SEFF 2020. 17ª Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Sección La Nuevas Olas.
Título original: Walden. Dirección: Bojena Horackova. País: Francia. Año: 2020. Duración: 85 min. Género: Drama.
Guion: Bojena Horackova, Marc Cholodenko, Julien Theves. Fotografía: Eitvydas Doskus, Agnès Godard. Música: Benjamin Esdraffo. Montaje: François Quiqueré, Anne Benhaïem. Sonido: François Abdelnour, Rosalie Revoyre, Xavier Thieulin. Producción: Cécile Vacheret (Sedna Films).
Estreno en Sevilla: SEFF 2020 (Del 6 al 14 de noviembre de 2020)
Reparto:
Ina Marija Bartaite, Laurynas Jurgelis, Fabienne Babe, Andrzej Chyra, Mantas Janciauskas, Nele Savicenko, Povilas Budrys.
Sinopsis:
Tras 25 años de exilio en París, Jana regresa a Vilnius. Quiere encontrar el lago que su primer amor, un chico llamado Paulius, solía llamar "Walden". Crónica elegíaca de la juventud lituana antes de la caída del bloque comunista.
Comentarios:
Bojena Horackova es una actriz y directora de origen checo, exiliada en París desde su juventud. Estudió en la prestigiosa IDHEC, una de las escuelas de cine más importantes del mundo. Como directora su obra se define fundamentalmente por su interés en las relaciones entre los ciudadanos del Este y el Oeste de Europa, sobre todo por la crisis que supuso, en su momento, la caída del Muro de Berlín y cómo ello afectó a las comunidades de la órbita soviética.
En Walden Horackova vuelve sobre ese mismo tema, en una historia que se cuenta en dos tiempos distintos: el primero será el que tiene lugar en Vilnius, la capital de Lituania, en 1989, cuando los nuevos aires venidos desde el Kremlin de Gorbachov hacen prever cambios en la anquilosada, cenicienta estructura de la comunista república báltica; en ese plano temporal conocemos a Paulius y Jena, adolescentes que están ya próximos a ir a la universidad; ambos se gustan y se ennovian, aunque tienen muy distintas visiones de la vida y de Lituania: el primero cree que el país no tiene futuro, cambia ilegalmente rublos por dólares a los turistas y sueña con emigrar a Alemania; Jena, por su parte, cree en el futuro de Lituania y en que los cambios serán para bien de todos. En el segundo plano temporal, 25 años después, Jena vuelve a Lituania desde París, donde ha estado viviendo desde hace muchos años, y busca junto a un amigo un lago perdido entre el bosque donde iba con Paulius...
Walden, el título de la película, evoca evidentemente el famoso diario homónimo del escritor norteamericano Henry David Thoreau, pero también el film igualmente homónimo de Jonas Mekas de 1968. Dicho esto, la verdad es que poco más hay en la película de Horackova de ambas famosas obras, más allá de que Walden sea también el nombre del lago que busca Jena en su madurez, igual que el nombre del lago a cuyas orillas se retiró Thoreau para escribir su obra. Pero no hay muchas más concomitancias, aunque puestos a buscarlas se pueden encontrar. Lo que sí hay es una película sobre la adolescencia, cuando se plantea el futuro, y cómo ese futuro puede estar condicionado por la situación del país, pero también por la manera en la que se encara: Paulius, nihilista, pasota, también muy egoísta, piensa que la única solución es marchar al extranjero (“cualquier país de Occidente sirve”, le dice en un momento dado a su novia Jana), porque no cree, realmente no quiere poner su granito de arena para que Lituania tenga porvenir; Jana, sin embargo, es lo opuesto: pragmática, cree que todo lo que se haga para la democratización del régimen, para la liberalización del país, es un paso en la buena dirección.
Pero lo cierto es que Walden no termina de cuajar: su historia, incluso con las dos líneas temporales manejadas, se hace larga y premiosa, falta tensión argumental, lo que se nos cuenta, antes y después, no interesa demasiado. Con unos personajes mal delineados, tanto en el pasado como en el presente, la película apenas avanza, entre las pequeñas trapisondas del chico que se siente satisfecho con el dinero fácil pero arriesgado que consigue, y la chica, cuyo porvenir pone en peligro por el amor, ¡ah, el amor!
Para remate de los tomates, el eje central del film, que finalmente resulta ser la indagación sobre el lago en la edad madura, como si el reencuentro con la lámina de agua supusiera una vuelta al pasado en el que todo era posible, no se sustancia hasta los últimos veinte minutos, como si fueran dos películas diferenciadas, la de los escarceos amorosos de los dos púberes, y la búsqueda del estanque dorado (por hacer una cita cinéfila que viene a cuento).
Una interpretación bastante plana tampoco ayuda demasiado a levantar el vuelo a una película que, nos tememos, se queda más en las intenciones y en hacer vacuos guiños sobre las obras de Thoreau y Mekas que en plasmar todo ello en auténtico cine. (Enrique Colmena)
No Recomendada.
La vi ayer a través de la plataforma Filemón. No puedo estar más de acuerdo con el análisis de la película que hace Paco.
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