro de la legalidad, contrae matrimonio con su mejor
amigo. Un matrimonio de conveniencia del que sospecha un inspector cargado de
razón pero no de pruebas, a lo que se añade el sueño de la futura suegra de una
gran celebración. No Recomendada.
Oh! Mammy Blue. (España, 2018). Dir.
Antonio Hens.
Tesela de Oro en el Festival de Alicante 2018 a la Mejor
Película.
Comedia española interpretada por Carmen Maura, Ramón
Barea, María Pujalte, María José Alfonso y Milton García.
En ningún momento acaba de quedar claro si lo que
pretende Antonio Hens con esta película es demostrar que hay mucha vida más
allá de los 70; rendir homenaje a la generación que, desde la música y el sexo,
revolucionó el mundo en los años 60 y 70; reivindicar la hoy olvidada figura de
Phil Trim (líder del grupo Pop-Tops y coautor del exitazo Mammy Blue) o,
simplemente, denunciar que las condiciones de vida de muchas residencias de
ancianos son lo más parecido a un campo de concentración.
Sea cual sea su objetivo, lo que es más que evidente es
que no lo consigue de ninguna manera, porque el filme no funciona ni como
comedia ni como drama existencial ni como musical ni como nada, por culpa de un
guion bochornoso que presenta a unos personajes caricaturescos, sacados de un
mal tebeo, frente a los que unos actores de contrastada solvencia son incapaces
de salir mínimamente airosos. La banda sonora, que debería jugar un papel
clave, es flojísima, y hasta el apartado técnico resulta chapucero. No Recomendada.
Drama biográfico de época interpretado por Adam
Woronowicz, Cezary Pazura, Maciej Musial, Antoni Pawlicki y Pawel Delag.
Al protagonista de esta película, Maximilian Klobe
(1894-1941), se le apareció la virgen siendo un niño y de esa aparición supo
que su vida atravesaría la pureza y al martirio. De joven, un frasco con agua
milagrosa de Lourdes le salvó de la amputación de un dedo. Desde ese momento,
queda claro que la película seguirá un sendero de exaltación católica
unidireccional sin derecho a réplica, consagrado únicamente a las virtudes
incuestionadas del biografiado y sus hazañas espirituales en la Ciudad de la
Inmaculada (Niepokalanov) por él fundada en Polonia, su posterior paso por
Japón y su internamiento en el campo de concentración de Auschwitz donde
hallaría la muerte en acto de entrega al prójimo, lo que le valdría ser
canonizado en 1982. Para contar su historia, Michal Konrat opta por uno de los
más fastidiosos formatos del lenguaje audiovisual contemporáneo, muy frecuente
hoy en televisión: la mezcla de documental tradicional, con sus bustos
parlantes y el seguimiento cronológico de los hechos, y la ficción recreada con
actores, de factura académica, por no decir trasnochada, y olor de naftalina.
El resultado quizás no llegue a irritar, pero produce un sopor insondable. No Recomendada.
Luis y los alienígenas. (Alemania,
2018). Dir. Christoph Lauenstein y Wolfgang Lauenstein.
Película de animación alemana.
Comedia española interpretada por Carmen Maura, Ramón
Barea, María Pujalte, María José Alfonso y Milton García.
Animación 3D alemana, en coproducción con otros países
europeos. Ese formato se ha vuelto bastante estable, y eso no es un mérito per
se: profesionalismo anémico en la estética (movimientos, colorización, música),
narrativa con escaso interés (aquí, un chico de 12 años con padre ufólogo
distraído, unos malos imposibles y, claro, los extraterrestres), algunas
situaciones humorísticas aceptables (los aliens pueden convertirse en cualquier
otro ser muy velozmente) y un mix de referencias visibles (Monsters, Inc., Men
in Black). Por lo demás, decir que esto es animación alemana no implica
localización cultural: esto es cine-producto de ningún lugar. No Recomendada.