martes, 12 de julio de 2016

La Gran Historia del Cine: Nickelodeones, pianistas y explicadores en el cine silente

Capítulo 10. Nickelodeones, pianistas y explicadores en el cine silente




Durante la etapa silente, que comenzó en 1895 y duraría más de tres décadas, es importante resaltar 3 elementos que nos ayudarán a comprender el fenómeno cinematográfico en su perfecta dimensión.

1)    El Nickel-odeon.
En el argot americano un nickel era una moneda de cinco centavos y un nickel-odeón un teatro donde, por ese precio, se podía asistir a las sesiones de cine. Al principio las proyecciones del cinematógrafo se ofrecían en ferias ambulantes o se integraban en los espectáculos de variedades de los teatros. 
Pero pronto se abrieron las primeras salas consagradas únicamente a la exhibición cinematográfica. Solo en Nueva York se inauguraron cerca de 400 nickelodeones en apenas tres años.
En Europa la locura por el cine también crecía. Aunque no sin algún contratiempo, como el incendio del Bazar de la Caridad en París, en el que perecieron más de  ciento treinta personas en un siniestro provocado por un proyeccionista poco experimentado. Muchas voces se alzaron entonces pidiendo la prohibición del cinematógrafo, pero el espectáculo siguió adelante. Hacia 1909 se calcula que en Estados Unidos existían ya 10.000 nickelodeones y catorce millones de espectadores los visitaban cada semana.


2)    El Pianista.
La presencia del pianista era imprescindible en aquellas primeras proyecciones. 
Para acallar el infernal ruido producido por las máquinas de proyección y también para amenizar a la audiencia, algunos propietarios contrataron a pianistas, sin que su labor importase demasiado a nadie. Una excelente muestra sobre el ambiente en las salas de aquella época la ofrece Harpo Marx, quien a principios de siglo se ganaba la vida de esa forma junto a su hermano Chico:


Conseguí un empleo como pianista en un cine de barrio. Había aprendido un montón de imaginativas variaciones sobre mis dos piezas, suficientes para acompañar cualquier tipo de películas sin que la gente se diera cuenta de que me repetía. El local estaba mal ventilado y apestaba. La gente hablaba, comía y roncaba durante las películas. Los niños gritaban y se perseguían por los pasillos. Por alguna razón, las madres que daban el pecho preferían sentarse delante, cerca del piano. Tal vez pensaban que la música era un buen acompañamiento tranquilizador para los bebes que mamaban. De cualquier manera me divertía con ellas. En medio de una escena apacible tocaba un acorde con todas mis fuerzas, sólo para ver los pezones saltar de la boca de los bebés.
Una tarde, en medio de la película, mi madre bajo por el pasillo de la sala hasta el piano. Me ordenó que dejara de tocar inmediatamente y fuera con ella. Sin preguntar nada, me levanté del taburete y la seguí fuera del cine. No creo que el público se diera cuenta de que la música se había detenido. Siguieron hablando, comiendo, roncando y dando el pecho a los bebés”. 
Harpo Marx.
Chico Marx al piano y Harpo Marx con su inseparable arpa      


Los pianistas hacían uso de ritmos rápidos para las persecuciones, de sonidos graves para los momentos misteriosos… de modo que la música se convirtió en un elemento indispensable. Este trabajo evolucionó: de presentarse sin saber con precisión qué es lo que se iba a tocar (la mayoría de las veces el pianista no había visto previamente el filme), se pasó al uso de partituras que, en ocasiones, eran enviadas directamente junto con las copias de las películas, con instrucciones de lo que debía tocarse y cuándo hacerlo.


3)    El explicador.
Y antes de que aparecieran los rótulos o cartones se hizo muy popular la figura del «explicador», un individuo que, con voz potente y mucha imaginación, iba contando a los espectadores lo que ocurría en la pantalla. Algunos de estos explicadores eran muy populares y atraían por ellos mismos al público a las salas. El actor español José Isbert recordaba en sus memorias una anécdota sobre uno de aquellos explicadores estrella. Durante una  proyección, la sala se quedó a oscuras por un corte de electricidad. Entonces, sin inmutarse, el hombre informó a la gente: «Batalla de negros en un túnel.»

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