domingo, 28 de abril de 2019

Leto (Kirill Serebrenniko, 2018)


Título original: Leto. Dirección: Kirill Serebrenniko. País: Rusia. Año: 2018. Duración: 128 min. Género: Drama.  
Vladislav Opelyants (Fotografía), Idov, Lily Idova, Kirill Serebrennikov (Guión), Ilya Stewart, Murad Osmann, Pavel Buria, Mikhail Finogenov (Producción), Boris Voyt (Sonido), Tamara Frid (Maquillaje), Tatiana Dolmatovskaya (Vestuario).
Sección Oficial del Festival de Cannes 2018 y Premio al Mejor Diseño de Producción en los Premios del Cine Europeo 2018.
Estreno en Sevilla: 26 Abril 2019.

Reparto:
Roma Zver (Mike), Irina Starshenbaum (Natasha), Teo Yoo (Víktor), Philipp Avdeev (Lenya), Evgeniy Serzin (Oleg), Aleksandr Gorchilin (Punk), Vasily Mikhailov (Isha), Aleksandr Kuznetsov (Skeptic), Nikita Yefremov (Bob), Vasily Mikhailov (Isha).

Sinopsis:
Leningrado, un verano a principios de los 80: la escena del rock de la ciudad está en pleno apogeo. Viktor Tsoï, un joven músico que creció escuchando a Led Zeppelin, T Rex y David Bowie, está tratando de hacerse un nombre. El encuentro con su ídolo Mike y su esposa, la bella Natacha, cambiará su destino. Juntos construirán una leyenda que les llevará a la eternidad.

Fotograma de "Leto"

Comentarios:
El 15 de agosto de 1990, el músico soviético Viktor Tsoi, líder de la banda Kino, fallecía en accidente automovilístico a la temprana edad de 28 años. Poco más de un año más tarde, un derrame cerebral provocado por un asalto callejero se llevaría por delante a quien había sido su ocasional compañero de viaje en la escena contracultural que precedió al advenimiento de la perestroika: Mike Naumenko, líder de la banda Zoopark. La historia de toda contracultura parece puntuada por sus mártires, pero al cineasta Kirill Serebrennikov no le interesa oficiar funerales: en “Leto”, su noveno largometraje, opta por hacer justicia a la esencia de esa revolución generacional para centrarse en el desarrollo de un único verano, aquel en el que todo era, todavía, una inabarcable posibilidad.
Energía universal y transformadora, la contracultura brota cuando un sistema de poder determinado impone sus límites frente a la afirmación de las libertades (y subjetividades) individuales. No es un fenómeno que coincida con una ortodoxa forma de resistencia política, sino que tiene que ver, esencialmente, con lo vital y lo creativo. En “Leto”, Serebrennikov recrea en blanco y negro –el color de la vida bajo Leónidas Brezhnev- ese Leningrado de 1980 en el que se cruzaron los caminos de Viktor Tsoi y de la pareja formada por Natasha y Mike Naumenko, vértices de un triángulo que tanteó nuevas formas de amar (y de gestionar un deslumbramiento aparentemente incompatible con los límites de una pareja estable), mientras la reapropiación de sonidos venidos de la sociedad capitalista (muchos de ellos, ecos de utopías ya neutralizadas o corrompidas) daba forma al nuevo lenguaje de la ruptura.
Crónica de la articulación de una resistencia subterránea, de la construcción de una sensibilidad a la contra mediante el impulso casi fanzinero de dibujar y reconstruir las portadas de los vinilos que uno no posee, Leto propone la inmersión en unas vidas sojuzgadas, pero en las que no solo habita la luz de la utopía, sino también la capacidad de imaginar otras realidades, encarnadas en esos números musicales que rasgan, grafitean la imagen y subliman la cotidianidad en coreografía. (Jordi Costa)
Recomendada (con reservas).

sábado, 27 de abril de 2019

La espía roja (Trevor Nunn, 2018)


Título original: Red Joan. Dirección: Trevor Nunn. País: Reino Unido. Año: 2018. Duración: 103 min. Género: Drama, Thriller.  
Kristina Hetherington (Montaje), Zac Nicholson (Fotografía), Lindsay Shapero (Guión), David Parfitt (Producción).
Estreno en Sevilla: 18 Abril 2019.

Reparto:
Judi Dench (Joan Stanley), Sophie Cookson (Joven Joan), Stephen Campbell (Moore Max), Tom Hughes (Leo), Robin Soans (Clement Attlee), Ben Miles (Nick).

Sinopsis:
Joan Stanley es una encantadora anciana que jamás ha levantado ningún tipo de sospecha… hasta que una mañana agentes del MI5 llaman a su puerta. Ha salido a la luz uno de los mayores casos de espionaje del KGB y Joan es sospechosa.
Durante el interrogatorio vuelve a los años 30, cuando estudiaba Física en Cambridge y se enamoró del joven comunista Leo Galich, el mismo que durante la II Guerra Mundial, le pondría ante la difícil encrucijada de elegir entre traicionar a su país o salvar al mundo de una catástrofe nuclear.

Fotograma "La espía roja"

Comentarios:
Roger Ebert definió “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú” (1964) como “una película que hace correr la alfombra bajo la Guerra Fría", argumentando que, si un explosivo nuclear destruye toda la vida en la Tierra, "será difícil adivinar qué tiene de disuasorio”. Sus palabras mimetizaban la mirada nihilista de ese trabajo que, inspirado en una novela que su autor escribió como thriller –Red Alert de Peter George-, Kubrick y su coguionista Terry Southern transformaron en farsa sobre la pulsión de muerte del ser humano. El cambio de tono revelaba que, en situaciones extremas –la Guerra Fría estaba ahí-, quizá la única respuesta posible era la risa macabra.
“La espía roja” de Trevor Nunn ambienta buena parte de su relato en los primeros compases de la Guerra Fría, partiendo de un personaje real, la funcionaria y espía Melita Norwood, convenientemente filtrado por la intermediación literaria de la novela “Red Joan” de Jennie Rooney. Melita Norwood se transforma así en Joan Stanley, personaje que es presentado en la primera escena como adorable anciana que será objeto de una espectacular detención en su pequeña casa con jardín. En el proceso de trasvase de la realidad histórica a la novela y, posteriormente, a la pantalla entran en juego cambios tan radicales como los que convirtieron Red Alert en farsa presidida por el Dr. Strangelove, pero esos cambios delatan que estamos en unos tiempos más mansos en los que lo amable cotiza más al alza que lo consecuente (o lo ideológico).
La imagen de una anciana a la que se atribuía un pasado como espía de la KGB centró el fenómeno mediático de su detención. Los medios de comunicación llamaron a Norwood “la abuela espía”: En realidad, era una comunista convencida que vendió secretos nucleares a Stalin para que el bloque soviético contase con su propio poder disuasorio. Joan Stanley, a la que dan vida en la película Judi Dench y Sophie Cookson, es presentada, por el contrario, como una mujer que actúa movida por su conciencia pacifista y se hace espía, en buena medida, por amor. Trevor Nunn factura una de esas películas que tienen la corrección como norte y alma de moqueta de hotel inglés en crudo invierno. Su objetivo es reconfortar, no plantear preguntas, pero, eso sí, su corte y confección certifican la presencia de un buen sastre, de uno incapaz de darle una mala sorpresa a su clientela de toda la vida. (Jordi Costa)
Recomendada (con reservas).


viernes, 26 de abril de 2019

Gracias a Dios (François Ozon, 2019)


Título original: Grâce à Dieu. Dirección: François Ozon. País: Francia. Año: 2019. Duración: 137 min. Género: Drama.  
Laure Gardette (Montaje), Manu Dacosse (Fotografía), François Ozon (Guión), Evgueni Galperin, Sacha Galperin (Música), Eric Altmayer, Nicolas Altmayer (Producción), Benoît Gargonne (Sonido), Natali Tabareau-Vieuille (Maquillaje), Pascaline Chavanne (Vestuario), Emmanuelle Duplay (Dirección Artística), David Bertrand, Anaïs Duran (Casting), Franck-Pascal Alquinet (Peluquería).
Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín 2019.
Estreno en Sevilla: 18 Abril 2019.

Reparto:
Melvil Poupaud (Alexandre Guérin), Denis Menochet (François Debord), Swann Arlaud (Emmanuel Thomassin), Eric Caravaca (Gilles Perret), François Marthouret (Cardenal Barbarin), Bernard Verley (Bernard Preynat), Martine Ehrel (Régine Maire), Josiane Balasko (Irène), Helène Vincent (Odile Debord), François Chattot (Pierre Debord), Frederic Pierrot (Capitán Courteau), Aurelia Petit (Marie Guérin), Julie Duclos (Aline Debord), Jeanne Rosa (Dominique Perret), Fejria Deliba (Letrada De François), Baya Rehaz (Letrada De Emmanuel).

Sinopsis:
Alexandre vive en Lyon con su esposa e hijos. Por casualidad, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños.
Se lanza a un combate al que se unen François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, con el fin de liberarse de sus sufrimientos a través de la palabra. Pero las repercusiones y consecuencias de sus testimonios no dejarán a nadie indemne.

Fotograma de "Gracias a Dios"

Comentarios:
El director François Ozon pone su cámara ante el caso que ha revolucionado los últimos años de la Iglesia en Francia, el del sacerdote de la Diócesis de Lyon Bernard Preynat, que durante dos décadas aprovechó sus actividades al frente de grupos de boy scout para abusar sexualmente de ellos. Los pormenores de la historia son totalmente públicos y llevan en primer plano durante el último lustro, tras un largo y complejo proceso por el cual incluso el Cardenal de Lyon, Philippe Barbarin, acaba de ser condenado por el encubrimiento de los hechos.
Ozon no descubre ni investiga, relata, y el interés de la película se centra en el punto de vista que adopta: se distancia de la tragedia y la dramatización de los sucesos ocurridos veinte años atrás (sólo hay un par de «flashback» alusivos a los hechos) y enfoca a las víctimas en la actualidad, ya adultos, cuando crearon la organización Palabra liberada para denunciar judicial y socialmente no solo al sacerdote sino también a los responsables eclesiásticos que lo permitieron.
En «Spotlight», la película de Tom McCarthy que ganó el Oscar, se combinaba narrativamente el caso de pederastia con la intriga periodística y la lucha entre la Archidiócesis de Boston contra el «Boston Globe»; en «Gracias a Dios» se huye en lo posible del detalle sórdido y de la intriga, y ni siquiera se acentúan las secuelas de las víctimas, que, salvo una de ellas, que mantiene aún las heridas en carne viva, manejaron sus traumas hasta llevar en la actualidad una vida «normal» tanto dentro como fuera de la Iglesia. El relato aquí combina la necesidad de ajuste de cuentas con el sacerdote, el Cardenal y la ley de prescripción del delito, con la descripción de la vida de esas víctimas y sus relaciones familiares, su unión y lucha para combatir esa anomalía y sus dudas para enfrentarse al recuerdo y al careo con el sacerdote, en los momentos realmente turbios del filme, cuando Preynat acepta con sospechosa humildad todas las acusaciones. De la duración, mejor no hablar. (Oti Rodríguez Marchante)
Recomendada (con reservas).


miércoles, 24 de abril de 2019

Mentes brillantes (Thomas Lilti, 2018)


Título original: Première année. Dirección: Thomas Lilti. País: Francia. Año: 2018. Duración: 95 min. Género: Drama.  
Nicolas Gaurin (Fotografía), Thomas Lilti (Guión), Alexandre Lier, Sylvain Ohrel, Nicolas Weil (Música), Agnes Vallee, Emmanuel Barraux (Producción), François Guillaume, Elisabeth Paquotte, Raphael Sohier, Jean-Paul Hurier (Sonido), Dorothee Guiraud (Vestuario), Julie Navarro (Casting).
Nominada en los Premios César a Mejor Actor Revelación 2018 (William Lebghil).
Estreno en Sevilla: 05 Abril 2019.

Reparto:
Vincent Lacoste (Antoine Verdier), William Lebghill (Benjamin Sitbon), Michel Lerousseau (Serge (Padre de Benjamín)), Darina Al Joundi (Martine (Madre de Benjamín)), Benoit di Marco (François (Padre de Antoine)), Graziella Delerm (Annick (Madre de Antoine)), Guillaume Clerice (Vincent Grimaldi), Alexandre Blazy (Simon Sitbon).

Sinopsis:
Antoine decide prepararse para las pruebas de acceso a Medicina… por tercera vez. En cambio, para Benjamin es su primer intento y pronto se dará cuenta de que esto no es pan comido.
En un mundo tan competitivo y caracterizado por noches de estudio intenso, en lugar de fiestas universitarias, los dos amigos tendrán que encontrar un término medio entre la ciega desesperación del presente y la esperanza de un brillante futuro.

Fotograma de "Mentes brillantes"

Comentarios:
Thomas Lilti es la prueba palpable de que, en una misma trayectoria, pueden compatibilizarse dos carreras tan exigentes como las de médico de familia y cineasta. Su obra demuestra, asimismo, que ambas carreras no se desarrollan en territorios irreconciliables: su experiencia como médico nutre su discurso cinematográfico, convirtiendo una disciplina en prolongación de la otra. Si “Hipócrates” (2014) ponía el acento en la urgencia cotidiana que condiciona la existencia de un médico residente y “Un doctor en la campiña” (2016) atemperaba su tono para acercarse al pulso entre la salud y la enfermedad de un médico rural, “Mentes brillantes”, su nuevo trabajo, aborda la épica del esfuerzo y la silenciosa, discreta gloria del sacrificio en la tensa antesala de los desvelos que regirán toda vida profesional consagrada a la medicina: el primer año común de los estudios relacionados con la salud, feroz proceso de criba diseñado a la contra del desarrollo humanista que exigiría ese sector.
A pesar de que algunas voces presentes en la película cuestionan el proceso y de que Lilti sabe transmitir, sin crispar el tono, la hostilidad ambiental de ese universo académico, “Mentes brillantes” no se muestra demasiado interesada en ser una película de denuncia política y prefiere optar por insertar la crónica de una amistad entre figuras aparentemente antitéticas –el tripitidor desencantado (Vincent Lacoste) y el novato sin verdadera vocación (William Lebghil)- en ese ambiente. El resultado esquiva soluciones dramáticas maniqueas, pero decide instalarse en un insatisfactorio limbo entre la celebración épica y su contrario. (Jordi Costa)
Recomendada (con reservas).