Título
original: Minamata. Dirección: Andrew
Levitas. País: Reino Unido. Año: 2020. Duración: 115 min. Género:
Drama.
Guión: David Kessler, Andrew
Levitas. Fotografía: Benoît Delhomme.
Música: Ryuichi Sakamoto. Montaje: Nathan Nugent. Producción: Johnny Depp (Metalwork
Pictures, Head Gear Films, Infinitum Nihil, Kreo Films FZ, Metrol Technology,
Work in Progress).
Fecha del estreno: 4 Febrero 2021
(España)
Reparto: Johnny Depp (W. Eugene
Smith), Akiko Iwase (Masako Matsumura), Katherine Jenkins (Millie), Bill Nighy (Robert
Hayes), Minami (Aileen Mioko Smith), Tadanobu Asano (Tatsuo Matsumura), Ryo
Kase (Kiyoshi), Hiroyuki Sanada (Mitsuo Yamazaki), Jun Kunimura (Junichi Nojima),
Yosuke Hosoi (Daiki), Lily Robinson (Diandra), Masayoshi Haneda (Enforcer), Tatsuya
Hirano (Guardaespaldas), Kenta Ogawa (Paciente), Shunsuke Okubo, Koji Ono, Bombardero
Hurley Smith, Kotaro Suzuki, Tatsuya Tagawa, Ana Trkulja, Ali Shams Noraei.
Sinopsis:
Nueva York, 1971. Tras
sus celebrados días como uno de los fotoperiodistas más venerados de la II
Guerra Mundial, W. Eugene Smith se siente desconectado de la sociedad y de su
carrera. La revista Life lo envía a la ciudad costera japonesa de Minamata, cuya
población ha sido devastada por el envenenamiento por mercurio, resultado de
décadas de negligencia industrial. Smith se sumerge en la comunidad y sus
imágenes le dan al desastre una dimensión humana desgarradora.
Comentarios:
Entre el hecho y la
recreación de ese hecho se suele interponer la creatividad, sobre todo su
ausencia. W. Eugene Smith, reputado fotógrafo de la revista Life tanto por sus insignes trabajos en
Iwo Jima y Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial como por sus incomparables
borracheras, abandonos y desplantes a los medios que le pagaban, hizo en junio
de 1972 una de esas imágenes capaces de cambiar el estado de las cosas: una
obra de arte de inspiración pictórica, luz tenue, blanco y negro sombrío e
impacto social, en la que una madre baña y limpia a su hija adulta, con
múltiples deformidades a causa de los vertidos industriales tóxicos, en una
bañera que no es sino un gran barreño. El baño de Tomoko, una piedad, mostró al
mundo los efectos de la contaminación, y la empresa química Chisso, hasta entonces impune, empezó a
purgar por sus pecados.
El fotógrafo de Minamata,
película del estadounidense Andrew Levitas, da cuenta de aquel hecho, de la
mítica imagen, presente en los mejores libros de historia de la fotografía, de
la personalidad de Smith y de los entresijos alrededor de su trabajo, su
historia de amor con la mujer japonesa que le propuso el encargo y las
terribles consecuencias para el fotógrafo, causadas por los sicarios del
capital empresarial. Pero hay un problema: el trabajo de Levitas sobre el
trabajo de Smith carece de creatividad, de arte, algo que quizá no se le deba
pedir a todas las películas, pero sí a una como esta.
El fantástico montaje
inicial con las espectaculares fotos de Smith antes de Minamata y su quehacer
en el laboratorio, punteado por una preciosa canción de la banda británica de
los setenta Ten Years After, quizá el mejor momento de la película, da paso a
un relato con tres ejes: la historia de amor, las especialísimas
características personales del reportero gráfico, interpretado por un casi
irreconocible Johnny Depp, y sus cuitas con Robert Hayes, editor de Life, y finalmente el contraplano de la
empresa de los vertidos en el río, que llevaba el mercurio a los peces que
servían de casi único alimento a los pescadores de la zona. Las dos primeras
vertientes son simplemente correctas; la tercera, casi trivial, estereotipada y
sin desarrollo político ni emocional.
I’ve Love to Change the World
se titula la canción que ilustra el montaje inicial de la historia. Smith, con
su foto, cambió el mundo de unos pobres desfavorecidos. Levitas, con su
película, se ha limitado a ilustrarlo sin demasiada inspiración. (Javier Ocaña)
Título
original: Unbelievable. Temporada:
1. Episodios: 8.Año: 2019. País:
USA. Género: Intriga. Estreno: 13 Septiembre 2019 (Netflix).
Creacción: Susannah Grant, Michael
Chabon, Ayelet Waldman. Dirección: Lisa
Cholodenko, Susannah Grant, Michael Dinner. Guión: Susannah Grant, Becky Mode, Michael Chabon, Ayelet Waldman,
Jennifer Schuur, T. Christian Miller, Ken Armstrong (basado en el artículo
ganador del Premio Pulitzer "An Unbelievable Story of Rape", de T.
Christian Miller, Ken Armstrong). Fotografía:
Quyen Tran. Música: Will Bates. Producción: CBS Television Studios,
Timberman-Beverly Productions.
Nominada a Mejor
Miniserie en los Globos de Oro 2019. Nominada a Mejor Miniserie en los Premios
Emmy 2020.
Reparto: Merritt Wever, Kaitlyn
Dever, Toni Collette, Vanessa Bell Calloway, Dale Dickey, John Hartmann, Austin
Hebert, Liza Lapira, Kai Lennox, Danielle Macdonald, Elizabeth Marvel, Omar
Maskati, Blake Ellis, Scott Lawrence, Aubrey Fuller, Eric Lange, Connor
Tillman, Hendrix Yancey, Max Arciniega, Jun Hee Lee, Shane Paul McGhie,
Patricia Faasua, Bill Fagerbakke, Treisa Gary, Tim Martin Gleason, Dejon
LaQuake, Charlie McDermott, Tess Aubert, Elena Campbell-Martinez, Tate
Ellington, Dominic Goodman, Alison Jaye Horowitz, Reggie Jernigan, J.E. Burton,
Jon Beavers, Allius Barnes.
Sinopsis:
Cuando una joven es
acusada de mentir sobre una violación, dos inspectoras investigan una serie de
espeluznantes ataques similares. Inspirada en hechos reales.
Comentarios:
Las víctimas de un crimen
deben enfrentarse hasta tres veces al trauma: cuando son agredidas en primer
lugar, cuando el sistema judicial les hace revivir la experiencia (una, y otra,
y otra vez) y cuando alguna serie convierte su dolor en carne de ‘true crime’
y, a su agresor, en una figura misteriosa y fascinante con la que vender
camisetas y filmar biopics. Las vidas infinitas de la experiencia
postraumática. Y eso las que, por suerte o por desgracia, viven para contarlo.
En el caso de la violación, entran en juego otros elementos. La humillación, la
culpa, el constante cuestionamiento social y jurídico hacia su versión de la
historia. La explotación de las áreas grises, de la memoria dañada, de la hora
que era, de lo que llevaba puesto, de lo que hizo para protegerse, del volumen
en el que pidió ayuda. Para muchas mujeres, como la protagonista de ‘Creedme’,
la violación solo es la primera parada en un viaje lleno de agresiones.
Esto es lo primero que la
nueva serie de Netflix quiere que entendamos: que esta no va a ser una de esas
crónicas de sucesos henchidas de sensacionalismo y especulaciones donde el
misterio por atrapar a un criminal en serie se impone sobre la experiencia de
sus víctimas. Por algo parte de una investigación premiada con el premio
Pulitzer, el más prestigioso de los galardones periodísticos, firmada por Ken
Armstrong y T. Christian Miller y titulada en su primera versión ‘An
Unbelievable Story of Rape’. En ella, la cultura de la violación se mostraba
con su cara más amarga, la de la falta de formación entre las fuerzas de
seguridad, el estigma que acompaña a un delito sexual o la poca confianza que
tradicionalmente se achaca a las víctimas que dan un paso al frente para
denunciarlo. "Muchos detectives evitarían los delitos sexuales si pudieran",
escribieron en su reportaje. "No tienen el mismo perfil que los homicidios
-nadie viene a hacer una película sobre un caso de violación- y, donde éstos
eran en blanco y negro, la violación está llena de grises”, apuntan,
evidenciando la complejidad que conllevan estas situaciones, a lo que se añade
algo más: “Las víctimas de violación estaban vivas y sufriendo, su dolor
siempre estaba en su cara y nunca, nunca podrías mirar hacia otro lado”.
Armstrong y Miller
documentaron los crímenes de un violador en serie que, con un modus operandi
que repetía y perfeccionaba a cada nueva víctima (localizaba mujeres que vivían
solas, allanaba su casa en mitad de la noche con un pasamontañas cubriéndole la
cara, las violaba durante horas, las fotografiaba y se llevaba sus bragas como
trofeo, las obligaba a tomarse una ducha posterior para borrar las huellas… y
así hasta desaparecer como si jamás hubiese estado allí), atacó a diversas
mujeres en diferentes zonas de los Estados Unidos. De entre todas ellas,
‘Creedme’ se centra principalmente en la historia de Marie (Kaitlyn Dever),
que, cuando denunció la agresión, fue presionada por los agentes de policía y
cuestionada por algunas de las contradicciones de su relato, a lo que no ayudó
su pasado trágico entre maltratos y casas de acogida. Y eso les bastó para
confundirla hasta guiarla hacia la única respuesta que estaban esperando
escuchar, la única que les valía: que se lo había inventado todo. Que lo habría
soñado, que solo buscaba algo de atención. No sería hasta años después, cuando
su vida ya se había caído a pedazos, que podría demostrar que dijo la verdad.
Las decisiones narrativas
de la serie de Netflix son impecables. Primero: dejar la historia del violador,
que sí se explicó sobre el papel, fuera del relato. Claramente, su objetivo es
centrarse en la experiencia de las víctimas. Segundo: no mostrar las
violaciones de forma explícita, sino con mucho cuidado a través de los
recuerdos de quienes las sufrieron. No había, como queda demostrado después de
verla, ninguna necesidad de mostrar el crimen en toda su crudeza, y el
resultado son memorias borrosas que aparecen como 'flashes', en una visión
profundamente subjetiva de lo que ocurrió.
Tercero: no retratar a
los policías como villanos misóginos, sino como profesionales que prefirieron
pasar al siguiente expediente en lugar de servir y proteger como debían.
"No era su trabajo convencerme: era mi trabajo llegar al fondo del asunto,
y no lo hice", diría arrepentido años después el detective Parker
(interpretado en la serie por Eric Lange) frente a los periodistas. La serie no
quiere demonizar a quienes lo hicieron mal, sino mostrar las consecuencias de
la mala praxis policial. Cuarta: saber que la mirada femenina tras las cámaras
era de extrema importancia, y está representada, entre otras, por la showrunner Susannah Grant (guionista de
‘Erin Brockovich’), la productora Sarah Timberman (‘Justified’), la directora
Lisa Cholodenko (‘Los chicos están bien’) e incluso la propia Marie, que
participó desde el anonimato.
Y quinta, y quizás la más
importante: ayudar al espectador a entender que el trauma de ser violada no es
comparable a otros tipos de crímenes y, sobre todo, que no todas las víctimas
reaccionan de la misma manera. Esto era importante para las creadoras. No hay
una víctima perfecta, no es más verídico un testimonio porque haya llantos,
gritos o golpes sobre la mesa. Están las que callan por vergüenza, miedo o
culpa, o las que quieren retirarse a medio camino porque (como la protagonista)
prefieren que todos se olviden del tema antes que volver a revivir lo ocurrido
una y otra vez, sentir el odio en las redes sociales por parte de hombres que
dicen no querer ver sus vidas arruinadas por una “falsa denuncia” o que una
juez le pregunte si cerró bien las piernas para evitar que la violaran. Ojalá
eso fuese inventado. La realidad es que, tras un trauma como este, no hay
ningún patrón a seguir, ni mucho menos uno por el que se pueda juzgar la
veracidad de un testimonio. Por ejemplo, un detalle real que se muestra en la
agresión a Marie es cómo se queda mirando una foto de su mesilla de noche en la
que aparece ella en la playa, trasladando su mente a un recuerdo feliz para no
tener que pensar en lo que está ocurriendo en la realidad. Por eso, más tarde,
no recordará demasiados detalles de la agresión, al contrario que otra de las
víctimas, Amber (Danielle MacDonald), que se esforzará en recordar cada detalle
como mecanismo de defensa. Cada una encuentra su modo de sobrellevar una
tortura que se extendió durante toda una noche.
Además de Marie, el otro
pilar de ‘Creedme’ llega en forma de dos detectives de policía: Grace Rasmussen
(Toni Collette) y Karen Duvall (Merritt Wever). Ambas iniciarán una
investigación modélica, exhaustiva e irreprochable para traer justicia al caso.
Sus personajes (reales, aunque con otros nombres) funcionan a su vez como
representantes de otro tipo de agresión, la de mujeres que trabajan en un
ambiente predominantemente masculino, donde, como apuntan en la serie, un alto
porcentaje de agentes consiguen encubrir sus casos de violencia doméstica
contra sus parejas. El sistema es, aún en muchos casos, profundamente
patriarcal e imperfecto. Por eso, ver a dos profesionales que se dejan la piel
por un caso es inspirador. Dos “ángeles de la guarda”, como las llamará una de
las víctimas, que velan por el bienestar de aquellas que no pueden defenderse
por sí solas. Sus diferencias se explotan en unas dinámicas propias de una
‘buddie movie’ policíaca, y su relación se convierte en uno de los grandes
fuertes de toda la historia. Ellas representan, como asegura la ‘showrunner’ en
una entrevista con Rolling Stone, “la idea de que no sabes cuánto estás
haciendo por otros cuando haces lo correcto".
La serie llega en un
momento perfecto, en una era de ajuste de cuentas. Por un lado, con nuestros
errores del pasado, por no dar la suficiente importancia a los crímenes
sexuales ni creer las historias de las mujeres. Series como ‘Lorena’ de Amazon
Prime Video nos han ayudado a analizar viejas polémicas con una nueva
perspectiva, mientras depredadores como Harvey Weinstein han sufrido por fin
las consecuencias de sus actos y casos como el de La Manada se han convertido
en un asunto de importancia nacional. Es un momento para escuchar, y ‘Creedme’
nos abre el camino para el siguiente paso: entender. Su exploración del trauma
y sus efectos (en la memoria, en las relaciones con otros, en la autoestima) no
solo nos enseña con una sensibilidad apabullante lo que ocurre después de una
violación, sino también, a nivel artístico, nos da una lección sobre cómo
alejarse del sensacionalismo morboso y adentrarse en retratos mucho más
inteligentes, pero igualmente impactantes e incluso adictivos, en el género del
‘true crime’. Sí, se puede. (Mireia Mullor)