Película
basada en el artículo titulado “Mi amigo ex-gay” (“My Ex-Gay Friend”) de Benoit
Denizet-Lewis, publicado en The New
York Times en 2011, hace referencia al proceso de cambio personal e identitario
de Michael Glatze, el cual pasa de ser un referente para la comunidad LGTB
americana, a llegar a fundar su propia congregación religiosa cristiana.
Trabaja
junto a su pareja, desde inicio de los 90, en “XY”, una revista nacional
con sede en San Francisco para jóvenes homosexuales, y que desarrolló toda una
filosofía sobre la identidad gay, protegiendo de la discriminación que sufrían
muchos de estas personas, en la América de la época. Analizó a fondo todo
lo desarrollado sobre la “teoría queer”, participaba en manifestaciones de
derechos de los homosexuales e instó a los jóvenes a celebrar (no sólo aceptar)
sus atracciones por personas del mismo sexo.
Glatze, a la izquierda, con su ex compañero,
Ben.
En la película, James Franco (Glatze), y Zachary Quinto (Ben).
Michael
se dedicó a ayudar y se vio particularmente afectado por las cartas que la
revista recibía regularmente de adolescentes rechazados por sus familias
religiosas. "Los fundamentalistas cristianos se deben quemar en el
infierno", decía en ocasiones, afectado por la rabia que le producía leer
lo que le llegaba a la editorial.
Él
y Ben, su novio en ese momento, que también trabajaba en la revista, formaban
una hermosa pareja. Los fines de semana iban juntos a las fiestas y
discotecas gays, y para muchos, que los conocían, constituían un ejemplo,
a pesar de que para muchos, su moral era mucho más que “abierta”.
Aunque
la atracción sexual pueda evolucionar, la propia ex pareja de Ben, dudaba
de la afirmación categórica de Michael sobre la heterosexualidad y rechazaba su
argumento de que "la homosexualidad nos impide encontrar nuestro verdadero
yo". Además, cuesta creer que el "verdadero yo", sea un
cristiano fundamentalista que escribe denigrando sobre ser gay.
Fotograma de "I am Michael" |
"Dios
te ama más que cualquier otro te amará jamás", comentaba sin reparos,
"No pongas tu fe en algún hombre, en alguna carne. Eso es
lo que hacemos cuando estamos atrapados en la identidad gay, cuando estamos
atrapados en esa cueva. Vamos de chico a chico, buscando a alguien
que nos ame y nos haga sentir bien, pero Dios es mucho mejor que todos los
otros maestros que hay".
"La
homosexualidad es una jaula en la que estás atrapado en un ciclo interminable
de querer constantemente más - sexualidad - que nunca puedes recibir,
constantemente lleno de vacío, tratando de justificar sus acciones".
A
partir de la historia contada por el periodista en el artículo, sobre este
peculiar personaje, y su asombrosa, cuando poco, transformación, el director de
cine Justin Kelly, dirige un drama, que no es precisamente un biopic,
protagonizado entre otros por James Franco, Emma Roberts, Zachary Quinto,
Leven Rambin, Daryl Hannah y Avan Jogia.
La
película transcurre narrativamente, a través de saltos en el tiempo, entre el
pasado y el presente de Michael, a la par que va mostrando como esta persona va
sufriendo unos cambios personales, que comienzan a modo de “ataques de pánico”,
los cuales pensaba que eran fallos cardíacos, tal como había tenido el padre
del personaje. El propio Michael, en este momento de cierta vulnerabilidad
física y mental, va acercándose de nuevo a esa iglesia y a esa fe, que
hacía tiempo las daba por perdidas, así como a la Biblia, a modo de búsqueda de
respuestas.
Rompe
con su vida establecida, pareja incluida, y se marcha a “meditar”, al principio
en un retiro budista y posteriormente en una escuela de la biblia, hasta que
comienza el proceso de huida y rechazo hacia la sexualidad sentida hasta el
momento, volviéndose “heterosexual”, y alejándose de sus deseos pasados, tan
ampliamente desarrollados y defendidos.
La
película pretende ser aséptica con el personaje, no intentando criminalizar su
nueva conducta, aunque la solución de esta nueva “vida”, y las razones de la
misma, considero que las deja al espectador, para que las analice y se
pronuncie de alguna forma. Unos considerarán a Michael como un nuevo “mesías”
de los muchos que existen en Estados Unidos, que promueve una palabra de Cristo
con una pátina de auténtica homofobia, con lo que ello conlleva. Otros
considerarán al mismo como un sujeto trastornado y que soluciona su angustia,
de la forma menos natural y terapéutica.
De
cualquier forma, este personaje es uno de los muchos “voceros” sobre la vida
pecaminosa de los gays y lesbianas, corpúsculos de crítica dañina a un
colectivo ampliamente vilipendiado.
Los
actores están correctos, y a pesar de que toda la atención se centra en James
Franco, quizás esté más elaborado el papel que realiza Quinto. Película
independiente que se presentó en Sundance 2016, y que según nos cuenta Zamora
Cubilo, A. “el equipo de producción se encontró con Michael Glatze, de 42 años,
quien aceptó hablar con ellos, y dio su consentimiento para la realización del
film. Pero según cuenta el director, a pesar de que fue un encuentro cordial,
Glatze no dudó en expresar su opinión actual, afirmando que “irían al infierno
por no compartir sus creencias”.
En
nuestro país, aún no se ha estrenado, no sabemos si pasará directamente al Dvd,
o a alguna plataforma audiovisual, pero lo que si es importante es que este
tipo de historias de personajes reales, que son ciertamente tremendos en sus
afirmaciones, y que pueden dañar a grupos de personas indefensas, son
documentos visuales que hay que revisar y analizar, pues nos acerca también a
parte de la población de ese maravilloso país que es Estados Unidos, tenga el
presidente que tenga.
Un artículo de JAVIER BERNET TOLEDANO
Muy interesante el artículo de Javier. Esperemos que estrenen aquí la película. El tema es delicado y dará pie a muchas polémicas, homosexualidad y religión, un cocktel muy explosivo. He leído algo sobre esto y parece que Glatze está contento con la película.
ResponderEliminarMe ha recordado la película de Gus Van Sant; " Mi nombre es Harvey Milk". Sin duda una película valiente como esta y basada también en un personaje real.
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