Título original: Yentl. Dirección: Barbra Streisand. País: USA. Año: 1983. Duración: 130
min. Género: Musical.
Barbra Streisand, Jack
Rosenthal (Guión), Isaac Bashevis
Singer (Guión adaptado), Michel
Legrand, Alan Bergman, Marilyn Bergman (Música),
David Watkin (Fotografía), Terry
Rawlings (Montaje), Larry DeWaay, Rusty
Lemorande, Barbra Streisand (Producción).
Globo de Oro 1983 a la
Mejor Película Musical o de Comedia y a la mejor Dirección. Oscar 1983 a la
Mejor Banda Sonora Adaptada.
Estreno: 18 de noviembre de 1983,
en USA.
Reparto: Barbra Streisand (Yentl
/ Anshel), Mandy Patinkin (Avigdor), Amy Irving (Hadass), Nehemiah Persoff (rabino
Mendel, padre de Yentl), Steven Hill (rabino Alter Vishkower), Corduner (Shimmele
Allan), Ruth Goring (Esther Rachel), David de Keyser (rabino Zalman), Bernard
Spear (sastre), Doreen Mantle (Sra. Shaemen), Lynda Baron (Peshe), Jack Lynn (librero),
Anna Tzelniker (Sra. Kovner), Miriam Margolyes (Sarah), Mary Henry (Sra. Jacobs),
Robbie Barnett (Zelig), Ian Sears (David), Renata Buser (hija de la Sra.
Shaemen), Norma Atallah (Debra).
Sinopsis:
En un pueblo de la Europa
Oriental de principios del siglo XX, la joven judía Yentl Mendel, hija de un
rabino viudo que enseña el Talmud a los jóvenes locales, se hace pasar por
varón para estudiar en una escuela reservada para hombres. Pero los problemas
aparecerán cuando se enamora de otro estudiante, Avigdor, que no sabe que es
una mujer.
Comentarios:
Cuando se hace mención de
Barbra Streisand, los más sensatos recuerdan que estamos ante una de las grandes
voces de nuestra época, pero existe un estribillo que, de forma inevitable,
hace recordar a otros la megalomanía de la estrella en su faceta como actriz o
realizadora. Sin pretender hacer de menos estos arranques de personalidad (como
sabemos, algo de lo que carecían por completo realizadores como Alfred
Hitchcock, John Ford, Orson Welles o Stanley Kubrick), lo cierto es que sigo
creyendo que de no venir “Yentl” (United Artist, 1983) firmada por quien viene
firmada, la película sería mucho más recordada.
Idiosincrasias al margen,
la historia de la joven que ha de hacerse pasar por un chico, en base al relato
del escritor polaco y premio Nobel de Literatura Isaac Bashevis Singer
(1904-1991), da comienzo con el plano de unos libros transportados en un carro,
como leitmotiv para toda la película. El bello tema musical desplegado por
Michel Legrand en esta secuencia de abertura (A piece of sky), enlaza
precisamente con el final del relato, donde el mismo tema es cantado y en el
que la protagonista parte hacia otro mundo con el fin de poder continuar su
búsqueda del conocimiento, quedando así la idea principal bellamente reunida.
“Yentl” se publicitó como
una “película con música”. Es mucho mejor denominarla un musical de pro, donde
las canciones hacen avanzar la acción o expresan los sentimientos de la
protagonista. Éstas complementan el relato o se instalan dentro de él -a veces
ambas cosas-, como cuando Yentl (Barbra Streisand) atiende a su padre o escucha
los comentarios de sus compañeros, en el momento en que es admitida como
estudiante en una universidad.
Pero la historia da
comienzo en una zona indeterminada de la Europa Oriental de 1904, no lejana de
la extinta Checoslovaquia, en la que la joven Yentl toma la determinación, sin
estridencias por su parte aunque sí por parte de quienes la rodean, no tanto de
renunciar de forma irremediable a su naturaleza o sentimientos como persona,
pero sí de sacrificar el rol que le ha sido asignado religiosa y socialmente,
en favor del conocimiento. Una voluntad que, insisto, no pretende dar la
espalda a las propias capacidades naturales (al fin y al cabo, sigue siendo
necesaria la transmisión de todo lo heredado y aprendido). Con la apariencia de
un chico, Yentl hará todo lo posible por ser admitida como estudiante varón en
la referida universidad. Un arrojo que expresa claramente cuando comenta
“¿quién me va a ayudar sino me decido yo?”.
Ya en la citada secuencia
de abertura, la realizadora muestra claramente cómo en un asumido apartheid los
hombres conversan de literatura, religión o filosofía, en tanto que las mujeres
lo hacen aconsejándose sobre los quehaceres domésticos. Destaca además la
relación de la joven con su padre (Nehemiah Persoff), estando la película
dedicada a la figura del progenitor, propio y en general. La afinidad con este
ha prendido la llama del conocimiento. La misma llama que, simbolizando también
al padre, estará presente en otra de las canciones (Papa, can you hear me?).
Como estudiante, “Angel”,
que así se hace llamar ahora Yentl, traba amistad con otros compañeros de
estudios, especialmente con Avigdor (Mandy Patinkin). Pero el conocimiento
también aísla, sobre todo en sociedades –más que comunidades: no pienso solo en
pasado- donde el saber está encaminado a obtener un título exclusivamente, y en
olvidar o desconocer el resto.
Para Yentl, este
conocimiento supondrá el eterno conflicto entre vida y sabiduría, puesto que
complementar ambas facetas no siempre resulta fácil, y como además ha podido
comprobar y queda dicho, excluye. De hecho, "¿de qué sirve esto?", se
preguntará Avigdor, refiriéndose a los libros cuando la vida le ha golpeado.
“Angel” le devolverá otras palabras suyas cuando le recuerde que “nada es
imposible”. Para ambos, además, el descubrimiento del discernimiento y la
amistad va parejo. Una amistad que, para la joven estudiante, también
equivaldrá al amor.
Las excelentes canciones
compuestas por Michel Legrand, con letra de Alan y Marilyn Bergman, ensalzan
todo este camino de búsqueda. Entre ellas, la que tiene lugar frente a una
túnica, ante una simbólica vela bajo la noche estrellada, durante los
preparativos y celebración de la boda con Hadass (Amy Inving), la prometida de
Avigdor (acto que más que una farsa institucional, que un poco sí lo es, es
todo un acto de sacrifico hacia Avigdor); o en fin, las que ilustran el baile
de platos durante la cena previa en casa de Hadass, o la ceremonia del té entre
“Angel”, Hadass y Avigdor, donde la cámara enlaza los tres rostros.
Otro buen momento de
realización tiene lugar cuando ante la pregunta del padre “¿qué va a ser de
ti?”, la cámara asciende en grúa hasta un árbol centenario, para volver a
descender y evidenciar el transcurrir del tiempo.
En “Yentl” la tradición
está para ser superada -no tergiversada u olvidada- siempre que redunde en un
beneficio. Así sucede finalmente con el compromiso roto de Avigdor, y con los
propios requisitos para tener acceso a ese conocimiento que anhela la
estudiante, y del que otras mujeres, sencillamente, desconocen su existencia.
Precisamente, antes de decidirse, amigas y vecinas habían asegurado a la joven
que la tendrían “tan ocupada que no tendrás tiempo de pensar”. (Javier C.
Aguilera)
Recomendada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario