domingo, 8 de noviembre de 2020

Honey cigar (Cigare au miel). (Kamir Aïnouz, 2020)

 

SEFF 2020. 17ª Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Sección Las Nuevas Olas.

 

Título original: Honey cigar. Dirección: Kamir Aïnouz. País: Francia. Año: 2020. Duración: 100 min. Género: Drama.  

Guion: Kamir Aïnouz. Fotografía: Jeanne Lapoirie. Música: Julie Roué. Montaje: Albertine Lastera. Sonido: Laurent Benaïm, Melissa Petitjean. Producción: Christine Rouxel, Marie-Castille Mention-Schaar (Eliph Productions, Willow Films).

Presentada en las Giornate degli Autori de Venecia 2020.

Estreno en Sevilla: SEFF 2020 (Del 6 al 14 de noviembre de 2020)

 

Reparto:

Zoé Adjani, Amira Casar, Lyès Salem, Louis Peres, Idir Chender, Axel Granberger, Jud Bengana, Rym Takoucht, Samir El Hakim, Fatima Hachache, Jean-Yves Chilot, Robert Bradford, Blu Yoshimi, Xavier Mussel, Zineddine Hamdouche.

 

Sinopsis:

Selma es una chica de 17 años que vive en una familia burguesa y secular bereber. Cuando conoce a Julien en la universidad, descubre por primera vez el impacto de las reglas patriarcales en su propia intimidad.

 

Comentarios:

El cine sobre culturas que conviven en un mismo espacio físico, actualmente, está íntimamente ligado a la inmigración, sobre todo de las antiguas colonias a sus metrópolis, como ocurre en Francia con respecto a Argelia. Ese choque de culturas generalmente suele estar presentado en cine en términos de clase: los pobres argelinos (o del Magreb en general), situados al fondo en la consideración social, y los ricos franceses, que detentan el poder, y la fricción que surge de ese desequilibrio económico y político. No es tan frecuente, como ocurre en Honey cigar, que el cine presente a los argelinos como de nivel medio-alto, burgueses con todas las de la ley, perfectamente aclimatados a la Francia secular y republicana, abogado él, ginecóloga ella (aunque no ejerza por dejar su profesión cuando tuvo a su bebé), con una hija adolescente, en esa edad tan complicada de los 17 años, cuando ni se es niña ni mujer (ojú, parece la canción de Julio Iglesias...), con los deseos, anhelos y sueños de todo púber, varón o fémina de esa edad, cuando las hormonas están más que pasadas de revoluciones.

En ese contexto, la historia se ambienta inicialmente en una de las ciudades satélite de alto nivel de la región de París, Neully-sur-Seine, en 1993. Conocemos a Selma, adolescente de 17 años, cuyos padres tienen un buen nivel de vida. Ella entra en la universidad y allí se debate entre sus ganas de tener sexo con el chico que le gusta y su miedo a hacerlo. La relación entre los padres no es buena; el progenitor viaja con frecuencia a Argelia, su país de origen, por motivos profesionales, cuando el país se debate en la cruenta guerra civil que sufrió durante los años noventa, tras el sonoro pucherazo que el gobierno del FLN perpetró para evitar la llegada al poder de los islamistas. Cuando el hijo de un banquero, al que sus padres ven como posible futuro marido para su hija, la invita a cenar, no imagina lo que sucederá...

Honey cigar tiene su mayor virtud precisamente en plantear una historia entre dos culturas, pero no en los términos habituales, ya citados, de pobres inmigrantes vs. ricos europeos, sino planteando la trama en el seno de una familia bien, de profesionales de buena posición social e intelectual; se rompe así la dicotomía pobre/rico, el discurso que podríamos llamar marxista, para afrontar una historia en otro plano, el de mujer/hombre, pero también influida por las raíces argelinas, islámicas pero no árabes, al ser la familia de origen bereber, raza de notable importancia en Argelia, sin relación étnica con el pueblo árabe.

La directora, Kamir Aïnouz, como la protagonista también francesa de nacimiento y argelina de raíces, con formación en prestigiosos centros norteamericanos, hace con esta su primera película, en la que se adivinan toques autobiográficos. Abre y cierra su obra con textos en off de Los cuentos de las mil y una noches; en especial el último ejemplifica muy bien el sentido de la película, refiriéndose a una sesión de sexo: “Era ella, Sherezade, quien imponía su propio ritmo”. Estamos, en efecto, ante una historia de maduración, la de la chica que, como ella misma afirma, se sabía doble, francesa y argelina, y no quería prescindir de ninguna de sus dos almas; una chica que (seguramente como todas las de su edad) tenía a la vez ganas de sexo pero miedo a hacerlo. Una historia, entonces, en la que la adolescente habrá de madurar, tanto en lo sexual como en lo personal, hasta llegar a saber qué es lo que quiere, fundamentalmente ser ella, no depender de otros, actuar según su criterio y no el de los demás. En ese sentido, la moraleja es bastante más europea que africana: mientras que en la Cabilia, en Argelia, ella sería una más entre las mujeres que preparan la comida para sus hombres, ese final caminando ella sola, con los pies descalzos, vestida a la occidental, una mujer hecha y derecha, la reafirma como una persona libre, dueña de su propio destino.

Con algunas escenas ciertamente duras, o insólitas, como la brutal novatada en la universidad en la que la protagonista tiene que fingir (bastante mal, por cierto: la Meg Ryan de Cuando Harry encontró a Sally debería haberle dado unas clasecitas...) un orgasmo ante decenas de sus compañeros, o la escena de la masturbación con un pepino “king size” (afortunadamente dada fuera de campo, loados sean los cielos...), por no hablar de la violación, que obviamente incidirá, y de qué forma, en su conducta no solo sexual, sino social, la película de Kemir es una interesante aportación al tema de la mujer magrebí en Europa. La directora enfoca su película con una narrativa clásica, sin apenas florituras. Solo de vez en cuando se permite algún toque, como en el plano desenfocado tras la violación, dando con esa metafórica imagen el momento de absoluto desconcierto y trauma que sufre la chica.

Obra apreciable y con una correcta puesta en escena, hecha con adecuados recursos económicos y artísticos, Honey cigar tiene también sus errores, como ciertas incoherencias en las actitudes de los personajes principales, en especial en su relación con la Argelia de la guerra civil de los noventa, a la que los tres integrantes de la familia, sucesivamente, desean ir y no ir, dependiendo de con el pie con el que se hayan levantado ese día... Incongruencias que en pantalla resultan chocantes y que podrían haberse evitado refinando el guion.

En cualquier caso, es un afortunado debut en la dirección de una cineasta que, es evidente, tiene cosas que decir, una voz nueva y clara que probablemente hable en su carrera futura de esas dos almas que conviven en ella, la europea y la africana. Buen trabajo de la protagonista, la jovencísima Zoé Adjani, sobrina de la famosa Isabelle Adjani, a la que auguramos un interesante porvenir: tiene materia, y no solo por cuestiones genéticas. (Enrique Colmena)

Recomendada.




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