viernes, 30 de septiembre de 2022

Memoria (Apichatpong Weerasethakul, 2021)

 

Título original: Mali Twist. Dirección: Apichatpong Weerasethakul. País: Colombia. Año: 2021. Duración: 136 min. Género: Drama.

Guión: Apichatpong Weerasethakul. Música: César López. Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom. Producción: Kick the Machine, Burning Blue, Piano Producciones, Illuminations Films, Anna Sanders Films.

Premio del Jurado del Festival de Cine de Cannes 2021. Mejor Película en el Festival de Cine de Chicago 2021. Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2021).

Fecha del estreno: 27 Mayo 2022 (España).

 

Reparto: Tilda Swinton, Daniel Giménez Cacho, Jeanne Balibar, Juan Pablo Urrego, Elkin Díaz, Daniel Toro, Agnes Brekke, Jerónimo Barón, Constanza Gutiérrez.

 

Sinopsis:

A Jessica, botánica británica establecida en Colombia, la despierta una noche un sonido como de otro mundo. La protagonista emprende un viaje hasta el corazón de la selva en busca del origen de este ruido que solo ella parece oír.

 

Comentarios:

Hace exactamente doce años, Apichatpong Weerasethakul ganaba la Palma de Oro del Festival de Cannes por Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, una de las más experimentales del certamen durante el siglo XXI —otorgada además por un jurado presidido por Tim Burton, poseedor de un cine en las antípodas del tailandés—, y en una entrevista para EL PAÍS, el cineasta contó que una noche en París se le apareció una mujer vestida de blanco mientras dormía: “Mi cama era esponjosa y transparente y yo le pregunté a la mujer que qué hacía ahí”.

Una historia, o una anécdota, o un punto de partida para aquella película extraña, delicada y casi ingenua, expresados por su autor en una entrevista, que regresa como recuerdo imborrable durante los primeros minutos de su última obra, Memoria, ganadora del Premio del Jurado de Cannes 11 años después, en 2021. Una mujer, interpretada por Tilda Swinton, duerme plácidamente en su cama y un inclasificable ruido, que no parece provenir de este mundo, la despierta en todos los aspectos: el físico, el mental y también el espiritual. Desde esa noche, esta botánica británica afincada en Colombia va a experimentar una obsesión cerca de lo patológico que la acabará llevando finalmente a la selva, en busca del origen de ese ruido que ya no solo la despierta por la noche sino que oye en cualquier momento de su cotidianidad, durante la vigilia, sin que sus amigos o circundantes escuchen nada en absoluto.

Con una premisa tan sencilla, pero a la vez tan profunda, Apichatpong articula una película inequívocamente suya: plácida, sugerente, morosa, a ratos fascinante y por momentos autocomplaciente, que ofrece sensaciones de mayúscula introspección con la propia obra y con uno mismo como espectador, pero que a veces resulta tan excesivamente opaca que también puede despertar una irrefrenable sensación de disgusto. Eso sí, bienvenidas esas sensaciones, todas ellas, porque de cineastas convencionales están llenos los cines, y mentes tan esquinadas como la del hombre que ve mujeres vestidas de blanco en su cama de París siempre serán necesarias.

Aun así, con la película se puede experimentar un recorrido que va de la fascinación creciente a una cierta decepción, sobre todo en la parte final de la selva colombiana, con un par de planos fijos no especialmente bellos, y tan alargados en el tiempo que más parecen una muestra de soberbia suficiencia que una señal de su arte. Si ese ruido es una premonición, un conato de demencia o una vibración del alma es casi lo de menos, porque, hasta que llegan las explicaciones —que, sin desvelarlas, podemos decir que tienen el mismo tono naïf de Tío Boonmee…—, la película mantiene las habituales aspiraciones del director tailandés: ensoñadoras, abstractas y no aptas para todos los paladares.

Memoria puede ser un modo de construcción mental y también una reflexión sobre el atavismo, entre lo espiritual y lo científico; sobre el modo en que no ya el pasado, sino lo que antecede incluso al tiempo, regresa para avisarnos de algo. Y, en ese sentido, y en una de sus más extrañas y sugerentes referencias, la película acaba hermanándose, a su manera, por supuesto, con dos obras míticas que en principio nada tienen que ver con ella, ni por su estilo ni por sus objetivos: 2001: una odisea del espacio y Encuentros en la tercera fase. (Javier Ocaña)

Recomendada (con reservas).




jueves, 29 de septiembre de 2022

Sin ti no puedo (Chus Gutiérrez, 2022)

 

Título original: Sin ti no puedo. Dirección: Chus Gutiérrez. País: España. Año: 2022. Duración: 89 min. Género: Drama, Thriller.

Guión: Frank Ariza, Alicia Luna. Música: María Vertiz. Fotografía: Javier Salmones. Montaje: Julia Juániz. Producción: Álvaro Ariza.

Fecha del estreno: 3 Junio 2022 (España).

 

Reparto: Mauricio Ochmann (David), Maite Perroni (Blanca), Alfonso Bassave (Alex), Pedro Casablanc (Ángel), Rubén Ochandiano (Rafa), Elena Irureta (Maite), Lucía de la Fuente (Blanca joven), Juan Vera (David joven), Jorge Motos (Rafa joven).

 

Sinopsis:

David es un empresario de éxito que tiene una vida acomodada junto a su novio Álex, un atractivo monitor de gimnasio. Álex siempre ha querido ser padre y a menudo se plantea qué camino seguir para lograrlo... ¿Adopción? ¿Vientre de alquiler? Aunque David no quiere ni oír hablar del tema. Todo sigue su curso hasta que irrumpe en sus vidas Blanca, la hermana de David con la que rompió toda relación tras un oscuro suceso del pasado. Ahora empieza una nueva etapa y decidida a recuperar la única familia que tiene: su hermano David. Y será capaz de hacer cualquier cosa para que su hermano vuelva a aceptarla en su vida.

 

Comentarios: 

Hay una máxima que para mí es básica en este tipo de propuestas que están buscando el suspense y sorprender al espectador, que no es ni más ni menos que ser coherentes consigo mismas. Que una vez nos entregan toda la información y colocan la última pieza del puzle que han ido construyendo, poco a poco y durante todo el metraje, esa pieza encaje correctamente en su lugar y no parezca que está metida a presión en un sitio donde no cabe.

En esta ocasión, lamento decir que creo que la cinta que nos ocupa no sólo no cumple ese requisito básico sino que, además, se las apaña para ser preocupantemente previsible desde el inicio. Hecho que podría parecer contradictorio pero que luego explicaré con más detalle.

La película trata sobre la vida de un joven llamado David que vive muy cómodamente (y lujosamente) con su pareja, Alex y cuyo pasado ya se nos muestra desde el inicio esconde una serie de enigmas e historias oscuras que se van a ir desgranando durante el metraje. Y se irán desvelando gracias a la irrupción en la vida de David de su hermana, Blanca, que aparece después de muchos años de distanciamiento por un suceso traumático. 

La premisa, a priori, es bastante interesante. Y debo decir que, desde la dirección (Chus Gutiérrez), hay un muy buen saber hacer para generar esa sensación de intriga y suspense que enganche al espectador desde el comienzo (la elección de la música y los planos que generan inquietud, cámara al hombro, etc.) llevándole a hacerse toda una serie de preguntas sobre qué pudo ocurrir realmente para que ambos hermanos estén tan distanciados y reñidos.

El problema es que, a pesar del buen hacer del director, el guion empieza a hacer aguas al pasar ese primer tercio introductorio para ir cayendo, poco a poco, en el terreno de lo surrealista e increíble. Como comentaba al inicio, van intentando rizar el rizo en busca de una sorpresa más, pero al trazarlo de forma tan exagerada, acaban apañándoselas para que no nos creamos los giros y, aparte, estos sean previsibles porque acabamos esperando esa vuelta de tuerca forzada de más.

El uso de los flashbacks me parece que está mal aprovechado y ejecutado. Hasta el punto de que parece que los personajes tengan todos algún tipo de amnesia (cosa que no ocurre, salvo uno de ellos que no tiene toda la información) y vayan recordando a medida que nosotros, como espectadores, vemos los hechos. Algo que podría ser efectivo en una película sobre estrés postraumático pero que no es el caso que nos atañe. Por otra parte, esa sensación de que recuerdan sobre la marcha acaba afectándote como espectador porque estás viendo que la forma de actuar de los personajes es poco coherente en muchísimos momentos con lo que se supone que deberían saber.

El reparto está muy bien en sus secundarios donde destacan Elena Irureta, Pedro Casablanc y Rubén Ochandiano. Pero las interpretaciones del trio principal formado por Maite Perroni, Mauricio Ochmann y Alfonso Bassave creo que no da el nivel requerido. Hay una clara descompensación o de talento o de implicación a favor de los primeros y es más evidente conforme pasan los minutos.

En definitiva, creo que nos encontramos ante una película que tenía buenas ideas en su concepción pero que no han sabido plasmarlas bien en un guion sólido y funcional. Y cuya dirección salva los muebles todo lo que puede en muchos tramos de la película pero que, al final, ya no puede solventar los problemas acumulados que tiene el guion. Pienso, eso sí, que si no sois de esos espectadores que analizan la coherencia de todos los giros (entre los que me encuentro yo) y simplemente queréis entreteneros sin darle más vueltas, sí que es posible que acabéis por disfrutar con esta película. Tiene un metraje muy medido (menos de noventa minutos) y un ritmo muy elevado donde todo el rato van ocurriendo cosas. (Quique Martín)

No Recomendada.




miércoles, 28 de septiembre de 2022

Cadejo Blanco (Justin Lerner, 2021)

 

Título original: Cadejo Blanco. Dirección: Justin Lerner. País: Guatemala. Año: 2021. Duración: 125 min. Género: Drama, Thriller.

Guión: Justin Lerner. Música: Jonatan Szer. Fotografía: Roman Kasseroller. Producción: La Danta Films, Imperative Entertainment, 30West, Cine Caribe.

Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga 2022.

Fecha del estreno: 16 Septiembre 2022 (España).

 

Reparto: Karen Martínez, Rudy Rodriguez, Pamela Martínez, Brandon López, Juan Pablo Olyslager, René Guirola Patzán.

 

Sinopsis: 

Tras la desaparición de su hermana, Sarita, una chica de clase trabajadora de Ciudad de Guatemala, viaja a la ciudad costera de Puerto Barrios para hacerse amiga de Andrés, el peligroso exnovio de su hermana, e infiltrarse en su pandilla, convencida de que tiene algo que ver. Con una determinación inquebrantable por descubrir la verdad, Sarita se involucra cada vez más con Andrés y el mundo implacable de su pandilla.

 

Comentarios: 

La búsqueda que vertebra la propuesta argumental de Cadejo blanco puede entenderse también como una operación de rescate y, quizá, como la manifestación de una necesidad de venganza. Su protagonista es una joven cuya hermana ha desaparecido y que, convencida de que el peligroso exnovio de la chica tiene algo que ver en ello, decide infiltrarse en la banda criminal a la que él pertenece con el fin de encontrar respuestas; lo que no es capaz de entender en ese momento es que, por complicada y arriesgada que la entrada en una de esas organizaciones pueda parecer, la salida de ellas lo es mucho más.

Sirviéndose de las interpretaciones de los actores -la mayoría sin experiencia previa, y algunos de ellos verdaderos miembros de bandas- como de los diálogos que salen de sus bocas, el director Justin Lerner logra convertir ‘Cadejo blanco’ en un retrato rotundamente verista de la vida en la ciudad guatemalteca de Puerto Barrios, pero al mismo tiempo maneja herramientas dramáticas propias de géneros como el thriller criminal y hasta el western. Combinando todos esos elementos, la película propone una reflexión compleja sobre la lógica que rige el funcionamiento de las bandas callejeras en Guatemala, huyendo de maniqueísmos y dotando de gran capacidad para generar empatía a unos personajes que tienen motivos para sentirse legitimados a ejercer la violencia criminal. (Nando Salvà)

Recomendada.



martes, 27 de septiembre de 2022

Series de TV: Rapa (2022)

 

Título original: Rapa. Temporada: 1. Episodios: 6. Año: 2022. País: España. Género: Thriller. Estreno: 19 Mayo 2022 (Movistar+).

Creación: Jorge Coira, Fran Araújo. Dirección: Jorge Coira, Elena Trapé. Guión: Pepe Coira, Fran Araújo, Jorge Coira. Fotografía: José Luis Bernal Ibañez. Música: Elba Fernandez, Xavier Font. Producción:      Alfonso Blanco, Domingo Corral, Susana Herreras (Movistar Plus+, Portocabo).

 

Reparto: Javier Cámara (Tomás Hernández), Mónica López (Maite Estévez), Lucía Veiga (Norma Muiños Álvarez), Eva Fernández (Dubra Varela Seoane), Jorge Bosch (Segura), Berta Ojea (Balbina Álvarez), Ricardo de Barreiro (Samuel Varela Seoane), Toni Salgado (Eliseo Bastida Seara), Santi Prego (Ceide), Iria Sobrado (Helena Beira), Tito Asorey (Darío Cimadevila), Adrián Ríos (Bolaño), Mabel Rivera (Amparo Seoane), Manuel Millán, Antonio Mourelos.

 

Sinopsis:

Sierra de la Capelada, en Galicia. Una tierra antigua, de altos acantilados sobre el mar, donde los caballos viven libres. Salvo un día: el de la "rapa das bestas". Una tradición que sintetiza lo bello y lo salvaje de un territorio por lo general tranquilo, pero que resulta ser ahora el escenario de un crimen. Buscar al asesino de Amparo Seoane, la alcaldesa de la localidad, será el objetivo común de Tomás, un profesor frustrado, y de Maite, una sargento de la guardia civil.

 

Comentarios:

Una de las tendencias, por lo menos en la televisión española, que estamos viviendo es la del "crimen de provincias" y thriller rural. Ya lo vamos viendo en 'La Caza' de TVE, que ha saltado de Pirineos a Baleares para ir luego al Guadiana y ahora llega a Movistar Plus+ 'Rapa', que nos mete de lleno en Galicia.

Al igual que con la serie anterior de sus responsables, 'Hierro', el drama comienza sumergiéndonos en el ambiente del lugar a través de una dirección efectiva de Jorge Coira y Elena Trapé. Un sitio que se ve alterado por la muerte de la alcaldesa. Un asesinato que pone patas arriba la pequeña localidad de Cedeira.

Sin embargo, si bien nos empapamos de Galicia, lo que uno quizás echa de menos es que se hable un poco en gallego. Pasa un poco como en 'Patria', que el euskera brilla por su ausencia. Tampoco digo que la serie deba ser bilingüe como 'Merlí: Sapere Aude' pero no hubiera estado de más algo de la lengua autóctona.

Hay en la serie, sobre todo en la primera mitad de la misma, en lo que la investigación da sus primeros compases, un juego interesante entre lo diferente que es el adentrarse en un caso desde una perspectiva u otra. El ir a los hechos puros vs. descubrir quién era realmente la víctima y qué nos dice su muerte de ella y de sus paisanos.

Algo importante, porque el guion de Pepe Coira y Fran Araújo presenta pronto dos datos importantes: el primero es la fama/condición de la alcaldesa como cacique local. El segundo, el espectador sabe ya quién es el autor del crimen.

Y con estas cartas mostradas hay que ir mucho más allá. Es por ello por lo que 'Rapa' aboga por contar tanto la investigación en sí y cómo esta se enfría y vuelve (por motivos que se van viendo en el segundo acto) además de las implicaciones, los secretos y mentiras que residen en esta región gallega.



El contrapunto entre Maite y Tomás está bastante bien logrado por parte de Coira y Araújo, quienes se preocupan de perfilar los matices de estos personajes obsesionados por el mismo hecho para no encajarlos, al menos no del todo, en el tropo tan propio del drama criminal televisivo del "condenados a trabajar juntos".

Ayuda, claro, el estupendo trabajo actoral de Javier Cámara y Mónica López y cómo van construyendo los mecanismos de defensa de sus personajes (Tomás es algo brusco, por ejemplo) para irlos deconstruyendo y abriéndose poco a poco. Una evolución, episodio a episodio.



La lástima es que este tratamiento y evolución de los personajes no traspase del todo a la trama, que a ratos sacrifica, quizás demasiado, el avanzar la historia para profundizar en ello. Algo peligroso, sobre todo cuando la serie consta de seis episodios.

Afortunadamente, 'Rapa' es lo suficientemente sólida en todos los aspectos como para sobrevivir a estos pequeños lastres que la pululan. Es tranquila pero eficaz. El resultado final es un potente thriller rural que logra atrapar con el juego entre la investigación oficial y la oficiosa. (Albertini)

Recomendada.



domingo, 25 de septiembre de 2022

El Decálogo de Krzysztof Kieslowski

 


Han pasado varias décadas desde el estreno de El Decálogo de Krzysztof Kieslowski y continua teniendo igual o mayor vigencia de la que tuvo a finales de los 80. Se ubica como un punto medio entre los dos grandes períodos creativos de su autor: el período polaco con una fértil producción documental y de largometrajes, y el período francés, pleno de recursos y de reconocimiento internacional. El proyecto consistió en realizar una serie de 10 películas de menos de una hora para televisión, tomando como esqueleto los 10 Mandamientos, base moral del cristianismo.

 

Acabada la Segunda Guerra Mundial se estimó que la destrucción de Varsovia alcanzó al 80% de sus edificios. Durante los siguientes años fueron llevadas a cabo restauraciones y nuevas construcciones por parte de gobiernos controlados y financiados desde la Unión Soviética. Una población arrasada por el nazismo y el comunismo comenzaba a despertar, desarrollándose tímidamente en estos barrios a partir de los años 80. Entre estos edificios y con estos personajes, Kieslowski realizó 10 fotografías sobre su país, sobre un momento histórico y, por encima de todo, sobre el ser humano.

 

Artur Barcis es el actor que interpreta al personaje que aparece en todos los episodios (a excepción del séptimo y del décimo). No tiene nombre ni líneas de diálogo, no interactúa con ningún personaje más allá de unas miradas y sus apariciones duran tan sólo unos segundos. Como otros detalles en Kieslowski, este personaje puede tener múltiples interpretaciones: es el autor entrando en su obra, es el espectador que se asoma, pero también puede ser la propia conciencia del personaje. Barcis aparece en momentos decisivos sin intervenir para alterar una acción ya que las decisiones finales sólo pertenecen a los protagonistas.

 

Barcis es la primera figura que vemos en pantalla en Decálogo 1. Yo soy el Señor, tu Dios. La historia presenta a un inteligente y sensible niño que se forma entre el racionalismo de su padre y la espiritualidad de su tía. Ambos le quieren, son cariñosos y pacientes con él, y cada uno le explica su diferente visión sobre Dios y sobre el mundo. Es el niño el que, en su proceso de aprendizaje y haciendo uso de su libertad, asimilará las diferentes perspectivas para así tener la suya propia. Kieslowski nos muestra que no somos más que ese niño que se sigue haciendo las mismas eternas preguntas.

 

Barcis sobrevuela no muy lejos hacia el siguiente episodio, Decálogo 2. No invocarás el nombre de Dios en vano, para convertirse en enfermero de un hospital en el que se encuentran tres personajes en conflicto: un enfermo de cáncer, su esposa embarazada y el médico de cuyo diagnóstico depende que se tomen algunas decisiones. En este episodio Kieslowski sintetiza y relaciona las diferentes visiones de cada personaje, empleando un conjunto de símbolos y metáforas que refuerzan los momentos críticos de la historia e involucrando al espectador por la empatía y el magnetismo que desprenden.

 


Una pareja en un coche se dirige a toda velocidad y en dirección contraria hacia un autobús conducido por nuestro amigo Barcis, que observa la escena con estupor pero también con cierta paz. En Decálogo 3. Santificarás las fiestas, estamos en la Nochebuena de Varsovia. Una mujer provoca que un hombre abandone la cena familiar para emprender la búsqueda callejera de una tercera persona. El uso de la luz es otro de los sellos particulares de Kieslowski, en este episodio los personajes viven su conflicto delante o detrás de cristales más o menos translúcidos y frente a espejos que no muestran toda la verdad. Resultan destacables las escenas del periplo por las calles de Varsovia, infinidad de matices lumínicos y espaciales proporcionan la sensación de viaje a ninguna parte.

 

Barcis se acerca a una chica que tiene una carta en la mano, la chica está a punto de tomar una decisión que resolverá una gran duda de su pasado, complicará su presente y convertirá su futuro en una incógnita. Se podría decir que el gran tema de Kieslowski a lo largo de su carrera es la libertad, en todas sus obras está presente y en este episodio particularmente: Decálogo 4. Honrarás a tus padres. Un padre y su hija mantienen una relación que se basa en la confianza y en el diálogo, ésta se tambalea cuando aparece una carta escrita por la madre fallecida. Los personajes se sinceran y se reconocen en su amor por el otro como único camino para encontrar la verdadera libertad. Como es habitual, Kieslowski maneja magistralmente el transcurrir del tiempo, los giros dramáticos y el suspense de la historia, desembocando en uno de sus sugerentes finales abiertos. 

 


Un taxista detiene el coche ante la indicación de un operario que trabaja en una obra. El operario Barcis observa el interior del taxi y cruza una tensa y larga mirada con el pasajero, un joven que se dispone a cometer un asesinato premeditado y cruel. El episodio Decálogo 5. No matarás, fue uno de los que se ampliaron para emitirse en formato largometraje. Este episodio posiblemente contiene las escenas más duras de la filmografía de Kieslowski, explorando los aspectos más sórdidos de la muerte en largas escenas que impactan por agónicas y absurdas. El espectador deambula junto con el abogado que desespera teniendo que asumir los mecanismos imparables desatados por la violencia.

 


El laberinto donde se encuentran y desencuentran nuestros personajes cobra especial importancia en el episodio Decálogo 6. No cometerás adulterio (No amarás), segundo de los episodios convertido en largometraje. Barcis se cruza con un joven que se mueve por el barrio en una especie de frenesí. Se trata de un voyeur enamorado de una vecina a la que espía desde su habitación. Cuando se produce el acercamiento personal, se confrontan la visión ingenua sobre el amor del uno contra la actitud cáustica de la otra. Todo gira nuevamente en torno a la libertad y la dificultad de su uso, a las preguntas sin respuesta, a los personajes no prejuzgados y a los finales abiertos ¿Cómo consigue Kieslowski que no nos sintamos frustrados ante tanto interrogante y aparente ambigüedad? Es parte de su magia. El rastro por el que seguimos a Barcis se interrumpe puntualmente en Decálogo 7. No robarás. Si en el anterior episodio se trata el amor de pareja, éste se centra en el afecto familiar. El episodio comienza con una (premeditadamente) confusa escena donde un matrimonio maduro y su joven hija cuidan de una niña que llora. La aparición sorpresiva de la madre real cae como una bomba destapando relaciones opresivas, inmadurez y egoísmo. En este episodio se nos reserva un gran final compartido por las tres mujeres en conflicto en el que resulta casi imposible decidirse por la opción menos mala. La influencia de la religión se hace también presente mostrando su influencia en la sociedad polaca, no olvidemos que estamos en pleno papado de Juan Pablo II.

 


En Decálogo 8. No mentirás, Barcis aparece como oyente en una clase de la universidad en la que se conversa entre la profesora de Ética y sus alumnos. Alguien expone el caso del médico del segundo episodio (conexiones que se repiten a menudo en la filmografía de Kieslowski). El grupo reflexiona sobre cómo tomar decisiones ante una situación compleja, cuáles son los motivos, fortalezas y debilidades de las personas en estas circunstancias. En definitiva, el micromundo del aula funciona como espejo del propio cine de Kieslowski. Entre los asistentes al debate se encuentra la protagonista del episodio, progresivamente más afectada por el asunto en debate debido a una experiencia personal que marcó su vida. El camino de la comprensión y del perdón se torna imprescindible ante la imposibilidad de comprender las verdades absolutas, expresándose con intensidad la visión contradictoria y débil del ser humano que, sin embargo, siempre tiene posibilidad de redención.

 

Barcis se mueve en bicicleta alrededor de un hombre pensativo. Cruzan sus miradas en el momento en que éste duda sobre cómo dar una noticia que podría arruinar su matrimonio.

 

Decálogo 9. No desearás a la mujer de tu prójimo plantea la cuestión sobre si en casos extremos son suficientes el respeto, el diálogo y el cariño. En este caso Kieslowski nos muestra algunos de los impedimentos para el desarrollo de nuestra libertad individual cuando la persona no es dueña de su destino. Sólo conociendo la verdad podrá volver a serlo, y conseguirla supone tomar una ruta complicada de la que resulta fácil salir herido.

 


En el anterior episodio se despide nuestro amigo Barcis no apareciendo en el último de la serie: Decálogo 10. No desearás los bienes ajenos. Este episodio se escapa del tono dramático de los anteriores para incorporar algunos aspectos cómicos, resultando especialmente interesante por este motivo. Tenemos a dos hermanos que se vuelven a encontrar después de muchos años con motivo del fallecimiento del padre. Descubren una curiosidad en la herencia que alterará sus vidas poniendo en riesgo su relación, desvelando así la fragilidad de la amistad fraternal. Kieslowski finaliza su Decálogo con una escena de grandes carcajadas entre los protagonistas cuando rotas todas las ataduras mundanas se gana la libertad. No olvidemos que en Kieslowski nada es casual ni gratuito.

 

Dios, símbolos, luz, libertad, muerte, amor, familia, perdón, verdad y amistad. Entre los anteriores conceptos es la libertad el que sirve de piedra angular en la filmografía de un humanista como Krzysztof Kieslowski (1941-1996), obsesión comprensible habiendo crecido durante una terrible posguerra bajo la bota del opresor comunismo, para después sumergirse en la melancólica y agridulce transición hacia una incompleta democracia. Su cine no sólo gira en torno a esa cuestión universal sino que predica con el ejemplo: el espectador siempre se siente libre de interpretar lo que está viendo. Esta es la coherencia ética y el potente legado que nos regala una de las obras cumbres de un gran artista. (David Camacho)


Krzysztof Kieslowski 



sábado, 24 de septiembre de 2022

X (Ti West, 2022)

 

Título original: X. Dirección: Ti West. País: USA. Año: 2022. Duración: 105 min. Género: Terror.

Guión: Ti West. Música: Tyler Bates, Chelsea Wolfe. Fotografía: Eliot Rockett. Producción: A24, Bron Studios, MAD SOLAR.

Fecha del estreno: 29 Abril 2022 (España).

 

Reparto: Mia Goth, Jenna Ortega, Brittany Snow, Kid Cudi, Martin Henderson, Owen Campbell, Stephen Ure, Geoff Dolan, James Gaylyn, Simon Prast.

 

Sinopsis:

En 1979, un grupo de jóvenes cineastas se propusieron hacer una película para adultos en la zona rural de Texas, pero cuando sus anfitriones solitarios y ancianos los atrapan en el acto, el elenco pronto se encuentra en una lucha desesperada por sus vidas.

 

Comentarios: 

Hay una secuencia en X, la nueva incursión en el género del terror de Ti West, director de La casa del diablo, que concentra todo el poder visual de una película cuyas ideas metafílmicas se evocan desde el humor, el sexo y la sangre. Se trata de un momento tan cautivador como aterrador en el que la protagonista del filme, la magnética Mia Goth, se baña desnuda en un pantano cercano a la granja donde ella y un grupo de conocidos ruedan una película porno low cost. Como en el icónico cuadro prerrafaelita Ofelia, de John Everett Millais, el cuerpo de Goth flota desafiando a la naturaleza y la oscuridad. El espectador sabe que un cocodrilo enorme la observa y va a por ella. Con sus peculiares cejas transparentes y sus ojos pintados con una sombra azul eléctrico, uno de tantos detalles que apelan a su belleza algo perversa y siempre contemporánea, Ti West muestra la doble cara de un personaje tan inocente como fuerte y salvaje. El ojo pintado frente al poder de un animal de otro tiempo.

X es un filme-homenaje a las carreteras secundarias del cine de los años setenta, con especial atención a dos películas de culto como La matanza de Texas y Garganta profunda. Con esos mimbres, ofrece una original y muy desatada inmersión en los peores miedos de la América profunda y sus enrevesadas formas de paganismo puritano. La película consigue dar verdadero mal rollo gracias a una ambientación especialmente afinada y a un humor que hace digerible su banquete de vísceras.

La historia arranca en un burdel del que salen dos strippers dispuestas a rodar una película porno de autor. Goth, Brittany Snow y Jenna Ortega bordan sus papeles, especialmente la primera, que compone ese personaje gélido y de fuego que se pasea por una granja polvorienta y llena de secretos repulsivos en topless y con peto.

Ti West se adentra en la típica carnicería de cuerpos jóvenes desde una perspectiva cada vez más explorada en el cine de terror actual, la vejez. Esta vez, llevado al extremo del voraz apetito sexual de una anciana. Es la parte menos convincente de una película que, por el contrario, sí logra hacer metacine fresco e inteligente sin caer en guiños fatuos. (Elsa Fernández-Santos)

Recomendada.




viernes, 23 de septiembre de 2022

Nicolas Roeg (1928-2018)

 


Cuando un cineasta muere, es muy fácil escribir sobre lo rompedor de sus películas y lo avanzado que fue a su tiempo. Pero en el caso de Nicolas Roeg, fallecido el 23 de noviembre de 2018, a los 90 años, fue absolutamente cierto. Durante los años setenta e inicios de los ochenta conformó un corpus autoral creativo, distinto, que ha marcado las obras de cineastas posteriores como Paul Thomas Anderson o Christopher Nolan, que impulsó lo visual por encima de lo narrativo -influencia de su anterior labor como director de fotografía, en el que incidía en el sexo, el terror o la locura, y que provocó enfrentamientos apasionados entre detractores y fans de su trabajo. Como nota curiosa, en sus películas actuaron músicos como Art Garfunkel, Mick Jagger y David Bowie.

 

Roeg nació en 1928 en Londres. Al otro lado de su calle había un estudio de cine, y allí empezó en 1947, tras hacer la mili, a trabajar como chico para todo. En su escala en el cine pasó por operador de cámara hasta la dirección de fotografía. En esas labores participó en Cruce de destinos, Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, Fahrenheit 451, La venus de la ira, Lejos del mundanal ruido, Petulia o incluso en un Bond: Casino Royale.

 


Pero Roeg quería dirigir. Se coaligó con otro realizador, Donald Cammell, para levantar Perfomance, protagonizada por Mick Jagger en un momento álgido de la fama del cantante... lo que no impidió que la película estuviera sin estrenarse dos años, de 1968, cuando se filmó, a 1970. El guion de Cammell, que describe el encuentro entre una estrella del rock y un gánster ultraviolento (encarnado por James Fox), y el estilo visual de Roeg atascaron la película en algún almacén. Eso sí, cuando se estrenó, se convirtió en un título abanderado de la contracultura inglesa. "Las películas no son guiones, las películas son cine", contaba en una entrevista en The Guardian en 2006, y defendió ese principio toda su vida.

 


En 1971 estrenó su siguiente trabajo, un thriller desarrollado en Australia, Walkabout, que incrementó su fama en círculos reducidos, pero que no encontró espectadores. Por fin, con su tercera película, Roeg dio la campanada: Amenaza en la sombra (Don't Look Now), con Donald Sutherland y Julie Christie, un filme de terror psicológico basado en un cuento de Daphne Du Maurier. Fue calificada X en Reino Unido, aunque en esta ocasión al menos le dejaron mostrar el sexo que él quería en pantalla; en Perfomance, un técnico del laboratorio, escandalizado, tiró a la basura las secuencias de mayor contenido erótico. Así llegaron sus mejores trabajos: El hombre que cayó a la Tierra (1976) -con David Bowie en su faceta más pop-, Contratiempo (1980) -otro thriller erótico con músico, en este caso Art Garfunkel, y Theresa Russell. Russell se casó años después con Roeg y juntos hicieron seis películas.

 


Su carrera siguió con Eureka (1983), con Gene Hackman; Insignificancia (1985), en la que cuatro iconos de los años cincuenta se reúnen en la habitación de un hotel -por motivos legales no se podían nombrar, pero Russell, por ejemplo, encarnó a Marilyn Monroe, y decayó con Robinson Crusoe por un año (1986). En Ruta 29 (1988) llevó a la pantalla un guion de Dennis Potter con Russell y Gary Oldman.

 


Mucho más rara es en su filmografía La maldición de las brujas (1995), que versionó un cuento de Roald Dahl con criaturas creadas por Jim Henson. El resto de sus trabajos acabaron siendo thrillers de alto contenido erótico pero poca sustancia y películas para televisión, entre las que destaca su adaptación canónica de El corazón en las tinieblas, de Joseph Conrad, con Tim Roth y John Malkovich. En 2007 llegó su último largometraje, Puffball, una historia de brujería en la Irlanda rural. (Gregorio Belinchón)






jueves, 22 de septiembre de 2022

Il buco (Michelangelo Frammartino, 2021)

 


Título original: Il buco. Dirección: Michelangelo Frammartino. País: Italia. Año: 2021. Duración: 125 min. Género: Drama.

Guión: Michelangelo Frammartino, Giovanna Giuliani. Fotografía: Renato Berta. Montaje: Benni Atria. Sonido: Simone Paolo Olivero. Dirección de Arte: Giliano Carli. Producción: Marco Serrecchia, Michelangelo Frammartino, Philippe Bober.

Premio Especial del Jurado del Festival de Cine de Venecia 2021. Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2021).

Fecha del estreno: 9 Septiembre 2022 (España).

 

Reparto: Leonardo Larocca, Claudia Candusso, Mila Costi, Carlos José Crespo, Antonio Lanza, Nicola Lanza.

 

Sinopsis:

En agosto de 1961, los espeleólogos del floreciente norte de Italia llegan a una meseta de Calabria donde el tiempo parece haberse detenido. Los intrusos descubren una de las cuevas más profundas del mundo, el Abismo de Bifurto, bajo la mirada de un viejo pastor, único testigo del territorio virgen.

 

Comentarios:

En el año 1961, un equipo de espeleólogos del norte de Italia emprendió la exploración del abismo del Bifurto, en el interior calabrés del monte Pollino, en busca de algo tan hermoso como lo nunca visto. Un viaje al centro de la tierra, a través de una sima indescifrable, que tras interminables días de inmersión alcanzó los 687 metros. Hacia abajo, claro. Y una aventura con la que el muy original director Michelangelo Frammartino ha creado Il buco, libérrima aproximación a lo sentido aquellos días, ganadora del premio especial del jurado en el festival de Venecia de 2021.

Frammartino no es un cineasta convencional. El italiano experimenta con los formatos articulando relatos que sin ser documentales están asentados en buena parte de sus técnicas, y siendo ficciones apenas se alimentan de diálogos o imágenes que aspiren a doblegar de algún modo la realidad. Sus docudramas, término en desuso que quizá sea el que mejor encaje con su obra, calan desde dentro de sus ilustraciones para introducir al espectador en una realidad completamente ajena, de la que pasa a formar parte como el más privilegiado de sus observadores.

La utilización del sonido ambiente ya resultaba descomunal en Le quattro volte (2010), estrenada en la Quincena de Realizadores de Cannes y más tarde en los cines españoles, película suicida en lo comercial e interesantísima en lo artístico acerca del ciclo de la vida del animal, del vegetal y del mineral (y del ser humano), que se centraba en un anciano, un abeto, una cabra y trozo de carbón. Para algunos sonará delirante, pero seguro que hay lectores a los que les parecerá apasionante. Lo era en buena parte, en una pieza artística sin una sola palabra. La parsimonia se convertía en aventura, y era inolvidable el segmento del viejo que para curarse la tos bebía cada noche un vaso de agua con polvos recién recogidos del suelo de una iglesia por la señora de la limpieza. Se moría, claro, pero qué muerte.

En Il buco, entre la brisa, la niebla y la lluvia, otro anciano es el único personaje de una película austera y rigurosa en la que también reina la ausencia de diálogos, solo escuchados de fondo. Y él es el único al que Frammartino rueda de cerca, en planos cortos, filmando los surcos de su rostro como el que retrata el paisaje físico de la naturaleza en el abismo de la edad, al borde de la muerte. El abismo, la palabra que domina las imágenes de un trabajo a contracorriente e insólito, listo para el deleite o el suplicio, según se logre entrar (o no) en su dinámica. Aunque el que esto escribe lo haya vivido con la pasión de un relato de aventuras de Julio Verne destilado por el cine etnográfico de Jean Rouch.

Con una bella fotografía de exteriores y de interiores apenas iluminados por una pequeña llama o la luz del casco de un espeleólogo, Frammartino conmueve con algo tan sencillo como la naturaleza. Tan sencillo y tan misterioso. Una sima física que apela a lo atávico y a lo cósmico, pero que no deja de ser plenamente contemporánea y terrenal, como en esa mágica imagen de los dos hombres que juegan al fútbol, lanzándose pases de un extremo a otro de la apertura de la gruta, como dos niños felices incapaces de conocer los más oscuros secretos del universo. (Javier Ocaña)

Recomendada.




miércoles, 21 de septiembre de 2022

Yo confieso (Alfred Hitchcock, 1953)


 

Título original: I Confess. Dirección: Alfred Hitchcock. País: USA. Año: 1953. Duración: 95 min. Género: Suspense.

Guión: George Tabori, William Archibald (Novela: Paul Anthelme). Fotografía: Robert Burks. Música: Dimitri Tiomkin. Montaje: Rudi Fehr. Sonido: Oliver S Garretson. Ayudante de dirección: Don Page. Vestuario: Orry-Kelly. Producción: Alfred Hitchcock (Warner Bros.).

Sección Oficial del Festival de Cannes 1953.

Fecha del estreno: 12 Febrero 1953 (USA).

 

Reparto: Montgomery Clift (Padre Michael William Logan), Anne Baxter (Ruth Grandfort), Karl Malden (inspector Larrue), Brian Aherne (Willy Robertson), O.E. Hasse (Otto Keller), Dolly Haas (Alma Keller), Roger Dann (Pierre Grandfort), Charles André (padre Millars), Judson Pratt.

 

Sinopsis:

Un sacerdote escucha la confesión de un criminal. Cuando las circunstancias implican al cura, y las sospechas de la policía recaen sobre él, entonces tendrá que afrontar una espinosa situación: no puede contar lo que sabe; tiene, pues, que encubrir al culpable porque está obligado a respetar el secreto de confesión.

 

Comentarios:

‘Yo confieso’ (I Confess’, Alfred Hitchcock, 1953) es otra de esas películas con las que el maestro del suspense no estaba contento, incluso llegó a declarar que nunca debió filmarse. Fueron muchos los problemas con los que tuvo que lidiar en la producción de un film que adapta la obra teatral de Paul Anthelme de principios de siglo, obra que no interesaba demasiado a Hitchcock y que alguien le vendió con la idea de que tendría buen material para una de sus películas.

El film pretendía ser mucho más atrevido de lo que finalmente vimos en pantalla. Debido a la historia de un cura implicado en un asesinato por secreto de confesión, éste pasa a ser el principal sospechoso, descubriéndose ciertos factores de su vida privada pasada en la que consta un hijo con una mujer casada. La censura logró meter la mano para anular dicho detalle, que sin duda habría sido muy polémico en la trama. Hitchcok era católico y con razón, eso le habría dado igual. Sus preocupaciones eran otras.

Para empezar quería que el papel principal, el del cura, recayese en manos de actores como Cary Grant o James Stewart, pero ambos lo rechazaron, no llevándose muy bien con Montgomery Clift, ya que no le gustaban los actores de método. El actor se pasó buena parte del rodaje borracho —en alguna secuencia incluso puede apreciarse, como la del ferry—, y Hitchcock, que no era amigo de los enfrentamientos, pedía a otros que hablasen con Clift al respecto de su estado.

Con todo hay que decir que Clift, uno de los actores de moda en aquel entonces, está fantástico en el personaje de cura que conoce la identidad de un asesino cuyo nombre no puede desvelar por el secreto de confesión. El rostro del actor refleja a la perfección el estado de ánimo de un personaje recto, justo y que prefiere sufrir un calvario antes que traicionar sus principios y creencias. Son dos los instantes en los que Hitchcock enlaza a Clift con una imagen de Jesucristo, comparando ambos sufrimientos.

 

 

Para el papel femenino de Ruth, la única persona que puede demostrar la inocencia del padre Logan (Clift), el director británico quería a toda costa a la actriz sueca Anita Björk, pues le había impresionado mucho con su interpretación en ‘La señorita Julie’ (‘Fröken Julie’, Alf Sjöberg, 1951), pero el estudio no estaba dispuesto a respaldar a una madre soltera —eran otros tiempos, y cierta historia con Roberto Rossellini e Ingrid Bergman ya había sido un sonado escándalo—, así que Hitchcock tuvo que conformarse con Anne Baxter, aprovechando el reciente éxito de ‘Eva al desnudo’ (‘All About Eve’, Joseph L. Mankiewicz, 1950).

Tal vez la actriz no esté a la altura de Clift, quien no necesita un solo diálogo para transmitir, pero al menos posee cierto feeling. Al lado brilla como el asesino que se esconde tras una confesión, O.E. Hasse, alguien de quien en un principio uno se apiada, pero poco a poco, remordido por la conciencia y por la sospecha de que el padre Logan contará todo a la policía, va envenenándose como ser humano hasta terminar siendo maldad pura. Karl Malden, otro actor muy de moda en aquellos años, es el policía que sospecha de Logan y hace todo lo posible por inculparlo; un personaje ciertamente tópico, pero que gracias al gran actor logra apartarse del cliché.

 

 

Toda la película navega alrededor de un hecho que para muchos, incluido el propio director, es insostenible: el padre Logan aguantando ser acusado y juzgado de asesinato cuando sabe perfectamente quién es el asesino. El público no católico de la época, por razones obvias, no se creyó lo del secreto de confesión, y si lo pensamos bien es un poco ridículo. Pero ahí está la película más de cincuenta años después, ganando con el paso del tiempo y fortaleciéndose en muchos aspectos.

Para empezar, el relato es de lo más oscuro, aunque por el medio nos introduzcan un largo flashback —filmado con claro tono onírico en alguno de sus momentos— que supone la historia de amor entre Logan y Ruth. El inicio, de claro carácter expresionista, con una impecable fotografía de Robert Burks, que desde el trabajo anterior de Hitchcock se convertiría en habitual de éste, con un marcado blanco y negro adelanta lo terrible de la premisa y cómo se precipitarán los acontecimientos hasta un punto en el que no parece haber salida.

En ‘Yo confieso’ la máxima del suspense que practicaba el orondo director es llevada hasta sus últimas consecuencias. Un asesinato, un asesino y un falso culpable que lo pasará muy mal, el espectador sabe desde el inicio lo sucedido, pero por una vez va por detrás de los personajes al desconocer su pasado y relación. Este tratamiento del suspense fue explotado hasta la extenuación en series de televisión como ‘Lost’ (2004-2010), y que aquí alcanza el paroxismo a raíz del silencio del padre Logan.

 

 

La puesta en escena de Hitchcock esta vez se centra en las reacciones de los personajes. Abundan los primeros planos de los rostros de los actores, sobre todo Clift, y consigue momentos prodigiosos con la cámara, la composición del plano y los rostros. Por ejemplo, el instante en el que la mujer del asesino sirve el desayuno al padre Logan y dos curas más, sin quitarle ojo al hombre que ha oído en confesión a su marido y que desconoce su posible reacción ante tal secreto. O sin ir más lejos, ese instante de Karl Malden mirando por encima del hombro para ver al padre Logan cerca y empezar a sospechar —años más tarde Steven Spielberg rindió un sentido homenaje en ‘Tiburón’ (‘Jaws’, 1975)—.

Hitchcok siempre se quejó de que esta película tuviese muy poco humor, más bien nada —salvo por el personaje del fiscal, interpretado por Brian Aherne, que en sociedad aparece jugando con tenedores y vasos, siempre riendo y divirtiéndose, y en la sala de juicios no muestra la más mínima piedad ni con sus amigos más cercanos—, pero creo precisamente que ese es otro de sus puntos fuertes. Además existe una gran ironía, muy típica de su director, en el hecho del padre Logan confesando al asesino que le librará de un chantajista. Una coincidencia de lo más malsana e incluso divertida sobre el papel, pero trágica y triste en imágenes. (Alberto Abuín)

Recomendada.