sábado, 16 de junio de 2018

Los estrenos en Sevilla de 15-06-2018


9 películas se estrenan el 15 de junio de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres películas alemanas, dos francesas, dos británicas, una estadounidense y una uruguaya. Esta semana las películas españolas se quedan sin editar en Sevilla. Son dos: la cinta “A estación violenta” (Anxos Fazáns, 2017) y “La noche del virgen” (Roberto San Sebastián, 2016). Vamos con nuestras recomendaciones para esta semana.


El repostero de Berlín. (Alemania, 2017). Dir. Ofir Raul Graizer. 
Premio Especial del Jurado en el Festival de Karlovy Vary 2017.
Drama homosexual ubicado en Berlín. Oren, un ingeniero constructor israelí se encapricha del pastelero Thomas. La película está interpretada por Zohar Shtrauss, Sarah Adler, Tim Kalkhof, Roy Miller y Stephanie Stremler.
El score está compuesto por Dominique Charpentier.
La muerte en accidente de un adúltero no deja una viuda sino dos. O, como en el caso de “El repostero de Berlín”, una mujer y un hijo desamparados en Jerusalén, y un amor esporádico pero ferviente en la capital alemana, y además hombre. Un conflicto de evidentes posibilidades narrativas y emocionales, que el cine ha tratado unas cuantas veces, con la española “Los inocentes” (Juan Antonio Bardem, 1963) y la estadounidense “Caprichos del destino” (Sydney Pollack, 1999) como exponentes máximos de la tragedia de las casualidades, expresadas posteriormente como análisis de las causalidades, y que el director israelí Ofir Raul Graizer expone en su película con la amarga calma de la pérdida y la elegancia de la huida de lo aparatoso.
La compresible curiosidad del amante berlinés por la vida judía de su fallecido amante lleva a un encuentro en Jerusalén, en el que una de las partes tiene toda la información, pero que nunca se despliega por el terreno melodramático sino con la apacible dulzura del amor por unos personajes de exquisita ambigüedad. A través de planos fijos de notable expresividad artística, Graizer articula su relato fijando su mirada en los rostros dolientes pero aún enamorados y, sobre todo, en la vida propia que adquieren los objetos tras un drama, ya sea una tarta, un móvil con decenas de llamadas perdidas o la factura de un restaurante.
Y, como no podía ser de otro modo con la nacionalidad elegida por los creadores, de un modo sutil, se va abriendo también una tranquila reflexión sobre las relaciones de los alemanes con los judíos, y una palmaria crítica hacia las prácticas religiosas llevadas al extremo. Todo ello con el mismo carácter reposado, tierno y, a la vez, punzante. Recomendada.



En tránsito. (Alemania, 2018). Dir. Christian Petzold.
Sección Oficial del Festival de Cine de Berlín 2018.
Drama ubicado en la Segunda Guerra Mundial, interpretado por Franz Rogowski, Paula Beer, Godehard Giese, Lilien Batman y Maryam Zaree.
El score está compuesto por Stefan Will.
Dos reproches condicionaron la recepción de la anterior película del alemán Christian Petzold, la arriesgada “Phoenix” (2014): que esa historia de reconstrucción de una identidad se sustentaran sobre el territorio frágil de lo que algunos consideraron pura inverosimilitud, y que la ambientación de época apostara por una funcional, y muy expresiva, síntesis en lugar de seguir los códigos convencionales de un diseño de producción realista. El cineasta no solo lograba contar lo que quería contar, pese a esos dos potenciales pies forzados, sino que su decisión teñía al conjunto de una fértil ambigüedad y de un barniz cercano a lo onírico. Lejos de querer pactar con quienes le cuestionaron, el Petzold de “En tránsito” acentúa aquí los componentes de extrañamiento y obtiene otro trabajo de incuestionable fuerza, aunque, en esta ocasión, no puede evitar que la sensación final esté más cerca de la de haber contemplado un aparatoso juego narrativo, desplegado en forzadas capas, que de haber caído bajo el hechizo de una obra orgánica de movimientos gráciles. “En tránsito” es un trabajo ambicioso, pero que respira pesadamente, con dificultad.
Utilizando como punto de partida, al igual que ya hiciera en “Phoenix”, una obra literaria ya llevada previamente al cine –en este caso, la novela Transit de Anna Seghers, adaptada por René Allio en 1991-, Petzold sumerge al espectador en un territorio marcado por una elocuente superposición temporal: esta historia de un fugitivo de la Ocupación que suplanta la identidad de un muerto para conseguir el visado que facilite su exilio en México sucede en la Marsella contemporánea, bloqueando todo rasgo de reconstrucción histórica para explorar una idea de Europa como permanente escenario de la persecución de los desclasados. Se propone, así, que la de los judíos perseguidos por los nazis a principios de los 40 y la de los refugiados a los que se niega puerto y cobijo en nuestra contemporaneidad es, en cierto sentido, la misma lucha. Recorrida por un trágico romanticismo y puntuada por una voz narrativa que revela su identidad en el desenlace, “En tránsito” reformula la Historia como purgatorio atemporal donde resuena una culpa colectiva. Recomendada (con reservas).



Western. (Alemania, 2017). Dir. Valeska Grisebach.
Sección “Una cierta mirada” del Festival de Cine de Cannes 2017. Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2017). Premio al Mejor Director en el Festival de Cine de Mar de la Plata.
Drama sobre la inmigración interpretado por Meinhard Neumann, Reinhardt Wetrek, Waldemar Zang y Detlef Schaich.
En “Chevalier” (2015), la directora griega Athina Rachel Tsangari utilizaba un viaje en un yate privado para aislar la esencia de la masculinidad. Su grupo de personajes se entregaba a un juego competitivo que ponía en marcha una dinámica de pulsos territoriales y estrategias de poder asociados a un instinto supremacista sustentado, por lo general, en la fatuidad o en la egolatría patológica. Los hombres no salían muy bien parados en el discurso de esta cineasta que invocaba el modelo del “Husbands” (1970) de John Cassavetes, pero que, al mismo tiempo, subrayaba que su mirada no quería ser feroz, ni demoledora, sino comprensiva. Transmitir esa cualidad afectuosa en la mirada es algo que le ha salido mucho mejor a la alemana Valeska Grisebach en “Western”, un poderoso trabajo que, al igual que “Chevalier”, intenta aislar una suerte de eterno masculino, en este caso en una zona rural de Bulgaria limítrofe con la frontera de Grecia, a la que acude un grupo de trabajadores para construir una central hidroeléctrica. Con tonos y aproximaciones radicalmente distintos, “Chevalier” y “Western” vienen a demostrar que las dos mejores películas de los últimos años sobre el mundo de los hombres las han dirigido mujeres, manejando con proverbial lucidez las contrastadas armas del humor negro y la poesía fronteriza.
Once años después de su sobresaliente “Sehnsucht” (2006) -que contaba con sensibilidad una historia de adulterio con desenlace trágico-, Grisebach mimetiza aquí, desde el mismo título, las claves del western para superponer sobre la figura de su elusivo protagonista la aureola de esos héroes errantes del género que alcanzaron su sublimación en el Hombre sin Nombre leoniano. El juego de equivalencias con la memoria de todo ese imaginario es constante, aunque la directora no lo pone al servicio de la cita cinéfila evitando caer, así, en un banal planteamiento puramente mitómano. El grupo de trabajadores alemanes desplazados funciona como la expedición de colonos enfrentada a unos nativos, en principio hostiles, que encontrarán a su mediador en ese ensimismado protagonista, que no parece pertenecer a ningún territorio, aunque en el plano final esboce un cierto gesto para encontrar su lugar en el mundo.
La estrategia sirve a la cineasta para hablar de la economía europea y del mundo del trabajo como territorio de desencuentros, pero también para interrogarse acerca de lo que significa ser un hombre, reivindicando la pervivencia de una nobleza cuando ya no hay épica posible. Recomendada (con reservas).



Las maravillas del mar. (Reino Unido, 2017). Dir. Jean-Michel Cousteau y Jean-Jacques Mantello.
Sección Oficial (Proyecciones Especiales) del Festival de Cine de San Sebastián 2017.
El score está compuesto por  Christophe Jacquelin.
Documental narrado y producido por Arnold Schwarzenegger, donde se recoge el trabajo de la familia Cousteau, utilizando singulares imágenes de la vida en los océanos.
“Hay algo de ridículo en toda crítica de El mundo del silencio. Porque (…) las bellezas del filme son fundamentalmente las bellezas de la naturaleza y toda crítica sería algo así como criticar a Dios”, escribía André Bazin en 1956 a propósito del documental, correalizado por Jacques Cousteau y Louis Malle, que ese año se hizo con la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Podría argumentarse lo mismo frente a la imponencia visual de “Las maravillas del mar”, codirigido por Jean-Michel Cousteau, hijo del célebre oceanógrafo, y Jean-Jacques Mantello, porque la belleza capturada en sus nítidas imágenes incluso parece trascender la de este mundo para sugerir casi la posibilidad de un viaje interplanetario sin salir del fondo del mar: la secuencia del zooplancton emergiendo de las fosas abisales evoca, de hecho, el imaginario de una película de ciencia-ficción. Quizá resultaría arrogante, pues, criticar a Dios (si acaso existe), pero discutir algunas de las decisiones de los hombres encargados de transmitir los prodigios del mundo natural puede ser necesario en casos como este.
Al contemplar las espectaculares tomas submarinas de “Las maravillas del mar”, uno desearía que El mundo del silencio fuera algo más que el título de un documental clásico para convertirse en inapelable cláusula de estilo, porque son precisamente las palabras –de Cousteau hijo, su esposa, sus compañeros de inmersión y del estelar Arnold Schwarzenegger- las que, con pertinentes mensajes de concienciación ecológica, perturban el goce contemplativo y, sin pretenderlo, contaminan el camino hacia el total deslumbramiento. No Recomendada.



No dormirás. (Uruguay, 2018). Dir. Gustavo Hernández.
Premio a la Mejor fotografía y el Mejor Montaje en el Festival de Cine Español de Málaga 2018.
Thriller y temas sobrenaturales se dan cita en esta película uruguaya interpretada por Belén Rueda, Eva De Dominici, Natalia de Molina, Germán Palacios y Eugenia Tobal.
Las películas de terror que apelan a nuestros miedos más profundos, a aquellos que parten de lo cotidiano para adentrarse en lo mental, en lo oculto, en lo irrefrenable, son las que permanecen en la memoria durante más tiempo. Y aunque sea incuestionable el bendito y paradójico gusto del ser humano por pasar miedo en una sala de cine gracias a la manipulación de los sentimientos por parte del director, a través del puro lenguaje cinematográfico o por un ejercicio de estilo, estas segundas suelen erizar la piel durante instantes más o menos pasajeros mientras que las primeras perforan el interior con el espanto de nuestra particular turbiedad.
Algo a lo que apunta el uruguayo Gustavo Hernández en su tercer largometraje, “No dormirás”, incluso verbalizándolo en el interior del relato, cuando una de sus protagonistas, la dramaturga y directora teatral que interpreta Belén Rueda, dice aspirar a la categoría de sublime en una obra que traspasa cualquier frontera ética. Hernández no llega a tanto, pero su película, terror gótico de múltiples referentes bien agitados, da miedo porque está alimentada por cuestiones sobrecogedoras: la fina línea entre la locura y la cordura; la esquizofrenia hereditaria; la imposibilidad de que una madre pueda querer a su propio bebé; los parricidios; los psiquiátricos abandonados; los restos de la obra de un demente; la depresión; el insomnio sostenido, y, en una línea más concreta, el desbordamiento de los límites del físico y de la mente con tal de alcanzar unos objetivos artísticos.
Hernández, con la ayuda de un compacto grupo de intérpretes, ha compuesto una coproducción entre Uruguay, Argentina y España que no chirría en el terreno de la identidad, pero que va de más a menos, resultando más convincente en sus profundos planteamientos que en su discutible resolución, con demasiados retruécanos narrativos en su parte final.
Sin embargo, los pecados por exceso son siempre menos reprochables. Y frente a la (demasiado) habitual trama esquelética de cierto cine de terror contemporáneo, hinchada hasta la extenuación, “No dormirás” impone una ambición quizá desmesurada, pero siempre encomiable. No Recomendada.



¡Qué guapa soy! (EE.UU., 2018). Dir. Abby Kohn y Marc Silverstein.
Comedia americana interpretada por Amy Schumer, Michelle Williams, Emily Ratajkowski, Adrian Martinez y Kevin Kane.
En su carrera como monologuista, Amy Schumer ha explotado un registro procaz no exento de acentos reivindicativos: la figura de una mujer con (muy relativo) sobrepeso hablando francamente de su expansiva sexualidad (pero también de sus miserias), mientras va pegando regulares tragos de whisky, rompe con los roles femeninos tradicionalmente asociados a la comedia. Y, por supuesto, lo suyo no solo es cuestión de ir hilvanando mecánicamente obscenidades: su rostro funciona como una fascinante pista de circo donde gestos, a veces delicadísimos, aportan el matiz en el momento justo para que estalle la risa, o para que la supuesta burrada adopte un sesgo ideológico. En su único trabajo como guionista para un largometraje, “Y de repente tú” (2015), Schumer, dirigida por Judd Apatow, intentaba trasladar toda esa fuerza (volcánica) a la pantalla, aunque las servidumbres de un género por lo general fastidioso –la comedia romántica- condicionaban demasiado su potencial transgresor.
Ninguna otra película con Schumer dentro ha vuelto a estar a la altura de la propia Schumer y “¡Qué guapa soy!”, debut en la dirección de la pareja de guionistas formada por Abby Kohn y Marc Silverstein, no es una excepción. El carisma de la estrella y una sorprendente Michelle Williams en afinado registro cómico salvan parcialmente al conjunto de la rutina. “¡Qué guapa soy!” podría ser la respuesta femenina a una paradigmática comedia de Will Ferrell: una farsa cuya protagonista resbala una y otra vez en la distancia que se extiende entre su autopercepción y el modo en que la ven los demás. Con guiño a “Big” (1988) incorporado, la película no logra resolver su contradicción entre su supuesta defensa de la autenticidad y su slapstick un tanto primario. En el fondo, el espectáculo está en ver a una (supuesta) gorda tropezar. La moraleja es un postizo. No Recomendada.



Los 50 son los nuevos 30. (Francia, 2016). Dir. Valerie Lemercier.
Comedia dramática francesa interpretada por Valerie Lemercier, Denis Podalydès, Patrick Timsit y Philippe Laudenbach.
Por extraño que parezca, aún puede haber algo peor que una comedia sin gracia: una película que, en el tiempo y el lugar en que fue escrita, conformada y ambientada, aspire a retratar una situación social, unos valores y unas particularidades alrededor de su contemporaneidad, pero que en realidad sea más antigua que la tos. Justo lo que le ocurre, incluida la ausencia de talento para provocar la risa, a la película francesa “Marie-Francine” —en su título original galo—, escrita, dirigida y protagonizada por Valérie Lemercier. Una obra que, con buen criterio, la distribuidora española ha decidido rebautizar como “Los 50 son los nuevos 30”, una de esas frases sello de la tontería actual de cierto periodismo de llamada al clic fácil y ocurrente, pero que al menos puede tener efecto comercial entre un arco de público casi masivo en los cines de versión original.
Eso sí, vista la película, ni siquiera va de eso. Porque no parece que en ese lema, en esa nueva oportunidad de efervescencia vital para la persona en una edad adulta, encaje la historia de una mujer de 50 años de alta formación profesional que pierde su trabajo y ve cómo su marido la abandona por una chica mucho más joven, y decide, sin una mínima discusión de quién se queda con la casa y tras una patética excusa para el despido laboral, irse a vivir de nuevo con sus septuagenarios padres, y hacer lo que éstos le aconsejan como si fuera una quinceañera, a pesar de lo risible de sus sugerencias. Una película inmisericorde con la indolencia y la falta de personalidad de su protagonista, que pondrá de los nervios a cualquiera con mínimas expectativas de modernidad social, y en la que también reluce una pedestre concepción de la puesta en escena.
Sin recursos cómicos en las réplicas y contrarréplicas, Lemercier solo se salva en su doble interpretación de dos hermanas gemelas. Apenas una nimiedad si se tiene en cuenta que, como remate, los gags visuales son difícilmente comprensibles en su concepción del encuadre y del montaje, toscos como los de un director aficionado que, en determinados enredos, apenas puede pegar un plano con el otro sin que la continuidad y la utilización del espacio se desvanezcan en un sin sentido. No Recomendada.



Colmillo blanco. (Francia, 2018). Dir. Alexandre Espigares.
Película de animación francesa.
Basada en la novela homónima de Jack London, la película será el primer largometraje de animación dirigido por Alexandre Espigares. “Colmillo blanco” es un perro lobo que fue acogido por Grey Beaver y su tribu india cuando vivía en los nevados y hostiles parajes canadienses. Cuando creía que iba a encontrar una familia con la que poder vivir, descubrirá todo lo contrario. La competitividad y los celos de los demás caninos de la manada le convertirán en un animal feroz. Sus dueños venderán el perro a Castor Gris, un hombre aún más malvado que sus compañeros y quien le convertirá en un lobo salvaje. Sin embargo, la vida de “Colmillo blanco” dará un giro inesperado cuando le acoja su último dueño, quien conseguirá enseñarle a convivir con su parte más salvaje y transformar al aterrador animal en un verdadero amigo. No Recomendada.



10 x 10. (Reino Unido, 2018). Dir. Suzi Ewing.
Thriller británico interpretado por Luke Evans, Kelly Reilly, Noel Clarke, Ruby Bustamante y Olivia Chenery.
Lewis (Luke Evans) es un hombre aparentemente normal que en realidad está escondiendo una terrible obsesión: busca cobrarse una venganza contra Cathy (Kelly Reilly). Lewis la secuestra a pleno día y la encierra en una celda de su casa completamente insonorizada y de pequeño tamaño, concretamente de 10x10. El objetivo del torturador será conseguir sacar a la luz un oscuro secreto del pasado de la secuestrada. Sin embargo, la víctima no tiene ninguna intención de entregarse tan fácilmente y resulta ser tan resuelta como su temible secuestrador. '10x10' es la ópera prima de la directora Suzi Ewing, donde demuestra su potencial como guionista al utilizar espacios realmente reducidos durante la mayor parte del metraje. No Recomendada.


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