Título
original: Código Emperador. Dirección: Jorge
Coira. País: España. Año: 2022. Duración: 105 min. Género:
Thriller.
Guión: Jorge Guerricaechevarría.
Fotografía: Pablo Rosso. Música: Xavier Font, Elba Fernández. Producción: Vaca Films, The Playtime
Group, Sábado Películas, Netflix, RTVE, Televisión de Galicia (TVG).
Sección Oficial del
Festival de Málaga 2022.
Fecha del estreno: 18 Marzo 2022
(España)
Reparto: Luis Tosar, Alexandra
Masangkay, Georgina Amorós, Denis Gómez, Miguel Rellán, Laura Domínguez, María
Botto, Fran Lareu, Arón Piper, Juan Carlos Vellido, Santi Prego, Erik Novák,
Patirke Mendiguren.
Sinopsis:
Juan trabaja para los
servicios secretos; con el fin de tener acceso al chalet de una pareja
implicada en el tráfico de armas se acerca a Wendy, la asistenta filipina que
vive en la casa y establece con ella una relación que se irá volviendo cada vez
más compleja. En paralelo, Juan realiza otros trabajos “no oficiales” para
proteger los intereses de las élites más poderosas del país, que ahora han
puesto sus ojos en Ángel González, un político aparentemente anodino cuyos
trapos sucios deberá buscar o “inventar”.
Comentarios:
Las maquinaciones del
comisario Villarejo han calado hondo en el cine español. En los últimos años,
las películas alrededor de la corrupción política y empresarial, principalmente
thrillers policiales con ramificaciones sociales, han sido una constante. Rodrigo
Sorogoyen dio un paso más hacia la concreción con uno de los personajes
secundarios de su soberbia serie de televisión Antidisturbios: un hombre común con pinta de recién jubilado,
ataviado con la gorra característica del inquietante expolicía, que movía hilos
a su antojo. Y ahora Jorge Coira, con la mediación de Jorge Guerricaechevarria
en el guion, se ha servido en Código Emperador
de la campechanía del actor Miguel Rellán, de su aspecto de bonhomía y de su
tono de voz de no haber roto nunca un plato, para montar una intriga con toques
de cine negro acerca de las cloacas del estado español. Nadie pronuncia en la
película el apellido Villarejo, pero su negra imagen sobrevuela todo el relato,
en torno a las acciones encubiertas de un grupo de policías y de miembros del
servicio secreto a su mando.
Código Emperador, con título de famosa
operación policial aún en manos de los jueces, está protagonizada por uno de
esos fontaneros a cargo del siniestro personaje, con dos claves de actuación:
el descubrimiento de ese error que todo cristo ha cometido en su vida, con el
peligro de que sea conocido por los medios de comunicación, la familia y la
ciudadanía; o la provocación de ese fatal yerro, si es que aún no se ha
producido, llevando a la persona en cuestión hacia esa recóndita tentación que
le haga preso del chantaje para siempre. La cuestión es tener a los nombres
elegidos atados de pies y manos. Miembros, cómo no, de los grandes poderes: del
legislativo, del ejecutivo y del judicial.
El libreto de
Guerricaechevarria acaba alcanzando lugares tenebrosos previo paso, eso sí, por
un cúmulo de temáticas y casuísticas que no siempre acaban de encajar durante
el primer trecho del metraje. Por la historia circulan desde famosos
futbolistas a los que se les va la mano con las mujeres hasta la fabricación de
bombas sucias; desde neonazis ucranios hasta narcotraficantes latinoamericanos;
desde empleadas filipinas en hogares de adineradas familias que trafican con
armas hasta un diputado de un grupo político de referencia con un perfil falso
de Facebook. El cadáver en el armario puede ser más o menos grande, pero los de
las cloacas siempre se las arreglan para que el muerto les acabe sirviendo para
sus extorsiones.
La película no arranca
del todo bien y tarda en encauzarse, entre otras cosas porque a Coira le falta
estilo visual. Al ya veterano director gallego, de carrera desigual en cine,
aunque con una estupenda comedia dramática asentada en la improvisación llamada
18 comidas (2010), y que ha ido
forjando su oficio en la televisión, le ha ido muy bien últimamente con la
dirección de Hierro, la serie de
Movistar creada por su hermano Pepe, con la que hay algunos paralelismos
temáticos. Sin embargo, en la convencional puesta en escena de Código Emperador, Coira no es el
Sorogoyen de El reino ni el Alberto
Rodríguez de El hombre de las mil caras.
Quizá sea injusta la comparación, pero es justo del notabilísimo lugar del que venimos,
y no es más que una forma de acotarla un claro escalón por debajo de sus
hermanas mayores.
Más entretenida que
trascendente, pese a sus apuntes a las alturas, la película, en todo caso,
tiene una última media hora en la que sus múltiples hilos se acaban hilvanando,
y en la que el discurso final del personaje de Rellán ante el de Luis Tosar,
partiendo del clasicismo de la intriga política del cine americano, planea de
un modo sombrío sobre la realidad española de la última década y media. (Javier
Ocaña)
Recomendada (con reservas).
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