Título original: El rey de La Habana. Dirección: Agustí Villaronga. País: España y República Dominicana. Año: 2015. Duración: 125 min. Género: Drama. Guión: Agustí Villaronga, basado en la novela de Pedro Juan
Gutiérrez. Producción: Luisa Matienzo. Fotografía: Josep María Civit. Música: Joan Valent. Montaje: Raúl Román. Estreno en España: 16 Octubre 2015.
Intérpretes: Maykol David (Reinaldo), Yordanka Ariosa (Magda), Héctor
Medina (Yuneisleidy), Chanel Terrero (Yamilé), Jonathan Maravilla (Cheo),
Ileana Wilson, Jazz Vila.
Sinopsis:
Cuba, años 90. Tras fugarse de un correccional, Reinaldo trata de
sobrevivir en las calles de La Habana. Esperanzas, desencantos, ron, buen humor
y sobre todo hambre, le acompañan en su deambular, hasta que conoce a Magda y
Yunisleidy, también supervivientes como él. Entre los brazos de la una y la
otra, intentará evadirse de la miseria material y moral que le rodea, viviendo
hasta el límite el amor, la pasión, la ternura y el sexo más desvergonzado.
Secuencia de "El rey de La Habana" |
Comentarios:
Esperábamos con entusiasmo y ya tenemos entre nosotros la nueva película
del mallorquín Agustí Villaronga, realizador de películas cómo “Pa Negre”, “El mar” o “El hijo de la
luna”. Presentada en la sección oficial del Festival de San Sebastián 2015, consiguió
la Concha de Plata a la Mejor Actriz para Yordanka Ariosa, que debuta en el
cine con una magistral interpretación del personaje de Magda, aunque
anteriormente hubiera realizado “Boccaccerías habaneras” sin tanta repercusión.
Villaronga nos habla de pobres en un país pobre, tal como afirma uno de sus
personajes en la película, del espíritu de supervivencia de los que nada tienen,
de todos ellos y de todo ello, casi nada.
Una buena manera de medir la grandeza de un autor podría consistir en
evaluar el equilibrio existente entre su identidad y su flexibilidad. Una
prueba de fuego que, sin duda, jugaría en contra de aquellos autores de enorme
celebridad coyuntural, pero cuyos universos creativos, de puro cerrados en sí mismos,
están marcados por el signo de la esterilidad y la caducidad. No es este el
caso de Agustí Villaronga, alguien que superaría la prueba con creces. Desde
los tiempos de la perturbadora Tras el
cristal (1986), su carrera se ha mantenido fiel a una serie de temas
recurrentes y obsesiones –la vida en los márgenes, la existencia como zona de
guerra entre conformidad y diferencia, la posibilidad de relación y afecto en
las aguas turbulentas de lo monstruoso-, pero, al mismo tiempo, sus desafíos
han sido constantes, no han sido pocas las propuestas que planteaban al
cineasta un problema mayúsculo (de tono, de formas de expresión) y excluían
toda posibilidad de reiteración en el registro.
Jordi Costa afirma que cinco años después de Pa negre (2010) –la única película española que habló de la
sociedad de posguerra como espacio de una infección colectiva; uno de los pocos
trabajos que abordaron el periodo esquivando maniqueísmos-, Villaronga adapta
la crudeza verbal de Pedro Juan Gutiérrez en
El rey de La Habana, adaptación de su novela homónima. Aquí, el cineasta
ajusta el campo semántico de lo que Fidel Castro llamaba el lumpen –en los usos
dados por el líder, el término incluso integraba a algún que otro disidente-
para hablar del grado cero de la supervivencia durante el periodo especial. Sus
personajes son los miserables, los perpetuamente olvidados, movidos por un
imperativo de supervivencia en las ruinas de una revolución que evocan un
territorio apocalíptico: sin duda, no están nada lejos de los niños enfermos y
perdidos de la sobresaliente El mar
(2000).
Cruda, procaz y marcada por una fragilísima ternura, la película se abre
en arriesgada clave grotesca y tragicómica: un registro que el cineasta nunca
había tanteado, pero que solventa con visceral energía y gran capacidad para
subrayar la cercanía entre Eros y Tanatos que dominará de principio a fin el
brutal relato. Los pequeños brotes de calor humano a la intemperie logran que
el contundente y desesperado desenlace tenga un efecto, directamente,
aniquilador.
Magnífico director Villaronga. Sus películas son impactantes. Cine real y duro, muy duro en algunas ocasiones
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