lunes, 29 de noviembre de 2021

Jorge Semprún (1923-2011)

Jorge Semprún falleció el 7 de junio de 2011 en su domicilio de París. El escritor y exiliado español, ex ministro de Cultura, superviviente de los campos de exterminio nazis y ex militante comunista tenía 87 años.

Nació el 10 de diciembre de 1923 en Madrid, en una familia burguesa, católica y liberal. Se trasladó a Holanda al comienzo de la Guerra Civil con su padre y al acabar la contienda se exilió con su familia en París (Francia), donde cursó Filosofía y Letras en La Sorbona.

Ingresó en el Partido Comunista de España, y tomó parte en la Resistencia francesa durante la ocupación nazi, fue detenido por la Gestapo y deportado, en 1943, al campo de concentración de Buchenwald (este de Alemania), donde murieron más de 10.000 españoles y donde el propio Semprún, marcado con el nº 44.904, permaneció 16 meses. Fue liberado en 1945, regresando a París.

A finales de los años 60 vivió de incógnito en Madrid, dejó el partido comunista por desavenencias con su líder, Santiago Carrillo.

 

 

Publica su primera novela en París, “El Largo Viaje”, continuando una prolija obra literaria (“La Deuxième mort de Ramón Mercader", “Repérages”, “Autobiografía de Federico Sánchez”, “Vaya Domingo”, “La Algarabía”, “Montand, la vida continúa”, “La montaña blanca”, “Netchaiev ha vuelto”, “L'écriture ou la vie”, “Pálida madre, tierna hermana”, “Adiós, luz de veranos”, “Viviré con su nombre, morirá con el mío”, “Veinte años y un día”, etc.) de fuerte componente autobiográfico, donde Semprún reflexionaba sobre los hechos más importantes del siglo XX en España y en Europa

Es nombrado ministro de Cultura español el 8 de julio de 1988, durante el mandato de Felipe González, sustituyó en el cargo a Javier Solana, medió en las negociaciones para la adquisición por parte del Estado Español de la gran Colección Thyssen de 700 obras de arte (1988-1993). Fue precursor del Decreto de ayuda a la Cinematografía de 1989 ('Decreto Semprún').

El presidente González remodeló su equipo el 11 de marzo de 1991 y, al frente de Cultura, designó a Jordi Solé Tura, y Jorge Semprún regresó a Francia como consejero de Canal+ el 10 de junio de 1992.

La relación de Semprún con el cine fue muy estrecha. Escribió para el cine más de una docena de guiones que se concentran entre 1966 y 1997 y se sustentan en 3 nombres propios: Alain Resnais, Costa Gavras y Yves Boisset.

 

 

La primera incursión cinematográfica fue “La guerra ha terminado” (1966) de Alain Resneis, con el que colaboraría de nuevo en el filme “Stavisky” (1974).

Fue el guionista de tres películas del director Costa Gavras: “Z” (1969), “La confesión” (1970) y “Sección especial” (1975). También realizó el guión de “El atentado” (1972), de Yves Boisset.

Otros guiones interesantes para el cine fueron “Una mujer en la ventana” (1976) dirigida por Pierre Granier-Deferre y “Las rutas del sur” (1978), dirigida por Joseph Losey.

También realizó la adaptación cinematográfica de su novela “Netchaiev ha vuelto” (1991), película que dirigió Jacques Deray.

Es evidente, que Jorge Semprún, además de ser un escritor y un político de referencia, ha sido un destacado cineasta. 

 


 

domingo, 28 de noviembre de 2021

El vientre del mar (Agustí Villaronga, 2021)

 

Título original: El vientre del mar. Dirección: Agustí Villaronga. País: España. Año: 2021. Duración: 76 min. Género: Drama.

Guión: Agustí Villaronga (basado en un texto de Alessandro Baricco). Fotografía: Josep M. Civit, Blai Tomàs. Música: Marcús Jgr. Montaje: Bernat Aragonés. Producción: Cesc Mulet, Javier Pérez Santana.

Biznaga de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de Málaga 2021.

Fecha del estreno: 12 Noviembre 2021 (España)

 

Reparto: Roger Casamajor (Savigny), Òscar Kapoya (Thomas), Muminu Diayo (Thèrese), Marc Bonnín (Markus), Armando Buika.

 

Sinopsis:

Junio de 1816. La fragata Alliance, de la Marina francesa, embarranca ante las costas de Senegal. Como los botes disponibles para la evacuación no son suficientes para acoger a todos los tripulantes, se construye una precaria embarcación en la que obligan a subir a 147 hombres: soldados, marineros, algún pasajero y unos pocos oficiales. El plan previsto es que los botes remolquen la balsa hasta la orilla pero el pánico y la confusión se apoderan del convoy y cortan la soga de remolque, abandonando la balsa a su suerte. El hambre, la inclemencia del mar, la locura y una lucha encarnizada se desatan en aquella balsa a la deriva.  

 

Comentarios:

Océano mar, segunda novela de Alessandro Baricco, publicada en el año 1999, abordaba en la parte más celebrada de su texto el naufragio de una fragata de la marina francesa con 147 seres humanos a bordo, y el vínculo de venganza que se establecía entre dos de ellos. Una especie de poema en prosa, una letanía por los que no están dispuestos a morir ahogados, que no necesitaba concretar tiempo ni lugar.

Los ecos de La balsa de la medusa, imponente cuadro de Théodore Géricault, joya del romanticismo, con unos desesperados protagonistas que construían una penosa embarcación con la que desafiar a la muerte durante días, estaban ya en el texto de Baricco. Y ahora, con sendas vertientes artísticas, el siempre interesante director mallorquín Agustí Villaronga ha compuesto la muy libre El vientre del mar, experimento fílmico que parte de la letra de Baricco y de una odisea ambientada justamente en el año 1812, cuando Géricault pinceló su obra, que trasciende a ambos para llegar hasta la plena contemporaneidad: la de las crisis migratorias, la de los cayucos hundidos en alta mar, la de las lanchas motoras atestadas de hombres, mujeres y niños en busca del sueño de la libertad. Una historia alrededor de la infamia, de estimable aliento poético, triunfadora en el pasado festival de Málaga, donde arrasó con los premios de mejor película, dirección, guion, interpretación masculina (para Roger Casamajor), música y fotografía.

En un rotundo blanco y negro, con levísimas tinturas en algunos de sus pasajes, Villaronga articula su oda a la fuerza del mar y su homenaje a los náufragos de cualquier tiempo, pero sobre todo los presentes, a partir de una fusión de reflexiones de corte teatral, montaje exquisito en el que se suman fotografías y audiovisuales actuales —incluidos extractos de llamadas de ayuda a las patrullas de rescate por parte de los inmigrantes—, con grabados del siglo XIX y diversas estampas de, precisamente, el cuadro de Géricault, inmersos en una estructura en la que el juicio a los dos supervivientes entregados a una furibunda lucha ejerce de hilo conductor.

El vientre del mar aglutina la crueldad que suelen tener las películas de Villaronga desde su terrible y supremo debut, Tras el cristal (1986), con su capacidad para desprender lirismo dentro de trabajos asentados en la huida de cualquier convencionalismo. No es una película fácil, aunque sí un relevante estudio sobre la cobardía y la ineptitud, el abandono y el olvido, que por desgracia se extiende a través de los tiempos. (Javier Ocaña)

Recomendada.




sábado, 27 de noviembre de 2021

Giulietta de los espíritus (Federico Fellini, 1965)


 

Título original: Giulietta degli spiriti. Dirección: Federico Fellini. País: Italia. Año: 1965. Duración: 148 min. Género: Drama.

Guión: Federico Fellini, Tullio Pinelli, Ennio Flaiano. Fotografía: Gianni Di Venanzo. Música: Nino Rota. Montaje: Ruggero Mastroianni. Dirección artística: Piero Gherardi. Ayudante de dirección: Francesco Aluigi, Liliana Berti, Rosalba Zavoli. Vestuario: Piero Gherardi. Producción: Angelo Rizzoli.

2 nominaciones al Oscar 1965 (Dirección artística en color y Vestuario en color). Globo de Oro 1965 a la Mejor Película de habla no inglesa. Mejor película extranjera en el Círculo de Críticos de Nueva York 1965.

Fecha del estreno: 25 Enero 1967 (España)

 

Reparto: Giulietta Masina (Giulietta Boldrini), Sandra Milo (Suzy / Iris / Fanny), Mario Pisu (Giorgio), Valentina Cortese (Valentina), Valeska Gert (Pijma), José Luis de Vilallonga (amigo de Giorgio), Friedrich von Ledebur (Medium Fredrich Ledebur), Caterina Boratto (madre de Giulietta), Lou Gilbert (Abuelo), Luisa Della Noce (Adele), Silvana Jachino (Dolores), Milena Vukotic (Elisabeta), Fred Williams (agente Lynx-Eyes), Dany París (amigo desesperado), Anne Francine (psicodramático), Sylva Koscina (Sylva), Sabrina Di Sepio (nieta de Giulietta).

 

Sinopsis:

Giulietta, que duda de la fidelidad y del amor de su marido, acude a reuniones espiritistas buscando consejo y esperando una señal que le muestre que su marido aún siente cariño por ella y que puede recuperarlo. Por casualidad, conoce a Susy, una perniciosa mujer que sólo vive para el amor y que está a punto de destrozar las ilusiones de Giulietta.

 

Comentarios:

No tuvo buen éxito de crítica cuando en 1967 se estrenó en España Julieta de los espíritus: la mayor parte de los críticos independientes (en aquella época se definía así a quienes no alternaban la crítica con la censura ni realizaban trabajos remunerados para distribuidoras) pensaron que esta película de Federico Fellini era una mala copia de su obra anterior 8 y medio, donde ya había descubierto ese fascinante mundo de imágenes que constituye desde entonces el toque del autor. En la revista Nuestro Cine se decía, por ejemplo, que "la estructura narrativa del filme es un recurso que no corresponde a una profundización en el personaje principal y por ello se transforma en una investigación estética de dudoso alcance". Ricardo Muñóz Suay, por su parte, consideraba que Giulietta de los espíritus "se diluye en un esfuerzo psicoanalítico de excesivo significado moralizante". Es probable que así fuera, pero el paso del tiempo ha devuelto a Giulietta de los espíritus una independencia que la fortalece. Al margen de cualquier comparación con 8 y medio, Fellini desarrolla en esta película su barroquismo formal en una lluvia incesante de enloquecedoras fantasías que no permiten el menor descanso; es conveniente que quienes se dispongan a contemplarla hoy en la pequeña pantalla eviten toda distracción, en cada parpadeo se pierde una imagen irrepetible.

La historia es simple. Giulietta, mujer menuda, tímida e insatisfecha, descubre que el marido la engaña. En su obligada soledad deja libres sus fantasmas, sus recuerdos de infancia, sus atormentadas represiones, tratando de encontrar por sí misma un camino a su futuro. La invita a ello su encuentro con un extraño ganadero español (José Luis de Vilallonga), que prepara ritualmente una sangría, "la bebida del olvido"; pero la provoca con más insistencia su alucinante vecina (Sandra Milo, mal doblada al castellano), que organiza las fiestas más sensuales y mágicas del cine de Fellini. En ellas, la pobre Giulietta deja que sus atónitos ojos se paseen por un mundo que ignoraba; en su miedo, la acompañan insistentes y lejanos mitos de infancia, sobre todo el del abuelo, un enérgico anciano barbudo que liberaba a la nieta de las absurdas manías de las monjas, empeñadas en transformarla en una santa achicharrada en la parrilla. (En la secuencia de esa representación teatral aparecen, probablemente, los momentos más bellos de este filme).

Si la película comienza con un juego de espejos, en espejos deformados vemos el resto. La imaginación de Giulietta transforma en seres vivos lo que sólo es parte de su subjetivismo. Las voces que la atormentan, al principio enemigas, más tarde solidarias acompañantes, adquieren cuerpo según Giulietta avanza en su libertad. Descubre que esos fantasmas no le pertenecen a ella sólo, sino también a la infidelidad del esposo, a la estúpida educación recibida, a su represión, en suma. Quizá al final, reencontrada con su propia entidad, alcance la libertad ansiada y pierda el miedo a ser feliz. Se dice que Fellini escribió esta película como homenaje a su esposa, Giulietta Massina, con quien ya había trabajado en La strada y Las noches de Cabiria: "No es sólo un rostro, sino una verdadera alma dentro de la película", dice el autor de su protagonista. Si realmente el filme se inspira en la vida de la actriz, ésta tuvo que desvelar sus emociones más íntimas, sus secretos más ocultos. Lejana ya de los tics que prodigó en las películas anteriores, Giulietta Massina realiza en esta posible autobiografía uno de los trabajos más importantes de su carrera.

La utilización del color es también protagonista de la obra. Con Gianni di Venanzo como fotógrafo, Fellini crea en Giulietta de los espíritus un mundo insólito, producto del ensueño y la mistificación; pero justo es señalar también el trabajo de Piero Gherardi en los decorados y vestuarios, sin los que Fellini no tendría punto de apoyo. Nino Rota, frecuente compositor en las obras de este cineasta, escribe una pegadiza partitura que reafirma el tono circense que florece a lo largo de la narración. (Diego Galán)

Recomendada.