¿Alguien sabe de verdad que le
pasaba por la cabeza a James Dean? Probablemente quien más cerca estuvo fue
Dennis Stock, el fotógrafo. Pero hubo mucha más gente en su vida, desde
familiares a amigos, amantes y novias. El escritor francés Philippe Besson, autor
de Son frère, Un chico italiano o Un instante de abandono, juguetea con la
biografía del mítico actor, del que se ha cumplido el 30 de septiembre sesenta
años de su muerte, en Vive deprisa (Alianza editorial). Es una biografía
ficcionada porque cada capítulo está escrito en primera persona, reproduciendo
la voz del personaje que protagoniza ese episodio: algunos de ellos como su
madre, su padre, sus tíos o el mismo Dean aparecen en varios momentos de esta
epopeya coral.
Tal como afirma Gregorio
Belinchón, Philippe Besson sale bien parado de este reto usando esos sesenta
episodios para que el lector aprenda la vida y los sentimientos de Dean en 200
páginas. Ya desde la primera página, el francés rinde culto al hombre que
analiza abriendo su relato con la famosa frase de Willard Motley en Llamad a
cualquier puerta: “Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver”. La
primera en hablar es la madre del actor, Mildred Dean, de soltera Wilson, que
arranca así: “Me morí el 14 de julio de 1940. Jimmy tenía nueve años”. Y
retrocede hasta el día que conoció a su futuro marido, un rubio Winton Dean del
que cayó perdidamente enamorada.
En realidad el escritor se ha
planteado la novela como un documental en el que habla todo el que tuviera
cierta importancia en la vida de Dean, incluido Donald Turnupseed, el conductor
del Ford Tudor Cupé contra el que el 30 de septiembre de 1955 se estrelló el
Spyder 550 de Dean. Entre medias, mucha sinceridad. Como Rock Hudson, al que
Besson le hace decir: “Me han preguntado por activa y por pasiva cómo es que no
me enamoré de él. Yo, que he estado con tantos hombres, yo, que lo pagué con mi
vida, por lo visto debería haberme sentido atraído por él. Pero uno no va hacia
el diablo. Y si te vas con él, lo haces a ciegas, sin saber que es el diablo”.
O Elizabeth Taylor, que le conoce en el rodaje de Gigante e inmediatamente ve
sus similitudes con Montgomery Clift: “Los hermanos pequeños que nos
inventamos, que mimamos y que tratamos de salvar de las tormentas, acaba siendo
arrastrados por el huracán. Yo era fuerte. Mucho más fuerte. Los sobreviví medio
siglo”. También Sal Mineo, enamorado con locura de Dean, y roto por su muerte:
“Qué quiere que le diga, América, esta gran nación, no es más que una madre
monstruosa, una hija de puta que devora a sus triunfadores y sus ídolos”.
Puedes acceder a otras entradas de este blog sobre Jean Dean:
1. Mitomanía… James Dean
2. Recordando… Al este del Edén
3. La maldición de “Rebelde sin
causa”
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Qué decir de James Dean! Tres únicas películas que han dejado huella y un actor con estilo propio.
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