Título original: Un peuple et son roi. Dirección: Pierre Schoeller. País: Francia. Año: 2018. Duración: 121
min. Género: Drama.
Laurence Briaud (Montaje), Julien Hirsch (Fotografía), Pierre Schoeller (Guión), Philippe Schoeller (Música), Denis Freyd (Producción).
Presentada en el Festival
de Venecia 2018 (fuera de concurso).
Estreno en Sevilla: 05 Abril 2019.
Reparto:
Gaspard Ulliel
(Basile), Adèle Haenel (Françoise), Olivier Gourmet, Louis Garrel
(Robespierre), Izïa Higelin (Margot), Noemie Lvovsky (Solange), Celine Sallette
(Reine Audu), Denis Lavant (Marat), Johan Libereau (Tonin), Laurent Lafitte
(Luis XVI), Stephane de Groodt (Norbert Pressac), Niels Schneider (Saint-Just).
Sinopsis:
Año 1789. El pueblo
francés entra en revolución. La historia entrecruza los destinos de mujeres y
hombres del pueblo con los de figuras históricas. Su lugar de encuentro es la
recién creada Asamblea Nacional. En el centro de la historia, la suerte de un rey
y el surgimiento de la República...
Fotograma de "Un pueblo y su rey" |
Comentarios:
La Revolución Francesa,
acontecimiento considerado por la historiografía clásica como el punto de
partida de la Edad Contemporánea, ha sido abordada en lo cinematográfico por
autores de toda época y condición. Pero lo habitual hasta ahora había sido
escoger episodios, estamentos sociales o personajes concretos, para a partir de
ellos lanzar un discurso alrededor del fin del Antiguo Régimen y el
advenimiento de las bases de la democracia, sin tener que bifurcarse en
multitud de ambientes, nombres, hechos y fases. Quizá por ello,
independientemente de su resultado, desigual en todo caso, habría que valorar
la ambición, quizá desmesurada, de Pierre Scholler, que en “Un pueblo y su rey”
intenta aglutinar al pueblo, a la burguesía, a la aristocracia, a la monarquía,
al clero y a la clase política en un relato que abarca desde los momentos
inmediatamente posteriores a la Toma de la Bastilla, en julio de 1789, hasta la
decapitación del rey Luis XVI, en enero de 1793.
Tres años y medio de
vaivenes políticos y derrumbe social, de debate, muerte y lucha por la
libertad, que están compuestos por Scholler con cierta capacidad didáctica,
aunque con dudoso sentido cinematográfico. Aparte de la mastodóntica “Historia
de una revolución” (Enrico, Heffron, 1989), mole de cinco horas y media de
duración, solo Jean Renoir quiso abarcar tanto en una sola película: “La
marsellesa” (1938). Porque lo más acostumbrado por el cine había sido centrarse
en un determinado nombre o suceso para, a partir de ahí, englobar el sentido
revolucionario en obras tan señeras como “Marat/Sade” (Peter Brook, 1967), “Danton”
(Andrzej Wajda, 1982), “La noche de Varennes” (Ettore Scola, 1982) y “María
Antonieta” (Sofia Coppola, 2006), donde, por ejemplo, el pueblo (casi) siempre
se mantenía fuera de campo.
Por “Un pueblo y su rey”,
aparte del monarca, desfilan en papeles secundarios levemente desarrollados
personajes como, entre otros, Robespierre, Marat, María Antonieta, el cura
Norbert Pressac, Danton y Louis de Saint-Just. Sin embargo, entre demasiadas
canciones populares y mucho discurso pretendidamente histórico, el rigor se
enfrenta a cada paso con lo plúmbeo, sin poder abrazar la emoción de la pequeña
historia entre la gran Historia, con una única excepción: ese precioso y
metafórico instante, quizá inspirado por el provocador episodio dirigido por
Sean Penn en la película colectiva “11 de septiembre”, donde tras la toma de la
Bastilla los revolucionarios comienzan a derribar las piedras más altas de las
torres, dejando por fin pasar la luz del sol a ciertas calles y casas de París,
hasta entonces en penumbra perpetua por culpa de la altura del poder, el
físico, la prisión de la Bastilla, y el metafórico, con el aplastamiento
político, social y económico.
Demasiado tediosa aunque
con parte de lo mejor de la interpretación francesa actual al frente del
reparto, la película se esfuerza por ser instructiva, pero Scholler, que en su
anterior obra, “El ejercicio del poder” (2011), ambientada en un ministerio de
Transportes contemporáneo, había resultado mucho más concreto, nunca acaba de
aglutinar la lección y la emoción. Casi como un tocho impuesto por un férreo
profesor de Bachillerato, sin aptitudes para hacer que los alumnos compartan la
trascendencia de un vuelco histórico tan esencial. (Javier Ocaña)
No
Recomendada.
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