viernes, 29 de junio de 2018

Los estrenos en Sevilla de 29-06-2018



12 películas se estrenan el 29 de junio de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Aluvión de estrenos, donde nos sorprende gratamente el reestreno con imagen restaurada en 4K de todo un clásico, “El padrino” (Francis Ford Coppola, 1972). A pesar de esta lluvia de estrenos, entre los que se encuentra una película polaca que quedó sin editar hace varias semanas, “Dos coronas”, esta semana, de nuevo, tenemos ausencias en la cartelera sevillana. Por un lado, “Los perros” (Marcela Said, 2017), película chilena que pudimos ver en el pasado Festival Iberoamericano de Huelva. Tampoco se estrena el documental español “Nidos desnudos” (Virginia Senosiain y Juan Luis Napal, 2017), un trabajo que denuncia la violencia machista a través de declaraciones de diferentes personas, desde afectadas a especialistas en la lucha contra el maltrato. Y otra de las ausencias de esta semana es el documental americano “78/52. La escena que cambió el cine” (Alexandre O. Philippe, 2017), donde se disecciona los 52 planos de la famosa escena de la ducha de la película “Psicosis”, que supusieron un golpe de efecto narrativo y un elogio a la brutalidad hecha sugerencia. Mostramos nuestro pesar por las películas que quedan sin editar y pasamos a nuestras recomendaciones para esta semana.


El Padrino. (USA, 1972 ). Dir. Francis Ford Coppola. 
Reestreno en España con imagen restaurada en calidad 4K. Imprescindible obra de culto para cualquier cinéfilo. Primera parte de la trilogía filmada por Coppola.
3 Oscars de Hollywood (Mejor Película, Guión Adaptado y Actor Principla).
Basada en la novela de Mario Puzo, con guión de Coppola y el propio Puzo.
Interpretada por Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire, Richard S. Castellano, Sterling Hayden, Gianni Russo y Rudy Bond.
Música de Nino Rota.
América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en el negocio de las drogas, el jefe de otra banda ordena su asesinato. Empieza entonces una violenta y cruenta guerra entre las familias mafiosas.
En palabras del crítico Carlos Boyero: “'El padrino' son palabras mayores. Las dos primeras partes están entre las 10 mejores películas de la historia del cine”. Recomendada.


Nos vemos allá arriba. (Francia, 2017). Dir. Albert Dupontel. 
Sección Oficial (Proyecciones especiales) del Festival de San Sebastián 2017. Cinco Premios César 2017 (incluido Mejor Director).
Drama de época (años 10 y años 20) interpretado por Albert Dupontel, Nahuel Pérez Biscayart, Niels Arestrup y Émilie Dequenne.
Una ampulosa cámara aérea sigue a un perro corriendo sobre el campo de batalla en las últimas horas de la Primera Guerra Mundial, antes de introducirse con impetuoso dinamismo en el interior de una trinchera, como si el director quisiera batir por multiplicación el imaginario de “Senderos de gloria” (1957). Una obertura capaz de indigestar a todo cinéfilo con fobia a lo enfático, pero el sexto largometraje del actor y director Albert Dupontel no tarda en demostrar que, tras las piruetas formales, hay mucho más: no solo una cierta voluntad de estilo, capaz de hermanar la poética de Franju –una valiosa secuencia le guiña el ojo (ornitológico) a “Judex” (1963)- con la pirotecnia expresiva de Jeunet y de canalizar ecos de la historieta francófona –la película está dedicada al gran Gotlib, que podría haber simpatizado con su retorcido sentido del humor, pero no cuesta imaginársela en clave de Tardi apócrifo-, sino, sobre todo, la capacidad de servir, con fuerza y contundencia, una buena historia, basada en la novela homónima de Pierre Lemaitre que ganó el Goncourt en 2013.
“Nos vemos allá arriba” contrapone dos modelos de explotación picaresca en los días posteriores a la contienda mundial: la picaresca de los desclasados, dispuestos a articular una estafa en torno al dolor oficial y sus hipocresías, y la picaresca de quien fue depredador en el frente y se reciclará como enterrador carroñero en tiempo de paz. Dupontel sabe que una comedia negra no tiene que ser necesariamente cínica y, así, junto a esa escritura visual llena de grandes gestos, su película encuentra su alma en el juego de máscaras que comunica las sutilezas emocionales de uno de sus personajes centrales: un mutilado de guerra que bien podría ser el particular Fantasma de la Ópera en el gran teatro del fatuo orgullo patriótico. Recomendada.


Closet Monster. (Canadá, 2015). Dir. Stephen Dunn. 
Mejor película canadiense 2015 en el Festival de Toronto.
Drama con temática homosexual interpretado por Connor Jessup, Aaron Abrams, Isabella Rossellini, Joanne Kelly y Aliocha Schneider.
La película cuenta la historia de Oscar, un chico que tiene un hámster, mucha imaginación, bastante creatividad y no sabe si se mira las uñas como lo haría un chico o una chica. Oscar vive en una pequeña localidad y sueña con salir de su pueblo natal y huir así de los recuerdos que le atemorizan de su turbulenta infancia.
Oscar lo que más desea es convertirse en un artista de maquillaje de efectos especiales, y está aterrorizado de que su padre machista descubra la verdad sobre su sexualidad. Cuando se enamora de Wilder (Aliocha Schneider), un apuesto y mundano compañero de trabajo en la ferretería, se ve obligado a enfrentar sus temores.
La película está interpretada por Connor Jessup que hace un gran papel, ese chico en cierto modo atormentado porque se da cuenta que no tiene nada que ver con el entorno en el que vive y que desearía trabajar en el mundo del cine como maquillador de películas de ciencia ficción y terror, él sabe que ha nacido para eso, La película está escrita y dirigida por Stephen Dunn.
Un cuento surrealista sobre alguien que lucha por encontrar su lugar en el mundo después de luchar con una infancia áspera, Oscar sueña por dejar atrás su ciudad y por cambiar su vida.
Atención no dejes de pasar por alto su magnífica banda sonora, con Light Asylum, Bishop Morocco, Tei Shi, Allie X, Austra, Beta Frontiers, Nils Frahm o Ladytron, toda una delicia para los oídos. Recomendada.


Sicario. El día del soldado. (USA, 2018). Dir. Stefano Sollima.
Secuela de “Sicario” (2015), donde la guerra contra los cárteles de la droga se ha intensificado en la frontera entre EE.UU. y México a medida que han comenzado a traficar con terroristas.
La cinta está interpretada por Benicio del Toro, Josh Brolin, Matthew Modine, Catherine Keener e Isabela Moner.
El score es de Hildur Guonadóttir.
Esta es una continuación en toda regla del filme realizado por Dennis Villeneuve en 2015, “Sicario”. Josh Brolin y Benicio Del Toro repiten sus personajes de mercenario y sicario. El guión es del mismo autor, Taylor Sheridan, y la música de la violonchelista Hildur Guonadóttir, colaboradora del fallecido Jóhan Jóhannsson, sigue el esquema de la partitura compuesta por este para “Sicario”, ondulante, misteriosa y un poco a lo Christopher Nolan. Incluso el director, Stefano Sollima (Gomorra), intenta filmar y montar como Villenueve.
“Sicario: El día del soldado” funciona en la medida en que funciona ese eco de la anterior película: buena música, buena fotografía, muy buenos actores, algunas brillantes secuencias de choque... Pero es precisamente el guión (con una trama que ahora está vinculada al terrorismo islamista antes que el narcotráfico, aunque en la misma zona fronteriza entre Estados Unidos y México) el que no está al mismo nivel.
Sheridan, interesante como guionista (Comanchería) y como director (Wind river) repite un modelo que le funcionó y no ha intentado dinamizarlo, de modo que el filme resultante es más esquemático y parco que el realizado por Villenueve. También más seco y arisco y sin los conflictos interiores y éticos que procuraba en “Sicario” el personaje de Emily Blunt, una idealista agente del FBI que ahora ya no puede tener sitio en los expeditivos paisajes morales que horada el filme. Recomendada (con reservas).


En la playa de Chesil. (USA, 2017). Dir. Dominic Cooke.
Adaptación de una novela de Ian McEwan, con guión del propio McEwan. Drama situado en los años 60, interpretado Saoirse Ronan, Billy Howle, Emily Watson, Anne-Marie Duff y Samuel West.
La lastimosa novela de Ian McEwan, que trata, como buena parte de su obra, de los diversos modos que tiene el amor para convertirse en exabrupto, en cuchillada, la trasplanta con pericia y elegancia a la pantalla Dominic Cooke, y con guion y producción del propio McEwan, con lo que hay que dar por buena la novedad de su epílogo casi medio siglo después del día, la tarde, en la que ocurre esa historia de recién casados en un hotel junto a la playa de Chesil (el epílogo, cargado de maquillaje en lugar de tiempo, es pura agua residual).
Se trenza esa tarde-noche de bodas en la que todo parece crujir, dislocarse, ronronear, hacer crack, con algunos de los momentos claves de su feliz y enamoradísima travesía hasta llegar allí: los momentos de fascinación, de intensidad, de música, de emociones compartidas..., caen sobre el lecho nupcial como bolitas de naftalina, y el buen gusto del director en el trato sutil y emocional de esos dos tiempos (el antes y el ya) le producen al espectador una corrosiva intriga y una inquietante sospecha de que el amor ya ha elegido su exabrupto. Aunque la sutileza y el buen gusto de Dominic Cook son notables, se le colorea en fucsia algún hilo de la «trama», como la impericia sexual, las inseguridades, el trato algo tosco de la complejidad que surge ante ellos y el modo apresurado de resolver lo que había sido pausado. Pero, Saoirse Ronan está maravillosa (y sube más aún en las escenas familiares) y Billy Howle a la altura de ese faro de emociones que tiene enfrente. Recomendada (con reservas).


Formentera Lady. (España, 2018). Dir. Pau Durà.
Sección Oficial del Festival de Cine Español de Málaga 2018.
Drama interpretado por José Sacristán, Jordi Sánchez, Nora Navas, Ferran Rañé y Sandro Ballesteros.
La primera película de Pau Durà tiene el alma de lo que hace medio siglo se llamaba un western crepuscular, un territorio en el que unos personajes se resistían a aceptar ese «los tiempos están cambiando», con música y letra de Dylan, y que el protagonista de esta historia, Samuel, descubre con la presencia de un niño, su nieto, que le produce una urticaria inesperada, desconocida: la responsabilidad.
José Sacristán construye (con su ya sobresaliente máster en Fernando Fernán Gómez) la personalidad de Samuel, esa valla de espinos que rodea su mundo y esa fidelidad a sí mismo, a su banjo, al vive como quieras enquistado en una isla, Formentera, desconectada (para él) del continente. Pero le asalta el contenido, ese amasijo de drama y comedia que le supone cuidar, responsabilizarse del hijo de su hija, y cuya proximidad convierte (con algunos previstos argumentales y tópicos de guion) ese elogio a la naturalidad de vivir en una cuestión moral, en un pescozón al egoísmo y las quimeras. Tanto la isla de Formentera como Sacristán, ambos luminosos, saben cómo seducir a la cámara más allá de la historia. Recomendada (con reservas).


Casi 40. (España, 2018). Dir. David Trueba.
Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine Español de Málaga 2018.
Comedia dramática secuela de “La buena vida” (1996), interpretada por Lucía Jiménez, Fernando Ramallo, Carolina África y Vito Sanz.
David Trueba recupera dos personajes de su juventud y, ya en la madurez, la de ellos, casi 40, y la del propio director, casi 50, nueve largometrajes en la espalda, le hace una peineta a la sociedad con su calma y su sonrisa habitual.
Con el mismo tono de amarga comedia romántica que ya tenía la película original, “La buena vida” (1996), su excelente debut como director, “Casi 40” se convierte en una road movie con apuntes de musical en directo que, de un modo sutil, advierte de los saltos y los tumbos que han dado las vidas de sus dos protagonistas en estas dos décadas y pico, y se desdobla hasta la visión de un presente aparentemente dispar para cada uno de ellos, pero en el fondo quizá igual de áspero.
Con una puesta en escena directa, más asentada en la elegancia del encuadre que en los movimientos de cámara y el montaje, Trueba articula una visión de España y los españoles en su relativa madurez, con la que parece que estés leyendo sus columnas en este periódico, pero sin que la sucesión de temas parezca impostada, como una especie de lista de la compra de la vida, que la emparenta claramente, tanto desde fuera como desde dentro, con la, en cierto modo, película hermana: “Antes del atardecer”, la segunda entrega del proyecto vital y artístico de Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy.
Sosegada y sencilla, profunda y crítica, “Casi 40”, provocará la introspección del espectador, del que está pasando por esa edad, del que pasó y del que pasará. Algunos se sentirán amparados; otros, concernidos, y algunos más, criticados, aunque solo si estos son lo suficientemente inteligentes para leer entre líneas o para escuchar en los silencios. Porque la película nunca es sectaria, a machamartillo con su visión del mundo, sino abierta. Como tampoco es reaccionaria ni nostálgica, sino esperanzadora con un presente en calma y en equilibrio, pese a la sabiduría de que seguramente eso sea imposible. Y esa certeza de improbabilidad ya es un modo de ser más sabio que el de los demás. Recomendada (con reservas).


A la deriva. (USA, 2018). Dir. Baltasar Kormákur.
Aventura marina y de supervivencia, basada en hechos reales, interpretada por Shailene Woodley, Sam Claflin, Jeffrey Thomas y Elizabeth Hawthorne.
El score compuesto por Volker Bertelmann.
Las películas de supervivencia extrema suelen debatirse entre su vertiente más física y la aureola más melodramática. Conjunción de extremos esencial cuando la muerte se acerca a cada minuto, que las historias pueden aunar con un relato en presente que, de forma más o menos sutil, en sus diálogos y en sus acciones, vaya dibujando la personalidad de sus héroes, o con una narración que incluya algunos flashbacks para conformar la posible identificación emocional entre protagonistas y espectadores.
“A la deriva”, duodécimo largometraje de Baltasar Kormákur, siempre a caballo entre su Islandia natal y el cine de Hollywood, esta vez desde Estados Unidos, elige la segunda de las opciones de un modo tan metódico que casi parece minutado para su perfecto equilibrio. Así, la estructura con alternancia de secuencias entre el cielo y el infierno, entre la formación del vínculo sentimental de la pareja protagonista y la posible ruptura a causa del inminente naufragio de su barco en alta mar, lleva a cada una de los momentos hasta una nueva dimensión: con un punto trágico los del placer, y con un ramalazo romántico los del suceso.
Sin embargo, demasiados pasajes del pasado tienen un acento convencional, de telefilme, con su banda sonora relamida y sus cancioncillas melosas. Como contrapartida, en las del agua al cuello, Kormákur, que no es un ningún donnadie, y ya bregado en la odisea con la notable “Everest” (2015), está mucho más cómodo y se luce en la tensión.
Basada en una historia real, “A la deriva” no tiene el clasicismo ni la pureza de la reciente, y muy semejante, “Cuando todo está perdido” (J. C. Chandor, 2013), pero, a cambio, ofrece una importante variante: esta vez es una mujer joven, fuerte en lo físico y en lo mental, la que debe amparar al hombre con sus acciones, y no al revés, como ha ocurrido toda la vida, al menos en el cine. No Recomendada.


Cásate conmigo, por favor. (Francia, 2018). Dir. Tarek Boudali.
Comedia francesa insustancial con temática homesexual. Interpretada por Tarek Boudali, Philippe Lacheau, Charlotte Gabris, Andy Rowski, David Marsais, Julien Arruti y Baya Belal.  
La legalización de los matrimonios homosexuales en particular y la normalización de relaciones en general han dado lugar a una serie de comedias en las naciones en las que estos enlaces tienen lugar que, en general, resultan mediocres, basadas en chistes fáciles, equívocos inconsistentes, situaciones vodevilescas y actores populares en su país. Todo eso se encuentra en esta comedia típicamente francesa empeñada en no ofender ninguna sensibilidad con caricaturas de los personajes representados por Tarek Boudali (también director) y Philippe Lacheau que, presumiblemente, forman un tándem de gran éxito allí.
Boudali es un marroquí que marcha a París para desarrollar su carrera de arquitecto. Apenas lo consigue, pero, para conservar su trabajo y permanecer dentro de la legalidad, contrae matrimonio con su mejor amigo. Un matrimonio de conveniencia del que sospecha un inspector cargado de razón pero no de pruebas, a lo que se añade el sueño de la futura suegra de una gran celebración. No Recomendada.


Oh! Mammy Blue. (España, 2018). Dir. Antonio Hens.
Tesela de Oro en el Festival de Alicante 2018 a la Mejor Película.
Comedia española interpretada por Carmen Maura, Ramón Barea, María Pujalte, María José Alfonso y Milton García.  
En ningún momento acaba de quedar claro si lo que pretende Antonio Hens con esta película es demostrar que hay mucha vida más allá de los 70; rendir homenaje a la generación que, desde la música y el sexo, revolucionó el mundo en los años 60 y 70; reivindicar la hoy olvidada figura de Phil Trim (líder del grupo Pop-Tops y coautor del exitazo Mammy Blue) o, simplemente, denunciar que las condiciones de vida de muchas residencias de ancianos son lo más parecido a un campo de concentración.
Sea cual sea su objetivo, lo que es más que evidente es que no lo consigue de ninguna manera, porque el filme no funciona ni como comedia ni como drama existencial ni como musical ni como nada, por culpa de un guion bochornoso que presenta a unos personajes caricaturescos, sacados de un mal tebeo, frente a los que unos actores de contrastada solvencia son incapaces de salir mínimamente airosos. La banda sonora, que debería jugar un papel clave, es flojísima, y hasta el apartado técnico resulta chapucero. No Recomendada.


Dos coronas. (Polonia, 2017). Dir. Michał Kondrat.
Drama biográfico de época interpretado por Adam Woronowicz, Cezary Pazura, Maciej Musial, Antoni Pawlicki y Pawel Delag.  
Al protagonista de esta película, Maximilian Klobe (1894-1941), se le apareció la virgen siendo un niño y de esa aparición supo que su vida atravesaría la pureza y al martirio. De joven, un frasco con agua milagrosa de Lourdes le salvó de la amputación de un dedo. Desde ese momento, queda claro que la película seguirá un sendero de exaltación católica unidireccional sin derecho a réplica, consagrado únicamente a las virtudes incuestionadas del biografiado y sus hazañas espirituales en la Ciudad de la Inmaculada (Niepokalanov) por él fundada en Polonia, su posterior paso por Japón y su internamiento en el campo de concentración de Auschwitz donde hallaría la muerte en acto de entrega al prójimo, lo que le valdría ser canonizado en 1982. Para contar su historia, Michal Konrat opta por uno de los más fastidiosos formatos del lenguaje audiovisual contemporáneo, muy frecuente hoy en televisión: la mezcla de documental tradicional, con sus bustos parlantes y el seguimiento cronológico de los hechos, y la ficción recreada con actores, de factura académica, por no decir trasnochada, y olor de naftalina. El resultado quizás no llegue a irritar, pero produce un sopor insondable. No Recomendada.


Luis y los alienígenas. (Alemania, 2018). Dir. Christoph Lauenstein y Wolfgang Lauenstein.
Película de animación alemana.
Comedia española interpretada por Carmen Maura, Ramón Barea, María Pujalte, María José Alfonso y Milton García.  
Animación 3D alemana, en coproducción con otros países europeos. Ese formato se ha vuelto bastante estable, y eso no es un mérito per se: profesionalismo anémico en la estética (movimientos, colorización, música), narrativa con escaso interés (aquí, un chico de 12 años con padre ufólogo distraído, unos malos imposibles y, claro, los extraterrestres), algunas situaciones humorísticas aceptables (los aliens pueden convertirse en cualquier otro ser muy velozmente) y un mix de referencias visibles (Monsters, Inc., Men in Black). Por lo demás, decir que esto es animación alemana no implica localización cultural: esto es cine-producto de ningún lugar. No Recomendada.

La música en el Cine: James Bond

Programa nº 009 de "La música en el Cine".
29 de junio de 2018.  Radio Tomares (92.0 FM)


"La música en el Cine" es un programa de Linterna Mágica en Radio Tomares

lunes, 25 de junio de 2018

Willow



Este año se cumplen 30 años del estreno de Willow, una película que fracaso en taquilla y cosecho malas críticas, pero que, tras su lanzamiento en DVD, se convirtió en un film de culto, adorado por millones de amantes del cine fantástico, un género poco reconocido por las “élites culturales” del Séptimo Arte.


Y es que, Willow, escrita por George Lucas y dirigida por Ron Howard, nos transporta a un mundo épico, encantador, lleno de humor y acción. Por ello, ha conseguido ser hoy en día una de las películas de aventuras que nos vienen a la mente cuando pensamos en el género fantástico de los años 80.


       Según el propio Lucas, tenía este guion guardado en un cajón desde los 15 años y era un intento de homenajear a los enanos del “Mago de Oz”. Sin embargo, existe un gran paralelismo entre está historia y el mundo imaginado por J.R.R. Tolkien: enanos bondadosos que se convierten en héroes, magos poderosos, una misión salvadora atravesando un mundo medieval mágico, lleno de grandes peligros, un héroe “usual” que ayuda al más pequeño a conseguir el éxito en su misión… Pero Willow, en mi opinión, va más allá:

- Reivindica un protagonista diferente, un enano. Gracias al éxito de esta película, su protagonista, Warwick Davis, que conoció a Lucas haciendo de ewok en “El retorno del Jedi”, pudo desarrollar una carrera con papeles de cierta relevancia, entre los que destaca, Flitwick, el profesor duende de la saga Harry Potter. Además, Davis creó la agencia de empleo “Willow Management”, especializada en la representación de actores que no superan el metro y medio de altura.


- Ofrece, aunque no sean las grandes protagonistas, mujeres fuertes que toman decisiones importantes para el discurrir de la historia: una mujer salva a la niña en la primera escena, Kaya (la mujer de Willow) le convence de quedársela, la reina del bosque le entrega la varita mágica para Raziel… aunque, como suele ocurrir, ocupan papeles más secundarios.

- Fue una película que tuvo, para su época, innovadoras secuencias de efectos especiales como la transformación de la hechicera, para las que Doug Smythe (especialista en efectos digitales) uso el morphing, transformaciones de imágenes en tiempo real, germen de las técnicas que el propio Smythe utilizaría unos años después en Terminator 2.

       Aunque no tuvo secuelas fílmicas, Willow tuvo adaptaciones a cómic, videojuegos y una trilogía de libros. En los cómics conocemos los antecedentes de Madmartigan,  que había sido un caballero noble que arruina su reputación desertando del ejército de Galladorn (un reino destruido por la malvada reina Bavmorda), y de Sorsha, la princesa guerrera, que no era la hija biológica de la reina, sino que había sido adoptada por Bavmorda después de que esta convirtiese en piedra a sus padres. Los libros, por su parte, continúan la historia de una adolescente Elora Danan y sus amigos.


       Ahora, Ron Howard, de plena actualidad por ser el director de “Han Solo: Una historia de Star Wars”, habla de rodar un spin-off con Elora Danan de protagonista adulta. Si se lleva a efecto, esperemos que tenga calidad suficiente para no decepcionar a los amantes de la historia original.


                                                                                  Mª Carmen Santiago





sábado, 23 de junio de 2018

Los estrenos en Sevilla de 22-06-2018


6 películas se estrenan el 22 de junio de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Cuatro películas estadounidenses, una suiza y una española. Esta semana se quedan sin editar en Sevilla “La guardianas” (Xavier Beauvois, 2017) estupenda película francesa que tuvimos ocasión de ver en la pasada edición de Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2017); tampoco se estrena en nuestra ciudad la película argentina “Nadie nos mira” (Julia Solomonoff, 2017), película sobre temática homosexual que pasó por el Festival de Tribeca 2017 y el Festival de Gijón 2017; otras ausencias en la cartelera es el documental holandés sobre la enseñanza “Miss Kiet's Children” (Petra Lataster-Czisch y Peter Lataster, 2016) y la película sueca de animación para adultos “Granny's Dancing on the Table” (Hanna Sköld, 2015). De nuevo, muchas ausencias en Sevilla entre los estrenos de esta semana. ¡Lástima! Y pasemos a nuestras recomendaciones para esta semana.


Con amor, Simón. (USA, 2018). Dir. Greg Berlanti. 
Adolescencia y homosexualidad se dan cita en esta comedia dramática interpretada por Nick Robinson, Jennifer Garner, Josh Duhamel y Katherine Langford.
En un lúcido momento de “Con amor, Simon”, el protagonista se interroga sobre la arbitrariedad que, durante tanto tiempo, ha obligado a la identidad homosexual a pasar por el fatigoso trámite de la salida del armario. ¿Qué ocurriría si fuesen los heterosexuales los que tuviesen que pasar por eso? Una serie de breves escenas muestra a los miembros del círculo de amigos del narrador confesando su heteronormatividad a sus respectivas familias, como si fuese un secreto vergonzante. Es un afortunado juego de inversiones que, de una manera puramente intuitiva y sin que se delate eco cinéfilo alguno, recuerda a las estrategias paradójicas que Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière orquestaron en su insuperable “El fantasma de la libertad” (1974): una brillante manera de ilustrar el absurdo de imponer sobre algo tan libre como el deseo el yugo de la convención social. Y, por extensión, una extraordinaria estrategia para evidenciar la anómala –o casi monstruosa- situación que, durante décadas, ha condenado al personaje homosexual a ser, salvo excepciones, el contrapunto o secundario cómico en un género tan popular como la comedia de instituto.
Tercer largometraje de Greg Berlanti, “Con amor, Simon”, basada en una novela de Becky Albertalli, es uno de esos raros trabajos cuya naturaleza convencional juega definitivamente a favor, porque su gran virtud no es otra que la de normalizar el protagonismo homosexual dentro de un género que ha construido su imaginario sin detectar otro margen de diferencia que el que separa al nerd del integrado. La película incluso otorga dignidad a un secundario de desaforada pluma. El modo en que los manuales de guion tiranizan la ficción mainstream matiza los logros al imponer un cierre de todas sus líneas narrativas, que convierte el tercer acto en algo excesivamente aparatoso. Hasta llegar ahí todo funciona. Y no se omiten claroscuros. Recomendada.



Hereditary. (USA, 2018). Dir. Ari Aster.
Terror, elementos sobrenaturales y casas encantadas se entremezclan en esta película americana interpretada por Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro y Ann Dowd.
Con lentitud ceremonial, la cámara se desplaza de una cabaña en un árbol a una imponente mansión, cuya arquitectura racionalista parece camuflar un alma de mausoleo o caserón gótico. En el interior de la casa, una maqueta en miniatura propone una diabólica “mise en abyme”, que se corona cuando el objetivo se acerca a una de las habitaciones a escala para mostrar al padre de familia entrando para despertar a su hijo. El deslumbrante arranque de “Hereditary”, ópera prima de Ari Aster, parece obsesivamente diseñado para que el espectador no confunda este trabajo con una película de terror al uso. De hecho, ese prólogo podría sugerir tanto una reescritura de “El hundimiento de la casa Usher” dibujada por Chris Ware como la adaptación de un hipotético manuscrito perdido en el que David Foster Wallace intentase infectar de trampantojo posmoderno los espacios de “El resplandor” de Stephen King. Al mismo tiempo, la secuencia establece las claves estilísticas de una película donde encuadres y juegos de escala se pondrán sabiamente al servicio de la desorientación del espectador. Y, por supuesto, no hay buen juego formal que no sirva al fondo: las empequeñecidas figuras humanas en el espacio se desvelarán, a medida que avance el relato, como perfecta obertura y síntesis poética para una historia sobre una familia que vive atrapada en algo que la sobrepasa, la precede y la contiene, como una herencia ancestral.
El fallecimiento de una matriarca con trastienda activa la pesadilla en este trabajo que limpia al género de todo lugar común para explotar situaciones de alto potencial angustioso: ¿acaso no supera cualquier rutinario susto de posproducción la sostenida angustia de un joven que, tras consumir marihuana en una fiesta, tiene que conducir por una carretera oscura mientras su hermana menor sufre un ataque de asma en el asiento trasero? La heterodoxa narrativa con la que se resuelve una secuencia clave, culminada con el desgarrado llanto de una Toni Collette en la que a ratos parece rugir el fuego del infierno, representa la inventiva constante con la que se va desgranando este relato sostenido sobre los cimientos de la verdadera perturbación.
Si el cine de terror está viviendo una nueva edad de oro, la primera película de Ari Aster parecía predestinada a ser su catedral. Solo el modo en que, al final, se recurre a la palabra para cerrar el relato compromete la cualidad enigmática de su imponente construcción. Recomendada.



Tully. (USA, 2018). Dir. Jason Reitman.
Comedia norteamericana interpretada por Charlize Theron, Mackenzie Davis, Mark Duplass, Emily Haine y Ron Livingston.
Sería poco serio acusar a estas alturas a Charlize Theron de haber descubierto la doctrina Monroe (Marilyn, en «Bus Stop») de la carrera en la media: realismo y falta de glamour para que te tomen por una actriz seria. Sobre todo porque ya lo hizo en «Monster», que mira por donde le valió un Oscar, «Pactar con el diablo» o, en cierto modo, en «Mad Max 4». Cierto que si quiere puede darle una patada (literal) en el trasero a cualquier James Bond que se le cruce si se pone «Atómica».
Centrar el comentario en Theron no es capricho, es de lejos lo mejor de la función. Incluso aunque no vaya de estupenda acapara el foco de nuestra atención en «Tully», donde lo primero que vemos de ella es su barriga, un enorme vientre de embarazada que no acaba de perder en todo el metraje. De hecho, el tema de la película –escrita por una mujer y madre de tres hijos, Diablo Cody– no es que ser madre afee tu figura sino que si bordeas la crisis de la mediana edad, tienes ya dos hijos, uno rozando el autismo, y un tercero por venir, y un marido que es el proverbial cero a la izquierda, puedes empezar a darte pena a ti misma y ver tele basura comiendo comida basura… El principio de realidad, de aceptar con una sonrisa que la vida puede ser una decepción según la excelsa doctrina Hara (Setsuko, en «Tokyo Story»), le llega a esta madre terminal por medio de una fuga de lo real que no podemos destripar aquí. Pero es algo así como una variante pospunki, o indie por lo menos, de Mary Poppins, una niñera para todo con un turno un tanto extraño, y con la que Mackenzie Davis se muestra capaz de pelear el plano con la gran Charlize. Recomendada.



El orden divino. (Suiza, 2017). Dir. Petra Biondina Volpe.
Premio del Público en el Festival de Tribeca 2017, estuvo presente también en la Sección Oficial del Festival de Gijón 2017
Comedia suiza con dosis de feminismo interpretada por Marie Leuenberger, Maximilian Simonischek, Rachel Braunschweig y Sibylle Brunner.
Hay datos que simplemente trascienden el debate sobre el feminismo para hacernos recapacitar como seres humanos: en Suiza las mujeres no pudieron votar en las elecciones hasta el año 1971. Será mejor repetir: en Suiza, país del (supuesto) primer mundo, territorio de amplio desarrollo económico en el que, según rezaba textualmente un discurso de la época, “la participación de las mujeres en la política” era contraria “al orden divino”. Y hasta allí, es decir, hasta anteayer mismo, se ha retrotraído la directora y guionista Petra Biondina Volpe, nacida un año antes de que su madre pudiera empezar a votar. Una película que, casi como no podía ser de otro modo, se adentra en el drama de la situación con el tono de la comedia con apuntes amargos. Más vale reírse.
Volpe se acerca al hecho a través del retrato coral de una serie de mujeres sencillas de un pequeño pueblo, que aprenden a liberarse en la cuadriculada Suiza, acogotadas por unas leyes que aún no les permitían, entre otras cosas, trabajar fuera de casa sin el permiso del marido. La toma de conciencia de unas pioneras de todas las edades, en la línea de la aún reciente “Sufragistas” (Sarah Gavron, 2015) —aunque esta, en Reino Unido, en vísperas de la I Guerra Mundial—, que pasan de la rebeldía callada a la rebeldía gritada, encajonadas en el centro de un mundo que, además, vivía tiempos de revolución y contracultura. Era la mentira de la dulce placidez suiza, impuesta por una sociedad patriarcal, que la directora relata con amplio didactismo, pero con narrativa cerca de lo convencional.
Más interesante en lo social que en lo cinematográfico, donde en nada destaca a pesar de su pulcritud, “El orden divino” aplica estereotipos formales, como la fotografía de tonos y textura añejos, como un “Cuéntame” suizo, y clichés en demasiadas conversaciones, como la del descubrimiento del cuerpo, mientras pocas veces sabe buscar la complejidad en una historia que, eso sí, en lo real, está tan claramente inclinada hacia un lado que resulta difícil encontrar defensas en el extremo masculino.
Quizá por ello prefiere ese tono costumbrista, casi dulce, donde las situaciones, por patéticas, responden a singularidades cómicas. ¿O no es cómico de por sí que, debido a la democracia directa suiza, únicamente los hombres de un país decidan en referéndum si dejan votar a las mujeres? Recomendada (con reservas).



El mundo es suyo. (España, 2018). Dir. Alfonso Sánchez.
Sección Oficial del Festival de Cine Español de Málaga 2017.
Comedia y sátira en esta nueva película de Alfonso Sánchez, interpretada por él mismo y por Alberto López, Carlos Olalla y Carlos Urban.
En un diálogo de “El mundo es suyo”, segundo largometraje de Alfonso Sánchez, secuela indirecta y perpendicular de “El mundo es nuestro” (2012), de semejante espíritu cafre, aunque con distintos personajes, los dos protagonistas se ven empequeñecidos ante la embestida vocal de un taxista que reflexiona sobre la diferencia entre tener gracia y ser un gracioso. Fina línea quizá indistinguible para buena parte de la humanidad, pero no para los de Cádiz y los de Sevilla, que por ahí van los tiros, y para la mayoría de sus alrededores andaluces.
Frente al cliché foráneo “¡qué graciosos son los andaluces!”, mentira podrida a la que también juega la película, ya sean de Cádiz, de Sevilla o un esaborío de Jaén, siempre se podrá deslindar la fina ironía del chiste grueso, y, sobre todo, la comicidad sutil que sale de dentro como el que no quiere la cosa de las ansias desmesuradas de que el público, ya sean tres en la barra del bar o la platea llena de un cine, ría las ocurrencias de un bufón. Y el problema es que frente a las variadas virtudes de “El mundo es suyo”, que no son pocas, también se impone, en particular en su primera mitad, un exagerado sentido de la comedia como jarana egocéntrica y subrayada, frente a la gracia natural, que también la tienen, de Sánchez y Alberto López, su habitual compadre.
La pareja de cómicos ha pasado del posibilismo de Internet y de la modestia económica de “El mundo es nuestro” a una producción con presupuesto más holgado, de mayor empaque formal, que, una vez más, destaca por la fantástica visión de los ambientes sevillanos, de abajo arriba, de las 3.000 viviendas a la comunión del niño con capea y coro rociero, y por el estupendo retrato de unos personajes muy reconocibles, del yonqui con la camiseta del Betis al pijo de la gomina, la bandera de España en el cinto y los zapatos castellanos, con palos para todos. Historia de corto recorrido temporal, apenas 24 horas, con ecos de “¡Jo, qué noche!”, pero con espíritu de relato picaresco, de la Sevilla del Siglo de Oro a la del nuevo milenio, sin apenas cambios en su golfería, “El mundo es suyo” es también una película plena de valentía en tiempos de corrección política, capaz de reírse con (y no de) buena parte de las minorías desfavorecidas de la sociedad española contemporánea.
Sin embargo, frente a sus aptitudes, hay en ella una rémora excesiva de otras películas —la estructura, y hasta la secuencia narrada a base de fotografías de la juerga, está calcada de “Resacón en las Vegas”—, y, sobre todo, esa falta de control sobre el chiste, más gritado que soltado, más enfatizado que lanzado con sutileza y el que lo pille para él. Instantes en los que la película está más cerca de ser graciosa que de tener gracia. No Recomendada.



Superagente canino. (USA, 2018). Dir. Raja Gosnell.
Cine familiar en clave de aventuras y comedia, interpretado por Will Arnett, Ludacris, Natasha Lyonne, Bern Collaco, Andy Beckwith y Clem So.
Después de su fallido intento para rescatar a un bebé de panda robado, el oficial canino Max (un solitario y fuerte Rottweiler) deberá trabajar junto a Frank (un agente humano del FBI) e infiltrarse en el siguiente objetivo de los ladrones: un certamen canino en Las Vegas. Los dos agentes se encontrarán inmersos en un mundo perruno con pedicuras, botox, depilaciones brasileñas y bocas antincendios chapadas en oro. Si quieren rescatar al panda deberán dejar a un lado su machismo y aprender a trabajar como compañeros. Cine familiar poco inspirado, seguramente cause frustración a cualquiera que tenga más de siete años. Torpe, poco divertida, los perros acaban dándote pena. No Recomendada.