Título
original: Once Upon a Time in... Hollywood. Dirección: Quentin Tarantino. País: USA. Año: 2019. Duración: 165
min. Género: Drama. Comedia.
Fred Raskin (Montaje), Robert Richardson (Fotografía), Quentin Tarantino (Guión), David Heyman, Shannon McIntosh,
Quentin Tarantino (Producción),
Gerogia Kacandes, Yu Dong (Producción
ejecutiva), Arianne Phillips (Vestuario),
Victoria Thomas (Casting).
Presentada en la sección oficial
del Festival de Cannes 2019.
Estreno en Sevilla: 15 Agosto 2019
Reparto:
Leonardo DiCaprio
(Rick Dalton), Brad Pitt (Cliff Booth), Margot Robbie (Sharon Tate), Dakota
Fanning (Squeaky Fromme), Al Pacino (Marvin Shwarz), Timothy Olyphant (James
Stacy), Kurt Russell (Randy), Margaret Qualley (Pussycat), Luke Perry (Wayne
Maunder), Damian Lewis (Steve McQueen), Emile Hirsch (Jay Sebring), Rumer
Willis (Joanna Pettet), Bruce Dern (George Spahn), Scoot Mcnairy, Clifton
Collins Jr, Lew Temple, Maurice Compte, Michael Madsen, Zoë Bell, Brenda Vaccaro,
Spencer Garrett.
Sinopsis:
Hollywood, años 60. La
estrella de un western televisivo, Rick Dalton, intenta amoldarse a los cambios
del medio al mismo tiempo que su doble. La vida de Dalton está ligada
completamente a Hollywood, y es vecino de la joven y prometedora actriz y
modelo Sharon Tate que acaba de casarse con el prestigioso director Roman
Polanski.
Comentarios:
En 1923, el turbulento
escándalo Fatty Arbuckle, que marcó el fin de un Hollywood, inspiró a Ramón
Gómez de la Serna “Cinelandia”, obra pionera de lo que acabaría denominándose
Hollywood novel, donde la malograda Virginia Rappe se transformaba en la actriz
Carlota Bray, que, en el capítulo final, resucitaba en forma de proyección
cinematográfica. En 2007, el norteamericano Steve Erickson aportaría otra
relevante obra al subgénero con “Zeroville”, novela cuyo protagonista llegaba a
la meca del cine la misma noche en que sería asesinada Sharon Tate y, con ella,
otra idea de Hollywood posible. Entre uno y otro trabajo, libros y películas
tan relevantes como “El día de la langosta” (1939) de Nathanael West; “El
crepúsculo de los dioses” (1950) de Billy Wilder; el díptico “Hollywood
Babilonia” (1959 y 1986), de Kenneth Anger o “¿Qué fue de Baby Jane?” (1962),
de Robert Aldrich fueron consolidando un imaginario de la ciudad de los sueños
como territorio habitado por lo espectral, como precario espejismo de luz con
un reverso de pesadilla.
En “Érase una vez… en
Hollywood”, Quentin Tarantino parte de esa tradición para llevarle
saludablemente la contraria y, con ello, ha logrado una película compleja y
extraordinaria que ondea las banderas de la utopía y el deseo desde el
territorio de nobleza y precariedad de los que han sido tempranamente
expulsados del sueño. Desde “Jackie Brown” (1997), el cineasta no había tenido
oportunidad de desarrollar una mirada tan empática y afectuosa sobre sus
personajes: un actor de capa caída y su doble de acción, vecinos de quienes
centran los focos del nuevo glamour, inquebrantables camaradas en los márgenes
de un mundo que se transforma.
Si en “Los odiosos ocho”
(2015) uno podía tener la impresión de que Tarantino se embriagaba en exceso
con la sonoridad envolvente de sus alambicados diálogos, aquí emerge otro
cineasta (que es el mismo, pero más maduro y depurado, sin perder un ápice de
su voluntad de juego). Confiarlo todo a la imagen, mirada, silencio y gesto
como en la escena de Sharon Tate en el cine demuestra una contundente firmeza
en este nuevo registro, en el que también se introduce una luminosa
iconoclastia (el tratamiento de Bruce Lee) y se afina un sentido lúdico de la
narración que logra cimas como la del encadenado de flashbacks mientras un
personaje arregla una antena de televisión. Auténtico trabajo de amor
(cinéfilo), “Érase una vez… en Hollywood” es una obra mayor, inagotable, esplendorosa.
(Jordi Costa).
Recomendada.