miércoles, 31 de mayo de 2017

A propósito de “La Bohème”



El Teatro de la Maestranza de Sevilla ofrece durante estos días la representación de La Bohème, de Giacomo Puccini, una de las óperas más populares del repertorio clásico, que ha gozado del favor del público desde el mismo momento de su estreno en 1896, en Turín. Cuenta la historia de Rodolfo, un poeta, que comparte una buhardilla en París con tres amigos (un pintor, un filósofo y un músico), son bohemios y pobres, pero con muchas ganas de vivir. Entra en escena Mimi, una bordadora que se ha instalado en el mismo edificio. La acción transcurre en torno a Navidad y la nieve en las calles y tejados parisinos suele ser una característica común de todas las escenografías. 

John Gilbert y Lillian Gish

El cine, desde el periodo silente hasta hoy, ha manifestado un gran interés por la adaptación de estas grandes óperas clásicas, ya en 1926, King Vidor dirigió una versión muda de "La Bohème" que contó con Lillian Gish y John Gilbert para los papeles de Mimi y Rodolfo respectivamente.


Esta partitura de Giacomo Puchini está muy presente en el argumento de la laureada comedia romántica “Hechizo de Luna” (Norman Jewison, 1987), tanto que podemos afirmar que la historia de amor que surge entre sus protagonistas, Loretta Castorini (Cher) y Ronny Cammareri (Nicolas Cage) le debe tanto al mágico influjo de la luna -que da título a la cinta-, como a la música de Puccini, y especialmente a La Bohème.
   
Nicolas Cage y Cher

Los guionistas han establecido un claro paralelismo entre ambas historias de amor, y esto queda claro casi desde su primer encuentro, presidido por un cartel de La Bohème y a los sones de esta ópera italiana.


Arias como “Quando m´en vo” y “O soave fanciulla” se utilizan en distintos momentos del filme, tanto de forma diegética como extradiegética. Destacamos, por ejemplo, la escena en la que Ronny le declara su amor a Loretta y la invita a subir a su casa, tendiéndole su fría mano, en la que lleva un guante de cuero para cubrir la prótesis que usa, mientras de fondo oímos el aria “Che gelida manina” (Qué mano tan fría).


Aunque sin duda la escena más elocuente en este sentido es aquella en la que la pareja protagonista asiste a una representación de La Bohème en el Metropolitan Opera House de Nueva York, donde el aria del Adiós de Mimi "Donde lieta usci" es utilizada para describir los sentimientos y la emoción, que aflora en los rostros de los protagonistas. Las voces que escuchamos son las de Renta Tebaldi y Carlo Bergonzi.


Entre las adaptaciones más recientes, podemos citar “La Bohème” dirigida por Robert Dornhelm (2008) y protagonizada por cantantes de primer nivel, como el tenor franco-mexicano Rolando Villazón, como Rodolfo y Anna Netrebko, soprano ruso-austriaca en el papel de Mimi.


Estamos ante una gran producción, en la que la calidad musical es indiscutible, pero cinematográficamente puede resultar bastante plana y muy teatral en algunos aspectos, como la exageración interpretativa y un predominio de escenas rodadas en estudio, con decorados faltos de realismo; todo ello evidencia la trayectoria del director, muy vinculada a trabajos para la televisión.

Este tipo de adaptaciones cinematográficas de grandes óperas, salvo raras excepciones, no suelen ser del agrado ni de los amantes de la ópera, ni los buenos aficionados al cine; para los primeros, la gran pantalla difícilmente puede propiciar una experiencia sensitiva comparable a la experimentada en una representación operística en directo; mientras que los cinéfilos lamentan la excesiva teatralidad y la escasa calidad cinematográfica.

Superando estas discrepancias, respetables en todo caso, destacamos algunos aspectos positivos de estas adaptaciones cinematográficas: Por un lado, pueden contar con los mejores cantantes del momento, que se lucen en primeros planos, magníficamente fotografiados; famosos cantantes de ópera, como Plácido Domingo han recreado a sus personajes operísticos en filmes como “Otello” (Franco Zeffirelli, 1986) y “Carmen de Bizet” (Francesco Rosi, 1984). Permiten incluir escenas filmadas en exteriores naturales, generalmente en entornos monumentales o paisajísticos de gran belleza, superando las limitaciones de la escenografía teatral; a ello se une la calidad y el lujo de detalles en decorados y vestuario.


Aunque sin duda, lo más importante de estas películas es su gran difusión, acercando hasta un público numerosísimo una representación operística de calidad, a la que de otro modo, seguramente no hubiera podido “asistir”, y con el aliciente añadido de poder repetir.

Nos quedamos con una de las arias imprescindibles La Bohème, en esta última producción de 2008, “Si, mi chiamano Mimi” (Sí, me llaman Mimi), perteneciente al acto primero, asistimos al decisivo encuentro de Rodolfo y Mimi, su nueva vecina que ha subido a encender la vela que el viento ha apagado. Los acordes del tema de Mimi son utilizados por Puccini en varios momentos de la partitura de esta ópera a modo de leitmotiv asociado a la protagonista.



viernes, 26 de mayo de 2017

Los estrenos en Sevilla de 26-05-2017



7 películas se estrenan el 26 de mayo 2017 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Dos producciones son estadounidense, una alemana, una argentina, una irlandesa, una italiana, y una belga. Ningún estreno español y lamentablemente no se ha editado en Sevilla el filme “La películas de mi vida” (Bertrand Tavernier, 2016), un documental que recorre la historia del cine francés desde los años 30 hasta principios de los 70. Sólo una recomendación segura para esta semana. ¡Qué le vamos a hacer!
 
Entre los dos. (Irlanda, 2015). Dir. Mark Noonan.
Will recibe la libertad condicional por la muerte de un familiar para cuidar a su sobrina Stacey, huérfana por la muerte de su madre. Mientras se dirigen hacia el centro de Irlanda e intentan ser una familia, se encuentran con una serie de obstáculos. Stacey es rechazada en la escuela local debido a que sufre narcolepsia, una condición que desarrolló hace poco. Will desobedece varias veces las obligaciones de la libertad condicional en sus intentos desastrosos de ser una figura paterna responsable. Con ello, ambos corren un gran riesgo; que a Will le retiren la oportunidad de salir definitivamente de la cárcel y que Stacey tenga que ir a una casa de acogida. “Entre los dos” (traducción absurda y cuyo título en inglés nos parece más original: “También eres feo”) es una muy modesta producción que lleva dos años exhibiéndose en festivales y estrenándose en varios países, llegándonos con cierto retraso. Aunque esta “ópera prima” tiene algunas cosas que no terminan por funcionar, las que menos, todo sea dicho, también posee una serie de factores logrados que la hacen interesante. Puede que no sea un film importante en algunos aspectos, pero cumple con creces con su cometido y en la que vislumbramos a Mark Noonan como un futurible autor al que nos gustaría que hiciera más cosas y así poderle seguir la pista. La película encuentra en la modestia su gran baza, ofrece una sutil emotividad a la que contribuye una fotografía capaz de encontrar la belleza de paisajes no particularmente amables. Recomendada.


El rey de los belgas. (Bélgica, 2016). Dir. Peter Brosens y Jessica Woodworth.
El punto final de la tercera jornada de la Seminci de Valladolid 2016 lo puso “El Rey de los Belgas”, dirigida por el matrimonio Meter Brossen y Jessica Woodwirth. Se trata de una divertida comedia donde se narra la historia del rey de Bélgica durante una visita oficial a Turquía en la que se ve obligado a volver a su país tras la declaración de independencia por parte de Valonia bajo el slogan “Estamos hartos”. La progresiva degradación de la naturaleza y el mal uso de ésta por el ser humano, dio origen a la anterior filmografía de Meter Brossen y Jessica Woodwirth, con la trilogía formada por “Khadak” (2006), “Altiplano” (2009) y “La Quinta Estación” (2012). Esta última obtuvo el Premio Especial del Jurado, Premio Fipresci, en la Seminci de ese año. Ahora con el “El Rey de los Belgas” han decidido hacer un cambio, abandonar ciertas ambiciones intelectuales y un cierto trabajo existencialista para pasar de la tragedia absurda al humor surrealista. La película desde un principio deja muy claro que está rodada en forma de falso documental bajo la atenta mirada detrás de la cámara de Duncan Loyd. Observamos la mayor parte de la película a través de la visión de Duncan, con imágenes filmadas cámara en mano que provocarán continuos movimientos bruscos y, a veces, la salida del encuadre o la pérdida de foco. También hay muchos otros momentos en los que vemos a los personajes dirigirse directamente a la cámara para hablar con ella. La decisión de rodar como si se tratara de un documental se debe en parte a que tanto Jessica como Meter provienen de ese mundo. La cinta es una divertida y profunda comedia que reflexiona sobre la política de la Unión Europea, las señas de identidad, la integración, el problema de los refugiados y la ética periodística. Atrevida película, acompañada además de una magnífica utilización de piezas señeras de la música clásica. Levantando muchas veces la desigualdad de unos gags que, de todos modos, mantienen un meritorio nivel medio. Recomendada (con reservas).


Paula. (Alemania, 2016). Dir. Christian Schwochow.
La historia real de Paula Becker, una artista extraordinaria adelantada a su tiempo que soñó con la libertad y el éxito en una sociedad de principios del siglo XX encorsetada a unas normas muy rudimentarias sobre la emancipación, da el nombre a la película alemana, “Paula”, dirigida por Christian Schwochow. En los pasados Premios del Cine Alemán obtuvo el de Mejor Diseño de Producción. “Paula” desde el punto de vista técnico, es una película muy visual y magníficamente fotografiada por Frank Lamm, sobre todo la parte de la trama desarrollada en la comunidad alemana de Worpswede con sus bellos paisajes inspirados en sus cuadros, y desde el punto de vista narrativo, una historia de amor muy romántica y emotiva, más sabiendo que fue real. A destacar, la sensacional interpretación de la actriz suiza Carla Juri que refleja de forma muy natural ese carácter rebelde y de espíritu libre de Paula Becker. El resultado final es un emocionante retrato de una emancipación artística y personal. Recomendada (con reservas).


Piratas del Caribe. La venganza de Salazar. (USA, 2017). Dir. Joachim Rønning y Espen Sandberg.
Jack Sparrow, el famoso y maltrecho pirata, aparece en escena siendo perseguido por los soldados del ejército inglés. Vemos su huida, llena de saltos y peripecias, intercalada con primeros planos de Johnny Depp gesticulando de forma histriónica. De fondo comienzan a  sonar los famosos acordes de la banda sonora de la saga, mientras se suceden toda clase de tropiezos y malabarismos, buscando provocar nuestra carcajada. Quizás os suene esta escena de “Piratas del Caribe”. O de “Piratas del Caribe 2”. O tal vez os suene de la tercera o la cuarta entrega. Lo cierto es que podría sonarnos de cualquier película de esta saga, pues la fórmula que llevó al éxito a la primera película, ha sido repetida y estirada más allá de lo que cualquiera podría imaginar. Como cabía esperar, “Piratas del caribe: la venganza de Salazar” no iba a ser menos, y también repite de forma calcada el guion de las anteriores. Volvemos a encontrarnos a Johnny Depp interpretando un papel ya gastado. Tras él marcha la tripulación de un barco fantasma maldito, en este caso el de Salazar (Javier Bardem), que se une a la larga lista de personajes malditos de la saga. Por último nos encontramos a la pareja de guapos, que en esta ocasión sí han sido renovados. Con Kaya Scodelario sustituyendo a Keira Knightley como la mujer de armas tomar, y Brenton Thwaites en el lugar de Orlando Bloom para hacer de guapo pánfilo (en este caso menos guapo, pero mucho más pánfilo). Sin embargo, la realidad es que uno no va a ver la quinta entrega de una saga buscando originalidad. Así que, si has llegado hasta aquí sin que las anteriores entregas te hicieran saltar por la borda, esta película tampoco logrará que lo hagas. Al fin y al cabo, pese a no llegar al nivel de las primeras, sí que está por encima de la tercera y la cuarta. Lo cual tampoco tiene demasiado mérito. El apartado visual es, como era de esperar, bastante sobresaliente. Con una gran cantidad de efectos especiales muy bien realizados, que dan lugar a bastantes escenas de alta espectacularidad; mención especial al barco y a los tiburones fantasma. En el aspecto cómico, en cambio, sí que deja mucho que desear. Pues la película está llena de chistes facilones, la mayoría de los cuales no tiene gracia. Y los pocos que la tienen, se repiten hasta que la pierden por completo. En definitiva, si eres un fan de la saga seguramente quedes satisfecho, aunque no en exceso, con “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar”. En cualquier otro caso, será mejor partir con el viento hacia otro lado. Porque parece que este barco hace tiempo que ha perdido el rumbo. No Recomendada.


Las confesiones. (Italia, 2016). Dir. Roberto Andò.
Después de “Viva la Libertad” (2013) el director Roberto Andò vuelve a tocar el tema de la política y a utilizar al mismo actor protagonista, Toni Servillo. Ahora con “Las Confesiones”, bajo un formato de thriller suave, utiliza la muerte del director del FMI de forma simbólica, para establecer un debate de cómo se gestiona la Institución y los ocultos fines que se esconden tras ella a la hora de tomar decisiones que afectan a todo el planeta. Un simbolismo que ha hecho posible la coexistencia de un monje obligado a no revelar ningún tipo de información amparado por el derecho al secreto de confesión, junto a un grupo de economistas que estando bajo el mismo juramento de no revelar ningún tipo de conversación secreta, intentan a toda costa presionar e intimidar a Robert Salus para que rompa sus reglas e informe de lo que habló la noche anterior con Daniel Roché antes de su muerte. La película de Roberto Andò tiene muchos parecidos tanto estéticos como en la forma de estar filmada con “La Juventud” (2015) de Paolo Sorrentino por su colorido, la aparición de un hotel de lujo, sus peculiares huéspedes, los fuertes contrastes y las bellas composiciones artificiales. “Las Confesiones” tiene un matiz algo surrealista donde se abordan de forma profunda temas como la humanidad, la distribución de la riqueza, la pronunciada brecha existente entre la política y la población, las peligrosas pretensiones de la economía global y la salvación de las almas en su enfoque religioso. A pesar de estar llena de buenas ideas y pretensiones, se queda a medio camino de hacer algo más grande. No Recomendada.


Wilson. (USA, 2017). Dir. Craig Johnson.
'Wilson' es una comedia-drama estadounidense basada en la novela con el mismo nombre escrita por, Daniel Clowes. Dirigida por Craig Johnson, la cinta narra la historia de Wilson (Woody Harrelson), un hombre de mediana edad, solitario y sincero, que se reúne por primera vez después de muchos años con su mujer (Laura Denn). Después de hablar con ella, descubre que tiene una hija adolescente de la que desconocía totalmente su existencia. Con esto en mente, Wilson se acerca a su hija y consigue finalmente conectar con ella. El reparto tiene cuenta con nombres como Judy Greer, David Warshosky y Cheryl Hines. Cuenta con algunas anécdotas graciosas pero falla en el punto crucial de crear más interés por el personaje del título. Hay ocasiones en que una película pertenece por completo a un intérprete. Cada gesto, cada frase y cada réplica del protagonista son una irreverente fiesta, momentos irrepetibles en un conjunto irregular. No Recomendada.


Me casé con un boludo. (Argentina, 2017). Dir. Juan Taratuto. 
Después de debutar con “No sos vos, soy yo” (2004) y de demostrar, con “¿Quién dice que es fácil?” (2007), que su facilidad para la comedia tenía el potencial de abrirse a otros registros (melancólicos), el argentino Juan Taratuto logró su película más carismática y ácida con “Un novio para mi mujer” (2008), en cuyo centro brillaba la pareja formada por un socavado Adrián Suar y una galvánica Valeria Bertuccelli en la piel de la esposa porteña menos afectuosa del mundo. Ocho años después, tras tantear tonos ajenos a su especialidad en la arriesgada “La reconstrucción” (2013) y la más fastidiosa y edulcorada “Papeles en el viento” (2015), el director recupera a la misma pareja de intérpretes para, esta vez, cambiar las tornas en la balanza de afectos: aquí, la Bertuccelli es pura fragilidad emocional frente a un Suar que da vida a un paroxístico argentino chanta. Si “Un novio para mi mujer” diluía su singularidad una vez culminaban los mecánicos arcos dramáticos de toda comedia de reconquista, “Me casé con un boludo” agota su fuego en la contundencia de su título. La gran lástima es que aquí había madera para una comedia soberbia, capaz de modular su premisa hacia una incisiva reflexión sobre la mascarada intrínseca a toda relación matrimonial. Los apuntes –y los actores- están ahí, pero frustrados, malogrados por la mala cabeza de un director que, en esta ocasión, ha preferido hacer la película convencional que su material de partida le estaba pidiendo a gritos que evitara. No Recomendada.

jueves, 25 de mayo de 2017

Recordando... El viajante (Asghar Farhadi, 2016)


Título original: Forushande (The Salesman). Dirección: Asghar Farhadi. País: Irán. Año: 2016. Duración: 125 min. Género: Drama. Guión: Asghar Farhadi. Producción: Asghar Farhadi, Alexandre Mallet Guy, Olivier Père. Fotografía: Hossein Jafarian. Montaje: Hayedeh Safiyari. Música: Sattar Oraki. Departamento de Arte: Edris Azizi.

Intérpretes: Taraneh Alidoosti (Rana), Shahab Hosseini (Emad), Babak Karimi (Babak), Mojtaba Pirzadeh (Majid), Farid Sajjadi Hosseini (suegro de Majid).

SinopsisEmad y Rana deben dejar su piso en el centro de Teherán, ya que peligra el edificio.


La pareja protagonista: Emad y Rana

En la película El viajante, Asghar Farhadi nos presenta un tipo de drama en el que ya ha demostrado con creces que es un maestro, el drama en el ámbito familiar. El máximo reconocimiento internacional, el Oscar a la mejor película extranjera, lo ganó con Nader y Simin, una separación y lo ha vuelto a obtener este año con El viajante. Entre ambas, la algo inferior El pasado. Las tres tienen en común el tema de la dificultad de las relaciones entre los miembros de una familia, que a su vez se ven limitados por la sociedad en que viven.

A pesar de esto, no se repiten personajes y las situaciones que se plantean son bien distintas. Este último trabajo trata sobre un matrimonio cuya esposa es atacada en el piso al que se han visto obligados a mudarse ante el peligro de derrumbe del edificio en que vivían.

La actriz Taraneh Alidoosti

Lo primero que me llama la atención es que no se desvela el tipo de agresión sufrido. No se verbaliza siquiera entre la pareja. Es un tema tabú fruto de pertenecer a la sociedad iraní, más conservadora que la nuestra. Se le da más importancia a la pérdida del honor, a la humillación, a las habladurías, a las formas. Y por todo eso, la víctima tiene miedo de ser señalada como culpable y no denuncia.

Estamos en un país en el que rozar una pierna con otra al compartir un vehículo puede verse como intento de abuso: el marido es acusado injustamente de algo así y no se defiende.

Farhadi, que empezó su profesión en el campo del teatro, hace que este matrimonio pertenezca a una compañía de aficionados que representan Muerte de un viajante. Esto permite introducir dos niveles narrativos que enriquecen la obra. Existen paralelismos temáticos, pues ambos son relatos de humillación social y familiar en la que los protagonistas se muestran débiles y contradictorios y caminan en la misma dirección.

La familia de Majid

Un guión perfecto, premiado en Cannes, y una interpretación de actores sobresaliente (Shahab Hosseini también fue ganador en Cannes) consiguen que, a pesar de presenciar reacciones que no tienen nada que ver con las que tendrían lugar en Occidente, comprendamos unos sentimientos sinceros por más que no los compartamos (el pulso entre la pareja es extraordinario: ¿a quién sirve la venganza?, ¿a quién satisface y quién está siendo realmente vengado?).

Enfrentamiento entre Emad y Rana

La cámara, inestable en muchas ocasiones, consigue crear un ambiente inquietante. Son numerosos los planos tomados a través de los cristales fragmentados del antiguo piso. ¿Solo se desmorona el piso? ¿La pareja? ¿La sociedad o el país? Producen una sensación continua de fragilidad, de amenaza. 

El actor Shahab Hosseini

La tensión se vuelve inmensa. Hay un momento en el que parece aliviarse, pero no: precisamente por eso me resulta la secuencia más dura. Ella ha invitado al niño de otra actriz a quedarse con ellos. Prepara una buena cena y se muestra por primera vez más animada. Hasta que el marido se da cuenta del dinero que ha pagado esa cena y él, que se ha callado que fue el primero en llegar a verla herida y pudo más su deseo de venganza que el hecho de socorrerla, no puede callarse qué supone ese dinero. Opta por amargarle a ella el momento. Tremenda la severidad que subyace en esa actitud.

Shahab Hosseini ganó el premio a Mejor Actor en Cannes

Y sin embargo, no podemos dejar de intentar entender todos los puntos de vista, de cambiar la perspectiva y ponernos en el lugar del otro. Va a ser entonces que  Asghar Farhadi ha conseguido su objetivo. En el texto que leyeron dos compatriotas suyos al recoger el Oscar (el director optó por no asistir a la ceremonia en respuesta a la política migratoria de Donald Trump), decía que los cineastas intentan con sus obras crear empatía, “una empatía necesaria hoy más que nunca”.

No podemos más que esperar impacientes la nueva película de Farhadi que se rodará en nuestro país y en español, proyecto en el que iba a participar El Deseo, aunque finalmente se ha retirado. Por ahora, Ricardo Darín, Javier Bardem y Penélope Cruz serán los actores al frente de la obra. Ojalá que esté a la altura.


martes, 23 de mayo de 2017

Paulina (Santiago MItre, 2015), en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla




La película, desde los títulos de crédito del inicio sobre un fondo negro y sin música,  nos convierte en testigos de una conversación entre Paulina (Dolores Fonzi) y su padre (Óscar Martínez), a través del diálogo nos adentramos en la temática primordial del film: Paulina es una joven abogada con una carrera por delante prometedora y orientada hacia un rol directivo, según el proyecto y la ambición de su padre, juez de profesión, que ejerce en la provincia de Misiones.  A lo largo de dicho diálogo hay una utilización de planos medios cortos que nos hacen penetrar en la psicología de los personajes, alternando la cámara fija con el plano-secuencia. El padre (Óscar Martínez) es un juez sexagenario, triunfador profesionalmente, que infravalora profesiones como la del magisterio rural. El padre ha educado a su hija para competir solo dentro de la “casta” jurídica, política, universitaria y directiva del país, que se encuentra en la capital federal, en la ciudad de Buenos Aires; pero un día Paulina retorna a su lugar de origen (provincia de Misiones), y vuelve para quedarse e iniciar su carrera profesional desde abajo, convirtiéndose en una maestra rural dentro de un proyecto o programa educativo de “Formación Política” dirigido a los trabajadores rurales y de la periferia urbana de  Posadas (Misiones)

El espacio donde Paulina ejercerá su magisterio es la provincia de Misiones, en el nordeste de la Argentina, en la frontera con Brasil y Paraguay. Misiones es una de esas provincias del interior, habitada por “cabecitas negras” (indígenas guaraníes y mestizos). De nuevo, el mundo de los olvidados y de las geografías olvidadas o paisajes de “barbarie” hacen su aparición en el cine latinoamericano y, en el caso que nos ocupa, en el cine argentino, lo que enlaza con toda una tradición del Nuevo Cine de la década de los cincuenta y sesenta, que fue retomada tras la última dictadura (1976-1983) por Miguel Pereira en su película La deuda interna (1987),  y a lo largo de los noventa consagrada por Adolfo Aristarain con sus películas Un lugar en el mundo (1992), Lugares Comunes (2002).
 
Fotograma de "Paulina"
Paulina (La Patota) pertenece a ese tipo de arte comprometido en buscar la identidad del país, en su totalidad, aunando en un diálogo constructivo a la “civilización”, representada por los blancos urbanos universitarios y progresistas; y a la “barbarie”,  representada por los autóctonos, indígenas y mestizos, rurales y analfabetos que habitan también en las periferias de las ciudades. Sendos mundos, civilización/barbarie, están irremediablemente abocados a encontrarse partiendo primero del choque entre ambos, materializado en  la desconfianza de los “olvidados” y en el  fracaso del “paternalismo” blanco; pero después esos dos mundos deben fusionarse, dejando atrás viejos prejuicios y estigmas, para que renazca un mestizaje cultural, un mestizaje del futuro, que rompa por fin con la violencia y las barreras multiculturales, lacras del colonialismo y neocolonialismo. En este sentido,  el valor del film de  Santiago Mitre radica en su  apuesta por la integración de los contrarios, por el nacimiento del “hombre nuevo” en el nuevo ser que, engendrado por Paulina, ponga fin a la dualidad escindida y a una doble vara de medir los delitos, cuestionando así un sistema judicial, generador de víctimas, que siempre criminaliza a los más débiles.

Paulina aborda también la temática de un viaje, iniciático, viaje al interior de la geografía y al interior del ser, a la encarnación en la realidad de los excluidos para de esa forma comprenderla mejor, lo que  conduce irremediablemente a la transformación personal, a una transformación que, basada en la autenticidad, permita a la protagonista seguir siempre para adelante, caminar sin tregua en busca de la utopía  que, como la definiera Eduardo Galeano, está en un horizonte que nos obliga a superar los escollos del andar cotidiano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
 
Fotograma de "Paulina"
En definitiva, el “somos andando” de Paulo Freire y la utopía como meta forman parte del imaginario colectivo latinoamericano al que, probablemente, recurre Santiago Mitre en los títulos de crédito del final, pues a través de un cuidado plano secuencia, sin profundidad de campo, resalta a una Paulina que avanza en una larga caminata: ¿hacia dónde, hacia un horizonte donde habita la utopía? Ese seguir hacia adelante convierte a Paulina en un personaje coherente, de una coherencia, no heroica, sino humana.

La película de Santiago Mitre no solo revela el mundo de los olvidados (personas y paisajes) sino denuncia también la agresión al medio ambiente, la destrucción y desforestación de la selva misionera, pues “según datos oficiales, entre 1998 y 2007 en Misiones se deforestaron 144.153 hectáreas”. Esa crítica al deterioro medioambiental, siempre al servicio de intereses foráneos, recuerda otro film argentino, de hace más de 40 años, Quebracho, dirigido por Ricardo Wullicher;  pero, desgraciadamente, la situación del siglo XXI ha empeorado, pues hace un siglo los obreros de “la forestal” se rebelaron contra los explotadores ingleses; hoy los trabajadores de “las forestales” han involucionado, han perdido la conciencia, por lo que viven sumidos en las lacras de la ignorancia, de la violencia, de la pobreza, y de la exclusión social.
 
Fotograma de "Paulina"
Otros temas que nos sugiere el film de Mitre es reflexionar sobre la Justicia que siempre está al servicio del poder y de la clase y raza hegemónicas, justicia cuyo lema es “sin piedad con los bárbaros porque son brutos y violentos”. Y esto genera una ola de violencia y guerra imparables que, desde el poder, convierte a los verdugos en víctimas y a las víctimas en verdugos, en un eterno círculo vicioso, basado en la venganza, castigo y violencia. El propio director declara que “él ha pretendido hacer una anti-película de venganza, porque más que perdonar lo que ella busca es comprender y cortar con el círculo de violencia".

Para finalizar, creemos convenientes resaltar las declaraciones del realizador Santiago Mitre respecto a la técnica del film: “quería trabajar mucho con el plano-secuencia, con la cámara en mano para liberar a los actores. Preferí resignar cierta prolijidad formal para encontrar la esencia de los personajes y conseguir la mayor credibilidad posible.”  Esta declaración del director convierte el film Paulina en heredero y continuador de los planteamientos y de la estética realista del Nuevo Cine Latinoamericano.

                                                           María Dolores Pérez Murillo