Este miércoles, 18 de enero de 2012, a las 18,00 horas, presentamos en CICUS una nueva actividad de nuestra Asociación “Linterna Mágica”. Lleva por título: Carl Th. Dreyer: entre la ira y la palabra.
Comenzaremos con la proyección de la magnífica película El día de la ira (1943) de Dreyer, seguida de una Mesa Redonda, como siempre, compuesta por interesantes contertulios.
Esta película es una de las 5 películas sonoras de Dreyer. Recordemos que este director comenzó su carrera en el cine silente.
El guión es de Carl Th. Dreyer, Poul Knudsen y Mogens Skot-Hansen, según la obra teatral Anne Pedesdotter (1906) de Hans Wiers-Jenssens.
La fotografía en blanco y negro es de Karl Andersson. La dirección artística corre a cargo de Erik Aaes. La música es de Poul Schierbek.
En el equipo artístico se encuentran Thorkild Roose (Rev. Absalom Pedersson), Lisbeth Movin (Anne Pedersdotter, su segunda mujer), Sigrid Neiiendam (Meret, su madre), Preben Lerdorff Rye (Martin, su hijo), Anna Svierkier (Herlofs Marte).
Fotograma de "El día de la ira" |
La película se inspira en hechos ocurridos en una aldea danesa a finales del XVI. Narra la historia de los terrores que se desencadenan en una comunidad a raíz de la muerte en la hoguera de una supuesta bruja, Marta de Herlofs. El terror afecta a todas las mujeres, mayores y jóvenes, que por capricho, envidia o deseos de venganza, pueden ser acusadas impunemente de brujería y condenadas a la hoguera. Afecta a los inquisidores, sobre los que recaen las maldiciones y los conjuros mortales de las presuntas brujas. Afecta a los poderosos, que se sienten amenazados por los presuntos poderes de las brujas, con facultades diabólicas de matar con el deseo, enamorar con la voluntad, seducir con la mirada y propagar el mal al servicio de Satán. Afecta a los débiles, que se defienden mediante la delación, la traición y la mentira. El terror genera espirales imparables de venganza, represión y muerte. El mundo perverso de la muerte tiene su contrapunto en Anne, la protagonista, joven, hermosa, apasionada, alegre, amante de la vida, soñadora. Ríe, juguetea y ama en un mundo impregnado de tristeza, miedo y sangre.
La película se estrenó en Copenhague el 13-XI-1943, durante la ocupación alemana. Denuncia la espiral que se teje entre represión y venganza. Apuesta por la libertad y la paz. Lo hace bajo la dominación nazi, asumiendo riesgos incalculables.
No os digo nada más, sólo que si queréis disfrutar de buen cine, ya sabéis donde estamos esta tarde. Hasta luego.
Para expresar las sensaciones que me produjo esta película, tomo prestado el comentario que efectuó uno de los componentes de la mesa tras su proyección – justo al comienzo de su intervención -, en el que manifestó su poco aprecio, incluso su rechazo, a la originalidad en el cine. Sin llegar a tanto, y derivando tal concepto más bien a su vertiente de cine rompedor o transgresor, me apunto a su mensaje en cuanto quedó demostrado una vez más con el visionado de esta cinta que en absoluto el aparente “más de lo mismo” resulta tedioso, monótono o trasnochado, por muy previsible que resulte la historia o por su carencia de los llamados “golpes de efecto”. Cuando uno admira una buena pintura, escultura o edificio, y se siente “tocado” por la estética - como cuando también se escucha una música exquisita o se lee un libro apasionante - , es deseable la mayor concentración posible en el disfrute que nos transmite.
ResponderEliminarBajo mi punto de vista, la incidencia en la curiosidad e incluso el morbo del espectador, mediante el rebuscamiento en guiones e imágenes, distraen a menudo del puro deleite en la contemplación de una obra, como la que visionamos el miércoles, rica en matices pura y visualmente estéticos. Como se dijo en otra de las intervenciones, hubiera funcionado igualmente como película muda. Matices, además, disfrutados sin la recurrencia a pajas mentales para tratar de averiguar qué se cuece en la pantalla, cuando tantas veces además “se va la leche”, valga la metáfora culinaria.
Mi reconocimiento pues a un director que desconocía – poniendo de manifiesto una vez más mi condición de cinéfilo pardillo – y al buen gusto de los próceres de nuestra asociación por elegirlo, permitiéndonos disfrutar del cine en su calidad de séptimo arte.