miércoles, 10 de agosto de 2022

Eraserhead (Cabeza borradora) (David Lynch, 1977)

 


Título original: Eraserhead. Dirección: David Lynch. País: USA. Año: 1977. Duración: 90 min. Género: Drama, Fantástico, Cine Experimental.  

Guión: David Lynch. Fotografía: Frederick Elmes, Herbert Cardwell (B&W). Música: Peter Ivers. Sonido: David Lynch, Alan Splet. Montaje: David Lynch. Efectos especiales: Frederick Elmes, David Lynch. Diseño de producción: David Lynch. Producción: Jack Nance, Charlotte Stewart, Jeanne Bates.

Fecha del estreno: 28 Septiembre 1977 (Nueva York)

 

Reparto: Jack Nance, Charlotte Stewart, Allen Joseph, Jeannie Bates, Judith Roberts, Darwin Joston, T. Max Graham.

 

Sinopsis:

Henry Spencer, un joven depresivo y asustadizo, sufre desde pequeño unas extrañas pesadillas de las que intenta liberarse a través de su imaginación. Un día, su amiga Mary lo invita a cenar a casa; se entera entonces de que ha sido padre de un bebé prematuro y no humano. Mary y el extraño bebé se instalan en casa de Henry, donde un escenario iluminado tras el radiador muestra la presencia de una mujer.

 

Comentarios: 

Cuando uno come algo pesado por las noches, o bien, estando en una temporada de mucho stress o nerviosismo, no hay nada mejor para perder nuestra única oportunidad de tranquilizarnos (que es durante el reparador descanso) que tener una excelente pesadilla. ¿Qué implica tener una pesadilla? Bueno, desde un punto de vista práctico, es estar atrapado en un laberinto de angustia. Puede ser estar acorralado por un monstruo o bien estar en la oficina con cientos de pilas de trabajo atrasado. Las pesadillas trabajan sobre la parte emocional y un buen prólogo de toda buena pesadilla sería (tomado del Dante): "Perded toda esperanza todo aquel que ingrese aquí". Eraserhead (Cabeza borradora) comienza con un torso humano horizontal sobreimpreso contra un cerebro. El torso progresa hacia arriba y luego desciende. En un momento su boca se abre y surge una especie de espermatozoide superalimentado que escapa rápidamente. Son 3 ó 4 minutos, pero sirven como óptima referencia de lo que estamos por ver, que no es otra cosa que una pesadilla.

Plantearse durante una pesadilla el desciframiento o la comprensión de los hechos que presenciamos es completamente absurdo e inútil. Si estamos siendo perseguidos por un monstruo con tentáculos y nuestro vehículo avanza cada vez a menor velocidad, a pesar que estamos pisando el pedal acelerador con más ímpetu, jamás nos pondremos a pensar en ese quiebre de la ley de causa y efecto, así como tampoco en la imposibilidad de la existencia de monstruos tentaculares que persigan seres humanos. Pasando ahora a la película que nos ocupa, intentar comprender la naturaleza del hijo monstruoso del protagonista o la explicación lógica de que exista un teatro de vodevil detrás de su radiador es igualmente de absurdo.

Portadora de su propia lógica, Eraserhead (Cabeza borradora) posee una ambigüedad impenetrable que permite que solo se le puedan encontrar significados alegóricos de manera superficial: ni siquiera el propio director David Lynch ha esclarecido el significado completo, por un lado, debido a que esa tarea le compete al espectador y por el otro, porque carece (tal y como cualquier sueño) de una significancia absoluta. Henry Spencer, a quien distinguimos por su excéntrico peinado y por sus ropas un par de talles más chicas, vaga por una jungla industrial y urbana, sin encontrarse con nadie. A lo largo de la película va sufriendo todo tipo de situaciones difíciles: primero va a cenar a la casa de los padres de su novia topándose con un panorama decididamente surrealista; su situación cambia cuando se entera que ha sido padre de un bebé prematuro; convive con su novia y la primer noche ella le abandona porque no puede soportar el llanto del bebé; a partir de ahí debe afrontar toda una noche en vela, cuidando a esa criatura informe (que parecería un feto de oveja más que de ser humano); por momentos fantasea con que existe un teatro de vodevil detrás del radiador de su habitación, y, eventualmente ingresa en su propia fantasía, pero para ser decapitado poco después.

Henry tal vez es una alegoría no de una persona sino de un tipo de mentalidad humana. Sufre en carne propia todas aquellas cosas que no afronta (matrimonio, paternidad, rechazo). Es víctima de todo tipo de sucesos que no tienen explicación (y Henry tampoco intenta explicarlos, sino que los acepta como son). Finalmente, su propia fantasía le autodestruye y lo convierte en una goma de borrar. Renacido de sus cenizas cede a los impulsos animales y primero se da al adulterio con su vecina de enfrente y luego destruye a su supuesto hijo, dando pie a algunas de las escenas más bizarras jamás vistas en una pantalla.

Lynch ofreció una propuesta cinematográfica arriesgada y comprometida. Por momentos dentro del campo del cine surrealista iniciado por Luis Buñuel, Lynch plantea una especie de "hard surrealismo". Viendo Un Chien Andalou (Un Perro Andaluz) (Luis Buñuel, 1929) recibimos claros mensajes individuales contrarios a la clerecía, a las instituciones, a la religión, a la hipocresía, etc. Pero con Eraserhead (Cabeza borradora) tenemos un abanico demasiado amplio y solo podemos atinar a clasificarle dentro del siempre vigente "cine experimental". Su concepción visual es, dentro del rígido blanco y negro, una obra maestra. Por momentos Lynch juega con el espacio, hay animaciones cuadro por cuadro, hay momentos de poesía fílmica (como cuando Henry hace el amor con su vecina), hay escenas de morbo por doquier (desde casi el principio cuando la madre de su novia besa el cuello de Henry) y, por supuesto, sangre y tripas. La narrativa es también de avant-garde. Durante la primera mitad de la película Lynch se toma su tiempo para mostrar las caminatas de Henry, su subida por el ascensor, sus momentos de reflexión frente al radiador, las miradas con los padres de su novia. A partir de que queda solo con el bebé, los tiempos se abrevian, y tenemos un episodio pesadillesco tras otro. Ambas caras de la misma moneda (el desarrollo lento del principio y el dinamismo del final) se contrapesan de igual manera y son igual de absorbentes. Mención aparte merecen los estupendos efectos especiales de la criatura (Lynch nunca hace referencia al tema de que materiales usó para elaborar ese feto antinatural) y su visión, paradójicamente, no es surrealista sino todo lo contrario. Sus movimientos y jadeos, sus gemidos continuos, esas llagas purulentas y el tono de gris enfermizo de su piel son un triunfo del propio Lynch (que se encargó de los efectos especiales en persona).

Es de notar también el continuo y asfixiante susurro que acompaña las imágenes durante toda la película. Siempre de fondo, se escucha un pegajoso siseo que bien puede ser una máquina industrial trabajando o meramente el viento. En cualquier caso, cumple a la perfección con darnos sofocantes sensaciones que se añaden al ya sofocante panorama visual. Hay un par de temas musicales que canta la chica del radiador (uno de Fats Waller y "Lady in the Radiator" tema de Peter Ivers), y aún en esas escenas, el siseo de fondo persiste. Si uno pudiera gozar durante una pesadilla, Eraserhead (Cabeza borradora) sería la pesadilla que todos quisieran tener.

Recomendada.




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