Fue bellísima, de melena
volcánica, camaleónica, tan vivaz como desinhibida en pantalla, actriz antes
que estrella, tres veces candidata al Oscar en tan solo un lustro —en 1950 con Sin remisión, al año siguiente con Brigada 21 y en 1955 con Melodía interrumpida—, inteligente, con
fuerza… Como decía hace unos días Christopher Plummer, su compañero de reparto
en Sonrisas y lágrimas, Eleanor
Parker “es una de las mujeres más bellas” que ha conocido en su vida, “como
persona y como belleza”. “No puedo creer la noticia. Estaba convencido de que
estaba hechizada y que viviría para siempre”. Plummer usaba el presente, pero
en realidad ya fue: la intérprete falleció el lunes por la noche a los 91 años
por complicaciones derivadas de una neumonía en un centro médico cercano a su
residencia en Palm Springs (California).
Hija de un profesor de
matemáticas en Cedarville (Ohio), que se preocupó porque su vástago tuviera una
buena educación, desde los 18 años decidió que el teatro era lo suyo y se
inscribió en la Pasadena Community Playhouse en 1940. Un año después un
cazatalentos de Warner le fichó y tras un corto en color debutó en la gran
pantalla en Murieron con las botas
puestas. En 1943 ya protagonizó Mission
to Moscow y comenzó su racha de buenas películas, a pesar de que en Warner
era considerada estrella importante pero no superestrella. Por eso le
encasquetaron grandes títulos con decepciones artísticas y comerciales, de Nunca te alejes de mí con Errol Flynn
pasó a una nueva y terrible versión de Cautivo
del deseo. En 1948 coincidió con un actor flojo llamado Ronald Reagan en The voice of turtle: otra demostración
de que Parker estaba por encima del material que le ofrecían. Aun así seguía
filmando y protagonizando todo tipo de campañas de publicidad.
Los años cincuenta traen
su consagración. Empezó con Tres secretos
de Robert Wise, siguió su primera candidatura a la estatuilla de Hollywood —y
la copa Volpi del festival de Venecia— con el drama carcelario Sin remisión, con Humphrey Bogart en Una llama en el espacio, y pasó a la
Paramount para Brigada 21, en la que
encarnaba a la esposa del policía Kirk Douglas. Resultado: segunda candidatura.
En 1952 convirtió a Stewart Granger en espadachín objeto del deseo en Scaramouche, apostando por otro giro en
su carrera, y se fue a la Metro.
Hasta 1960 rodó tres
películas con Robert Taylor, que estuvo a punto de convertirse en su tercer
marido —él no quiso—, enlazó títulos míticos como Fort Bravo, Cuando ruge la
marabunta, El valle de los Reyes
y la mezzosoprano de Melodía interrumpida,
su tercera selección al Oscar. El guionista William Ludwig, ganador del Oscar
por este drama, escribió en su biografía que los espectadores iban al cine “no
para ver a la señora Parker con distintos vestidos y sitios, sino para ver a la
persona que había creado en la película”. Su habilidad para desaparecer en la
pantalla llevó al autor Doug McClelland a escribir un libro sobre ella llamado
Eleanor Parker: woman of a thousand faces (La mujer de las mil caras).
En 1955 interpretó a la
esposa inválida de Frank Sinatra en El
hombre del brazo de oro, un drama tan fascinante como escandaloso para la
época. Otras de sus películas de esa década son La novia salvaje, The king and four queens, Millonario de ilusiones,
Lizzie, El velo pintado y Con él
llegó el escándalo.
En los años sesenta
combinó cine y televisión, y aunque su estrella, que no su talento, decaía:
participó en Regreso a Peyton Place,
Sonrisas y lágrimas —donde daba vida a la aristócrata que intentaba cazar
al barón Von Trapp— , El Oscar, Esclavos
del pecado y Homicidio justificado.
Bajo la dirección de Dino Risi actuó junto a Vittorio Gassman en Un tigre en la red. Gracias a su labor
en la pequeña pantalla, la actriz consiguió una candidatura al Emmy por un episodio
de The Eleventh Hour (1962), obtuvo otra candidatura a los Globos de Oro por
Bracken’s World (1969), y alargó su carrera en series como Hawai 5-0,
Vacaciones en el mar, La isla de la fantasía, Hotel o Se ha escrito un crimen.
Su última película fue Sol ardiente
(1979), con Farrah Fawcett.
Parker, que tuvo cuatro
hijos, fue definida por Terenci Moix como “la inválida más bella de los años
cincuenta”, porque apareció en silla de ruedas en La gata en la terraza, Melodía
interrumpida, El hombre del brazo de oro y en alguna secuencia de Con él llegó el escándalo.
En el libro Eleanor
Parker: la mujer de las mil caras, ella misma afirmaba: “No siempre me
reconozco a mí misma cuando me veo en las fotos. Son imágenes que me recuerdan
a Ingrid Bergman, Pat Neal, Myrna Loy, Joan Fontaine o Eleanor Powell. Nunca me
parezco a mí. Francamente, creo que esto es maravilloso. ¿A qué mujer no le
gusta un poco de misterio acerca de sí misma?”.
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