lunes, 13 de septiembre de 2021

El palomo cojo (Jaime de Armiñán, 1995)

 

Título original: El palomo cojo. Dirección: Jaime de Armiñán. País: España. Año: 1995. Duración: 114 min. Género: Drama.

Guión: Jaime de Armiñán (basado en una novela de Eduardo Mendicutti). Fotografía: Fernando Arribas. Música: Jesús Yanes. Montaje: José Luis Matesanz. Vestuario: Javier Artiñano. Producción: Luis Méndez.

Sección Oficial del Festival de San Sebastián 1995. Nominada al Goya 1995 al Mejor Guión Adaptado.

Fecha del estreno: 6 Octubre 1995 (España).

 

Reparto: María Barranco (Mary), Francisco Rabal (Tío Ricardo), Carmen Maura (Tía Victoria), María Galiana (Abuela), Asunción Balaguer (Tata Caridad), Tomás Zori (Bisiabula), Miguel Ángel Muñoz (Niño), Joaquín Kremel (Tío Ramón), Valeriano Andrés (Abuelo), Amparo Baró (Reglita), Concha Rabal (Pescadera), María Massip (Tía Blanca), Ana Torrent, Idilio Cardoso, Manolo Caro (Novio), Ofelia Angélica (Esther), Pedro Álvarez (Ossorio), Pepe Alcázar (Novio), Federico Rivelott (J.J. Vela), Francisco Lastra (Valentín Terol), Ernesto Martín (D. Sixto), Paco De Osca (Cura), Isabel Osca (Pilar), Gloria de Jesús (Encarna).

 

Sinopsis:

Los padres de un niño de diez años que padece una larga enfermedad deciden enviarlo a pasar el verano a la casa señorial de sus abuelos, en Cádiz, ya que necesita tranquilidad y reposo. Los habitantes de la casa son personajes desconcertantes que tienen diferentes y peculiares formas de ver la vida. Gracias a su relación con ellos, el chico irá descubriendo el mundo de los adultos.

 

Comentarios:

La propuesta de Armiñán resultó ser un palomo muy cojo en forma de película. El palomo cojo lo tenía todo para resultar interesante. Pues nada.

Un caserón andaluz poblado de fantasmas, una familia de ricos bodegueros excéntricos, un niño enfermizo que vive el despertar de la homosexualidad, una criada dicharachera y turbadora. Estos elementos, materia prima no muy lejana, por cierto, a la que recrea Truman Capote en Otras voces, otros ámbitos, su mejor novela, constituyen la carne de un filme que, paradójicamente, fracasa en donde menos debiera, en el guión que le da sentido y en una puesta en escena que parece pensada antes para la televisión que para la gran pantalla. El primer problema que atenaza a El palomo cojo es la opción que adopta Armiñán sobre el punto de vista de la narración: quién narra, con qué mirada, para contar qué. El director-guionista opta por la dispersión y la coralidad cuando lo que tal vez mejor hubiese ido al asunto era la contemplación desde los ojos del niño. Cierto, para eso hubiesen sido necesarias dos premisas fundamentales: una, un buen actor infantil -no lo tiene- que aguantase el envite. Dos, una puesta en escena de raíz poética, atenta a los detalles más sutiles, bordeando lo onírico y alejada por completo del realismo a machamartillo que finalmente exhibe el filme. ¿Es Armiñán capaz de una proeza así?

Hay en El palomo cojo una perentoriedad por terminar pronto, un escaso gusto por la composición del encuadre, la sospecha de que el director cree que con dejar el argumento en manos de sus experimentados actores es suficiente. Y no lo es. Resulta sangrante ver cómo una profesional como Carmen Maura sucumbe víctima de lo poco que su personaje tiene para agarrarse. Es bien cierto que Rabal y sobre todo Barranco bordan los suyos, pero no es por casualidad: son los suyos los únicos mínimamente construidos: a ellos hay que agradecer que el filme no se derrumbe literalmente al cuarto de hora de su proyección. (Casimiro Torreiro)

No Recomendada.




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