Determinar cuál fue la primera mujer directora de cine en España no debería, en principio, ser una cuestión controvertida o problemática, pero lo cierto es que no hay una respuesta única ni definitiva. Buscándola, hemos encontrado hasta tres mujeres de las que se afirma que fueron la primera directora de cine española, y esto requiere una explicación.
Los investigadores y estudiosos de la historia de cine al adentrarse en las primeras décadas del cinematógrafo en España se enfrentan con el problema de que buena parte del patrimonio fílmico ha desaparecido, dado que el cine inicialmente no tuvo la misma consideración que otras artes, sino que se tenía por un divertimento popular, asociado más a ferias que a ámbitos culturales.
De este modo, cuando se empezó a considerar el cine como una manifestación artística, ya mediado el siglo XX, y más concretamente a partir de la creación de la Filmoteca Española, en 1953, ya era tarde, pues la mayoría de las películas de la etapa muda se habían perdido definitivamente, igual que había ocurrido en otros muchos países. La labor de las filmotecas, junto a otros archivos fílmicos sería fundamental para recuperar y conservar las producciones de aquella época inicial del cine, en la que las películas eran de nitrato de celulosa, altamente inflamable.
La industria cinematográfica española en las primeras décadas del siglo XX se puede catalogar como raquítica, dadas las dificultades que había para producir nuevos títulos, y en este contexto, ser mujer sería una dificultad añadida, para encontrar apoyo y financiación. Por tanto, encontramos muy pocas mujeres dedicadas a este menester y las que lo hicieron, no vieron reconocido su mérito e incluso cayeron en el olvido durante décadas. Pongamos nombre y rostro a estas tres mujeres singulares, verdaderas pioneras de nuestro cine: Elena Jordi, Helena Cortesina y Rosario Pi.
Elena Jordi
Montserrat Casals i Baqué (Barcelona, 1882-1945), fue una famosa actriz y empresaria teatral conocida con el pseudónimo artístico de Elena Jordi.
Costurera, separada y con dos hijas, abrió un estanco. Tras asistir a una representación de Salomé de Oscar Wilde a cargo de Margarita Xirgú, quedó tan impresionada por el espectáculo que decidió dedicarse al teatro. Con el nombre de Elena Jordi consiguió grandes éxitos como actriz de bodevil en el Paralelo barcelonés. Se integra luego en algunas compañías de teatro como la de Enrique Borrás y la de Josep Santpere, consiguiendo elogiosas críticas tanto por su belleza, como por su talento. Poco a poco se convierte en una de las actrices más populares del momento, con multitud de admiradores. Fundó su propia compañía y emprendió la construcción del Gran Teatro Elena Jordi, en la Via Laietana de Barcelona, como sede de su compañía, aunque el proyecto quedó interrumpido por falta de recursos. Luego el solar sería ocupado por el “Pathé Palace”, rebautizado en 1940 como “Palacio del Cine”.
En 1916 se apunta a la modernidad del cinematógrafo fundando la compañía Studio Films, por lo que está considerada como la primera directora de cine de España, aunque sus obras no se han conservado. De 1918 es su película más representativa: Thais, en la que trabajó como productora, directora y progonista.
Thais era una adaptación libre del libreto de la ópera de Massenet, compuesta en 1893, que a su vez se basaba en una novela del mismo título de Anatole France, publicada en 1890; del filme lamentablemente no se conserva ninguna copia.
Helena Cortesina
Helena Cortesina (Valencia, 1904 - Buenos Aires 1984) Bailarina clásica y de music-hall en sus inicios, debutó como actriz en el cine mudo en La inaccesible (1920) dirigida por J. Buchs, donde interpretó el papel de Elvira Montes, consiguiendo un éxito tal que se animó a montar su propia productora de cine.
En 1922 produjo y dirigió la película Flor de España o la leyenda de un torero con guión del clérigo-dramaturgo José María Granada (pseudónimo de José María Martín López). Parece ser que la llegada de Cortesina a la dirección del filme se debió a algo accidental, cuando José María Granada abandonó el rodaje y la dirección del filme por causas desconocidas.
Flor de España o la leyenda de un torero nara la vida de un matador de todos, "Juncales", interpretado por Jesús Tordesillas, desde sus primeras capeas hasta sus corridas en plazas prestigiosas, pasando por su boda con una florista, encarnada por la propia Cortesina, que se convertirá en bailarina y cupletista con el nombre artístico de "Flor de España".
De la pelicula, que no se estrenaría hasta dos años después, lamentablemente sólo se conserva un fotograma en la Filmoteca Española. No obstante, debemos destacar un hecho poco común en el cine español de la época: esta cinta contaba con un acompañamiento musical, compuesto expresamente para ser interpretado durante la proyección. La música es obra de Mario Bretón, hijo del famoso compositor Tomás Bretón (autor de óperas como La Dolores o zarzuelas como La verbena de la Paloma), y la partitura se conserva en al Archivo de la Sociedad General de Autores y Editores (S.G.A.E.).
Parece que el poco éxito obtenido con esta película, junto con la precaria situación del cine español de aquella época, la llevaron a vender su productora y a dedicarse a su carrera como actriz, y no volvió a dirigir una película. Al llegar la guerra civil, Helena Cortesina se exilió en Argentina, donde participaría en títulos como Bodas de sangre (1938), dirigida por Edmundo Guibourg (que contó con otros exiliados como Margarita Xirgú y Amelia de la Torre), La dama duende (1945), dirigida por Luis Saslavsky, o A sangre fría (1946), de Daniel Tinayre. Murió en Buenos Aires en 1984.
Rosario Pi
Rosario Pi (Barcelona, 1899 - Madríd, 1967) fue productora, guionista y directora de cine.
Llegó al cine de la mano del mexicano Emilio Gutiérrez Bringas y del español Pedro Ladrón de Guevara, con quienes fundó la productora Star Films, responsable de títulos como Yo quiero que me lleven a Hollywood (1931) de Edgar Neville y El hombre que se reía del amor (1932) de Benito Perojo. Rosario Pi también se ocupó de la escritura del guión en películas como Doce hombres y una mujer (1934) dirigida por Fernando Delgado y El gato montés, que ella misma dirigiría en 1935.
Para El gato montés Pi adaptó la zarzuela de mismo nombre, compuesta en 1916 por el maestro Manuel Penella, en un guión escrito por ella misma. Narra la historia de Juanillo y Soleá, dos gitanos enamorados desde la infancia. Un incidente lleva a Juanillo a la cárcel y Soleá es entonces cortejada por un famoso torero, Rafael el Macareno, planteándose un extraño triángulo amoroso. En su versión cinematográfica, el personaje de la Soleá adquiere más brío y entidad que en la zarzuela, Pi hace de ella una mujer independiente que, no solo no necesita la protección del hombre, sino que es capaz de proteger ella misma a los hombres que la rodean.
En 1938, en plena Guerra Civil, Rosario Pi dirige en la zona republicana su segundo largometraje, Molinos de viento, actualmente desaparecido, que protagonizaba una jovencísima María Mercader, de 17 años. Juntas logran pasar a Francia y después Italia, donde empezaron a trabajar en los estudios Cinecittà. Aquí, María Mercader conoció al director Vittorio de Sica, con quien se casó.
Acusada de filofascista por el círculo intelectual republicano, fue también negada por el franquismo, seguramente por ser vanguardista y ejercer una profesión tradicionalmente masculina, y décadas más tarde sería de nuevo ignorada al considerarla simpatizante del alzamiento militar. Aunque Pi no abandonó nunca la idea de dirigir una nueva película, finalmente abrió un restaurante en Madrid, ciudad donde falleció en 1967.
Después de El Gato Montés, habrá que esperar hasta los años cincuenta para encontrar de nuevo películas dirigidas por mujeres en nuestro país: hablamos de Margarita Alexandre, que terminó por exiliarse en Cuba, y de Ana Mariscal, con una dilatada carrera como actriz y como directora.
Acusada de filofascista por el círculo intelectual republicano, fue también negada por el franquismo, seguramente por ser vanguardista y ejercer una profesión tradicionalmente masculina, y décadas más tarde sería de nuevo ignorada al considerarla simpatizante del alzamiento militar. Aunque Pi no abandonó nunca la idea de dirigir una nueva película, finalmente abrió un restaurante en Madrid, ciudad donde falleció en 1967.
Después de El Gato Montés, habrá que esperar hasta los años cincuenta para encontrar de nuevo películas dirigidas por mujeres en nuestro país: hablamos de Margarita Alexandre, que terminó por exiliarse en Cuba, y de Ana Mariscal, con una dilatada carrera como actriz y como directora.
Muy interesante y bien documentado tu artículo. No conocía a ninguna de las tres directoras. Mujeres arriesgadas y valientes para su época. He leído que hay 131 directoras españolas, desde la fecha de la primera que tú mencionas hasta hoy día. Me parece un buen número
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