Título original: My Salinger Year. Dirección: Philippe Falardeau. País: Canadá. Año: 2020. Duración: 101 min. Género: Drama.
Guión: Philippe Falardeau (basado en la novela "Mi año con Salinger" de Joanna Smith Rakoff). Fotografía: Sara Mishara. Música: Martin Léon. Montaje: Frédérique Broos, Mary Finlay. Producción: Luc Déry, Kim McCraw.
Fecha del estreno: 4 Junio 2021 (España).
Reparto: Margaret Qualley (Joanna), Sigourney Weaver (Margaret), Douglas Booth (Don), Seána Kerslake (Jenny), Brían F. O’Byrne (Hugh), Colm Feore (Daniel).
Sinopsis:
Finales de los años 90. Joanna, una joven que sueña con ser una gran escritora, consigue trabajo en una de las principales agencias literarias de Nueva York como ayudante de la directora. Entre otras tareas, Joanna ha de responder las numerosas cartas que envían los fans de uno de los escritores de la firma, el mítico J.D. Salinger, autor de “El guardián entre el centeno”. Apartándose del protocolo, Joanna imprimirá a sus respuestas un carácter muy personal...
Comentarios:
La reducida obra de J. D. Salinger es una leyenda con causa. Y su retiro de la vida pública, por misantropía o por no esperar nada bueno de ella, alimentó hasta extremos delirantes el afán de los editores por encontrar algo nuevo que llevara su firma y la perpetua y frustrada expectación de los sucesivos ejércitos de admiradores por saber algo de su eremita existencia. No publicó más libros (a lo peor no los escribió, o los quemó, o permanecen escondidos bajo siete llaves) y jamás volvió a aparecer en los medios. No hay noticias de sus relaciones privadas. Decidió que se lo tragara la tierra.
Guardo escasa memoria del argumento de sus relatos, condensados en Franny y Zooey, Nueve cuentos y Levantad, carpinteros, la viga maestra, pero sé que me resultaron inquietantes y tristes. Y como millones en cualquier época y lugar me enamoré de su única novela, El guardián entre el centeno, de aquel chaval lleno de incertidumbre, curiosidad y deseo, tan enemistado con el mundo adulto, tan entendible y conmovedor. No volví a leerla. Por si acaso. El espacio que guarda en mi recuerdo es precioso. Te dan escalofríos al pensar que al tarado que frio a balazos a John Lennon le ocurría lo mismo, que se identificaba hasta el delirio con aquel Holden Caulfield que solo anhelaba ser algo tan lírico como el guardián entre el centeno.
Sueños de una escritora en Nueva York recoge el testimonio de Joanna Rakoff, una chica con ambiciones literarias cuyo primer trabajo en Nueva York, en la agencia que representaba a Salinger, consistió en responder durante un año a las cartas que le enviaban sus admiradores y se relacionó con estos a través del teléfono. Todo ello bajo la tutela de la sabia, elegante y muy vivida agente literaria de Salinger. A él solo le vemos de espaldas, en la lejanía, en penumbra. También oímos su voz. O sea, seguimos sin tener la más remota idea de lo que fue su vida cuando se retiró del mundo. Su personalidad flota e impregna la historia, pero nuestros datos se quedan como al principio.
El director canadiense Philippe Falardeau no aventura tesis sobre personaje tan enigmático y fascinante. A cambio, recrea los amores, desamores, reencuentros, dudas y descubrimientos de esa mujer joven con tantas ganas de aprender. Y la verdad es que no me interesan demasiado. El tono es amable y urbanita, aunque lo que me narran no me deja huella. Todo el rato estoy esperando a Salinger, pero su presencia solo es fantasmal.
Margaret Qualley, la protagonista, me resultó una actriz más que curiosa en su breve, aunque memorable aparición en Érase una vez en... Hollywood, interpretando a la perturbadora y sonriente adolescente de la banda de Charles Manson que pretende ejercer de cebo sexual con el desconfiado Brad Pitt. Esa chica es hija de la tan hermosa como distinguida Andie McDowell. Y se nota la casta y el estilo que ha heredado la niña. Y por supuesto, siempre es un placer ver y escuchar a esa gran señora y actriz eminente que es Sigourney Weaver. Aunque la trama y las situaciones de esta película se me olvidan pronto. Me ocurrió todo lo contrario con El editor de libros, cine con aroma afortunadamente de otra época, que contaba la relación profesional y personal del mítico editor Max Perkins con el volcánico escritor y personaje Thomas Wolfe. También aparecían por allí Francis Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. Y es muy probable que la inteligencia, la comprensión, las discusiones y los consejos de aquel editor ayudaran a la magnífica literatura de estos. (Carlos Boyero)
Recomendada (con reservas).
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