sábado, 24 de octubre de 2015

Taxi Teherán, de Jafar Panahi



Título original: Taxi. Dirección y guión: Jafar Panahi. País: Irán. Año: 2015. Duración: 82 min. Género: Docu-drama. Equipo técnico y artístico: “El Ministerio de la Orientación Islámica autoriza los títulos de las películas que se pueden distribuir. Desgraciadamente, esta película no tiene título. Doy las gracias a todos los que me han apoyado. Sin su valiosa colaboración, esta película no habría visto la luz”. Estreno en España: 9 Octubre 2015.
Intérpretes: Jafar Panahi y conocidos del director.

Sinopsis:
Un taxi recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán. Pasajeros muy diversos entran en el taxi y expresan abiertamente su opinión mientras son entrevistados por el conductor que no es otro que el director del film, Jafar Panahi. Su cámara, colocada en el salpicadero del vehículo, captura el espíritu de la sociedad iraní a través de este viaje.

Fotograma de "Taxi Teherán"

Comentarios:
Todos los años, los representantes de la Berlinale vienen a Irán a ver nuevas películas. Anke Leweke, miembro del comité de selección, fue quien vio esta película de Panahi y la seleccionó para la competición oficial de 2015. Finalmente obtuvo el máximo galardón del Festival, el Oso de Oro a la mejor película. Con tan sólo 32.000 €, pero con gran valentía, ya que Panahi tiene prohibido en su país hacer películas, llega hasta nosotros este auténtico docu-drama donde aflora la “realidad sórdida” de Teherán, esa que prohíben rodar las autoridades iraníes.
En “Esto no es una película” (2011), primer trabajo que realizó Jafar Panahi en arresto domiciliario, el cineasta bromeaba junto al documentalista Motjaba Mirtahmasb acerca del forzoso reciclaje profesional al que se verían obligados los directores de su país si la política cultural seguía por esos derroteros represivos. Respondiendo a todas esas reflexiones, Panahi se convierte en taxista en “Taxi Teherán”, su tercer trabajo de resistencia después de que el gobierno iraní le arrebatase la condición de director. Como “Esto no es una película”, “Taxi Teherán” es un descomunal juego de ingenio, algo que, a primera vista, parece desnudísimo para ir, poco a poco, revelándose como una intrincada y sibilina construcción.
En “Esto no es una película”, Panahi interrumpía el relato oral del proyecto que el gobierno iraní abortó con una desesperanzada reflexión: “Si una película puede contarse, ¿qué sentido tendría hacerla?”. Acto seguido, utilizaba sendas secuencias de “Crimson Gold” (2003) y “El círculo” (2000) para formular una sintética teoría del cine: para él, la película no existe sin el cuerpo (del actor no profesional), ni el espacio (de la localización natural). El clímax era extraordinario: la aparición súbita de un recogedor de basuras sostenía un ejercicio de suspense en torno a una sociedad totalitaria como espacio infectado por la sospecha.
Sostiene Jordi Costa que todas estas estrategias sofisticadas se retoman en “Taxi Teherán”, película literalmente conducida por su director, que plantea una firme duda sobre el carácter documental o ficticio de lo que vemos, lanza certeros dardos al poder –la lectura de los protocolos censores por parte de la sobrina del cineasta-, flirtea con el concepto de la autorretrospectiva portátil –el cineasta se homenajea a sí mismo constantemente- y dibuja una panorámica del presente iraní como el espacio para una picaresca superviviente. Amordazado, Panahi no ha perdido ni el humor, ni la elocuencia.


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