Título original: Yalom´s cure. Dirección y Guión: Sabine Gisiger. País: Suiza. Año: 2014. Duración: 77 min. Género: Documental. Producción: Philip Delaquis. Cámara: Helena Vagnières. Ayudantes de cámara: Matthias Günter y Tim Metzger. Cámara submarina: Stefan Zuber. Música: Balz Bachmann. Montaje: Bárbara Weber y Andreas Winterstein. Sonido directo: Saul Rouda. Diseño de sonido: Peter Bräker. Estreno en España: 31 Julio 2015.
Intérpretes: Irvin D. Yalom, Marilyn Yalon, Susan K.
Hoerger, Larry HAtlett, Eve Yalom, Lily Carsten, Alana Carsten, Ben Yolam, Reid
Yolam.
Sinopsis:
Documental sobre el popular académico y existencialista Irvin D. Yalom,
uno de los psicoterapeutas vivos más influyentes y que ha vendido millones de
libros en todo el mundo. En sus primeros años como profesional de la medicina,
Yalom descubrió que se sentía incómodo dentro de la rígida praxis de la
psicoterapia, y en ese momento inició un profundo viaje existencialista y de
experimentación a través de distintas formas de terapia alternativa, cuyo
objetivo fundamental era aumentar la sensibilidad de los terapeutas con
respecto a cuestiones existenciales de primer orden. Para Yalom los conflictos
internos que nos atormentan no son sólo atribuibles a la lucha con nuestras
pasiones rebeldes y nuestros recuerdos traumáticos interiorizados, sino que
siempre se deben a nuestra confrontación con las condiciones básicas de la
existencia, incluidas la muerte, la búsqueda del sentido de la vida, el
aislamiento y la libertad.
Irvin D. Yalom y Marilyn Yalon |
Comentarios:
Presentamos hoy en nuestro blog un documental que sigue permaneciendo en
cartelera, a pesar de que fue estrenado a finales de julio de 2015, se trata
del primer trabajo de la realizadora suiza Sabine Gisiger. Una curiosa ópera
prima.
Aprovechamos los cometarios que sobre el documental nos hace Adrián
Abril, para animar a todos aquellos que aún no la hayan visto, que corran antes
que se descuelgue de la cartelera. Irving David Yalom, protagonista del
documental que nos ocupa, es un psiquiatra y escritor norteamericano,
descendiente de judíos rusos, que ha divulgado, mediante la publicación de
ensayos y novelas, los principios teóricos de la psicoterapia existencial. Y
pese a mi desconocimiento de dicha materia, la labor de Irving Yalom ha
obtenido un rotundo éxito comercial, sobre todo en Israel y Estados Unidos,
donde libros como El día que Nietzsche lloró (1992) han compartido la
estantería de best sellers con obras de Stephen King o Haruki Murakami.
Sin embargo, La cura de Yalom no busca altas recaudaciones en taquilla.
Una aspiración que sería utópica, dado que la película trata sobre un anciano
intelectual con una biografía menos divertida que el pasillo de un tanatorio.
Sin tramas que originen sucesos violentos, sin turbias relaciones amorosas y
sin otro obstáculo para el héroe del relato que enfrentar la cercanía de la
muerte de una forma lúcida y apacible. La negación de la espectacularidad es
una decisión coherente de la directora Sabine Gisiger que, de hecho, bordea el
extremo opuesto, cediendo ante una prudencia visual demasiado rigurosa.
La película, en el plano formal, es una sucesión de bustos parlantes,
imágenes de archivo y tomas de parajes californianos, que en contadas ocasiones
resultan evocadoras.
La directora ha borrado todo indicio de ornamento, riesgo y
experimentación para que nada eclipse los testimonios del ilustrado psiquiatra
y su esposa, la historiadora feminista Marilyn Yalom. Y sin duda, las
consideraciones de ambos sobre el sentido de la vida, sobre las relaciones
sentimentales, la senectud y la psicoterapia son cautivadoras. Irving Yalom es
un intelectual modélico, un erudito dedicado a estudiar la psicología humana,
cuyos rasgos faciales componen un revelador collage de Sigmund Freud y Mahatma
Gandhi. En cambio, Marilyn Yalom es una mujer de acción, una prestigiosa
investigadora con media docena de libros publicados, entre ellos Hermanas de
sangre (1993) y Cómo inventaron el amor los franceses (2012).
En el documental, ella define su matrimonio con Irving como un pacto
basado en el respeto, la ternura y la cooperación, donde el pragmatismo domina
a la fantasía y donde la infidelidad no es un agravio, sino la satisfacción de
un deseo natural.
Irving Yalom, durante una de las entrevistas, compara la vejez con el
cielo nocturno. El psiquiatra afirma que, cumplidos los ochenta años, la vida
pierde intensidad y vigor, pero dicha perdida nos ofrece una nueva realidad,
menos convulsa pero también emocionante. Así como el brillo del sol desaparece
para regresar fraccionado en constelaciones, la vida adulta da paso a la vejez.
La reflexión de Irving, desde una perspectiva menos optimista, sirve como
metáfora de La cura de Yalom, una película con momentos interesantes, pero
carente de vitalidad.
El
film permanece envuelto en el aire somnoliento de la alta burguesía. Los
entrevistados son agradables millonarios, que residen en elegantes mansiones y,
en consecuencia, el poder dramático de la obra es escaso. Disfruto con las
observaciones del sabio Irving Yalom, pero prefiero los relatos entusiastas y
problemáticos -como el que elabora Asif Kapadia en el documental Amy, estrenado
hace también en estas fechas, antes que los relatos cómodos y contemplativos. En
mi opinión, las cámaras de cine filman mejor bajo el hiriente sol del mediodía
que bajo un plácido manto de estrellas.
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