Joan Fontaine (Tokio,
1917) falleció el domingo mientras dormía en su casa de Carmel (California) a
los 96 años. Con su muerte se rompe uno de los últimos eslabones con la edad
dorada de Hollywood. Fontaine, que alcanzó el estrellato gracias al productor David
O. Selznick, fue una de las actrices favoritas de Alfred Hitchcock y obtuvo un
Oscar por Sospecha. Su carrera
artística abarcó seis décadas, aunque declinó claramente a partir de los años
cincuenta, y aspiró a otros dos Oscar, que no consiguió, por Rebeca (película que daría nombre a la
prenda de vestir epónima) y dando la réplica a Charles Boyer en La ninfa constante (1943). Pero tanto o más
que por su carrera, Fontaine fue famosa por la enconada rivalidad que la
enfrentó a otra actriz rutilante, su hermana mayor, Olivia de Havilland.
Olivia fue la primera en
probar suerte en Hollywood, lo que forzó a Joan a cambiarse de apellido en los
años treinta, cuando empezó a conseguir papeles menores en películas no siempre
memorables y que, sin duda, estaban a una distancia sideral del clásico que su
hermana protagonizó en 1939, encarnando a la Melanie de Lo que el viento se llevó. Sin embargo fue en Fontaine, no en de
Havilland, en quien Selznick puso los ojos en la fiesta en la que le presentó a
un prometedor director, Alfred Hitchcock.
Junto a él rodó Rebeca (1940) y al año siguiente Sospecha, trabajos ambos por los que
recibió una candidatura al Oscar; lograría la estatuilla a la mejor actriz con
la segunda cinta, convirtiéndose, a sus 24 años, en la ganadora más joven del
premio. Fue esta victoria la que envenenó para siempre la relación entre estas
actrices nacidas en Japón, donde su padre trabajaba como abogado de patentes.
La distinguida familia de expatriados británicos, emparentados lejanamente con
la realeza, no se mantuvo mucho tiempo unida. El matrimonio acabó cuando Joan
tenía dos años. La madre se trasladó con sus dos hijas a California, donde se
casó con George Fontaine, de quien la menor tomaría el nombre artístico. Allí,
Joan y Olivia recibieron una formación exquisita pero espartana: la madre, una
actriz formada en la venerable Real Academia de Arte Dramático (RAMA)
londinense, las obligaba a recitar a Shakespeare tras la cena. Si su dicción no
era perfecta, recibían un golpe en los nudillos.
Con semejante
entrenamiento, Olivia se consolidó como actriz rápidamente cuando la Warner la
emparejó cinematográficamente con Errol Flynn. La hermana, que durante un
tiempo fue su chófer, lo tuvo más difícil. Aunque Irving Thalberg le ofreció su
primer papel en No más mujeres
(1935), después pasó año y medio inactiva. No empezaría a abrirse paso de
verdad hasta que Katharine Hepburn, con la que coincidió en Olivia (1937), se la recomendó a un
productor de la RKO.
El año que Fontaine ganó
el Oscar por Sospecha, De Havilland
concurría por Si no amaneciera.
Fontaine no solo se hizo con la estatuilla, sino que se negó además a aceptar
las felicitaciones de su hermana. No volvieron a dirigirse la palabra. De
Havilland ganaría en años posteriores otros dos Oscar, por La heredera y Vida íntima de
Julia Norris. Fontaine y De Havilland, todavía con vida a sus 97 años, son
las únicas hermanas que han conseguido un Oscar en la historia de estos
premios. Pero como declaró Fontaine en una entrevista, la rivalidad siempre
estuvo ahí. “Mi hermana es un león. Yo, un tigre. Y según las leyes de la
jungla nunca podremos ser amigas”, dijo. Incluso durante la reunión de
legendarias ganadoras del Oscar que organizó la Academia en 1979, las dos
hermanas fueron situadas en extremos opuestos del escenario.
Además de sus trabajos
junto a Hitchcock, la única actriz que trabajó con el maestro del suspense que
consiguió un Oscar, Fontaine protagonizó Jane
Eyre junto a Orson Welles, September
Affair (1950), con Joseph Cotten, y Una
isla al sol (1957), donde el romance interracial que protagonizaba con
Harry Belafonte no ayudó a relanzar una carrera que a partir de esa década se
fue dispersando.
Casada y divorciada en
cuatro ocasiones, Fontaine deja dos hijas de sus diferentes matrimonios. “En el
momento que escucho la marcha nupcial, se acabó el matrimonio”, comentó en una
ocasión. La actriz también fue una reconocida interiorista y piloto
profesional.